Jaime Abello moderó el panel en el que participaron Carmen Aristegui, Soledad Gallego-Díaz y Pedro Doria. Foto: Joaquín Sarmiento / Fundación Gabo.
No se puede ignorar, en medio de la celebración del buen periodismo que es el Festival Gabo, que hay múltiples crisis afectando al oficio desde distintos planos: político, económico, empresarial y, sobre todo, en su la relación con la ciudadanía. Todo ello atravesado por la disrupción que ha producido la entrada de las tecnologías digitales, sus posibilidades, oportunidades y al mismo tiempo sus amenazas.
En el panel ‘Periodismo, ¿para qué?’, realizado en el Festival Gabo 2019, Carmen Aristegui, directora de Aristegui Noticias; Soledad Gallego-Díaz, directora de El País, y Pedro Doria, editor de Meio, conversaron con Jaime Abello, director general de la Fundación Gabo, sobre la necesidad de un periodismo que sepa lidiar con algunos de los retos que traerá la década de 2020.
Los nuevos populismos
El periodismo latinoamericano tiene el reto de cubrir gobiernos con plataformas populistas recientemente instalados en la región, como es el caso de México. Según Carmen Aristegui existe un “desafío monumental de entender e informar” sobre Andrés Manuel López Obrador, el primer presidente de izquierda que ha tenido el país en siete décadas. “Hay una esperanza enorme y también una gran dosis de inquietud e interrogantes sobre si una figura como la de López Obrador tendrá los elementos suficientes para construir un gobierno a la altura de las promesas y la expectativas”.
Por otro lado, el periodismo brasileño enfrenta el gran reto de hacer cubrimiento a Jair Bolsonaro, elegido gracias principalmente al impulso de las redes sociales y las fake news, y quien abiertamente le ha declarado la guerra a los medios tradicionales. Explicó Pedro Doria que Bolsonaro ha recurrido a la táctica de “bombardear” la credibilidad del periodismo, que han implementado gobiernos brasileños de las últimas dos décadas. “Dicen que la intención de los periodistas es un nuevo golpe de estado. Esto es un trazo fundamental de la política ahora, tanto de izquierda como de derecha”.
La carrera por la información
Vivimos en una época en la que el periodismo, el usual encargado de informar y explicar, parece tener competencia desde todos lados. “Por un lado están los expertos en las redes, por otro lado los creadores de mentiras”, dijo Jaime Abello. “En todo caso estamos en un escenario comunicacional donde el ruido es enorme”.
Soledad Gallego-Díaz afirmó que no debería haber tal carrera del periodismo por ser el primero en informar, en el entendido que entregar un dato -ni siquiera una noticia- es necesariamente informar. La directora de El País sostuvo que el periodismo -el buen periodismo- debe basarse en la comprobación y debe tener la “capacidad de conectar informaciones que no parecen conectadas, y que los ciudadanos sepan que hacen parte de un conjunto”.
“El otro día subí por un ascensor en Madrid que te decía cómo iba la bolsa, qué era lo último que había dicho Trump, la última decisión de la UE”, relató. “Cuando llegué al piso 22, sabía todo eso, pero no estaba informada ni era mejor persona”.
La desinformación
Jair Bolsonaro y Boris Johnson son apenas algunos de los últimos casos de gobernantes de derechas con pocos escrúpulos al momento de dar información falsa. Si bien hay quienes afirman que existe una suerte de conspiración para instalar gobiernos de extrema derecha en el mundo, Soledad-Gallego Díaz explica que las fake news simplemente hacen parte de una “coincidencia de mecanismos que han resultado prácticos para quienes buscan obtener el poder político”.
“Bolsonaro lo ha aprendido de Trump y de Orban”, dijo Gallego-Díaz, quien agregó que la llegada de esta clase de políticos a sus puestos de poder es resultado de “una serie de incertidumbres internacionales” que estos han capitalizado gracias a “estrategias de desinformación”.
La crisis de la democracia impulsada por lo digital
Pedro Doria explicó que la estrategia de Whatsapp que usó la campaña de Bolsonaro a la presidencia consistió en el acceso a miles de grupos con diversas categorías específicas, convertidos en cámaras de resonancia de información parcializada y fake news. “Había cientos de grupos de evangélicos y de cristianos devotos; otros miles de personas obcecadas por el liberalismo económico, en ciudades grandes como Sao Paulo; grupos que tenían nostalgia de la dictadura militar”. En esencia, se fragmentó la información sobre los distintos aspectos de Bolsonaro, de manera que cada grupo votó por un Bolsonaro distinto.
Ante esta ola de “pseudoperiodismo ideológico”, impulsada por expertos en desinformación, la misión del periodismo es organizar la información fragmentada, para que toda sea contada en su contexto. “Estamos en una crisis fundamental de la democracia del continente. Nuestra misión es contar historias que contextualicen y sean capaces de seducir al público de nuevo. Si no, lo que tendremos es más Bolsonaros: demagogos radicales sin ningún pudor al manipular información, y lo que hoy llamamos democracia va a cambiar muchísimo”.
El poder los gigantes tecnológicos
Pedro Doria explicó que en la actualidad tenemos entre manos un problema mucho más grande que el terrorismo, que dominó la conversación a lo largo de las últimas tres décadas: que hoy la plaza pública está controlada por cinco compañías. “No son necesariamente agentes que quieren volverse dictadores”, explicó Doria. “Lo que hacen es usar algoritmos basados en inteligencia artificial que actúan bajo la directriz de un programador: ‘¿cómo hacer que la gente se quede la mayor parte del tiempo en Facebook o Google?’”
La respuesta que la IA ha encontrado, según Doria, es “manteniendo a la gente indignada siempre: emociones fuertes, indignación por los periodistas, por políticos, por la iglesia. Y se han vuelto máquinas económicas formidables”.
En la plaza pública, añadió Doria, esos algoritmos son fácilmente manipulables, tal como en el caso de la elección de Bolsonaro. Pero, de esa misma manera, es objetivo del buen periodismo encontrar la forma de jugar con esos algoritmos para brindar información real y de de interés social.
Agregó Aristegui que si hay un plan que deba tener el periodismo para preservar la democracia es continuar develando “ese siniestro modo de utilizar nuestra información: nuestras pulsiones, miedos, temores, gustos”. “Es un poder enorme el que han concentrado estos gigantes tecnológicos y debemos ser lo suficientemente hábiles para desentrañar esos poderes, así como trabajamos para investigar la corrupción de los gobernantes”, expresó.
La sostenibilidad del periodismo
Ante la gran cantidad de plataformas disputándose el tiempo de los usuarios, el periodismo debe luchar para captar su atención. “Hoy estas plataformas son armas de distracción masiva: nos distraen de lo que nos importa”, dijo Soledad Gallego-Díaz.
El gran reto entonces es realizar un periodismo que sea indispensable, imprescindible e insustituible y “convencer al usuario del que periodismo hay que financiarlo. Los medios necesitamos el apoyo de lectores dispuestos a pagar, a financiar esta información, porque si no, no podemos hacer periodismo”, sentenció Gallego-Díaz.
Sobre el Premio Gabo y el Festival Gabo
Es convocado por la Fundación Gabo con el objetivo de incentivar la búsqueda de la excelencia, la innovación y la coherencia ética en el periodismo, con inspiración en los ideales y la obra de Gabriel García Márquez, y en la dinámica de innovación, creatividad y liderazgo que caracterizan a Medellín, Colombia.
El Premio Gabo y el Festival Gabo son posibles gracias a la alianza público-privada conformada por la Alcaldía de Medellín y los grupos Bancolombia y SURA con su filiales en América Latina.
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