Herramientas para facilitar y blindar investigaciones en una colaboración periodística

Por: Juan Gómez | Foto: Unsplash

El taller ‘Colaboraciones periodísticas: investigaciones que cruzan fronteras’, impartido durante el Festival Gabo N°9, estuvo enfocado en la gestión de equipos y el aprovechamiento de recursos que posibilitan la investigación transfronteriza. Emilia Díaz-Struck, maestra del taller y coordinadora para América Latina del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés), ha participado en multitudinarias colaboraciones internacionales como los Pandora Papers, investigando millones de datos y documentos para develar intereses ocultos de personajes poderosos.

Bien sea para aumentar el alcance y el impacto de la investigación o para evidenciar la sistematicidad detrás del problema, seguir el rastro de historias que conectan con otras latitudes requiere de una planeación diligente, en especial cuando conlleva riesgos tanto para el equipo, como para sus fuentes. Cómo comunicarse, por cuáles medios compartir información y qué herramientas tecnológicas usar, son preguntas que deben plenamente acordarse en un plan de acción conjunto.

Comenzar con un análisis de riesgos y de necesidades es recomendable, de acuerdo con Emilia. Preguntarse por las circunstancias que pueden poner en peligro a la investigación y sus participantes, tanto físicas como digitales, ayuda a mitigarlas en un plan de acción acorde. “Los protocolos de seguridad deben quedar claros por parte de todos los integrantes del equipo desde el comienzo”, aconsejó la maestra, además de que debemos tener en cuenta que trabajamos con personas en diferentes países cuyos contextos de seguridad digital son distintos.

Resguardar las comunicaciones

Cuando estamos en la misma ciudad, por lo general no hay problema para encontrarnos con la redacción o con aliados y compartir hallazgos, pero en investigaciones transnacionales debemos decidir qué recursos usar para conectarnos en remoto y almacenar e intercambiar información. Según las conclusiones del análisis de riesgos, a veces será útil compartirla en servidores como los de Google o Dropbox, pero otras veces requeriremos herramientas de mayor protección.

“Hay que preguntarse qué pasa si alguien, un gobierno (que estemos investigando) por ejemplo, le pide acceso a Google a los documentos (de la investigación)”, recomendó Emilia. En ciertos casos, tener mayor control del flujo de información será determinante para aminorar riesgos. En el caso del ICIJ, el equipo de tecnología ha creado una plataforma segura y accesible para sus colaboraciones, un foro llamado ‘Global iHub’. “El foro es como una red social donde uno va creando grupos para compartir información directamente relacionada con la investigación”, explicó la coordinadora del ICIJ para la región.

Aquí algunas herramientas gratuitas de uso común que ofrecen mayores niveles de seguridad:

  • Signal: al igual que WhatsApp, es un servicio de mensajería que permite crear grupos, pero garantiza mayor protección para las conversaciones.
  • Jitsi Meet: es un sistema gratuito y de ‘código o fuente abierta’ —de reproducción sin restricción—  para hacer videollamadas encriptadas que puede usarse sin la necesidad de registrarse o instalar ningún programa.
  • Tor: anonimiza búsquedas en internet, ocultando la dirección IP de un dispositivo electrónico.
  • Keepass: contribuye en la salvaguarda y generación de contraseñas seguras.

 

La encriptación: un aliado cercano

Según la definición de la Real Academia Española (RAE), encriptar o cifrar es “transcribir en números, letras o símbolos, de acuerdo con una clave, un mensaje o texto cuyo contenido se quiere proteger”. Importante lograrlo cuando trabajamos con información sensible que puede ser hackeada, robada o inspeccionada. El análisis de riesgos debe sugerirnos cuáles datos deben encriptarse y cuáles no tienen la necesidad.

“Antes tener sistemas de encriptación era muy complicado, un dolor de cabeza, pero hoy en día han simplificado mucho el uso de mensajes encriptados para minimizar riesgos”, aseguró Emilia. Al respecto, aquí algunos aplicativos que la maestra sugirió explorar:

  • Mailvelope y GPGTools: son aplicaciones de uso sencillo que se instalan directamente en los sistemas de correo para encriptar los mensajes. Una vez instalado, para enviarlos cifrados únicamente hay que cliquear en el botón de la app y para recibirlos y leerlos, se abren con una contraseña.
  • VeraCrypt: es un software de uso libre para encriptar discos duros, sean externos o estén en el ordenador.
  • SecureDrop: faculta a las fuentes a enviar información encriptada sin revelar su identidad. 

 

La data al alcance de todos

La integración de equipos interdisciplinares es esencial para crear herramientas seguras que obedezcan a las necesidades de la reportería. No se trata solo de reporteros y desarrolladores conformando un grupo, sino también de personas que cumplan el rol de traducir y unir ambos mundos, por ejemplo, periodistas de datos que ayuden a facilitar accesos amigables a la información para sus colegas, sin importar las habilidades tecnológicas.

A propósito, Emilia indica dos recursos de código abierto que pueden inspirar innovaciones:

  • Linkurious: un programa para “conectar las piezas de un rompecabezas”, que permite visualizar en gráficas las relaciones entre diferentes tipos de datos, como los personajes de las historias. “La plataforma te empieza a mostrar las conexiones entre, por ejemplo, el dueño de una compañía y la compañía, así como más datos sobre cuándo se creó, el estatus, información básica sobre las personas y qué roles tienen”, ilustró la maestra. “Es usar las visualizaciones no como producto final sino también como una herramienta para la investigación”, acotó.
  • Datashare es una herramienta desarrollada por el ICIJ, para usar virtualmente o de manera local en el computador, que deja explorar grandes cantidades de documentos a partir de búsquedas clave, independientemente de los formatos de los archivos. “Puedes buscar, por ejemplo, el nombre de una compañía y automáticamente encuentras todos los documentos asociados a esa compañía. Y uno puede abrir el texto que se extrajo y explorar nombres de entidades, personas, organizaciones, locaciones”, instruyó la editora del ICIJ. “Si hay documentos interesantes mientras estás investigando, uno puede tomar un documento y ponerle una estrella, y luego volver a esos documentos, lo que favorece el avance en la investigación”, aclaró.

 

Gracias a la sinergía entre reporteros de a pie, analistas, periodistas de datos, desarrolladores y personas especializadas en el chequeo de información, el ICIJ se las ha ingeniado para ordenar, cruzar y contrastar largas listas de datos, incluso apelando al uso de inteligencia artificial. Así, han podido automatizar la extracción, limpieza y verificación de millones de datos. En Implant Files, uno de varios casos, le ‘enseñaron’ al ordenador a detectar cómo se estaba clasificando de manera errónea a pacientes que habían fallecido por el uso de implantes y que los fabricantes habían reportado como heridos.

Contactos útiles

En caso de necesitar auxilio, no estamos solos con el análisis de riesgos. A veces no sabemos qué hacer cuando se trata de amenazas graves de seguridad, como teléfonos interceptados y potencial ‘phishing’, una técnica de ciberdelincuencia que engaña a las víctimas para que releven información personal y confidencial.

“Vale la pena pensar en organizaciones locales e internacionales que se especializan en el tema de seguridad, tanto personal como digital. Debemos tener los números de contacto de las organizaciones que monitorean los temas de libertad de prensa y amenazas contra periodistas en nuestros países”, orienta Emilia, así como tener protocolos y pedir con ellos asesorías y entrenamientos para los equipos de investigación. Algunas organizaciones:

 

Por último, ‘Security in a box’ es un portal web que ofrece una rica serie de guías, tácticas y recursos para fortalecer protocolos de seguridad digital.

Sobre Emilia Díaz-Struck

Como periodista de investigación, editora y coordinadora para Latinoamérica del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ por sus siglas en inglés), ha trabajado en colaboraciones periodísticas transnacionales del ICIJ como Pandora Papers, FinCEN Files, Implant Files, Paradise Papers, Panama Papers, entre otras. Anteriormente, Emilia fue coordinadora del área de periodismo de investigación del Instituto Prensa y Sociedad de Venezuela; reportera residente del New England Center for Investigative Reporting de la Universidad de Boston y CONNECTAS, y profesora de periodismo en la Universidad Central de Venezuela. Ha colaborado con medios como The Washington Post y Armando.info, del cual es cofundadora.

Sobre el Festival Gabo y el Premio Gabo 

Son convocados por la Fundación Gabo, que inspirada en los ideales y la obra de Gabriel García Márquez, busca promover espacios de reflexión y debate y exaltar el periodismo ético, riguroso, innovador y de servicio público.

El Festival Gabo y el Premio Gabo son posibles gracias a la alianza de la Fundación Gabo con los grupos SURA y Bancolombia, con sus filiales en América Latina.

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¿Por qué América Latina necesita un periodismo que aporte a la cohesión social?

Por: Andrea Jiménez Jiménez | Foto: Unsplash

La maestra Mónica González los presentó. De un lado, Daniel Innerarity (España), catedrático de filosofía política. Por el otro, Lukas Quintero (Chile), un estudiante universitario de Filosofía, “que representa muy bien aquello que emerge y que funge con una potencia avasalladora y nos presenta desafíos en un momento en que América Latina se encuentra en una encrucijada histórica”. Una encrucijada que se puede palpar en la crisis humanitaria, sanitaria, política, social y económica sin precedentes, algo que ineludiblemente “trae malestar, ira y desapego con la democracia”. Una encrucijada que comenzó tras los estallidos de 2018 en Nicaragua, y que se extendió a Chile y Colombia en 2019, y que exige “recuperar la confianza pública y buscar nichos de cohesión social para reconstruir confianzas e instituciones. Esta crisis múltiple amerita reflexión, rigor”. 

Una necesidad que atraviesa por contar con expertos idóneos para descifrar sus diagnósticos, revisar sus luces y entregárselas desmenuzadas a los ciudadanos. Ante esa necesidad, entonces, una reflexión ideal de Daniel Innerarity llamaba a sentar las bases de la charla charla ‘Cohesión social en América Latina: ¿cuál es rol del periodismo?’: “Entramos en una época de especial incertidumbre. Nuestra inquietud tiene que ver con una especie de desconcierto, perplejidad, y con que muchas de nuestras categorías para interpretar la realidad se han demostrado poco útiles. De esta crisis vamos a aprender si no tenemos muy claro qué es lo que vamos a aprender. Seguramente aprenderemos de esta crisis si hacemos buenos análisis, si dejamos de lado nuestros prejuicios, si aprendemos que una sociedad democrática da pie a la discusión”. Aquí Innerarity trazó uno de los puntos iniciales de esta conversación: la sociedad debe estar abierta a cambiar esas categorías acostumbradas en las que percibe y por las cuales actúa.

Lukas Quintero ubica este punto en la perspectiva de la nueva generación, la de la juventud que late con fuerza, especialmente en América Latina. “Esto supone un problema que debemos afrontar y que nos viene a sobrepasar lo conocido como responsabilidad. La tópica de las nuevas generaciones frente a lo que se está perdiendo es cómo valoramos ciertas cosas”. Esto es que cada persona no solo es responsable de sí misma, sino del otro. “Una vez se asume responsable, actúa responsablemente”.  Y llegan certezas como que la política no es entonces un ejercicio del poder por el poder, sino un ejercicio del poder para con el otro.

Esto, esencialmente entendiendo otro punto abordado por Innerarity, y es que vivimos en una sociedad crítica. “Recuerdo, habiendo ido a Berlín atravesando Alemania Oriental, el Muro, un mundo clausurado en espacios, donde había soberanía y las fronteras protegían. La nube radioactiva de Chernóbil fue la primera señal de que algo estaba pasando y las fronteras no nos protegían. Personalmente no he hecho más que encadenar crisis: la climática, terrorismo internacional, migraciones diversas, crisis del euro, financiera. Ahora pandemia. Estoy pensando que estamos en una sociedad que en lugar de acumular crisis es una sociedad crítica; no en una sociedad de contagios, sino es una sociedad contagiosa”. Y una sociedad con diferentes tipos de actores, con diferentes niveles de afectación y sentido de vulnerabilidad. 

La movilización como medio y no como fin

Esas afectaciones, que provienen de la “cómo vemos a los gobernantes y cómo somos vistos, o no vistos”, como sostiene Quintero, han devenido en ira, un desagrado o malestar que “se manifiesta con distintos tipos de violencia sobre todo si vemos quiénes  han sido las principales víctimas de represión en Chile, por ejemplo, como lo afirma González. Esto “obedece a una práctica que tiene un patrón de conducta que tenemos que analizar”, continúa la periodista chilena, y se pregunta cómo cambia el sentido de la toma de control y la represión.

Lukas Quintero precisa que esas movilizaciones son la manera en la que se verbaliza y se corporiza la soberanía del pueblo. La forma en la que se hace visible cierto sector de la sociedad que se ha visto marginado. Es la forma que encuentra el pueblo de acreditar su existencia, y tiene unas características muy claras en tanto estallido social y colectivo. Una de ellas es que “emerge como un fenómeno transitorio. Uno no marcha porque quiere marchar, no se moviliza porque quiere apostarse en la calle. Dentro de la esencia de la movilización está que uno después no tenga que hacerlo. Uno se moviliza para que lo que es invisibilizado no suceda de nuevo”. Y aquí es donde aparece otro nivel de esta coyuntura que agudiza la fractura entre quienes protestan y entre contra quienes se protesta: “Hay un problema al ver la movilización como fin en sí mismo y no como un medio”.

Para el filósofo español, este es el núcleo del problema. “En nuestra sociedad hay espacios más o menos de protesta, de reivindicación, de crítica, pero muchas veces esa protesta se formula de manera negativa: No queremos esto, lo que llamamos el ‘soberano negativo’. Una cosa es impedir que algo pase y otra es crear las condiciones para que no vuelva a pasar, y para eso segundo hace falta política. Me da la impresión de que en las sociedades contemporáneas hay es una capacidad –afortunadamente– de decir que no queremos esto, y poca capacidad para decir lo que queremos en concreto”. Innerarity agrega que esto sucede porque no están sabiendo convertir la movilización en movimientos transformadores por la vía de reformas, de transformaciones sociales o de inteligencia colectiva. Y esto, básicamente, porque muchas instituciones se han quedado obsoletas, y hay un desajuste entre la institucionalización y la gestión de los problemas. 

Quintero refrenda la idea de que efectivamente hay un problema de la institucionalidad, y la vinculación de las actuaciones estatales, políticas, “que no van un pie adelante de los cambios necesarios. ¿Cuáles son esos cambios? Yo creo que es incierto”. Esa problema de institucionalidad y de vinculación en cómo hacemos los cambios y qué tan dispuestos estamos a hacerlos tiene unas dimensiones mayores a las que podamos llegar a suponer, “porque eso cambiaría a los seres humanos”, continúa Quintero, ya que requiere la mediación de una ética humana, una ética de la tierra, una ética del animal, y que no sea inmediata,  sino que piense en las generaciones futuras”. 

Un nuevo mundo que requiere cambiar sus costumbres

Sobre este mundo que se acaba y este otro que “comenzamos a parir”, como le llamó Mónica González, es la pregunta en cuestión. ¿Sí estamos viviendo un nuevo parto? Aunque Innerarity lo desconoce, asegura que el cambio no vendría a ser al estilo de las revoluciones modernas. “No creo que estemos en un contexto prerevolucionario, del mismo modo que no creo que estemos en un nuevo fascismo. Me parece que toda la categorización del mundo actual con conceptos de otro tiempo está condenado a fracasar. Las democracias no se vienen abajo por un golpe de Estado, los cambios sociales no se hacen revolucionariamente. Desde las revoluciones, todas las reformas de la democracia han sido graduales. El problema es que ahora mismo llamar a un cambio incremental ante la naturaleza de los problemas que tenemos delante es poco atractivo, pero no veo yo otra solución”.

Además, estos problemas requieren de un abordaje diferente al histórico, porque el mundo que habitamos también ha cambiado. El experto español señala que “ese cambio se podía canalizar porque habíamos construido un mundo que arregla problemas aislados, bien definidos, pero ahora nos encontramos con un tipo de problemas con un mundo interconectado, dependiente, contagioso, epidémico. En este mundo no nos vale de nada arreglar un problema concreto si no arreglamos todo. Tenemos que arreglarlo todo si queremos arreglar algo”.

Para lograrlo, es necesario lo público y la institucionalidad. “La tarea de lo público es facilitar el cambio. Y hay que cambiar hábitos. Llevamos toda la vida viviendo de la misma manera, las mismas costumbres, ¿cómo se cambian esos hábitos? ¿Cómo construirnos un cambio? No va a ser posible cambiar si no hay una estrategia pública de facilitarlos”.

Puede que un camino que permita facilitar este cambio estructural sea el periodismo. “El periodismo es esta labor esencialmente política porque valoran ciertos sucesos. La voz de la soberanía debe estar puesta dentro del mismo periodismo, que encarna la representatividad de lo que debe ser dicho”, sostiene Lukas Quintero. El oficio periodístico tiene “la tarea de la democratización de la información, que las grandes mayorías sean informadas para crear un concepto justo, veraz”, agrega.

Lo que le pide Daniel Innerarity  al periodismo no es nada más que “un buen diagnóstico de la realidad. Que deje de prestar atención a la agitación minúscula  y haga buenos análisis de lo que está pasando en el mundo, en la realidad”. Y para esto, el periodismo necesita a las ciencias sociales y humanas, como la filosofía. “El periodismo contribuye a que seamos una sociedad distraída, a poner la atención en cosas que no lo merecen tanto”. Y como el poder no es solo dinero, sino también la capacidad de generar ruido y desinformar, este oficio tiene más poder –y responsabilidades– que nunca antes.

Sobre la charla ‘Cohesión social en América Latina: ¿cuál es rol del periodismo?’

Esta conversación se llevó a cabo en el marco del Festival Gabo Nº9 y fue convocada por la Fundación Gabo, en alianza con el programa de la Unión Europea EUROsociAL+, con el objetivo de ofrecer reflexiones y respuestas a periodistas interesados en contar la realidad con enfoque en la cohesión social. Fue la antesala del taller ‘Cobertura de los retos para la cohesión social en América Latina’, que se desarrollará en noviembre con participación de periodistas de diversos países latinoamericanos.

Sobre el Festival Gabo y el Premio Gabo

Son convocados por la Fundación Gabo, que inspirada en los ideales y la obra de Gabriel García Márquez, busca promover espacios de reflexión y debate y exaltar el periodismo ético, riguroso, innovador y de servicio público.

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Cuando la foto no funciona: 3 fórmulas de Viviana Peretti para evitarlo

Por: Emmanuel Upegui | Foto: Unsplash

Revisar el material luego de horas de trabajo y encontrar que las fotos capturadas no son tan potentes como se esperaba, o peor, que no poseen la calidad mínima de publicación, podría tener impactos complejos y difíciles de manejar para cualquier flujo de trabajo periodístico.   

Por esta razón, Viviana Peretti dedicó buena parte de las horas del ‘Taller de fotoperiodismo: un viaje de lo digital a lo análogo’, realizado en el marco de la novena edición del Festival Gabo Nº9, a revisar las fotografías que los 20 participantes enviaron de manera previa. Un ejercicio de reflexión para el grupo, de autocrítica para cada individuo, que ha resultado clave en las sesiones en la medida que ha permitido el hallazgo de vicios y la destrucción de tabúes. 

A continuación, se dejan tres fórmulas para evaluar las tácticas y estrategias aplicadas en campo, y que en definitiva, determinan la fuerza y la calidad resultante de cualquier cubrimiento. 

1. Revisar siempre el dónde se está parado

“Tomar fotos es danzar con un sujeto. Es moverme todo el tiempo replanteándome siempre mi punto de vista”. Peretti afirma que cuando una foto no funciona es porque se está parado donde no se debe. Moverse tanto como se pueda brindará todas las opciones de disparo al fotógrafo, ver lo que no se había visto, teniendo en cuenta elementos de perspectiva, cercanía del sujeto, posiciones respecto a las fuentes de luz y la oportunidad de componer con base en capas. Todo esto resultará, muy probablemente, en un paquete de fotografías más rico y en una narración final más completa y profunda.

2. La foto no tiene por qué ser una copia de la realidad

“¿Cómo mi historia puede ser visualmente más reveladora, más interesante y más llamativa?”, cuestiona la maestra al grupo de asistentes. El fotógrafo debe ser capaz de encontrar un equilibrio entre el contenido y la forma, es decir, entre la historia y la estética con la que se cuenta. No es necesario mostrarlo “todo” siempre, en cambio, se debe tomar la oportunidad de seleccionar, por las razones adecuadas, un fragmento de esa realidad para evocar. Elementos como el misterio, el “¿qué es aquello?”, pueden jugar a favor de la serie en la medida en que genera preguntas en el público y construye conversaciones con la imagen.  

3. Para antes de salir: saber escoger el equipo adecuado para cada momento

Por supuesto, el trabajo de reportería arranca antes de la primera obturación. Comienza en el contacto previo con el sujeto, con la investigación del tema a abordar y la selección del equipo con el que se va a trabajar. ¿Por qué llevar un teleobjetivo si se va a trabajar en un espacio cerrado y pequeño? ¿Por qué no llevar el lente de mayor apertura de diafragma si se va a trabajar de noche y en un espacio con pocas fuentes de luz? Aquí, Viviana Peretti invita a ser cuidadosos, pues una mala decisión limitaría y complicaría el momento de reporteo. Insiste, de manera especial, en el uso de ópticas fijas en lugar de los lentes “zoom”: la mejor herramienta de acercamiento, de reencuadre y de cambio de posición son las piernas del fotógrafo. Los lentes variables impiden, de cierta forma, el cuestionarse dónde se está ubicado; y ante la eventualidad del cuestionamiento, se soluciona este con un movimiento de dedos. La cámara y su óptica deben transformarse en extensiones del cuerpo humano, muy complicado llegar a esto cuando el “ojo” modifica frecuentemente y antinaturalmente su campo de visión.

Sobre Viviana Peretti

Viviana Peretti es una fotógrafa italiana radicada en Bogotá. En el 2000, después de graduarse Magna Cum Laude en Antropología en la Universidad de Roma, se trasladó a Colombia donde se especializó en fotoperiodismo. En 2010, se graduó en Documentary Photography and Photojournalism en el International Center of Photography (ICP) de Nueva York. Ha recibido premios y becas de ICP, la World Photography Organization en Londres, la Fondation Bruni-Sarkozy en Francia, CNN, el Moscow International Foto Awards, Sony, y el Ministerio de Cultura de Colombia, entre otros. En 2010, fue seleccionada para participar en los Eddie Adams Workshop en Nueva York. Entre 2013 y 2014 fue una artista en residencia en la École Nationale Supérieure de la Photographie (ENSP) en Arles, Francia. En 2014 fue elegida Fotógrafa del Año en la categoría ‘Arte y Cultura’ de los Sony World Photography Awards. En 2015, fue una artista en residencia en la Camargo Foundation en Francia y, en 2017, en la Bogliasco Foundation en Italia. Las fotografías de Viviana han sido publicadas en varios  medios internacionales incluidos The New York Times, CNN, BBC, Newsweek, New York Magazine, Vice, y Le Journal de la Photographie.

Sobre el Festival Gabo y el Premio Gabo

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Cómo encontrar nuevos ángulos en fotoperiodismo: 4 consejos de Viviana Peretti

Por: Emmanuel Upegui | Foto: Unsplash

Mientras se leen estas palabras, millones de imágenes nuevas entran en circulación en las redes sociales. Con el móvil y el pulgar, a pura velocidad y por lo tanto sin la necesidad de aplicar un razonamiento muy extenso, el vecino captura a su gata o el protestante narra desde adentro la manifestación de turno. ¿Para qué un fotógrafo si ahora la gran mayoría tiene la capacidad y las herramientas para capturar imágenes y ponerlas en circulación? ¿Por qué necesitaría la ciudadanía un especialista para narrar historias con fotos, cuando todos se cuentan a todos, al instante y de manera íntima?

Precisamente, en el primer día del ‘Taller de fotoperiodismo: un viaje de lo digital a lo análogo’, dirigido por la fotógrafa Viviana Peretti, los cuestionamientos, sugerencias y observaciones realizadas giraron en torno al fortalecimiento de las capacidades narrativas de los asistentes y a la observación crítica de los trabajos previamente compartidos por ellos, con el objeto de crear en un futuro piezas con la fuerza necesaria para sobresalir, a punta de estética o mensaje, en la marea de información que satura las pantallas. 

En estas, las primeras dos horas de trabajo, el estilo y la experiencia de la maestra marcaron posibles caminos y tácticas, que si bien no buscaban convertirse en las “formas aceptadas” para registrar o documentar historias a través de la fotografía, entregaron ángulos distintos para que los fotoreporteros observaran y cuestionaran su propio trabajo. 

Tal vez allí, en esa invitación a una autocrítica que obliga el cambio continuo de posición con respecto a sí mismos y a las historias que se cubren, se fundamenta parte de la formación impartida. A continuación, cuatro consejos entregados por Peretti para quienes contemplan en la fotografía una de las razones para habitar el mundo.

1. Cuestionar todo el tiempo el tipo de imágenes que se están construyendo

“¿Qué tipo de imágenes se están haciendo?”, ¿Desde qué posición, física o política, se ubica el fotoreportero para fotografiar al personaje?”. Peretti sugiere a los fotógrafos reflexionar en todo momento, una revisión constante y a profundidad de las formas de trabajo. Además de las cuestiones iniciales, considera también las relaciones con los sujetos de la historia, el formato seleccionado, las ópticas escogidas, el porqué de los encuadres realizados y las formas en las que se operan las cámaras. 

2. Rechazar las historias únicas

“Cuando rechazamos la historia única, cuando nos damos cuenta que no existe ninguna historia única sobre ningún lugar, recuperamos una suerte de paraíso”. Aquí, Peretti cita a la escritora Chimamanda Ngonzi Adichie. Para ello, aconseja complejizar las imágenes, ir más allá del encargo realizado por el medio, de los relatos establecidos y aceptados sobre fenómenos, sujetos o comunidades y encontrar esa arista de la historia que motiva y mueve de verdad.

3. “Dejarse tocar” por las historias

“Nos acercamos al otro todo el tiempo y ojalá, en ese proceso, nos dejemos tocar. Porque mirar a los otros se vuelve, eventualmente, en un mirarse (…) Que no se haga ese encargo porque me toca, sino porque hay algo en el fondo que me mueve”. Para la maestra, quien cita en las ideas de este párrafo a Marta Andreu, hay “pérdidas” que motivan y detonan los intereses del fotógrafo, y que en parte, terminan por acercarlo a las historias. Entender esas pérdidas es vital para no transformarse en ese reportero que simplemente cumple con un encargo, un registro escueto de la realidad, sin alcanzar ese “más allá” de lo evidente.

4. Intentar generar imágenes que formulen preguntas

“No estamos para dar respuestas”, afirma la maestra en reiteradas ocasiones, cuya obra no suele contar mucho con el elemento de lo “obvio” o lo “literal”. Ella invita a “sugerir”, entregar de manera sutil al público el fenómeno captado en medio de la reportería, con el fin de establecer una conversación y un cuestionamiento sobre el poder, la sociedad o cualquiera que sea el tema documentado. 

Sobre Viviana Peretti

Viviana Peretti es una fotógrafa italiana radicada en Bogotá. En el 2000, después de graduarse Magna Cum Laude en Antropología en la Universidad de Roma, se trasladó a Colombia donde se especializó en fotoperiodismo. En 2010, se graduó en Documentary Photography and Photojournalism en el International Center of Photography (ICP) de Nueva York. Ha recibido premios y becas de ICP, la World Photography Organization en Londres, la Fondation Bruni-Sarkozy en Francia, CNN, el Moscow International Foto Awards, Sony, y el Ministerio de Cultura de Colombia, entre otros. En 2010, fue seleccionada para participar en los Eddie Adams Workshop en Nueva York. Entre 2013 y 2014 fue una artista en residencia en la École Nationale Supérieure de la Photographie (ENSP) en Arles, Francia. En 2014 fue elegida Fotógrafa del Año en la categoría ‘Arte y Cultura’ de los Sony World Photography Awards. En 2015, fue una artista en residencia en la Camargo Foundation en Francia y, en 2017, en la Bogliasco Foundation en Italia. Las fotografías de Viviana han sido publicadas en varios  medios internacionales incluidos The New York Times, CNN, BBC, Newsweek, New York Magazine, Vice, y Le Journal de la Photographie. 

Sobre el Festival Gabo y el Premio Gabo

Son convocados por la Fundación Gabo, que inspirada en los ideales y la obra de Gabriel García Márquez, busca promover espacios de reflexión y debate y exaltar el periodismo ético, riguroso, innovador y de servicio público.

El Festival Gabo y el Premio Gabo son posibles gracias a la alianza de la Fundación Gabo con los grupos SURA y Bancolombia, con sus filiales en América Latina.

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Consejos para planear y gestionar equipos en una investigación transfronteriza

Por: Juan Gómez | Foto: Unsplash

‘Colaboraciones periodísticas: investigaciones que cruzan fronteras’ es el nombre del taller virtual conducido por Emilia Díaz-Struck en el Festival Gabo N°9 para profundizar sobre la selección de temas, la gestión de equipos y el aprovechamiento de recursos que posibilitan la investigación transfronteriza. Emilia es coordinadora para América Latina del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) y ha participado en grandes colaboraciones internacionales como los Pandora Papers y los Implant Files. Junto a cientos de periodistas alrededor del mundo, ha investigado millones de datos y documentos para develar intereses ocultos de personajes y sectores poderosos.

Considerar la colaboración con colegas en otros países por lo general surge cuando seguimos historias que conectan con otras latitudes, bien sea porque nuestros personajes tienen presencia o intereses, o porque un mismo fenómeno afecta a ciudadanos de varias nacionalidades. Aquí algunos de los beneficios de la cooperación: 

  • Aumenta la profundidad, el alcance y el impacto de la investigación.
  • Ayuda a evidenciar la sistematicidad detrás del problema.
  • Facilita el acceso a fuentes y contextos locales.
  • Blinda la investigación.

 

“Al cruzar fronteras abrimos y expandimos el acceso a información, pero más allá de eso es un tema cada vez más de seguridad para periodistas. Trabajar de forma colaborativa permite y ayuda también a proteger a periodistas, ayuda a combatir la censura y en el contexto que actualmente enfrenta la prensa en todas las partes del mundo, la colaboración ayuda a fortalecer el trabajo periodístico que hacemos”, afirmó Emilia.

¿Cómo empezar? Con base en su experiencia y la del ICIJ, Emilia dio recomendaciones para la planeación de cada etapa del proceso de investigación, recalcando la importancia de preparar un concienzudo plan inicial y de acordar las reglas de la contribución desde el principio. 

El plan inicial

Una vez seleccionado el tema y acotadas las preguntas de la investigación, debe adelantarse una prereportería y un análisis sobre las posibilidades y las necesidades de la propuesta de trabajo. Evaluar la calidad de la información disponible para consulta, el tiempo y los recursos que merecerá, así como los países donde se cruza la historia, es clave para dibujar un plan inicial e identificar los perfiles de los colegas que necesitamos sumar, sean periodistas o vengan de otras disciplinas. Entre más claro y mejor preparado esté dicho plan, tomaremos decisiones más informadas desde el comienzo y tendremos mayores oportunidades para motivar la participación de nuestras contrapartes.

“Comenzar a pensar ‘¿qué es lo que yo no sé?’ ayuda a mirar hacia dónde y con quién trabajar, ayuda a pensar cómo puedes combinar talentos, destrezas, visiones, fuentes, para que un equipo se complemente”, aconsejó Emilia. Para ella, los invitados a participar deben ser periodistas éticos, inspirar confianza y saber colaborar, comunicar y compartir generosamente los hallazgos y pormenores del proceso de investigación. “En nuestras investigaciones compartimos todo con todos y todos al mismo nivel, no importa si es un emprendimiento o si es un medio grande”, comentó la coordinadora del ICIJ para la región.

Acuerdos claros

Uno de los factores de éxito de estas colaboraciones es llegar a acuerdos claros antes de comenzar las alianzas, incluyendo las reglas sobre las cuales se basará la cooperación en cada etapa del proceso de investigación. Con un equipo trabajando en paralelo en diferentes territorios, la coordinación debe ser minuciosa y la comunicación fluida, tanto durante la reporería como en el periodo de publicaciones. Cualquier falla puede amenazar la relación de confianza, el destino del proyecto e incluso, dependiendo de la sensibilidad de la información comprometida, la integridad del equipo. Por ello hay que ser consciente de la disponibilidad con la que se cuenta antes de comprometerse con un trabajo de este corte.

Para empezar, cada miembro del equipo debe tener claro:

  • El objetivo del proyecto.
  • La duración.
  • El cronograma.
  • Los recursos disponibles.
  • Quiénes son sus coequiperos.
  • Cuál es su rol específico y el de sus compañeros.
  • Cuáles son los riesgos.

 

Dependiendo de los riesgos de cada contexto se deberán tomar medidas de seguridad y confidencialidad, en ocasiones bajo estrictos protocolos. Emilia cuenta que, por ejemplo, debido a la sensibilidad de la información que manejan en estos trabajos, el ICIJ exige la firma de un acuerdo de colaboración y confidencialidad a cada nuevo integrante.

¡Adiós a los egos! ¡Hola equipo!

Otros acuerdos esenciales tendrán que cubrir las comunicaciones entre colegas, escogiendo las plataformas y la frecuencia para compartir información, la coordinación para el abordaje de las fuentes, y la organización con las publicaciones. Aquí algunas preguntas clave que deben responderse en conjunto:

  • ¿Todos publican al tiempo?
  • ¿Cada uno decide cómo contar los hallazgos? 
  • ¿Qué historias no se pueden publicar hasta ciertas fechas?
  • ¿Qué procesos legales van a validarlas?
  • ¿Quiénes harán seguimiento al impacto?
  • ¿Cómo se mencionarán los créditos del trabajo?

 

Por último, Emilia recomienda incluir en la planeación medidas que se anticipen a posibles conflictos futuros, incluso adelantar frecuentes monitoreos al respecto durante la puesta en marcha del proyecto. Prevenirlos a tiempo influirá en la creación de ambientes de trabajo cómodos, horizontales y constructivos.

Sobre Emilia Díaz-Struck

Como periodista de investigación, editora y coordinadora para Latinoamérica del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ por sus siglas en inglés), ha trabajado en colaboraciones periodísticas transnacionales del ICIJ como Pandora Papers, FinCEN Files, Implant Files, Paradise Papers, Panama Papers, entre otras. Anteriormente, Emilia fue coordinadora del área de periodismo de investigación del Instituto Prensa y Sociedad de Venezuela; reportera residente del New England Center for Investigative Reporting de la Universidad de Boston y CONNECTAS, y profesora de periodismo en la Universidad Central de Venezuela. Ha colaborado con medios como The Washington Post y Armando.info, del cual es cofundadora.

Sobre el Festival Gabo y el Premio Gabo 

Son convocados por la Fundación Gabo, que inspirada en los ideales y la obra de Gabriel García Márquez, busca promover espacios de reflexión y debate y exaltar el periodismo ético, riguroso, innovador y de servicio público.

El Festival Gabo y el Premio Gabo son posibles gracias a la alianza de la Fundación Gabo con los grupos SURA y Bancolombia, con sus filiales en América Latina.

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¿Drogas o sustancias psicoactivas?: 4 claves para narrar con precisión

Por: Natalia Duque | Foto: Unsplash

La duda siempre será una gran amiga para los periodistas, pero esto poco ocurre cuando se tratan temas relacionados con drogas. Tradicionalmente, estas narrativas han reproducido los estigmas y discursos de la prohibición, aún cuando no se han tenido evidencias para hacerlo. Según Pablo Zuleta, médico especialista en psiquiatría, esto ocurre porque “gran parte de la sociedad considera que los principios de la guerra contra las drogas están basados en cosas absolutamente reales”, incluyendo a los medios de comunicación.

En la tercera sesión del taller ‘Nuevas narrativas sobre drogas: coberturas libres de estereotipos’, realizado en el marco del Festival Gabo N°9, Zuleta hizo una reflexión alrededor de las “verdades” que no se cuestionan y que alimentan discursos cada vez más imprecisos, en los que ni la ciencia ni la evidencia juegan un papel relevante. 

Para desmontarlos y transitar hacia narrativas cada vez más acertadas, planteó algunas claves:

1. La prohibición o abstención como solución

Las políticas de drogas en nuestros países han estado guiadas por el espíritu de la prohibición. Sin embargo, no existe evidencia de que estas medidas funcionen. Por ejemplo, solo el 25% de las personas que empiezan un proceso de rehabilitación, con el que se busca total abstención, lo terminan. No hay pruebas de que el aislamiento a largo plazo aporte algún beneficio. 

Además, no hay una correlación entre el daño que causan las sustancias y los niveles de control hacia las mismas. Por ejemplo, el alcohol es una de las menos controladas pero de las que más nivel de riesgo tiene.

2. La realidad acerca del consumo problemático

“El riesgo de desarrollar consumo problemático no está por encima del 20% para cualquier sustancia de uso”, lo cual significa que, mayoritariamente, se trata de usuarios o consumidores no problemáticos. En este sentido, la prohibición absoluta de las sustancias vuelve a quedar sin peso argumentativo.

3. Establecer un lenguaje de riesgo diferencial

Luego de entender que la mayoría de los consumos no son problemáticos, es importante observar sustancias específicas y casos específicos. Hay múltiples factores que pueden aumentar o disminuir el riesgo, incluso cuando se trata de una misma sustancia. Por ejemplo, con las sustancias que son legales pocas veces se va a generar una presión social que pueda generar dificultades en la forma en la que se consume, lo cual si pasa con las drogas ilícitas. 

4. Cuidado al nombrar

Esta suele ser una de las dudas más comunes a la hora de hablar sobre el tema, así como también el punto en el que se cometen más imprecisiones. Aquí un breve glosario:

  • Sustancias psicoactivas: cualquier agente químico que afecte la actividad neurofisiológica y derive en cambios mentales correspondientes a algún tipo de embriaguez. 
  • Droga: sustancias psicoactivas que generan embriaguez y estaban bajo el paraguas de la ilegalidad. Con este término quedan por fuera productos de uso industrial que son inhalados. 
  • Narcóticos: sustancias que generan sueño, estupor o disminución del dolor. 
  • Psicotrópico: afecta funciones psíquicas por acción en el sistema nervioso central. 
  • Estupefacientes: psicotrópico, con alta probabilidad de producir dependencia o abuso. 

 

Sobre Pablo Zuleta

​​Médico especialista en psiquiatría de la Universidad Javeriana de Bogotá y candidato a maestría en Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia. Desde hace 18 años está dedicado al trabajo en adicciones y farmacodependencia. Es director del área de consumo de drogas, salud pública y educación del CESED y profesor de la facultad de medicina de la Universidad de los Andes. Es Asesor de la Fundación La Luz. Es miembro del subcomité de adicciones de la Asociación Colombiana de Psiquiatría y del subcomité de Filosofía de la Psiquiatría. Fue coordinador de la estrategia CAMAD en Bogotá durante el último período antes de su cierre en junio de 2016 y coordinador del Proyecto Khoka Alternativa, desarrollado por Elementa, Consultoría en Derechos.

Sobre el taller‘ Nuevas narrativas sobre drogas: coberturas libres de estereotipos’

Esta actividad hace parte parte de la tercera edición del Fondo para Investigaciones y Nuevas Narrativas sobre Drogas (FINND), que convoca la Fundación Gabo con apoyo de Open Society Foundations (OSF) y es posible gracias a la alianza de la Fundación Gabo con los grupos SURA y Bancolombia, con sus filiales en América Latina.

Sobre el Festival Gabo y el Premio Gabo

Son convocados por la Fundación Gabo, que inspirada en los ideales y la obra de Gabriel García Márquez, busca promover espacios de reflexión y debate y exaltar el periodismo ético, riguroso, innovador y de servicio público.

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Las claves para entender por qué América Latina tiene una deuda con el periodismo científico (y cambiar este panorama)

Por: Andrea Jiménez Jiménez | Foto: Unsplash

Michelle Soto Méndez y Juan Miguel Hernández la descubrieron desde niños. Ella, viendo Planeta Azul, el segmento del programa de televisión que pasaban todos los lunes, a las siete de la noche, en Costa Rica. Él, escuchando a sus padres periodistas, que trabajaban en un programa radial para niños que se llamaba ‘El tren de los osos’, y uno de cuyos vagones estaba dedicado a ese tema. Así descubrieron la ciencia, y más tarde, el periodismo científico. Christina Stephano de Queiroz llegó a él más adelante, cuando sus estudios de maestría y doctorado la llevaron a publicar en varios diarios de Brasil, y acabó abordando la ciencia en sus textos.

Ellos tres, Michelle, Juan Miguel y Christina, son tres reporteros de América Latina que, gracias a la fuente que cubren, ayudan a cerrar la brecha, los vacíos de información de este campo y la cobertura cotidiana en medios de la región. Sobre esa carencia histórica hablaron en la charla web ‘Periodismo científico: una vieja deuda latinoamericana’, en el marco del Festival Gabo  N°9, y junto a su colega Pablo Correa. 

Para poder contextualizar esa deuda de antaño, cada uno contó sus experiencias personales e intentó explicar por qué esta es una realidad innegable en el panorama periodístico, y cómo podría revertirse esa situación.

Pocos periodistas, salarios bajos

 Juan Miguel Hernández ha tenido una experiencia contrastante. Durante un año, hizo parte de la redacción de Materia, uno de los medios más importantes de Hispanoamérica dedicados al periodismo científico. En España fue testigo de un equipo robusto de trabajo (8 periodistas), del despliegue en las páginas del diario El País (el medio adscrito a Materia) y de la financiación para el mismo. Cuando volvió a Colombia constató que no había una tribuna similar, y mucho menos un sueldo acorde. “No sé qué tenga que pasar para que en los periódicos se reconozca la importancia del periodismo científico. Creo que la pandemia pudo haber sido un punto de quiebre, pero no sé cuándo se va a ver eso reflejado en los salarios de los periodistas científicos, en el número de periodistas científicos de cada medio”.

Ante este grandísimo reto, es el mismo Juan Miguel quien esboza una solución ante este panorama. “Creo que la batalla la tenemos que dar los periodistas desde la redacción en el día a día. Ser capaces de demostrar ante los editores, el jefe de redacción, cuál es la relevancia y la importancia de cultivar el periodismo científico. Es una batalla cotidiana que muchas veces se pierde, pero es el primer paso para tener un reconocimiento adicional”. Para esto, los periodistas tenemos dos ases bajo la manga, dos temas de indudable alcance global, y de dimensiones que no parecen de corto plazo: el calentamiento global y la pandemia del COVID–19. “La lucha es cada día, cotidiana. Hay que quitar esa idea de que eso solo le interesa a un sector marginal de la sociedad, demostrar que a todo el mundo le afecta en su vida”.

Los cargos de poder en los medios tienen que ver con otras fuentes

Pablo Correa señaló un punto incontrovertible en el panorama continental, y es cómo los cargos de poder en el periodismo latinoamericano han estado históricamente ligados a fuentes como la política y la judicial. “No se pueden permitir no tener a alguien que no se sepa el nombre de todos los corruptos en cada país. Esto hace que las personas no terminen de entender y valorar otro periodismo”.

Un ejemplo excepcional es Debbie Ponchner, quien llegó a ser jefa de redacción del diario La Nación, de Costa Rica, y con quien Michelle tuvo la oportunidad de trabajar. “Ella hizo incidencia para crear una sección de ciencia que empezó siendo una página que solo hacía ella, como una o dos veces por semana. Al final logró, en los mejores tiempos de Aldea Global –como se llamaba la sección– llegar hasta a seis páginas diarias con un equipo de cuatro periodistas con su editora. Lamentablemente Aldea Global cerró dos semanas antes de que se presentara el primer caso de COVID–19”.

Poca valoración de la ciencia en la sociedad

Pablo Correa también se refirió a la poca o nula valoración de la ciencia en nuestra sociedad, cuyo reflejo se ve, entre otras formas, en que asignen al practicante a cubrir temas tan delicados como la salud mental, cuando eso no lo harían, por ejemplo, en un partido de fútbol del cual desconoce los jugadores. Algunas coberturas jamás las dejarían al azar. “Esto no es exclusivo del medio. Las personas que están ahí son resultado de sistemas educativos, de una cultura. No terminaron de entender que el siglo XX lo marcó la ciencia. La gran narrativa del siglo XX posiblemente fue la ciencia. Aparecieron sistema de comunicación, la bomba atómica, la energía nuclear, la tecnología, los computadores, y sin embargo los medios durante décadas no tuvieron a alguien que contara esas historias, y estamos entrando en un siglo en el que cómo no vamos a contar la historia de que estamos destruyendo el planeta. 

Tanto para este punto, como lo anterior, Christina propone una solución estructural desde la academia. “Un primer paso sería que las carreras tuvieran la disciplina en su currículo para hablar qué tiene de diferente el periodismo científico y cuáles son las habilidades que se requieren. Además, que las universidades ampliaran su oferta de másteres, de posgrados dedicados al periodismo científico. Si el editor que hace la carrera sabe de la importancia, la especificidad del campo, asume un puesto de liderazgo en un gran periódico va a tener ganas de ponerlo”. 

Otra solución en esa línea, pero quizás más arriesgada y estructural es la propuesta por Michelle Soto, quien sentaría a un periodista científico en cada sección en lugar de una sección de ciencia como tal. “Aquí, hace unos años, un colega hizo un ejercicio muy interesante y me llamó para pedirme asesoría. Fue con las barras de fútbol: llevó a sismógrafos de la Universidad de Costa Rica a medir los temblores, los sismos causados por ese brincoteo en la gradería, y salió en Deportes”. La misma Michelle participó, durante dos semanas, en un especial luego de la erupción del volcán Turrialba. “La primera cobertura la hicieron los compañeros de Judiciales y Sucesos, pero después entré yo a darle acompañamiento. El especial se llamó ‘La ciencia del Turrialba’, y todos los viernes sacábamos artículos explicando científicamente qué era lo que estaba pasando, y la gente lo leía y tenía tanto interés que lo sacamos durante 12 semanas. Durante 3 meses yo solo me dediqué a hacer eso. Sí hay interés”.

Esto se hace necesario cuando todavía hay dudas sobre el tapete como cuál es la diferencia entre un científico y un periodista científico, a lo que Christina precisa que “El científico domina la ciencia, es un tipo de conocimiento. Lo otro es contar la ciencia al público, cómo se explica una investigación en neurociencia, por ejemplo”.

Sobre la charla web ‘Periodismo científico: una vieja deuda latinoamericana’

Esta actividad, realizada en el marco del Festival Gabo Nº9, hace parte del Programa de formación y estímulo al periodismo sobre ciencia, convocado por la Fundación Gabo y el Instituto Serrapilheira, con el apoyo de la Oficina Regional de Ciencias de la Unesco para América Latina y el Caribe.

Sobre el Festival Gabo y el Premio Gabo

Son convocados por la Fundación Gabo, que inspirada en los ideales y la obra de Gabriel García Márquez, busca promover espacios de reflexión y debate y exaltar el periodismo ético, riguroso, innovador y de servicio público.

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Eliminar prejuicios y priorizar historias humanas: claves en el cubrimiento de la migración y el desarrollo sostenible

Por Daniel Armirola R. | Foto: Unsplash

Para percatarnos del desastre informativo actual en torno a los migrantes, gestado desde los medios de comunicación en general, solo basta buscar esa palabra en Google. De inmediato se puede evidenciar el influjo masivo de noticias que reproducen, a través de un lenguaje errado, prejuicios y estereotipos que en vez de informar generan una atmósfera temerosa y hostil frente a seres humanos que buscan mejor vida en otros lugares. 

Es el sencillo pero contundente ejercicio con el que inicia Luz Mely Reyes, directora general de la plataforma de periodismo Efecto Cocuyo (Venezuela) y ganadora del Premio Gabo 2018 por su participación en el trabajo transnacional ‘Venezuela a la fuga’, para argumentar la necesidad de narrativas nuevas a la hora de cubrir este complejo fenómeno que trasciende fronteras. Esto lo hizo durante la clase magistral ‘¿Puede el periodismo descubrir la relación entre migrantes y desarrollo social sostenible?’, realizada de manera virtual en el marco del Festival Gabo N°9. 

En 2021, un aproximado de 281 millones de personas son migrantes. Parecen muchas personas, pero se trata del 3,6% de la población mundial.  “¿Por qué al ser tan pocos migrantes respecto a la población mundial se genera tanta tensión en torno a ellos?”, se pregunta Reyes. Buena parte de la respuesta nos involucra a los periodistas, en especial a quienes no estamos haciendo bien nuestro trabajo. 

De ahí la importancia de dejar de dibujar una equivocada imagen de la migración. Desde el periodismo debemos desarrollar cambio de narrativas, influir para que ese nuevo marco narrativo deje atrás las palabras manidas que vemos por doquier en nuestra actualidad, las que solo hacen ruido.  

El concepto evoluciona

Y es que, tal como explica Reyes, el propio concepto de migración ha evolucionado en las últimas décadas. Ha pasado de ser un sinónimo de personas sin relevancia, o con importancia moderada como eslabones de un sistema de desarrollo, hasta tomar un rol preponderante en las soluciones a los principales desafíos que enfrenta el globo. 

“Durante los últimos 50 años, la definición de la migración ha variado. Ha pasado de un debate tradicional sobre sus efectos en el desarrollo hasta la actual, en que la ONU considera que es muy importante para varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”, argumenta. 

Reyes enumera por lo menos 10 de los 17 ODS como los que tienen, al menos, relación con el tema migratorio o que incluso sitúan las acciones en este ámbito como base para solucionar asuntos medioambientales, de equidad de género, de lucha contra la desigualdad, entre otros. Estos son el 1, el 3, el 4, el 5, el 8, el 10, el 11, el 13, el 16 y el 17. Pero Reyes hace especial énfasis en el 5 y el 10. 

El 5 se refiere a “lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas”. Respecto a ese ODS, Reyes asegura que “justamente una de las características de la migración regional es la feminización de la migración. Como periodistas nos llama la atención que ahí hay oportunidades de cobertura que van de la mano de las prioridades que se ha trazado la comunidad internacional. 

Y frente al 10, cuyo séptimo numeral contempla garantizar la movilidad segura, ordenada, regular y responsable de las personas, Reyes añade que “ha dado lugar a vacíos como temas de expulsión, imposición de barreras en las fronteras”, cuyos efectos se pueden ver por toda la región. 

Por tanto Reyes concluye que el nexo entre los ODS y el fenómeno migratorio global es una herramienta con la que un periodista puede plantear cubrimientos, mejorar sus propuestas y hacer más pertinentes o novedosas sus historias.  Se debe pensar en la relación de los temas que uno quiere cubrir con determinados ODS, ubicarlos. Eso fortalece nuestro cubrimiento. 

Asimismo, es importante tener en cuenta las características de la migración actual: 

  • Ha crecido la migración intrarregional, en comparación a la clásica hacia EE.UU o Europa. 
  • La migración no solo aumentó en número, sino que se diversificó en términos de origen, destinos y perfiles sociodemográficos. 
  • Los acuerdos regionales influyen en buena o mala medida en la protección de los derechos de los migrantes. 
  • Predominio de la mujer en la migración actual. 

Claves en el cubrimiento

Pero más allá de la ayuda que significan los ODS, ¿cómo podemos mejorar desde nuestro trabajo cotidiano el cubrimiento que se hace de la migración? Reyes dejó varias enseñanzas que valen sin importar la plataforma, el país, el género periodístico o el tema específico a abordar. 

“Sugerimos evitar el calificativo de ‘migrantes ilegales’, porque asociar la ilegalidad al migrante violenta sus derechos básicos. Estas palabras fortalecen los sesgos que tenemos frente a este colectivo”, advierte. Asimismo el término “irregular” debe ser utilizado con sumo cuidado y el periodista no requiere utilizar esta palabra si las personas a las que se refiere están identificadas. 

Reyes propone tres normas básicas con las que el periodista que cubre migración debe basar su trabajo:

  • Establecer un marco temático alejado de los temas trillados. Buscar las causas de inmigración ya no son una alternativa viable de cubrimiento. El discurso de derechos no sirve porque tampoco se garantizaban en los países de origen. Evitar viejos enfoques. 
  • No diferenciar entre ellos y nosotros (migrante y periodista, o local y extranjero). Cualquier diferenciación de esta índole contribuye a reforzar barreras.  
  • Evitar en lo posible los datos y concentrarse en las historias de vida. Lo ideal es combinar, pero se sugiere que es más válido tocar las historias. Los números dan una idea, pero no nos cuentan todo. Cada migrante tiene una mejor historia. 

Asimismo, hay otra serie de claves que deja Reyes para que los periodistas tengamos en cuenta a la hora de realizar un trabajo sobre este complejo tema: 

  • Usar los términos adecuados: las palabras importan. Construyen la forma en que los migrantes se ven reflejados en los medios, y en este momento la imagen es negativa.
  • Hablar con los migrantes, y no de los migrantes. En la mayoría de los casos los artículos tienen mucho experto como fuente, pero poco migrante (la historia real). 
  • El respeto a los migrantes debe primar. Esto implica cuidar los enfoques de la fotografía y texto. Tener en cuenta que ya están en condición de vulnerabilidad y no se debe revictimizar por el ánimo de publicar su historia de sufrimiento. 
  • Tener cuidado con las fotografías que pueden dar lugar a malinterpretaciones. Como en el caso de fronteras porosas en las que los migrantes suelen ir y volver. El reportero debe tener el contexto claro y no confundir. 

Por último, el periodista que cubre migración puede guiarse por una serie de objetivos que nos pueden acercar a un entorno en el que definitivamente quede atrás el viejo lenguaje que estigmatiza a estas comunidades. 

  • Desmitificar los prejuicios que tienen muchos sectores, a través de los hechos, del conocimiento. 
  • Divulgar estudios científicos en torno al tema. 
  • Evitar los moralismos. 
  • Dejar de hablar de la nacionalidad al informar sobre un delito. Buscar maneras de narrar los hechos sin estigmatizar a la población migrante. 
  • Concienciar a otros periodistas sobre la necesidad de eliminar estereotipos, de cambiar los vicios en su cubrimiento. 
  • Pensar en la diferencia entre lo que siempre se dice en torno al tema, frente a lo que no se dice. Tener en cuenta lo que no se dice cada vez que se haga un cubrimiento. 

Sobre Luz Mely Reyes

Periodista venezolana, conferencista y tallerista internacional, emprendedora de medios digitales, cofundadora y directora general de Efecto Cocuyo, plataforma integral de periodismo. Es ganadora del Premio Gabo 2018 por su participación en el trabajo transnacional “Venezuela a la fuga”, también ganó el Premio CPJ de libertad de expresión y los Wola y Granco-Aleman de Derechos Humanos (2019). Lidera la iniciativa Venezuela Migrante, una plataforma de Efecto Cocuyo de periodismo útil para la población migrante y refugiada de su país. En 2016 cursó el programa de periodismo emprendedor en City University de Nueva York (CUNY). Fue becaria internacional de la Fundación Konrad Adenauer. Es analista, escritora y comentarista de la actualidad política en Venezuela.

Sobre la clase magistral ‘¿Puede el periodismo descubrir la relación entre migrantes y desarrollo social sostenible?’

Esta clase magistral, dirigida por Luz Mely Reyes (Venezuela), fue convocada por la Fundación Gabo en alianza Efigas con el propósito de pensar a los migrantes como agentes del desarrollo para cubrir los procesos de movilidad humana sin caer en miradas acusatorias victimizantes o prejuiciosas. La actividad se llevó a cabo el 17 de noviembre en el marco del Festival Gabo N°9.

Sobre el Festival Gabo y el Premio Gabo

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La reportería: los ladrillos que sustentan la crónica

Por: David Lara | Foto: Unsplash

La crónica tiene dos niveles. Uno, la historia y dos, la idea contenida en esa historia. En la historia está la trama, los contextos. En la idea está el conocimiento, las sensaciones humanas que el cronista quiere transmitir. Con estos dos conceptos comenzó el segundo día del ‘Taller de crónica: un espejo de lo real’, que dirige el cronista peruano Joseph Zárate, al que asisten 20 periodistas de Iberoamérica.

“Cualquier pieza narrativa, un perfil, una crónica, un pódcast, una historieta, un reportaje, debe contener esos niveles que abren una ventana hacia otro ser humano, hacia el conocimiento de toda una comunidad”, comentó Josehp Zárate.  

Luego de tener clara las visiones y niveles de la crónica, se abrió la reflexión en torno a la reportería. Zárate dijo, que era la etapa que más disfrutaba, porque era poder encontrarse con el otro. Presentó un esquema con los elementos que contiene una crónica periodística: personajes, acciones, conflictos y resoluciones. “Hallar cada uno de esos ladrillos es la base de la reportería, con esos ladrillos se construye la casa del relato”. 

Tres preguntas en torno a la reportería

¿Cómo logramos acceder a la vida de una persona? ¿Cómo comenzamos a conocerla y entenderla? ¿Qué necesitamos hacer? Fueron las preguntas que motivaron el diálogo inicial. Además, una frase del libro Esto es agua, del escritor David Foster Wallace, quien dice que escribir es “aprender a pensar: ir en contra de nuestra falla de origen”. Zarate agregó que es una idea muy poderosa: “Ir en contra de nuestra falla de origen”, porque la crónica trata lo que le sucede al otro, de lo que piensa el otro, la crónica se convierte entonces en el espacio para que ese otro sea comprendido. 

David Foster asegura que hay que apartarse de una idea que está en el ser humano: pensar que es el centro del mundo. El cronista ha de luchar contra su propio ego. Se trata de escribir un texto sobre otro ser humano sobre una comunidad, para hacerlo, el cronista ha de ir en contra de su falla de origen, de sus propias vanidades. 

Para Zárate, al hacer reportería hay que salir de uno mismo para entender, escuchar, sentir al otro. Esa idea está en un plano más allá de lo periodístico, toca el sentido humano que nos ayuda a mirar distinto, a abandonar los preconceptos y los prejuicios. 

Al respecto, citó su crónica sobre Edwin Chota, líder de la comunidad indígena asháninka, que vivió en la selva amazónica peruana, cerca de la frontera con Brasil. Chota se enfrenta a los traficantes de madera y es asesinado. Cuenta Zárate que al ir en contra de su falla de origen, pudo ampliar el perfil, la visión de Edwin Chota y narrar, entre otros asuntos, que había abandonado a su familia para dedicarse al activismo, a la defensa de la selva. Gracias a ello fue posible presentar otros matices del personaje. “Cuando dejamos atrás esas ideas preconcebidas, las historias se abren. Describir es aprender a pensar”, como dice Foster Wallace, eso debe estar en la mente del cronista. 

Hacer reportería es tratar de capturar la mayor cantidad de detalles. Esos detalles no solo vienen de la observación, vienen también de las preguntas que se hacen para comprender la naturaleza de las personas con las que dialogamos. 

Leyó un texto del escritor Elías Canetti: “Revisar una vida en vez de por los años según sus contenidos, como: todos los terrores, todas las sorpresas, todas las metamorfosis, todas las entradas y salidas, todos los contrastes, todas las esperanzas, todas las enemistades, todas las desgracias, todas las satisfacciones, todos los castigos”.   

Canetti nos pide que al acercarnos a una persona busquemos otros elementos que también hacen parte de su humanidad.

¿Cómo conseguimos ese nivel de cercanía? Para dar respuesta a esa pregunta, Zárate presentó una idea del escritor Gay Talese, quien compara a la reportería con la idea de tener una cita, de salir con una pareja que nos gusta. Ese es el interés que tenemos en construir la historia, el gusto de investigarla. 

Si estamos interesados en alguien queremos estar con esa persona, pero también saber aspectos de su vida, de su existencia: “Me pasa que sueño con los personajes, te obsesionas con sus relatos, con sus vidas, te obsesionas con la forma de encarar la reporetería y te pones al servicio de ella, porque deseas escribir una gran historia”, comentó Zárate. 

Las fuentes se conectan

Las diversas fuentes se integran para dar conexiones y contextos al relato. En tal sentido privilegió los testimonios, los diálogos. Las voces de las personas que lleva a la crónica. También están las fuentes documentales que son trascendentales para hallar detalles del pasado, registros fotográficos sobre los protagonistas en otras épocas. Conocimientos que dan sentido, trascendencia al relato. 

Las fuentes testimoniales y las documentales se interconectan, se apoyan. Adicionalmente, hay que sumar las labores de observación e interpretación de esa realidad y las experiencias del reportero en su trabajo de búsqueda. 

La entrevista 

Zárate dijo que la herramienta que más usa es la entrevista, cuyo éxito está en el tipo de preguntas que se plantean. Hay que hacer preguntas que exijan respuestas descriptivas, que reten a las personas a dar respuestas inesperadas. “Nuestro trabajo consiste en convertir al entrevistado en un contador de historias”, aseguró.  

Sobre la forma de trabajar la entrevista Zárate mencionó que Talese hacía la misma pregunta varias veces en espera de la mejor respuesta de su entrevistado. Comentó que la escritora Svetlana Alexiévich ha dicho que más que entrevistar a una persona lo que hace es reflexionar junto a ella sobre lo que ocurrió, sobre cómo esos hechos han impactado en la manera de ver el mundo, sus transformaciones.  

Por supuesto, las personas no se revelan en el primer momento, es necesario mostrar un legítimo interés en ellas. Propiciar espacios, encuentros. Es una relación de respeto, de comprensión, de cercanía. 

Al cerrar la jornada, Zárate hizo referencia al texto Una cena muy especial y algo dura con Liam Neeson, escrito por Tom Chiarella. Esa entrevista es un buen ejemplo de cómo a través de otros recursos como poner a dibujar al personaje, los silencios, la paciencia, el respeto, propiciar preguntas que indagan en detalles, conectan con la vida de una persona y se abren de forma generosa ante el reportero que escucha.

Sobre Joseph Zárate

Recibió el Premio Gabriel García Márquez 2018 en la categoría Texto, el Premio Ortega y Gasset 2016 a Mejor Historia o Investigación Periodística y el Premio Nacional PAGE 2015 de Periodismo Ambiental creado por la ONU. Fue subeditor de las revistas Etiqueta Negra y Etiqueta Verde. Ha colaborado con diversos medios como The New York Times (Estados Unidos), Courrier International (Francia), Internazionale (Italia), Revista 5W (España), Agencia Pública (Brasil), GK (Ecuador) y Ojo Público (Perú). Su trabajo ha sido incluido en los libros Un mundo lleno de futuro (2017), Eduardo Galeano, un ilegal en el paraíso (2016), Ciudades visibles (2016), Latinoamérica se mueve (2016) y ¡Atención! (2015), antología que reúne diez reportajes de autores latinoamericanos publicados en Alemania.

Tiene un máster en Creación Literaria de la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona y recibió la beca Ochberg 2018 del Dart Center for Journalism & Trauma de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. Fue editor en IDL-Reporteros y editor en residencia en Radio Ambulante. Actualmente es profesor de Periodismo Literario en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas. Es autor de Guerras del interior (Debate, 2018), libro de crónicas sobre conflictos socio-ambientales causados por la explotación de oro, madera y petróleo en los Andes y la Amazonía, y que ha sido traducido al inglés, italiano y polaco.

Por sus crónicas sobre el trabajo funerario durante la pandemia de Covid-19 en Perú ganó el Premio Nacional de Periodismo 2020 y fue nominado al True Story Award 2020/21, que reconoce al mejor periodismo narrativo publicado alrededor del mundo.

Sobre el Festival Gabo y el Premio Gabo 

Son convocados por la Fundación Gabo, que inspirada en los ideales y la obra de Gabriel García Márquez, busca promover espacios de reflexión y debate y exaltar el periodismo ético, riguroso, innovador y de servicio público.

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6 claves para transformar las narrativas sobre drogas, según Adriana Muro

Desenmarañar las redes del narcotráfico, hacer seguimiento a las rutas por las que transita la droga y hacer registro de las incautaciones y operativos policiales en donde hay capturas y se decomisan toneladas. La estética y la narrativa de lo “narco” ha primado en el cubrimiento que hacen los medios acerca de la política de drogas, haciendo de esta un lugar común del cual es complejo salir.

Tal vez la cantidad de visitas y clicks ha motivado esta matriz que no logra desenredar la problemática para llegar a historias y puntos clave que nos permitan comprender de manera más amplia y profunda el problema de las drogas en nuestros países. 

“Creemos que el sistema de prohibición de drogas es un sistema de opresión”, dijo Adriana Muro en la segunda sesión del taller virtual ‘Nuevas narrativas sobre drogas: coberturas libres de estereotipos’, en el marco del Festival Gabo N°9. 

Durante este espacio, Adriana insistió en el papel que juegan los periodistas y los medios de comunicación a la hora de reproducir las narrativas que estigmatizan, criminalizan y alimentan el enfoque bélico. En contraste, Muro compartió algunas claves para transformar estos enfoques: 

Narrar desde los efectos de la prohibición

¿Es el narcotráfico o es la prohibición la que genera violaciones a los Derechos Humanos? Esta pregunta es importante a la hora de empezar un cubrimiento sobre el tema. Reconocer que la política de drogas se ha enfocado en la prohibición brinda una perspectiva más honesta de lo que ocurre, por eso es fundamental narrar la relación entre el tratamiento punitivo, de guerra, y las violaciones sistemáticas de distintos derechos de comunidades principalmente vulnerables. 

Analizar la interacción con otros sistemas de opresión

Las narrativas tradicionales sobre los temas relacionados con drogas han fortalecido los estigmas contra las poblaciones más empobrecidas y vulnerables. Las dinámicas de prohibición están atravesadas por el sexo – género, la raza y la clase, lo cual genera mayores impactos en jóvenes, mujeres, habitantes de calle, población cultivadora y personas que consumen drogas. Por eso, cualquier contenido que se produzca debe tener presente la interseccionalidad.

Brindar una fotografía completa de la cadena

Usualmente la información que se produce sobre este tema suele enfocarse en un momento específico de la cadena, estigmatizando los eslabones más débiles de la misma y agudizando la persecución contra ellos. Para informar es importante integrar a la conversación pública los puntos medios, no solamente el cultivo y el consumo.

Aportar diversas fuentes y términos

La política de drogas es un tema que abarca numerosas disciplinas (derecho, medicina, economía, entre otras). Por eso, a la hora de informar es importante hacer una consulta diversa que brinde un panorama amplio de la noticia desde distintos frentes de estudio.

Contar las historias de vida

Las narrativas se han enfocado en los datos cuantitativos y, al ser un tema complejo, en muchos casos han despojado la humanidad que puedan tener estos datos. Por eso es importante comunicar quiénes han sufrido las consecuencias de las políticas de drogas y contar que “la guerra contra las drogas ha sido una guerra contra las personas”. 

Este enfoque permite: 

  • Generar empatía
  • Demostrar que existen consumos no problemáticos
  • Evidenciar que la prohibición afecta a grupos en situación de vulnerabilidad 

Contribuir al debate sin criminalización

La memoria es un elemento fundamental

Durante décadas, el narcotráfico ha tenido consecuencias en diversas esferas políticas, sociales, incluso mentales, en muchas comunidades del país. Por eso, los antecedentes históricos, la memoria y el tacto o cuidado con la información que se divulga deben ser elementos centrales para estos cubrimientos. 

Dos lecciones finales:

  • No es solo un asunto nacional, sino que también es importante tener en cuenta el contexto internacional. 
  • Todas las historias tienen matices y “zonas grises” que son importantes de visibilizar.

 

Sobre Adriana Muro Polo

Abogada mexicana por la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México con Maestría en Derechos Humanos y Democratización de la Universidad Externado de Colombia. Tiene más de 10 años de experiencia en organizaciones de la sociedad civil en México y Colombia. En 2014 fundó Elementa DDHH, una organización con sede en Bogotá y Ciudad de México que busca, a través del uso creativo del derecho, aportar a la garantía de los derechos humanos en la región. Específicamente en el área de política de drogas, coordina proyectos de la mano de colectivos, organizaciones e instituciones del Estado para la creación de escenarios jurídicos viables y el desarrollo de investigaciones y estrategias de incidencia nacional e internacional para visibilizar los efectos de la guerra contra las drogas y transitar hacia una política respetuosa de los derechos de las personas. Desde el año 2017, es la directora ejecutiva de dicha organización.

Sobre el taller‘ Nuevas narrativas sobre drogas: coberturas libres de estereotipos’

Esta actividad hace parte parte de la tercera edición del Fondo para Investigaciones y Nuevas Narrativas sobre Drogas (FINND), que convoca la Fundación Gabo con apoyo de Open Society Foundations (OSF) y es posible gracias a la alianza de la Fundación Gabo con los grupos SURA y Bancolombia, con sus filiales en América Latina.

Sobre el Premio Gabo y el Festival Gabo

Son convocados por la Fundación Gabo, que inspirada en los ideales y la obra de Gabriel García Márquez, busca promover espacios de reflexión y debate y exaltar el periodismo ético, riguroso, innovador y de servicio público.

El Premio Gabo y el Festival Gabo son posibles gracias a la alianza de la Fundación Gabo con los grupos SURA y Bancolombia, con sus filiales en América Latina.

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