Video: Charla ‘Vokaribe Radio’ en el Festival Gabo 2017

https://www.facebook.com/FNPI.org/videos/10156587247012388/

 

Vokaribe Radio es la emisora comunitaria de las localidades Suroccidente y Metropolitana de Barranquilla. Emite su señal en los 89.6 FM y en streaming desde Vokaribe.net. Es una plataforma que desde lo local se conecta con las dinámicas de la región, el país y el mundo.

El proyecto busca mantener vivo y renovado el hacer radiofónico en función del fortalecimiento de procesos sociales culturales y políticos locales. Walter Hernández (Colombia), cofundador de Vokaribe y del colectivo músico visual Systema Solar, presentó este proyecto en el Festival Gabo 2017.

Sobre el Premio y Festival Gabo

Es convocado por la FNPI- Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, con el objetivo de incentivar la búsqueda de la excelencia, la innovación, el rigor en el tratamiento de los hechos y la coherencia ética en el periodismo. Está inspirado en los ideales y la obra de Gabriel García Márquez y en la dinámica de innovación, creatividad y liderazgo que caracterizan a Medellín, Colombia. El Premio y el Festival es posible gracias a la alianza público-privada conformada por la Alcaldía de Medellín y los grupos Bancolombia y SURA con sus filiales en América Latina.

Fernando Ramírez, ganador del Reconocimiento Clemente Manuel Zabala a un editor colombiano ejemplar, con su familia. Foto: Julian Roldan / FNPI

Fotos: Así fue la ceremonia del Premio Gabo 2017

[vc_row][vc_column][vc_media_grid grid_id=”vc_gid:1511535567910-d33f28b2-5635-0″ include=”22650,22656,22716,22702,22683,22700,22690,22688,22660,22705,22662,22708,22710,22706,22718,22680,22678,22661,22713,22677,22676,22671,22668,22666,22686,22707,22725,22648,22703″][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_message]Revive los mejores momentos de la ceremonia del Premio Gabo 2017, que tuvo lugar el . Durante el evento, se dieron a conocer los ganadores de las cuatro categorías de concurso (Texto, Imagen, Cobertura e Innovación) y fueron premiados los ganadores del Reconocimiento a la Excelencia Periodística y Clemente Manuel Zabala a un editor colombiano ejemplar.

Sobre el Premio y Festival Gabo

Es convocado por la FNPI- Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano con el objetivo de incentivar la búsqueda de la excelencia, la innovación y la coherencia ética en el periodismo, con inspiración en los ideales y obra de Gabriel García Márquez y en la dinámica de innovación, creatividad y liderazgo que caracterizan a Medellín, Colombia.

El Premio y el Festival son posibles gracias a la alianza público-privada conformada por la Alcaldía de Medellín y las empresas Bancolombia y el Grupo SURA y su filiales en América Latina.

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Video: Charla ‘El género como espectro, no como ideales opuestos’ en el Festival Gabo 2017

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Natalia Sánchez (Perú) es la ganadora de la Beca Oxfam FNPI de periodismo sobre desigualdad. Gracias a la financiación y el apoyo editorial que entrega este reconocimiento, trabaja en la investigación y escritura de un texto sobre desigualdad de género, enfocado en las esterilizaciones forzadas durante la dictadura de Alberto Fujimori y la situación actual de las víctimas. Sánchez conversó con Jineth Bedoya (Colombia), subeditora de El Tiempo, y Eliezer Budasoff (Argentina), editor de The New York Times en español, jurados de la Beca.

Sobre el Premio y Festival Gabo

Es convocado por la FNPI- Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, con el objetivo de incentivar la búsqueda de la excelencia, la innovación, el rigor en el tratamiento de los hechos y la coherencia ética en el periodismo. Está inspirado en los ideales y la obra de Gabriel García Márquez y en la dinámica de innovación, creatividad y liderazgo que caracterizan a Medellín, Colombia. El Premio y el Festival es posible gracias a la alianza público-privada conformada por la Alcaldía de Medellín y los grupos Bancolombia y SURA con sus filiales en América Latina.

Video: Charla ‘Las imágenes que nos narran – Sobre la exposición #Transputamierda’ en el Festival Gabo 2017

 

https://www.facebook.com/festivalgabo/videos/2165167163710174/

 

El fotógrafo colombiano Federico Ríos ha recorrido su país por trochas, ríos, selvas y montañas para retratar los momentos más simbólicos del conflicto y de la transición que se vive luego del acuerdo con las Farc. Desde el drama de los soldados víctimas de minas antipersona hasta los últimos días de la guerrilla, su trabajo ha revelado otro lado de la guerra a través de escenas cotidianas. Ríos conversó con Germán Rey (Colombia), miembro del Consejo Rector de la FNPI, quien hace parte de la curaduría de #Transputamierda, la exposición que revela el abandono rural en Colombia, abierta durante los tres días del Festival. Al finalizar la charla, el fotógrafo hizo una visita guiada por la exposición.

Sobre el Premio y Festival Gabo

Es convocado por la FNPI- Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, con el objetivo de incentivar la búsqueda de la excelencia, la innovación, el rigor en el tratamiento de los hechos y la coherencia ética en el periodismo. Está inspirado en los ideales y la obra de Gabriel García Márquez y en la dinámica de innovación, creatividad y liderazgo que caracterizan a Medellín, Colombia. El Premio y el Festival es posible gracias a la alianza público-privada conformada por la Alcaldía de Medellín y los grupos Bancolombia y SURA con sus filiales en América Latina.

Video: Charla ‘Libertad de expresión e impunidad en México’ en el Festival Gabo 2017

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México se ha convertido en el país más mortífero de Latinoamérica para quienes ejercen el periodismo. Tras el homicidio de Javier Valdez, un referente en la cobertura del narcotráfico en Sinaloa, la comunidad periodística del país y la región se ha levantado para proponer acciones que detengan este problema. Marcela Turati (México), periodista y líder de iniciativas por la libertad de expresión; Javier Garza(México), asesor de periodistas en seguridad y protección; Guillermo Osorno (México), director de Horizontal.mx y de la campaña Agenda de Periodistas; Ismael Bojórquez(México), director editorial de Ríodoce -el diario donde trabajaba Javier Valdez- conversaron con Javier Lafuente (España), corresponsal de El País en México, Centroamérica y el Caribe.

Sobre el Premio y Festival Gabo

Es convocado por la FNPI- Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, con el objetivo de incentivar la búsqueda de la excelencia, la innovación, el rigor en el tratamiento de los hechos y la coherencia ética en el periodismo. Está inspirado en los ideales y la obra de Gabriel García Márquez y en la dinámica de innovación, creatividad y liderazgo que caracterizan a Medellín, Colombia. El Premio y el Festival es posible gracias a la alianza público-privada conformada por la Alcaldía de Medellín y los grupos Bancolombia y SURA con sus filiales en América Latina.

Seis inquietantes realidades del periodismo según BuzzFeed

Gilad Lotan, vicepresidente de Ciencia de Datos de BuzzFeed. Foto: Joaquín Sarmiento.

Hace una década, los periódicos a duras penas tenían página de internet. Los equipos digitales estaban relegados a las esquinas más inhóspitas de la redacción, y sus miembros se dedicaban simplemente a subir el contenido que venía en el impreso, mientras que uno a uno iba abriendo su perfil de Facebook, que por esos días solo servía para contactar con los viejos amigos de la escuela.

Basta con escuchar a Gilad Lotan, vicepresidente de Ciencia de Datos de BuzzFeed, para constatar, con sorpresa, lo mucho que ha cambiado el contexto en la producción de contenidos y el periodismo en la última década. Y aún peor: lo rápido que se avecina una nueva era, marcada por la integración, cada vez más radical, entre los editores y las Máquinas. Sí, con mayúscula.

Lotan es, ante todo, un analista de audiencias. Se ha dedicado a recolectar y sistematizar millones de datos generados por usuarios en redes sociales, para luego comprender lo que esta infinidad de acciones e interacciones significa. Su hoja de vida incluye el trabajo de análisis y visualización de datos con Microsoft, Betawork, SocialFlow y ahora, BuzzFeed, el más grande referente de la viralidad mediática global.

Encabezando un equipo de 18 personas, desde las oficinas centrales de BuzzFeed en Nueva York, Lotan tiene la constante responsabilidad de aprender de las audiencias y desarrollar estrategias y soluciones  tecnológicas para optimizar y aumentar la millonaria suma de tráfico con la que cuenta la red de plataformas de la compañía: la nada despreciable suma de 650 millones de personas.

¿Cómo está BuzzFeed transformando el periodismo?

El lector es coeditor y no lo sabe

Los medios deben ser conscientes del público. En el pasado, bastaba con recibir las cartas de los lectores. Hoy, los usuarios envían información permanente sobre sus gustos y necesidades. Cada clic es una pista que el equipo de datos de BuzzFeed recoge, sistematiza, analiza, y luego comparte con sus editores. Así, la suma de preferencias de los lectores está aumentado considerablemente su incidencia en los procesos de toma de decisión editorial de la compañía. “El lector nos informa, nos enseña”, dice Lotan.

Lo de “experimentar” va en serio

El equipo de científicos de datos de Lotan conduce experimentos sistemáticos, pruebas AB, en las que dos tipos de contenido o formatos son ensayados con dos grupos distintos de lectores, como en cualquier ejercicio experimental. A partir del trabajo con hipótesis predictivas, el equipo va encontrando las fórmulas que mejor logran la optimización de la circulación de los contenidos.

El editor y el robot trabajan juntos (¿o compiten entre sí?)

Buena parte de la estrategia de Lotan se basa en el concepto de machine learning o aprendizaje automático. Junto al equipo de desarrollo informático, los científicos de datos de BuzzFeed trabajan a diario para desarrollar algoritmos que aprendan del lector y, de forma automatizada, le ofrezcan contenidos y opciones ajustadas a sus preferencias. La pregunta de Jean François Fogel, durante el conversatorio del viernes en el Orquideorama, resulta clave: si al final buscamos que sea el robot quien analice los datos y nos ofrezca opciones, ¿están realmente los editores ejerciendo la función de estructurar la agenda o le estamos cediendo el poder a la máquina?

El principal objetivo es la distribución

El lector es el principal distribuidor y BuzzFeed hace todo lo posible por que esta distribución llegue a su máxima potencia. De hecho, durante la conferencia del jueves, en el Parque Explora, Lotan lo planteó de forma categórica: “Nos interesa mucho más que la gente comparta el contenido a que la gente vea el contenido. Y trabajamos para optimizar eso”.

En un mundo polarizado, el like es un problemático criterio editorial

Lotan es consciente de que vivimos en un mundo complejo y agitado. Durante su charla, divulgó dramáticas visualizaciones de redes sociales que evidencian las famosas “burbujas” de sentido en las que están inmersos los públicos en contextos polarizados. Los del Sí por un lado, los del No por el otro. Ahora, ¿optimizar procesos de producción de contenidos en función de las preferencias de las audiencias no termina profundizando ese proceso? Lotan se defiende: aprender de los gustos de los usuarios y ofrecerles lo que les satisface es el equivalente a publicar en el periódico los crucigramas de domingo.

El límite entre optimización y manipulación es poroso

En la media en que aumentan los procesos de optimización, a partir de la utilización de datos, también existe la tentación de manipular a la audiencia. Los seguidores falsos en Twitter, por ejemplo, son una prueba de ello: deformas la realidad para engañar al algoritmo y hacerlo pensar que eres una persona más importante de lo usual. Esto, a su vez, aumenta la base de tus seguidores reales, que comienzan a verte más robusto y creen en lo que les recomienda la Máquina. De nuevo, un escenario problemático: ¿qué tan transparentes son les mecanismos de optimización desarrollados por los medios hoy en día?

 

Disobey: Jorge Ramos speech Gabriel García Márquez Award

Medellín, Colombia
September 29, 2017

 

I come here today to urge you—no, to beg you—to not follow the instructions of your governments, to refuse to believe many of the things you learned in journalism school, to not always pay attention to your parents and teachers, and to not follow to the letter the precepts of what a respectable journalist is supposed to be.

I come here today to urge you to disobey.

All of you.

To disobey, after all, is to transgress. Good journalism always breaks something. It never leaves things as they were. That is why I like to think of journalism as a countervailing power. You must always be on the opposite side of those who hold power, and particularly those who abuse their authority.

That is why we must disobey the anti-immigrant bully that sits in the White House.

That is why we must disobey the dictators in Cuba and Venezuela.

That is why we must disobey the president of Mexico, where so many journalists have been killed, and where most crimes enjoy total impunity.

That is why we must disobey whoever demands of us loyalty and patience.

I understand journalism to be a public service. And what service can journalists provide? We can ask questions.

Here in Colombia they have a beautiful word that they use when one takes full responsibility and there are no two ways around it: toca—it’s on me.

Well, it’s on journalists to ask uncomfortable questions, to demand accountability, to put up against the wall the presidents and governors, the priests and businessmen—anyone that holds a little authority.

Toca—it’s on us.

When I’m going to interview someone important or influential, especially if it takes places in a historically relevant moment, I always remember two things.

The first is that if I don’t ask the difficult questions, those that make your hands sweat before you ask them, then nobody will.
The second is that I will never see the interviewee again. It’s better that way. I am not expecting kind words at the end of the interview or more access in the future. Sometimes it happens that the interviewee I skewered returns for another interview. Certainly, there have been cases of masochism. It usually happens, though, that those who return have nothing to hide.

I am convinced that the main social function of journalism is to question power. In the face of racism, discrimination, corruption, public lies, dictatorships, and violations of human rights, we are bound to break the silence and question. That is what journalism is for.

Journalism and parenthood are very similar. In both cases half the work is simply to be there. Good parents and good journalists are the ones that are where they need to be, the parent with his children and the journalist wherever the news is.
To be a witness is enormously important. When a starting journalist is off to a special assignment for the first time asks me for advice, I almost always say this: I want you to be my eyes. Take me to where you are.

In our dear, passionate, convulsed Latin America, where democracy and justice battle it out, we desperately need journalists that are where they need to be, and that, being there, will disobey.

Journalism, more than a profession, is a mission.

The courage of my colleagues never ceases to amaze me, those who report on the drug lords in a small town, or the ones that take on the task of finding the disappeared¬ from Ayotzinapa to Argentina, or those that call out heads of state and politicians for their whitewashed homes and black accounts.

I very often ask myself what would have happened if instead of moving to Miami—the foxhole from which I plan my battles—I had stayed in Mexico. I left my home country of Mexico in order to enjoy freedom from censure. Today, as I approach sixty, I believe I made the right choice. I have been able to say everything I have wanted to say. But others stayed back home.

We have been murdered—and I speak of we because we are a family. Over 109 journalists have been murdered in Mexico since the year 2000, according to the organization Article 19. In the six years of Enrique Peña Nieto’s term already thirty-six have lost their lives.

Tonight, this award goes to those who stayed, to those who did not flee, to the 780 journalists—our brothers and sisters—that according to Reporters Without Borders have been assassinated from 2006 to 2016 because of their professional work. This award goes to those who disobeyed and were murdered for it.

What their murderers and the governments who protect them do not know is that for every journalist they kill there will be two, three, or a thousand to take up their causes, their stories, and their words. This is our promise to the departed.
We are not in the business of holding silence.

Silence is an accomplice.

Wherefore—please—disobey.

Desobedezcan: Discurso de Jorge Ramos en el Premio Gabo 2017

Hoy vengo aquí a pedirles -no, más bien a rogarles- que no sigan las instrucciones de sus gobiernos, que se rehúsen a creer muchas de las cosas que aprendieron en las escuelas de periodismo, que no siempre le hagan caso a sus padres y maestros, y que no sigan al pie de la letra los preceptos de lo que se supone debe ser un reportero respetable.

Hoy vengo a pedirles que desobedezcan.

A todos.

Desobedecer, al final de cuentas, es una transgresión. El buen periodismo siempre rompe algo; nunca deja las cosas como están. Por eso me gusta pensar en el periodismo como contrapoder. Hay que estar siempre del otro lado de los que tienen el poder y, particularmente, cuando esos poderosos abusan de su autoridad.

Por eso hay que desobedecer al bully antiinmigrante que hay en la Casa Blanca.

Por eso hay que desobedecer a los dictadores de Cuba y Venezuela.

Por eso hay que desobedecer al presidente de México, donde nos han matado tantos periodistas, y donde la mayoría de los crímenes queda en total impunidad.

Por eso hay que desobedecer a cualquiera que pida lealtad y paciencia.  

Entiendo el periodismo como un servicio público. ¿Y para qué servimos? Servimos para hacer preguntas.  

Aquí en Colombia tienen una hermosa palabra que dicen cuando uno asume toda la responsabilidad sobre algo y no hay más remedio: toca.

Bueno, nos toca precisamente a los periodistas hacer las preguntas incómodas, exigir rendición de cuentas y poner contra la pared a los presidentes y gobernadores, a los sacerdotes, empresarios y a cualquiera que acumule un poquito de autoridad.

Toca.

Cuando voy a hacer una entrevista con alguien importante o influyente -sobre todo si ocurre en un momento históricamente relevante- siempre pienso dos cosas. La primera es que si yo no hago las preguntas difíciles -esas que te hacen sudar las manos antes de soltarlas- nadie más lo va a hacer.

Y lo otro que pienso es que nunca volveré a ver al entrevistado. Es mejor así. Al final del encuentro no estoy esperando palabras amables ni más acceso en el futuro. A veces pasa que ese entrevistado al que fusilé, regresa para otra entrevista. Claro, hay casos de masoquismo. Pero suele ocurrir que los que regresan, de verdad, no tienen nada que esconder.

Estoy convencido que la principal función social del periodismo es cuestionar a los que tienen el poder. En casos de racismo, discriminación, corrupción, mentiras públicas, dictaduras y violaciones a los derechos humanos tenemos la obligación de romper el silencio y cuestionar. Para eso sirve el periodismo.

El periodismo y la paternidad son muy parecidos. En ambos casos la mitad del trabajo es estar presente. Los buenos papás y los buenos periodistas son los que están donde tienen que estar; los padres con sus hijos y el reportero donde está la noticia.

Es de una enorme importancia el ser testigo. Cuando algún periodista que comienza se va por primera vez a una asignación especial y me pide consejo, casi siempre le digo esto: quiero que tú seas mis ojos. Llévame a donde estás.

En nuestra querida, apasionada y convulsionada América Latina -donde la democracia y la justicia se pelean con puños y con teclas- nos urgen periodistas que estén donde tienen que estar y que, ya ahí, desobedezcan.

El periodismo, más que una profesión, es una misión.  

Nunca deja de sorprenderme la valentía de mis colegas; esos que reportan sobre los narcos en un pueblito, o los que se echan a cuestas la tarea de encontrar a desaparecidos -desde Ayotzinapa hasta Argentina-, o los que denuncian a mandatarios y políticos por sus casas blancas y sus cuentas negras.

Me pregunto muy seguido que hubiera ocurrido si en lugar de irme a vivir a Miami -la trinchera desde donde preparo mis batallas- me hubiera quedado en México. Me fui de México, donde nací, para no ser censurado. Hoy, casi a los 60, creo que calculé bien. He podido decir lo que se me pega la gana. Pero otros se quedaron.

Nos han matado -y lo digo así porque en esto somos una familia- a más de 109 periodistas en México desde el año 2000, según la organización Artículo 19. Y ya van 36 muertos en el sexenio de Enrique Peña Nieto.

Esta noche, este premio va por los que se quedaron, por los que no huyeron, por los 780 hermanos periodistas que de acuerdo con Reporteros Sin Fronteras han sido asesinados del 2006 al 2016 debido a su profesión en todo el mundo. Este premio va por los que los que desobedecieron y los mataron por eso.

Lo que no saben sus asesinos -y los gobernantes que los protegen- es que por cada reportero que matan, habrá dos, o tres, o mil que retomarán sus causas, sus reportajes y sus palabras. Esta es nuestra promesa a los que se fueron.      

No estamos en el negocio de quedarnos callados.

El silencio es cómplice.

Por eso, por favor, desobedezcan.

 

Discurso de Fernando Ramírez en el Premio Gabo

Definitivo

Buenas noches,

La vida es mucho más fácil cuando se camina sobre hombros de gigantes, y a mí me han sobrado hombros para apoyarme, por fortuna, como los de mi esposa, la que me recuerda que al regresar a casa siempre encontraré Esperanza. Y, por supuesto, mi hija, Valeria, el motor que desde que crecía en el vientre de su madre ya movía mi mundo con solo un dedo.

Y en hombros me lleva Orlando Sierra Hernández, mi jefe asesinado hace 15 años por el poder político sicarial que mandaba en Caldas. Este es el único caso en Colombia del asesinato de un periodista en el que se ha condenado a toda la cadena criminal. Falta que se pronuncie la Corte Suprema de Justicia para saber si se quedará así definitivamente o engrosará las listas de impunidad en nuestro país. Ya veremos. Igual nada nos devolverá el inteligente humor de Orlando.

A él y a ustedes les debo presentar excusas por estar aquí y por haber mojado prensa durante esta semana. Mi editor interno me recordó una y otra vez que “los periodistas no son noticia”, tal como reza el Manual de Trabajo Periodístico de La Patria, por lección de Orlando. Para superarlo, me engañé con un cuentazo de cronista: no es protagonismo, es perspectiva de autor. Así llaman ahora al yoísmo, terminacho con el que designo esa necesidad de algunos periodistas por hacernos creer que las cosas son importantes porque ellos se meten a contaminar la historia. A mí no me vengan con ese cuentazo.

Cuando me llamaron a darme la noticia: que el jurado había seleccionado mi nombre para recibir este reconocimiento, no pude evitar darme cuenta de que ese 21 de septiembre él cumpliría 57 años. Él debería estar aquí antes que yo recibiendo el homenaje que nunca tuvo en vida, como los tantos que ha tenido tras su asesinato. Yo, apóstata, convencido de que no se puede tener por cierto nada que no se pueda comprobar por el método científico, tengo que reconocer la magia de Orlando en todo esto. No en vano, su nombre bautiza en La Patria la sala en la que los periodistas libramos a diario batallas campales en el consejo de redacción en busca de un mejor producto. Confiamos en su magia y en las lecciones que repetimos como mantras.

En 1995 recibí una beca de la FNPI para asistir a un taller de reportaje. No estaba programado con Gabriel García Márquez, pero él lo dictó. Escuché de su voz, y lo vi simular con sus manos, esta anécdota: cuando llegó a El Universal, en Cartagena, Clemente Manuel Zabala le corregía de una manera sencilla. Le tachaba todos los renglones escritos y encima de las enmendaduras escribía con corrección.

Nos contó entonces García Márquez que él se fijaba en las correcciones y las iba teniendo en cuenta. Así, cada vez las enmendaduras eran menos, hasta lograr textos limpios. Siempre les cuento esta enseñanza a mis alumnos, porque me funciona. Fijarme en las correcciones que me hacen es una buena forma de soñar con el ideal de un texto limpio.

El último día del taller, García Márquez tomó el trabajo que yo había enviado. El bueno, el de mostrar. ¿Recuerdan que había que enviar uno bueno y uno malo? Claro, uno nunca enviaba el más malo. Empezó a leerlo y terminó con una frase concluyente: “esta es una excelente investigación”. Mi ego subió más que si me hubiera ganado el reconocimiento Clemente Manuel Zabala, y continuó: “pésimamente escrito”.

Ese día él me entrevistó, largo, sobre el reportaje mal escrito, con el fin de ayudarme a encontrar el camino para reescribirlo. Me puso a habilitar. Que lo volviera a escribir y se lo enviara. Les confieso, le incumplí, pero aprendí a revisar mis errores cada día. Y corrigiéndome corrijo a otros, no siempre con éxito. Que lo digan los lectores de La Patria, que nos envían a diario los gazapos que se encuentran en la maraña de las letras impresas, pero tengan la certeza que no lo hacemos a propósito como muchos piensan. Trabajamos cada día por un periódico más riguroso en el quehacer periodístico y más limpio en la gramática y la ortografía.

Volví a la Fundación en 1998, a una reunión de directores de medios, a la que me colé, gracias a que el director de La Patria de entonces, Luis Felipe Gómez -maestro y mentor- no podía asistir. En ese encuentro conocí a María Teresa Ronderos y a Ignacio Gómez, quienes me llevaron de su mano a colaborar con la Fundación para la Libertad de Prensa, en donde me han formado en estas lides y me dieron alas para ser un activista.

La Flip ha sido mi casa desde entonces. Esta semana celebramos el encuentro de corresponsales, aquí en Medellín, y estoy seguro que al recibir hoy este reconocimiento se está rindiendo homenaje a ese grupo de valientes. Yo solo los represento, este año desde la Presidencia, debido a lo mucho que me quiere la gente. Era impensable hace unos años, que se tuviera un presidente de la Flip que vive en una ciudad pequeña como Manizales y de un medio modesto como La Patria.

Y gracias a la Flip conocí a otras personas. Carlos Huertas me invitó a ser parte de un grupo para promover el periodismo de investigación en Colombia y acepté. Consejo de Redacción, la organización que mi maestra Ginna Morelo, y a quien presuntuoso llamo mi mejor amiga, ha hecho grande. CdR está compuesto en su mayoría por periodistas regionales que pagan una mensualidad con el único fin de capacitarse y de mejorar la información periodística en el país.

La Flip y Consejo de Redacción no serían lo que son, si no fuera por los periodistas de región. Y yo estoy aquí simplemente en nombre de todos esos periodistas que se la juegan a diario en sus regiones para informar a sus coterráneos. De todos esos a quienes ningunean desde Bogotá, de esos corresponsales a los que sus jefes no les creen, de esos que quedan en riesgo por su medio cuando un irresponsable enviado especial vuelve a la comodidad de las capitales y suelta cualquier barbaridad sin reflexión previa. En nombre de un país sometido a lo que he llamado el provincianismo a la inversa, que no es otra cosa que ese talento natural que tienen la mayoría de medios nacionales de sentar cátedra de las regiones con base en la mirada de su propio ombligo.

A esto, súmenle los desplantes que se reciben en despachos públicos: “tiene que pedir esa información por Bogotá”. Además de la pésima gramática, esa muletilla oficial demuestra el Bogocentrismo colombiano. O cuando un alto funcionario va a tu región y todos esperamos que resuelva los asuntos pendientes de su cargo allí, pero él se lleva encamado un séquito de periodistas capitalinos a los que les habla de otras cosas. Y si acaso el corresponsal de región puede preguntar se verá obligado a hacerlo sobre lo que le ordenan desde Bogotá porque lo que interesa es su declaración sobre un tema nacional y no la acción o la denuncia de una inversión pendiente en un departamento.

Una buena manera de superar mis carencias han sido los libros. No alcanzo a leer los deseados. Si algo no lo entiendo, busco un libro que me lo explique; si estoy cansado, leo un libro que me divierta; si tengo tiempo libre, leo poesía. Pierdo la cuenta de la cantidad de libros que me han hecho mejor en este oficio. Los subrayó y los comparto, son mi mayor vicio. A ellos llegué inspirado por Fernando y Margarita, mis papás, que todavía viven en la república independiente de Pensilvania, mi pueblo. Ellos dos nos inculcaron a hijos y familia muchos valores, de los cuales resalto tres: honestidad, responsabilidad y solidaridad.

Honestidad es lo que intento lograr en cada información, solidaridad es la que me mueve a aportar algo, desde el voluntariado, a organizaciones como la Flip, como Consejo de Redacción y como Estoy con Manizales, grupo ciudadano para pensar la ciudad. Pero quiero hablarles de la responsabilidad, la que me permitió salir adelante, porque es en acatamiento de este valor que he podido ir superando todas mis carencias. Para que un reportaje saliera bien, yo tenía que madrugar más; si mi sección era chiviada, tenía que buscar la manera de encontrar un nuevo ángulo y me costaba mucho, y aún me cuento entre los primeros que entra a la oficina y entre los últimos que salen. No tengo mucho que enseñar, pero de lo que se acuerdan todos aquellos que han laborado conmigo es que nunca dejé tirado un trabajo y es ese ejemplo el único que me siento en capacidad de dar.

Cuento estas anécdotas, porque de alguna manera hoy, al lograr este reconocimiento se confirma el esfuerzo que ha hecho durante 22 años la Fundación García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano. Si estoy aquí, parado frente a ustedes, para recibir este galardón, es gracias a las entidades que se han preocupado por hacer de mí un periodista menos mediocre.

En La Patria, el periódico de casa, que hoy es además web e informativo radial, todos los que salimos a aprender en talleres como los de estas organizaciones, tenemos el permiso, siempre y cuando asumamos el compromiso de replicar lo aprendido. Esto se hace en el consejo de redacción, que debe ser siempre una tertulia en la que aporta el practicante más joven o el más veterano editor. Y por si acaso no se puede en este espacio, también tenemos una tertulia informal cada miércoles a las 5:30 de la tarde. Están invitados.

Eso es la escuela de La Patria, un lugar en el que aprendemos cada día a hacer un mejor periodismo entre todos, desde que se inició un cambio, que no ha parado, a comienzos de los años 90. Una redacción pequeña con ínfulas, llena de periodistas con la ambición de contar buenas historias y en la que yo apenas soy un coequipero al que el director que nos ha dejado hacer, Nicolás Restrepo, le dio la confianza de coordinarla y permitir varias locuras. Gracias por eso, jefe.

A mis pupilos, que han traído mi nombre a este premio, gracias. Son ellos los que me han graduado como editor y como profesor en la Universidad de Manizales, en donde me sufren. Nunca me preparé para ser jefe, pero las circunstancias determinaron que me convirtiera en eso, como nos pasa a casi todos los editores en Latinoamérica. He tratado de hacerlo de la manera más decorosa posible, y sé que en mi aprendizaje se me fue la mano muchas veces. Repartí más garrote del necesario. A todos con los que en algún momento me excedí, aprovecho aquí para pedirles que me perdonen y sepan que cada día me esfuerzo por repartir menos ‘madrazos pedagógicos’, como los definió un pupilo, y por ser más paciente, lo que tanto me cuesta.

A María Teresa Ronderos, mi guía; a Mónica González, mi maestra en el periodismo de investigación; y a Germán Rey, una inspiración para entender los meandros de la comunicación, gracias por su generosidad. Ustedes y quienes me postularon son la prueba de que soy el producto de la gente que me quiere mucho más de lo que merezco y que hoy encontrará motivos para quererme más.

Gracias.

Video: Charla ‘Reconocimiento Clemente Manuel Zabala’ en el Festival Gabo 2017

https://www.facebook.com/FNPI.org/videos/10156589216117388/

 

Charla con Fernando Ramírez, de La Patria de Manizales, ganador del Reconocimiento Clemente Manuel Zabala a un editor colombiano ejemplar. Conversó con María Teresa Ronderos y Boris Muñoz.

Sobre el Premio y Festival Gabo

Es convocado por la FNPI- Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, con el objetivo de incentivar la búsqueda de la excelencia, la innovación, el rigor en el tratamiento de los hechos y la coherencia ética en el periodismo. Está inspirado en los ideales y la obra de Gabriel García Márquez y en la dinámica de innovación, creatividad y liderazgo que caracterizan a Medellín, Colombia. El Premio y el Festival es posible gracias a la alianza público-privada conformada por la Alcaldía de Medellín y los grupos Bancolombia y SURA con sus filiales en América Latina.