Relatoría del taller ‘Innovar para informar: liderazgo y transformación en las redacciones’

Por Natalia León Soler

Durante el taller “Innovar para informar: liderazgo y transformación en las redacciones”, dirigido por Charo Henríquez, 30 periodistas de diversos países se reunieron para reflexionar sobre el papel del liderazgo en las redacciones actuales de las salas de prensa. 

El encuentro propició un espacio íntimo y profundo, en el que los participantes se alejaron de los dispositivos digitales para volver a la libreta y el lápiz, reconectando con los orígenes del oficio. A través de ejercicios individuales y discusiones grupales, se abordaron los estilos de liderazgo, los retos generacionales, el manejo del cambio y la sostenibilidad humana en los equipos de trabajo. El taller dejó como conclusión que liderar en el periodismo implica no solo gestionar tareas, sino también acompañar procesos de transformación personal y profesional.

En el taller se planteó que el liderazgo en periodismo no se limita a la supervisión del trabajo, sino que incluye el desarrollo profesional de cada integrante del equipo. Esta visión integral del liderazgo fue compartida y discutida por los participantes, quienes reflexionaron sobre cómo se perciben como líderes y qué tipo de liderazgo ejercen. 

Uno de los principios centrales del taller fue la comprensión del liderazgo como una responsabilidad que va más allá de la gestión de tareas. Los líderes en las redacciones no solo deben velar por la calidad del trabajo que producen sus equipos, sino también por el desarrollo profesional de cada integrante. Esta doble dimensión del liderazgo —operativa y humana— fue destacada como esencial para construir equipos sólidos, motivados y preparados para enfrentar los retos del oficio.

Estilos de liderazgo y evolución profesional

El taller invitó a los participantes a identificar sus estilos de liderazgo, reconociendo que estos no son estáticos. Pueden variar según el equipo, el proyecto, el momento profesional o incluso el equilibrio de poder dentro de la organización. A través de ejercicios de reflexión individual y discusión grupal, se exploraron los distintos estilos de liderazgo con el fin de promover una comprensión más flexible y contextual del liderazgo.

Se subrayó que el liderazgo no define a la persona, sino que se manifiesta en su forma de trabajar y relacionarse con los demás.

Los ocho estilos de liderazgo definidos en el taller poseen características particulares que permitieron comprender mejor cómo se ejerce la influencia dentro de los equipos. Son los siguientes: 

  • Armonizador: promueve la empatía, la resolución de conflictos y el mantenimiento de la armonía en el equipo.
  • Productor: se enfoca en la ejecución, el logro de metas y la perseverancia para concretar resultados.
  • Compositivo: destaca por su creatividad, capacidad para generar ideas y resolver problemas de forma innovadora.
  • Colaborativo: fomenta el trabajo en equipo, la cooperación y la construcción de relaciones sólidas.
  • Energizante: inspira y motiva a los demás, aportando entusiasmo y dinamismo al grupo.
  • Piloto: lidera con estrategia, toma decisiones con eficacia y guía el rumbo del equipo.
  • Proveedor: se encarga de facilitar recursos, apoyo y condiciones para que el equipo pueda avanzar.

Estos estilos permiten entender cómo se construyen los vínculos, se toman decisiones y se movilizan los equipos en las redacciones. Más allá de las etiquetas, lo que se destacó fue la importancia de liderar con conciencia, empatía y propósito, al reconocer que el liderazgo es una herramienta para transformar no solo el trabajo, sino también a las personas que lo hacen posible.

El cambio como constante: cómo aceptarlo y facilitarlo

Otro de los temas centrales del taller fue el manejo del cambio. Se abordó la necesidad de que los líderes no solo se adapten a las transformaciones tecnológicas y humanas, sino que también preparen a sus equipos para enfrentarlas. Liderar implica construir estructuras que permitan avanzar, como “rieles” que guían el movimiento hacia nuevas metas.

El liderazgo efectivo se entiende como la capacidad de facilitar los procesos internos para que el trabajo fluya y se materialice.

Sostenibilidad humana: cuidar a las personas en los equipos

El cuidado de los equipos fue otro tema clave. Se reflexionó sobre cómo evitar el desgaste profesional, mantener la motivación y equilibrar las tareas que generan satisfacción con aquellas que pueden resultar menos atractivas. El liderazgo también implica reconocer las emociones, los ritmos y las necesidades individuales dentro del grupo.

Se destacó que, aunque no siempre se puede hacer lo que se disfruta, es fundamental no perder de vista aquello que motiva y da sentido al trabajo.

La misión del periodismo permanece

A lo largo del taller se reafirmó que, pese a los cambios en las herramientas y plataformas, la esencia del periodismo como servicio social permanece intacta. Los líderes deben garantizar que la información llegue a las audiencias de manera clara, útil y ética, adaptándose a los nuevos formatos sin perder de vista el propósito del oficio.

La transformación tecnológica no altera la misión del periodismo, sino que redefine los caminos para cumplirla.

Dinámica de reflexión individual: concluir con un “Mini Experimento”

Para finalizar el taller, los participantes realizaron un ejercicio de reflexión personal en el que identificaron tres aspectos clave de su proceso de liderazgo:

  • Los obstáculos que podrían enfrentar en su rol como líderes.
  • Cómo medirían el éxito de sus acciones o experimentos de liderazgo.
  • El compromiso de revisar los resultados y compartirlos con alguien en una fecha determinada.

Esta dinámica permitió conectar los aprendizajes del taller con la práctica cotidiana, promoviendo la autoevaluación y la planificación estratégica.

Sobre Charo Henríquez

Periodista y líder en transformación digital en medios. Es editora de desarrollo y soporte de redacción en The New York Times, ha trabajado en importantes redacciones internacionales y se ha especializado en procesos de innovación, liderazgo y desarrollo de talento en el periodismo. Su enfoque combina la tecnología con la gestión humana, promoviendo redacciones más inclusivas, sostenibles y adaptables al cambio.

Sobre el taller

Se realizó el sábado 26 de julio de 2025, en el marco del 13° Festival Gabo en Bogotá, Colombia. La actividad contó con el apoyo del Ministerio de Cultura, Programa Nacional de Concertación Cultural.

Sobre el Festival Gabo

Con el lema ‘Vernos de cerca’, el Festival Gabo 2025 se celebró en múltiples escenarios de  Bogotá, entre ellos el Gimnasio Moderno y las sedes de BibloRed. Este año reunió a más de 150 invitados de Iberoamérica y del mundo en más de 100 eventos organizados por la Fundación Gabo.

El Festival Gabo es posible gracias a Bancolombia, CAF – banco de desarrollo de América Latina y la Alcaldía de Bogotá a través de la Secretaría de Cultura y BibloRed.

Relatoría del taller ‘Historias (Re)Conectadas: un enfoque renovado para la narración digital’

La periodista y productora Sara Trejos invitó a repensar la narración digital más allá de la publicación y el consumo inmediato. Con ejemplos prácticos y ejercicios colectivos, mostró cómo las historias pueden reconectar con las audiencias al convertirlas en cocreadoras y agentes de cambio social.

Por Luisa Fernanda Gómez / @ilusa_gomez 

La periodista y creadora de contenidos Sara Trejos (fundadora de Sillón Estudios, fellow RNTC 2022 y productora de Presunto Podcast) condujo el taller ‘Historias (Re)Conectadas: un enfoque renovado para la narración digital’. Durante cuatro horas, las y los participantes exploraron nuevas formas de pensar la narración en un ecosistema mediático atravesado por plataformas, algoritmos y públicos hiperconectados, con énfasis en el rol de la audiencia como cocreadora y agente de transformación social.

El viaje de las historias: más allá de contar para informar

El taller comenzó con una pregunta simple pero desafiante: ¿qué les falta a las historias hoy? Las respuestas de los asistentes —“tiempo”, “empatía”, “recursos”— dieron pie a una reflexión sobre los vacíos de la práctica periodística y el riesgo de que narrar se reduzca a producir y publicar sin detenerse a pensar si realmente se está conectando con la gente. “Centren su interés en las personas”, sugirió la tallerista.

Trejos insistió en que las historias no son solo un vehículo de información: “Son la forma en que le damos sentido al mundo”. Un adjetivo cambia la forma en que las audiencias se relacionan con la realidad: no es lo mismo decir “cambio climático” que “crisis climática”. Ese poder de enmarcar obliga a periodistas y comunicadores a reconocer su capacidad de modificar la manera en que las personas habitan el mundo.

Affordances: las posibilidades de acción del entorno digital

Uno de los conceptos centrales fue el de affordances (o “posibilidades de acción”), tomado de la psicología y aplicado al ecosistema digital. No se trata solo de plataformas vistas como “redes sociales”, sino de un entramado que involucra usuarios, desarrolladores, organizaciones, algoritmos e inteligencias artificiales.

Para Trejos, el reto del periodismo digital está en aprovechar estas posibilidades no únicamente para generar likes o reacciones rápidas, sino para que el público haga algo con la información. “Nosotros queremos es que además de que nos den like, algo ocurra con ese contenido”, mencionó.

Esto implica integrar a la audiencia en la creación misma de la historia, no solo en la recepción pasiva. Ejemplos como el Pulitzer ganado por el periodista del Washington Post, David Fahrenthold, quien convirtió un cuaderno de notas en un proceso colectivo de verificación de datos en Twitter, evidencian cómo la interacción puede ser más poderosa que el producto final.

Mutante como caso: periodismo participativo para la acción

Trejos compartió también la experiencia de Mutante, medio colombiano que se define como una plataforma de periodismo participativo para el cambio social. Allí la interacción con las audiencias se hace a través de la metodología de la “conversación social” que se estructura en tres fases: hablar, comprender y actuar, a través de la cual se co-construye el conocimiento con los públicos y se propende por ir más allá. 

Esta metodología es, igualmente, un ejemplo de que el periodismo no termina en informar, sino que también puede devolver a las audiencias productos concretos —manuales, guías, directorios, barajas de conversación— que faciliten la transformación de la realidad.

Marcos de interpretación: de la queja al llamado a la acción

La segunda parte del taller se centró en el framing o enmarcamiento narrativo. Trejos propuso entender los marcos como embudos que van desde los grandes temas (como derechos humanos o desigualdad) hasta símbolos condensadores que resumen una causa —por ejemplo, el pañuelo verde en las luchas feministas—.

El énfasis estuvo en evitar que las historias se queden en el conflicto y la queja: “Las noticias como género son fuente de conflicto y ya. Ver un noticiero es solo escuchar quejas sin abordar soluciones, experiencias, ni llamados a la acción”, señaló la tallerista.

Este enfoque se conecta con un principio clave: las creencias impulsan acciones, pero también hay acciones que transforman creencias. Para lograrlo, es necesario diseñar relatos que inspiren a la audiencia a verse a sí misma como protagonista de cambios, y no solo como espectadora de problemas.

La agencia: del individuo a lo colectivo

El concepto de agencia —la capacidad de actuar de manera significativa y efectiva— atravesó toda la conversación. Según la tallerista, no basta con exponer un problema: hay que trazar caminos que muestren qué hacer, cómo y con quién.

Los ejemplos revisados durante el taller fueron diversos: desde campañas digitales contra empresas que vulneran derechos hasta recursos análogos que, impresos en fanzines, circulan de mano en mano en comunidades. “La innovación a veces es volver a lo análogo”, enfatizó Trejos, subrayando que los espacios de encuentro comunitario son donde realmente ocurre el impacto.

Reconectar para transformar

El taller cerró con un debate sobre los dilemas del oficio en un mundo digital polarizado. ¿Qué significa tener agencia en este contexto? ¿Cómo pueden los medios diseñar historias que no solo informen, sino que propicien cambios reales?

La apuesta de Sara Trejos quedó clara: renovar la narración digital pasa por reconectar con las audiencias como sujetos activos. Las historias deben ser vivas, relacionales y transformadoras. En palabras de la tallerista, “los robots ya hacen lo que nosotros: ¿qué nos da propósito? Que la gente actúe con nosotros”.

Sobre Sara Trejos

Es emprendedora de medios, evaluadora de proyectos y cofundadora de Sillón Estudios, productora de pódcast y teatro responsable de shows premiados como Presunto y Expertos de Sillón. Ha trabajado en televisión, cobertura de eventos masivos y gestión cultural, y es profesora en la Universidad Javeriana. Forma parte de la junta directiva de Fundación Karisma.

Sobre el taller

‘Historias (Re)Conectadas: un enfoque renovado para la narración digital’ se llevó a cabo el 27 de julio de 2025 en Bogotá, en el marco del 13° Festival Gabo. Fue dirigido por la periodista y productora Sara Trejos, en alianza con  RNW Media.

Sobre el Festival Gabo

Con el lema ‘Vernos de cerca’, el Festival Gabo 2025 se celebró en múltiples escenarios de  Bogotá, entre ellos el Gimnasio Moderno y las sedes de BibloRed. Este año reunió a más de 150 invitados de Iberoamérica y del mundo en más de 100 eventos organizados por la Fundación Gabo.

El Festival Gabo es posible gracias a Bancolombia, CAF – banco de desarrollo de América Latina y la Alcaldía de Bogotá a través de la Secretaría de Cultura y BibloRed.

Relatoría del taller ‘Códigos y relatos: inteligencia artificial en la producción audiovisual’

Por Camilo Calderón / Andrés Martínez Zalamea

Introducción

El domingo 27 de julio de 2025, en el marco de la 13.ª edición del Festival Gabo, se realizó en Bogotá el taller ‘Códigos y relatos: inteligencia artificial en la producción audiovisual’. La cita reunió a periodistas, realizadores y estudiantes con un interés común: entender cómo la inteligencia artificial (IA) puede aportar, de manera práctica, en etapas centrales de la producción como la investigación, el guion, el montaje y la creación de imágenes.

Los encargados de dirigir la jornada fueron Jorge Caballero (Colombia) y Anna Giralt Gris (España), cofundadores de GusanoFilms y de la iniciativa Artefacto. Con ellos, los asistentes pasaron de explicaciones conceptuales a ejercicios prácticos y de allí a debates abiertos sobre los usos y límites de estas herramientas. Artefacto trabaja desde tres ejes: acercar el cine a la tecnología, desarrollar pedagogías de investigación y divulgación, y crear soluciones técnicas pensadas desde y para el audiovisual.

La idea central del taller fue desarmar los mitos alrededor de la IA. No se la presentó como una inteligencia general todopoderosa, sino como un conjunto de modelos y técnicas que cumplen funciones específicas. Bien elegida, una herramienta puede ahorrar tiempo, revelar patrones y abrir posibilidades creativas; mal usada, puede nublar el criterio humano o desplazar responsabilidades editoriales.

Los participantes llegaron con inquietudes muy concretas: identificar herramientas útiles para redacciones y rodajes, aprender a redactar instrucciones claras —los llamados prompts— y reflexionar sobre los límites éticos y riesgos editoriales. Los maestros insistieron en evitar posturas extremas: ni rechazo automático ni entusiasmo desmedido. La apuesta fue por una apropiación crítica, en la que la IA actúa como asistente para análisis, organización y exploración creativa, sin sustituir la voz autoral ni periodística.

El panorama internacional ayudó a dimensionar el tema: cada vez más festivales —SXSW, TIFF, IDFA, Visions du Réel, Rotterdam, Berlín, Locarno, Tribeca, Sundance, CPH:DOX, Hot Docs, Sheffield DocFest, Marché du Film Cannes, Sitges— exhiben obras apoyadas en IA. Y las colaboraciones con instituciones como ARTE, Runway AI, Hailuo AI, Hugging Face, OpenDocs, la Cinemateca de Bogotá, RTS Radio Télévision Suisse, el Goethe-Institut o la revista Caimán muestran que el cruce entre cine y algoritmos ya es un campo de exploración compartida.

Como primera conclusión, la IA aparece como un recurso eficaz para optimizar búsquedas, verificaciones y análisis de patrones narrativos y visuales, siempre que se use con responsabilidad. Los pilotos realizados al final —generación de imágenes fijas y en movimiento, seguidos de su evaluación colectiva— permitieron comprobar su potencial y discutir cómo ubicarla en la mesa de edición y en el set. Ese ejercicio abrió la puerta a pensar en la IA como un medio emergente con lenguajes propios.

Una “declaración IA” de cierre reforzó la mirada crítica: recordó que ningún sistema es neutral y que también debe considerarse la huella ambiental de su uso. El investigador Eryk Salvaggio, citado en la sesión, estima que producir mil imágenes en Midjourney (un generador de imágenes a partir de texto) equivale a 4,1 millas recorridas en coche o 35 litros de agua. Su propuesta es reducir impactos con resoluciones más bajas, reutilización de archivos y flujos híbridos que combinen IA con materiales de archivo.

Qué entendemos por “IA” en la mesa de edición y en el set

Los facilitadores propusieron distinguir entre dos grandes familias:

  • IA discriminativa: la que entiende y clasifica. Sirve, por ejemplo, para detectar objetos en una escena o rastrear la frecuencia de aparición de un personaje en un guion.
  • IA generativa: la que produce. Permite escribir un resumen, crear una imagen conceptual o generar un clip audiovisual a partir de instrucciones.

El contraste se volvió tangible con ejercicios concretos. Una prueba con YOLO (You Only Look Once, un modelo de visión computarizada especializado en detección de objetos en imágenes y video en tiempo real) permitió inventariar lo que aparecía en una escena con distintos niveles de confianza. En otro ejercicio, los participantes redactaron descripciones textuales para que un modelo generara imágenes: un simple cambio en las palabras transformaba por completo el resultado, lo que mostró la importancia de aprender a formular prompts.

De ahí surgió una idea clave: ningún modelo lo hace todo. Cada sistema resuelve un conjunto acotado de tareas y conviene elegir con precisión qué se le pide. La metáfora utilizada fue la del “complejoscopio”: una lente que ayuda a descubrir patrones y relaciones narrativas que normalmente pasan inadvertidos, como la recurrencia de ciertos temas o la distribución de voces en un relato.

El debate se conectó con el esqueumorfismo tecnológico, el fenómeno por el cual las nuevas tecnologías imitan prácticas conocidas antes de redefinirlas. Igual que los primeros automóviles parecían carruajes sin caballos o las primeras interfaces digitales copiaban escritorios y carpetas, la IA empieza replicando flujos familiares. Ya en 1985, un artículo del Hawaiian Tribune advertía con ironía que, “hasta que pueda lavar los platos, la computadora doméstica seguirá teniendo poco valor para las familias”. Aquella desconfianza reflejaba que, mientras una máquina no asumiera tareas cotidianas reconocibles , su utilidad parecía dudosa. Con el tiempo, como sucedió con la fotografía y el cine, el verdadero salto llega cuando la tecnología deja de imitar y crea formas propias.

Los avances recientes en Big Data, redes neuronales y procesadores gráficos (GPUs) explican por qué la IA pasó de ser un campo experimental a convertirse en una herramienta cotidiana. Dichos componentes sostienen tanto el análisis discriminativo como la generación creativa, e influyen en la producción audiovisual.

Usos periodísticos y cinematográficos: análisis y relato

La inteligencia artificial abre nuevas posibilidades para leer y descomponer un guion o un metraje. Durante el taller, los participantes exploraron técnicas como el conteo de vocabulario, el seguimiento de verbos y adjetivos, el trazo de la evolución de los personajes y la visualización de los vínculos entre ellos. Estos ejercicios mostraron cómo un modelo de IA puede revelar la arquitectura de una historia en aspectos que a simple vista permanecen ocultos.

El trabajo con descripciones de imágenes —por ejemplo, distintas variaciones de una escena con un perro— permitió comprobar cómo pequeños cambios en el lenguaje producen transformaciones significativas en el resultado. Con ello quedó claro que la IA puede intervenir tanto en el análisis previo —al ayudar a identificar ritmos narrativos, puntos de giro o balances de voces— como en la puesta en escena, al sugerir visualizaciones alternativas que enriquecen el proceso creativo.

Un caso especialmente revelador fue el de Membrana. Jorge Carrión publicó esta novela en 2021 con una premisa singular: la narradora es una inteligencia artificial del año 2100 que redacta el catálogo del Museo del Siglo XXI. El resultado fue un texto entre lo poético y lo técnico, con tintes distópicos y especulativos. Al pensar en una adaptación audiovisual, Carrión consideró natural trabajar con IA real, en diálogo con los equipos de Anna Giralt Gris y Jorge Caballero. De esa colaboración nació un proyecto donde personajes como Karla Spinoza —madre de los “algoritmos catedral”— cobran cuerpo y rostro a través de sistemas generativos, y en el que guion, imagen, color y sonido se desarrollan con protocolos algorítmicos. El ejemplo evidenció cómo la IA puede integrarse en la puesta en escena sin suplantar la voz del autor, ofreciendo materiales y bocetos que expanden el lenguaje narrativo y replantean la colaboración entre humanos y máquinas.

En el terreno de los textos escritos, la IA puede funcionar como un “segundo ayudante” de edición: revisar consistencia, verificar referencias y vigilar el estilo. Eso sí, siempre bajo la mirada crítica y la supervisión de un editor humano.

Herramientas trabajadas: muestrario y usos

El taller no se quedó en la teoría. Los participantes exploraron un abanico de herramientas que hoy están marcando la pauta en el cruce entre IA y producción audiovisual.

  • YOLO (You Only Look Once): un modelo de visión computarizada que detecta objetos en imágenes y video en tiempo real. Los facilitadores mostraron su uso en proyectos propios como Artefactos de Guerra, donde ha permitido inventariar elementos de una escena de manera rápida y con distintos niveles de confianza.
  • Gemini: un modelo multimodal de Google capaz de trabajar con texto, imagen y datos combinados. En la práctica, resulta útil para investigar y sintetizar fuentes; sin embargo, cuando los materiales son sensibles, conviene usar versiones locales que garanticen privacidad.
  • Midjourney: un generador de imágenes a partir de descripciones escritas, muy popular por la calidad estética de sus resultados.
  • Runway: una plataforma diseñada para creadores audiovisuales que permite editar y generar video con IA, desde reemplazo de fondos hasta escenas completas.
  • Veo 3: modelo especializado en la creación de video a partir de instrucciones textuales.
  • DaVinci Resolve: un software profesional de posproducción que ahora integra funciones de IA para agilizar montaje, color y efectos.

El recorrido incluyó también distintas modalidades de trabajo con imágenes y video:

  • Texto a imagen, como DALL·E o el propio Midjourney, que traducen descripciones en imágenes.
  • Imagen a imagen, como Stable Diffusion, que permite transformar o variar una imagen ya existente.
  • En video, se exploraron tres rutas: la animación cuadro a cuadro con Deforum, la interpolación de movimiento con RIFE, y los sistemas de texto a video como Sora (OpenAI) o Pika Labs, que generan clips completos a partir de descripciones.

Los facilitadores también compartieron comparativos entre distintos modelos de lenguaje —GPT-4, Gemini, Grok 3 y Claude—, explicando parámetros clave como el context window (la cantidad de texto que un modelo puede procesar de una vez), la temperatura (qué tan creativo o literal es en sus respuestas) y las penalizaciones (ajustes para evitar repeticiones). Estas referencias dieron a los participantes criterios prácticos para elegir la herramienta adecuada según el proyecto, equilibrando potencia, costo, privacidad y colaboración.

Modelos de lenguaje: cómo pedir y cómo evaluar

Una parte central del taller fue aprender a dar instrucciones claras a los modelos de lenguaje. No basta con escribir cualquier cosa en la caja de texto: la forma en que se formula el prompt (la instrucción) determina por completo la calidad de la respuesta.

Los facilitadores propusieron una fórmula sencilla con cuatro piezas: rol, tarea, contexto y formato. Es decir: asignar un papel a la IA (“actúa como editor de estilo”), definir lo que debe hacer (“corrige este párrafo”), dar información suficiente para orientarla (“el texto es un reportaje cultural para un público general”) y aclarar cómo debe entregar el resultado (“devuélvelo en párrafos de máximo cinco líneas”).

Para estructurar estos pedidos se sugirió inspirarse en el método SMART (Specific, Measurable, Achievable, Relevant, Time-bound): instrucciones específicas, medibles, realistas, relevantes y, cuando aplica, acotadas en el tiempo. En los ejercicios, los asistentes armaron prompts completos, revisaron los resultados, hicieron ajustes y repitieron el ciclo, comprobando que trabajar por iteraciones con revisión humana es más eficaz que esperar una respuesta perfecta al primer intento.

Entre las buenas prácticas que se compartieron destacan: dar contexto antes de pedir resultados, incluir ejemplos concretos, ser específico en tono, extensión y estructura. Entre los errores a evitar: instrucciones vagas (“hazlo mejor”), pedidos imposibles o sobrecargar de información irrelevante.

También se habló de la elección del modelo según la tarea. No es lo mismo pedirle a un sistema que redacte un texto creativo que confiarle datos sensibles. En casos de información altamente confidencial, conviene trabajar en entornos locales o controlados. Se mostró como ejemplo NotebookLM, un sistema que permite subir documentos propios y analizarlos con un modelo multimodal, combinando texto, tablas e imágenes en una misma búsqueda.

Finalmente, se abordó la cuestión de la detección de texto generado por IA. No existe un método infalible, pero hay señales que delatan la intervención algorítmica: frases repetitivas, giros grandilocuentes poco naturales (algunos ejemplos en inglés: “delve into”, “realm”, “pivotal”), exceso de conectores o un estilo demasiado uniforme.

Imagen y video con IA: posibilidades y límites

El taller también entró en el terreno visual, explorando cómo trabajan las principales rutas creativas de la IA. Los participantes experimentaron con procesos que van desde convertir un texto en imagen (caso de DALL·E o Midjourney), hasta generar un video a partir de imágenes o construirlo cuadro por cuadro, como en la animación tradicional. También se mostraron procesos híbridos, que mezclan varias técnicas en una misma pieza. Al comparar resultados entre plataformas, fue evidente que cada una tiene un estilo propio: unas ofrecen mayor precisión en la composición, otras privilegian el movimiento o la textura.

Las tendencias más visibles apuntan hacia hibridaciones estéticas, donde un mismo plano puede mezclar rasgos pictóricos y fotográficos, o hacia transiciones fluidas que conectan escenas sin cortes bruscos. Otra línea en expansión es la de las variaciones de escala, que permiten pasar de un detalle microscópico a un plano general sin perder continuidad. Estas exploraciones muestran cómo la IA está ampliando el lenguaje audiovisual más allá de los límites tradicionales.

Para aprovechar mejor estas herramientas, los facilitadores recomendaron pensar cada pedido como una “ficha técnica” del plano. Igual que un director describe a su equipo el encuadre, el sujeto, la acción, la composición, el tipo de lente, la textura o la iluminación, conviene detallar esos elementos en el prompt. Cuanto más clara sea la descripción, más control tendrá el creador sobre el resultado.

Los instructores sugirieron usar prompts universales —mencionar estilo, tipo de plano, atmósfera— y, cuando se necesita más precisión técnica, recurrir a estructuras JSON, un formato que permite indicar con exactitud parámetros de cámara, color o movimiento.

Los facilitadores y participantes concordaron en que la IA es un generador de bocetos y alternativas, pero no sustituye el trabajo de dirección. Sirve para ensayar estilos, probar atmósferas o encontrar soluciones visuales inesperadas, pero la decisión final y el sello artístico siguen estando en manos del equipo humano.

La reflexión sobre los límites expresivos se apoyó en referencias teóricas que ayudaron a darle contexto a los experimentos prácticos. Roland Barthes sirvió para pensar en la ambigüedad semántica de las imágenes, siempre abiertas a múltiples interpretaciones que los algoritmos no logran acotar del todo. Jean Baudrillard ofreció un marco para discutir la descontextualización, cuando la IA genera imágenes sin anclaje en la realidad. Y Maurice Merleau-Ponty permitió abordar la idea de una percepción desencarnada, en la que falta la experiencia corporal y sensible del creador humano.

Para mostrar que este debate no es nuevo, se trazó un puente con la écfrasis griega —la práctica de describir imágenes con palabras— y con la iconotextualidad moderna, que estudia cómo texto e imagen dialogan en una misma obra. Lo que cambia hoy es la velocidad: gracias a los prompts, esa interacción ocurre de manera inmediata y a gran escala.

Ética y riesgos: cómo cubrirse las espaldas

Más allá del entusiasmo creativo, el taller puso sobre la mesa los riesgos de trabajar con inteligencia artificial y las precauciones necesarias para no perder control ni credibilidad.

Uno de los temas centrales fueron las alucinaciones: respuestas inventadas por los modelos que suenan verosímiles, pero no tienen base en datos reales. Cualquier salida de la IA debe verificarse con fuentes externas antes de publicarse. Lo mismo ocurre con los sesgos, inevitables porque los modelos se entrenan con información proveniente de contextos culturales y políticos específicos. La única forma de reducir su impacto es mantener una lectura crítica de cada resultado.

La privacidad marcó otra línea de debate. No es lo mismo trabajar con herramientas locales que con servicios en la nube, donde los datos viajan a servidores externos. Cada equipo debe evaluar qué tan sensible es el material y decidir dónde correr el riesgo.

En el plano editorial, la palabra clave fue transparencia. Cualquier uso de IA en un reportaje, documental o pieza audiovisual debería explicarse al público: qué parte se produjo o procesó con algoritmos y por qué. Esa honestidad no solo protege al medio, sino que también fortalece la confianza de la audiencia.

La discusión se amplió al terreno laboral y legal. La Ley de Inteligencia Artificial (AI Act), aprobada en la Unión Europea en 2024, clasifica los usos de la IA por nivel de riesgo: permite aplicaciones creativas siempre que cuenten con consentimiento y estén claramente etiquetadas, pero prohíbe prácticas de manipulación subliminal o vigilancia emocional. Sin embargo, permanece sin resolver un punto crucial: la atribución autoral. ¿A quién pertenece un resultado generado con IA: al creador humano, al modelo, o a la empresa que lo gestiona?

Los costos energéticos también entraron en juego. Cada imagen o video generado tiene una huella de carbono y de agua, y se insistió en la necesidad de reducirla: usar resoluciones más bajas cuando sea posible, reutilizar materiales y mezclar técnicas híbridas.

En el plano laboral, los números fueron contundentes. Ya en 2013, los economistas de Oxford Carl Benedikt Frey y Michael Osborne publicaron el estudio The Future of Employment, donde advertían que hasta el 47% de los empleos podría correr riesgo de automatización. Una década más tarde, OpenAI (2023) calculó que los modelos de lenguaje afectan hasta el 80% de las tareas de un trabajador promedio. Sin embargo, un estudio de Michael Shinn y colegas de Stanford (2024) mostró que los llamados agentes autónomos —programas diseñados para ejecutar tareas complejas sin supervisión humana constante— fallan en el 76% de los intentos, lo que confirma que todavía no pueden sustituir a las personas. De fondo, el Foro Económico Mundial (2025) proyecta que, hacia 2030, el 39% de las habilidades laborales cambiará, lo que obliga a invertir en reskilling: la capacitación continua de profesionales para adaptarse a nuevas tareas.

La conversación también tocó la estética emergente del cine hecho con IA. Aparecen rasgos recurrentes: un gusto por el surrealismo, el zoom infinito que encadena planos sin cortes, atmósferas retro-nostálgicas y narrativas que se pliegan sobre sí mismas en clave meta. Ejemplos recientes en festivales incluyen Ancestra (Tribeca 2025), About a Hero (IDFA 2024) y May 9th, 1982 (FIDMarseille 2025).

De cara al futuro, los facilitadores señalaron varios retos: conseguir personajes consistentes en imagen y voz a lo largo de una obra; avanzar hacia narrativas multimodales que combinen texto, audio, video e interacción; evitar la concentración en monopolios infraestructurales que controlen todas las capas de la cadena creativa; garantizar la privacidad en sistemas de RAG (Retrieval-Augmented Generation, modelos que buscan datos externos para dar contexto); y superar el esqueuomorfismo tecnológico, esa tendencia de la IA a imitar formas ya conocidas en lugar de inventar lenguajes propios.

Consejos prácticos para redacciones y equipos

El taller dejó una serie de recomendaciones concretas para que periodistas, realizadores y editores puedan incorporar la IA en sus rutinas sin perder control creativo ni caer en riesgos legales o éticos. La idea no es sumar tecnología por moda, sino integrarla con criterio, sabiendo qué esperar de cada herramienta y cómo documentar su uso.

1. Definir el rol de la IA en cada etapa del proceso
La IA funciona mejor cuando tiene una tarea clara. En la investigación puede sintetizar fuentes o detectar patrones; en la escritura de guiones, ayudar a verificar consistencia; en la edición, cruzar información textual y visual; y en la posproducción, generar materiales de apoyo como bocetos o assets visuales. Es clave especificar desde el inicio el formato de salida esperado —listas, resúmenes, storyboards— para alinear expectativas y evitar sobrecarga. Dado que las herramientas evolucionan rápido, conviene actualizarse de manera continua: modelos como Gemini o Runway cambian mes a mes y solo producen buenos resultados si se usan con criterio humano.

2. Establecer guías internas de uso
Las redacciones que quieran trabajar con IA necesitan manuales propios: plantillas de “rol-tarea-contexto-formato”, checklists de prompts efectivos y ejemplos comparativos de solicitudes claras frente a ambiguas. Una guía básica puede incluir instrucciones del tipo: “actúa como editor periodístico”, con tareas delimitadas y formatos específicos de respuesta. Además, no se trata solo de técnica: antes de usar un modelo en proyectos comerciales, hay que verificar licencias y condiciones de uso para no exponerse a problemas de propiedad intelectual.

3. Diseñar pilotos pequeños y medibles
Antes de transformar por completo un flujo de trabajo, conviene empezar con proyectos acotados. ¿Qué tanto tiempo se ahorra? ¿Qué errores se evitan? ¿La narrativa gana en claridad? Estas métricas simples ayudan a evaluar el impacto real. La recomendación es presupuestar de forma realista, considerando tanto el costo de las herramientas como la capacitación del equipo, y consultar desde el inicio a asesores legales para despejar dudas sobre derechos de autor, contratos o datos sensibles.

4. Documentar cada decisión y priorizar la transparencia
Un uso responsable de la IA exige dejar huella: qué modelo se usó (GPT-4, Claude, etc.), con qué prompts, qué resultados produjo y qué decisiones editoriales se tomaron a partir de ello. Esa trazabilidad protege al equipo y facilita auditorías. Lo mismo aplica al consentimiento: clonar voces, imágenes o usar datos personales requiere autorización explícita. La transparencia es la última capa: etiquetar y comunicar cuándo un contenido se apoyó en IA no solo responde a normativas como el AI Act europeo, sino que refuerza la confianza del público.

Sobre Jorge Caballero

Es creador e investigador que trabaja en la intersección de la tecnología, el cine y el impacto social. Es Doctor, mención Cum Laude por la Universidad Pompeu Fabra. Investigando el cine y su convergencia con la Inteligencia Artificial. Máster en Medios Interactivos por la Universidad de Limerick.  Ingeniero técnico de telecomunicaciones y Comunicador Audiovisual.

Como profesor asociado en la Universidad Pompeu Fabra y la Universitat Autònoma de Barcelona, lidera talleres que exploran la convergencia entre tecnología, cine y transformación social. Codirige el posgrado en Algoritmos de Cine e IA en la UAB, donde forma a la próxima generación de narradores en la era de la inteligencia artificial.

Caballero es cofundador de GusanoFilms y Artefacto, donde sus producciones se han proyectado y han recibido reconocimiento en festivales de prestigio como Rotterdam, HotDocs, SXSW, DocNYC, Guadalajara, Mar del Plata, BAFICI, o Visions Du Reel entre muchos otros. Su trabajo ha sido respaldado por el Sundance Institute, Tribeca Film Institute, con el apoyo de televisiones y plataformas como ARTE, Discovery Channel, TV3,  entre muchas otras. Como director, ha sido galardonado en dos ocasiones con el Premio Nacional de Documental en Colombia.

Su investigación incluye colaboraciones con la ONU en proyectos de realidad virtual centrados en el proceso de paz en Colombia, y estudios innovadores sobre la capacidad del cine para inducir cambios comportamentales pro-sociales. Actualmente miembro del comité de selección del IDFA Bertha Fund.

Sobre Anna Giralt Gris

Anna Giralt como cofundadora y CEO de Artefacto está a la vanguardia de la producción de películas innovadoras y el desarrollo de nuevas iniciativas en medios, con un enfoque en aplicaciones cinematográficas y programas educativos impulsados por inteligencia artificial de vanguardia.

Es una reconocida cineasta, productora e investigadora, además de CEO y cofundadora de Artefacto, un centro de investigación, producción e innovación en cine y tecnología con sede en Barcelona.

Ha producido y dirigido películas y proyectos de nuevos medios que han sido seleccionados y premiados en festivales como IFFR, CPH:DOX, Visions du Réel, HotDocs, SXSW o IDFA, entre muchos otros. En 2018 fue seleccionada para el IDFA DocLab Academy y en 2019 para el Berlinale Talent Campus.

Anna también es coordinadora del posgrado “Cine, Algoritmos e Inteligencia Artificial” en la Universidad Autónoma de Barcelona y profesora asociada en la UPF. Ha colaborado con instituciones como el CCCB, la Fundación Foto Colectania, MediaLab Prado y Sónar+D, entre otras.

Es licenciada en Comunicación Audiovisual y tiene un Máster en Investigación en Comunicación por la Universidad Pompeu Fabra. Desde 2017 investiga el impacto de la inteligencia artificial en el cine, y sus presentaciones más recientes han tenido lugar en el Marché du Film de Cannes, Sheffield Doc Fest, Sunny Side of the Doc, el Instituto Goethe y la conferencia internacional Picture This, entre muchas otras.

Sobre el Festival Gabo

Con el lema ‘Vernos de cerca’, el Festival Gabo 2025 se celebró en múltiples escenarios de  Bogotá, entre ellos el Gimnasio Moderno y las sedes de BibloRed. Este año reunió a más de 150 invitados de Iberoamérica y del mundo en más de 100 eventos organizados por la Fundación Gabo.

El Festival Gabo es posible gracias a Bancolombia, CAF – banco de desarrollo de América Latina y la Alcaldía de Bogotá a través de la Secretaría de Cultura y BibloRed.

Relatoría del taller ‘Narrar lo invisible: investiga, descubre y cuenta desde el periodismo cultural’, con Héctor Feliciano

Por: Ivonne Arroyo M.

Héctor Feliciano está convencido de que cualquier tema puede narrarse desde un enfoque de periodismo cultural. Mira a su alrededor, las caras de los asistentes al taller ‘Narrar lo invisible: investiga, descubre y cuenta desde el periodismo cultural’, que se realiza en Bogotá, en uno de los salones de la Biblioteca Nacional de Colombia, y señala las sillas en las que todos están sentados. ¿Podríamos escribir sobre las sillas con un enfoque cultural? De hecho sí, responde. “Sobre su historia, su diseño, sus usos”.

“Lo difícil es saber cómo articularlo. Puedes comenzar contando la historia de alguien que se levanta de la butaca y del dolor que siente al incorporarse. No es un tema fascinante, pero depende de cómo se puede inventar algo más fino sobre cualquier cosa”, explica. Todo depende del punto de vista del periodista: desarrollarlo es esencial para el periodista cultural, así como para cualquier tipo de periodista, porque se trata de nuestra mirada sobre el mundo. Esa perspectiva “puede ser amplia o estrecha, pero debe ser auténtica”, destaca Feliciano. Para afinarla hay que conocerse lo suficiente. “Mientras mejor se conozca uno —y uno se conoce por medio de sus orígenes, sus intereses, sus dudas, las dudas sobre uno mismo y sobre el tema, que son una fuente de riqueza— mejor puede crear un punto de vista”, asegura.

Varios de los asistentes se animaron a compartir sus propias dudas sobre ellos mismos. Una periodista audiovisual extranjera confesó sentirse, a menudo, una especie de impostora al narrar culturas ajenas. “Soy europea y estoy intentando escribir sobre cultura latina. ¿Qué derecho tengo yo?”, se cuestionó. Para Feliciano, “uno puede escribir sobre lo que uno quiera y no debería sentir la culpa”. En especial en su caso, al estar consciente de su lugar de enunciación, “puede contar desde otro enfoque, más abierto”.

“No podemos aspirar a que las culturas estén estancadas, solas, en una especie de burbuja y que tengan un monólogo consigo. La cultura es un diálogo”, considera Feliciano. 

Salir a las ramas, volver al tronco

El punto de vista también queda en evidencia al armar una estructura, escoger personajes, escenas y testimonios. Aquello que seleccionamos y descartamos en un trabajo periodístico está atravesado por nuestra mirada propia. ¿Cómo saber qué va y qué no? Feliciano invita a pensar en la narración como un árbol: hay un tronco firme que sostiene la historia y, a partir de él, se despliegan ramas que permiten explorar subtemas.

“Me ayuda hacer un índice de lo que voy a escribir, sin importar que vaya a escribir un texto de 800 palabras o un libro entero”, explica. Ese esquema previo es la columna vertebral: “Te permite ver qué va a ser el tronco, desde el cerebro hasta la pelvis, y te va a permitir usar la historia de la A hasta la Z”. Un constante “sales a las ramas y vuelves al tronco, sales y vuelves”.

La metáfora sirve para recordarnos el lugar que ocupa nuestro criterio de selección en la estructura narrativa. Se trata de pensar conscientemente qué sostiene la historia y qué complementa. Así, las ramas enriquecen el paisaje, pero el tronco asegura que la historia cumpla su consigna, sea cual sea.

En busca de un lector ideal

Toda pieza periodística se dirige a alguien, aunque no lo tengamos frente a nosotros. Es lo que Feliciano llama el lector ideal: una figura imaginada que nos guía durante la escritura: ¿Cuál será el tono, el nivel de referencia y de profundidad adecuados? Feliciano dice que, cuando escribe, lo hace pensando en este “compuesto de lector que nos hemos inventado”. 

Pero ese lector no es único, sino una mezcla de lectores que varía según el género periodístico y el tema. En un reportaje breve, puede imaginarse como un lector curioso que busca claridad inmediata, pero en una investigación más extensa, puede ser alguien mucho más exigente y complejo. 

En su libro El museo desaparecido, una investigación periodística sobre el saqueo de arte realizado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, Feliciano se vio obligado a pensar en un lector especialmente riguroso: “Sabía que los museos iban a estar con el hacha buscando desacreditarme. Tenía que incluir a un lector que me exigiera el máximo, casi en la misma línea que un curador de museo, porque si yo fallaba en el título de un cuadro, me iban a eliminar. Pero también tenía que pensar en un lector que quería divertirse”, recuerda.

Durante el taller, algunos asistentes compartieron sus inquietudes en relación con esa figura imaginada. Un periodista deportivo reconoció que a veces resulta difícil ampliar el horizonte de los hinchas sin perderlos: “En el periodismo deportivo sabemos que no podemos dar ciertas referencias demasiado cultas porque se reduce el público, pero también hay que acostumbrar a la audiencia a esas referencias”.

En el centro, la credibilidad

La credibilidad fue definida en el taller como “la base de cualquier forma de periodismo”. No se trata de un atributo opcional, sino del principal capital del periodista. Así como Feliciano insistía en el juego de salir a las ramas y regresar al tronco, regresaba él mismo siempre a la credibilidad, para hablar de ella como un cultivo que se debe cuidar y hacer crecer.

Esa credibilidad se construye en la relación directa con los lectores. Un pacto que no depende de un medio específico, sino de la calidad del trabajo propio. “Nosotros tenemos que dejarle saber al lector que estamos haciendo lo mejor que se puede y que hay una credibilidad que tienen en nosotros, eso es esencial, ese es el pacto principal de todo periodista”, dijo Feliciano. Para el maestro, se trata de “lo más preciado”, pues la credibilidad se lleva de un lugar a otro, más allá del medio de comunicación donde se trabaje. “Puedo llevarlo de un medio a otro. Escribo un libro, y se sabe que mi reportería es así, que voy a darte lo mejor”.

Que la audiencia crea realmente en el periodista cultural importa mucho más en contextos donde la mayor parte de la cultura está centralizada por el Estado —a través de los teatros, los festivales, las fiestas patronales o las bibliotecas—, explica Feliciano, porque el periodista puede terminar convertido en un portavoz de los discursos oficiales. Feliciano insistió en que “no podemos ser el megáfono del poder, sino que debemos traerle al lector otro punto de vista”. Para lograrlo, es necesario acudir a fuentes alternas, a voces que permitan matizar o incluso cuestionar lo que dicen las instituciones.

El maestro hizo una comparación entre las coberturas que siguen la agenda institucional y que se alimentan de los relacionistas públicos como quien cubre algún tema entrevistando únicamente a quienes intentan promocionar y vender ese tema como si fuese un producto: “Se habla mucho de IA, pero uno de los grandes fallos es que están entrevistando a gente que a la vez nos vende la inteligencia artificial. Ya inmediatamente desconfío de lo que me va a decir, porque el que vende IA nunca va a criticar el producto”. Para él, la tarea del periodista es buscar voces diversas que aporten perspectivas distintas para ofrecer al lector un panorama más amplio y honesto.

Cuando se cumple con esa tarea  resistimos los intentos de manipulación y cuidamos la confianza de la audiencia. De ese lector, tanto imaginario como real, al que no debemos subestimar porque “siempre se da cuenta cuando lo están tomando de bobo”, dice Feliciano. “No podemos hacer parte de una secta que cree todo lo que se dice. La credibilidad es lo más importante que tenemos, no podemos fallarle al lector”.

En cambio, debemos ser tan curiosos como ese ideal de lector. Sólo así, cree el maestro, encontraremos enfoques de periodismo cultural en temas que a otros les resultan irrelevantes, como las sillas del salón de la Biblioteca Nacional de Colombia. Al final del taller, una funcionaria le dio la razón, pues no estábamos en un espacio cualquiera: “Aquí vino Manuel Zapata Olivella y se tomaron la biblioteca para reivindicar el movimiento negro; Beatriz González estuvo aquí; Álvaro Mutis, y Débora Arango cargando una de las primeras piezas de una obra suya sobre la masacre de las bananeras”.

Sobre Héctor Feliciano

Es licenciado en Historia por la Universidad de Brandeis, tiene una maestría de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia y un diplomado doctoral en Literatura Comparada de la Universidad de París. Ha colaborado en El País, Clarín, The Washington Post, Los Angeles Times, y en las revistas Etiqueta Negra, Letras Libres y El Malpensante.

Es autor de El Museo desaparecido, obra por la que la Universidad de Columbia le otorgó la beca del National Arts Journalism Fellowship Program (NAJP). También ha sido miembro del Comité de expertos de la Comisión Presidencial de Bienes del Holocausto en los Estados Unidos. Es maestro director, junto con Jonathan Levi, de la Beca Gabo de Periodismo Cultural,  una iniciativa organizada anualmente por la Fundación Gabo. También ha sido editor y coordinador de los libros de la Fundación Gabo: Las mejores crónicas de América Latina II y Gabo periodista.

Sobre el taller 

Se realizó en Biblioteca Nacional de Colombia el 26 de julio de 2025, en el marco del 13° Festival Gabo. La actividad contó el apoyo del Programa Nacional de Concertación Cultural del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes de Colombia.

Bajo la dirección de Héctor Feliciano, los participantes exploraron el cruce entre la investigación rigurosa y la narración literaria y conocieron herramientas para construir relatos que combinan profundidad documental con estructura narrativa y sentido ético.

Sobre el Festival Gabo

Con el lema ‘Vernos de cerca’, el Festival Gabo 2025 se celebró en múltiples escenarios de  Bogotá, entre ellos el Gimnasio Moderno y las sedes de BibloRed. Este año reunió a más de 150 invitados de Iberoamérica y del mundo en más de 100 eventos organizados por la Fundación Gabo.

El Festival Gabo es posible gracias a Bancolombia, CAF – banco de desarrollo de América Latina y la Alcaldía de Bogotá a través de la Secretaría de Cultura y BibloRed.

Relatoría del taller ‘Narrar personas, no personajes: una guía para el perfil periodístico’, con Jon Lee Anderson

En el Festival Gabo 2025, periodistas y estudiantes exploraron junto a Jon Lee Anderson las claves del perfil como género narrativo. La conversación giró en torno a cómo acceder a las fuentes, construir escenas y mantener la mirada atenta para narrar personas en su complejidad, más allá de la caricatura o la biografía plana.

Por Luisa Fernanda Gómez Cruz / @ilusa_Gomez

Una treintena de periodistas tuvieron el privilegio de participar en un espacio para reflexionar sobre el género del perfil periodístico, un ejercicio narrativo que exige sensibilidad, reportería rigurosa y apertura para comprender la complejidad humana. Jon Lee Anderson, periodista norteamericano y reportero de The New Yorker, compartió su experiencia construyendo perfiles de figuras como Augusto Pinochet, Charles Taylor, Hugo Chávez y Gabriel García Márquez, entre otros.

A lo largo de la sesión, el periodista destacó que el perfil, más que una semblanza o biografía es un intento por narrar la vida de alguien a través de sus contradicciones, escenas significativas y relaciones con el mundo que habita. Pero también es una manera de acercarse al mundo, a una época, a un país o a una cultura, a través de una persona.

Estas son las claves que compartió Anderson con los participantes del taller “Narrar personas, no personajes: una guía para el perfil periodístico” que se realizó el 27 de julio, en el marco del Festival Gabo 2025.

El perfil: más allá de la semblanza

Para Jon Lee Anderson no existe la clasificación de géneros periodísticos que tenemos en América Latina: crónica, reportaje o perfil son lo mismo para él. En esta charla, sin embargo, hizo un esfuerzo por describir el perfil periodístico y las claves para construirlo.

Empezó haciendo una descripción por oposición: no es una semblanza, ni una biografía; el perfil es una ventana a las complejidades de una persona. Una manera de acercar al lector a un país, una cultura o un tema, a través de una persona. “A las personas nos interesa lo que hacen otros, porque lo que pasa en el mundo pasa por las personas”, dijo el maestro, quien recordó sus primeras experiencias en The New Yorker, donde escribió perfiles de líderes políticos como Augusto Pinochet y Charles Taylor. Estos trabajos no eran simples biografías, sino intentos por entender cómo estos hombres de poder entendían el mundo y actuaban en él.

Dejarse sorprender

Anderson no va a las entrevistas con un guión montado. “No me gusta acercarme como un carpintero que ya sabe dónde meter el serrucho”, dijo. “Prefiero dejarme sorprender. Recoger aspectos de la persona que no esperaba”.

Mantiene los ojos abiertos a todo aquello que compone la naturaleza humana. Está atento a encontrar puntos en común con el entrevistado, que detonen conversaciones novedosas. Observa todo como si fuera visto por primera vez. Está presente, con todos sus sentidos. Busca situaciones, escenas. 

“Cuando estoy con gente de poder, muchas veces sirve viajar con ellos porque ves cómo miran a su país a través de la ventana. Qué comentan, qué es lo que ven que no ves tú. Esos momentos son muy reveladores”, dijo Anderson.

Para ejemplificar esta enseñanza, habló sobre su perfil de Augusto Pinochet, una figura que no creyó conseguir entrevistar, pero a quien llegó a través de perseverar en la idea. Consiguió varias entrevistas con él, escuchó sus versiones, se acercó a su universo.

“Sin duda no lo llegué a conocer completamente pero llegué a entenderlo de una forma en que no había sido comprendido antes. Pude dar un poco de luz en su forma de pensar y su forma de percibir el mundo”, señaló el periodista. 

Trabajo previo

Luego de que le asignan un tema, Anderson revisa lo que sabe sobre ello. Hace algo de lectura previa, escucha música relacionada y quizá ve alguna película o documental. Pero no lee artículos periodísticos sobre el mismo asunto. 

“No me gusta leer cosas recientes que hayan escrito sobre el mismo tema. No es por temor de copiar, aunque creo que es un riesgo real”, dijo el cronista. “Es un instinto de no querer que me coloreen lo que yo pienso. Para conservar la sensación de territorio virgen”, que según Anderson es fundamental para hacer un buen texto y debe permanecer durante las distintas fases de la reportería. “Siempre trata los lugares como si fueran nuevos, como si nunca hubieras ido antes. Porque al llegar a un sitio nuevo, todo es nuevo, entonces todos tus sentidos están abiertos”, señaló.

El acceso y la reportería

La reportería de un perfil se parece a abrir puertas una y otra vez. El maestro compartió cómo llegó hasta Pinochet a través de su hija, quien inicialmente desconfiaba de él. “El acceso personal es una utopía, pero cuando se logra, puede dar lugar a algo extraordinario”, señaló.

Ese acceso, explicó, se gana con paciencia, escucha y disposición a observar más allá de lo evidente. Una escena en un museo militar o una conversación casual sobre la Carretera Austral pueden revelar más del personaje que una entrevista formal.

Escenas: el corazón del perfil

Para escribir cualquier texto periodístico hay que hacer entrevistas. En el caso de textos de largo aliento, como los que escribe Jon Lee Anderson, hay que hacer decenas de entrevistas. 

Pero por más espacio que se tenga para escribir, es imposible citar e introducir a todas las personas con quienes se conversó. Y la clave de esa elección está en la posibilidad de construir escenas a partir de la conversación. 

“A veces, algunos entrevistados solo te dan una cabeza parlante y ya”, dijo Anderson, porque la entrevista tuvo lugar en un escenario aburrido, por ejemplo. Pero otros, —por un detalle, un recuerdo, un gesto— aportan la atmósfera necesaria para la narración.

La escritura: intuición y ritmo

El maestro subrayó que, aunque el perfil se nutre de reportería rigurosa, la escritura también es un acto creativo. “Las palabras deben tener un ritmo, un canto”, dijo, comparando la construcción de un texto con una composición musical.

El arranque debe intrigar y atrapar al lector, sin necesidad de ser sensacionalista. A partir de ahí, la estructura se va revelando en el proceso de escritura, con espacio tanto para la precisión periodística como para la cadencia literaria. En eso consiste la escritura de crónicas, perfiles y reportajes.

Intervenciones de los asistentes

Los participantes enriquecieron el taller con preguntas que abordaron tanto la técnica como los dilemas éticos del perfil y sobre ello versó el grueso de la conversación que se extendió más allá de las cuatro horas destinadas para ello. Los entrecomillados corresponden a las respuestas literales de Jon Lee Anderson.

  • ¿Para qué te sirve todo lo que ves y escuchas que te dicen que es off the record?

“Para tener una mejor comprensión del personaje”.

  • ¿Cómo hacer que la audiencia no ame u odie a un personaje, incluso cuando ha hecho mucho mal?

“El perfil tiene que reflejar ambas cosas. Si no puedes contar las dos realidades, no es un perfil. A veces tenemos que arriesgarnos a que la gente vea cómo es la cosa. La gente tiene sus lados buenos y sus lados malos. Hay que incluirlo todo, si es que se puede”. 

  • ¿Tomas notas, grabas o confías en tu memoria?

“Las tres cosas. Si es un mandatario, hay que grabar, porque tienes que tener citado exactamente lo que te dijeron. En general es bueno grabar, pero a mí no me gusta mucho porque cambia la dinámica de la conversación. Cuando puedo, no grabo por esa razón. Pero es muy instintivo: con algunas personas grabo y con otras no. A veces empiezo grabando y pienso que si grabo, se va a perder la atmósfera.

Y si no grabo, apenas salgo de la entrevista, tomo nota. Pero toca salir y ponerse a escribir. Si lo haces inmediatamente, lo recuerdas casi todo: si fueron tres horas de entrevista, vas a estar tres horas recuperándolo. Vas a perder algunos matices, algunas sutilezas, pero lo armas todo. A mí me funciona empezando por lo más fresco, voy por ahí y llego hasta el comienzo. Si esperas unas horas para empezar a tomar apuntes, lo que queda en la memoria es cada vez menos, una noción.

La arquitectura, la emoción, todo eso lo tendrás presente si lo recuperas en el momento en que terminas”.  

  • En qué o en quién piensas cuando escribes, ¿en tu perfilado o en tu audiencia?

“Pienso en la historia que está saliendo de mí y trato de pensar si eso que acabo de escribir está bien, si voy por buen camino. No pienso en si determinado personaje va a sentirse bien con lo que escribo o no”.

  • ¿Cómo abordas el perfil de personajes con quienes es difícil empatizar?

“Lo más peligroso es dejar que las cosas cicatricen sin procesarlas. En mi caso, que no he sufrido las cosas, que he visto bastante, me perturba la memoria algunas cosas que he visto y sí, haber compartido con personas nefastas. Pero no tengo pesadillas. Escribir sobre ello me mantiene sano”.

Conclusiones

El taller dejó varias lecciones centrales para quienes desean narrar personas y no personajes:

  1. El perfil es un género de comprensión, no de condena ni enaltecimiento de una figura. Debe reflejar todas las facetas de una persona, incluso las contradictorias.
  2. El acceso y la reportería son procesos de paciencia. No siempre se logra hablar directamente con el personaje, pero las voces de su entorno también iluminan su mundo.
  3. Las escenas construyen la narración. No se trata solo de acumular datos, sino de encontrar momentos que revelen quién es alguien en su cotidianidad.
  4. El periodista debe llegar abierto. Evitar prejuicios y planes rígidos permite descubrir matices inesperados.
  5. La escritura es intuición y ritmo. El perfil debe ser fiel a la reportería, pero también cautivar a través de un lenguaje con cadencia propia.
  6. El poder exige escrutinio. Perfilar a los poderosos es una manera de fiscalizarlos y comprender cómo conciben la justicia y la sociedad.

Sobre Jon Lee Anderson

Periodista estadounidense (California, Estados Unidos, 1957). Reportero de The New Yorker. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo.  Inició su carrera en Perú en 1979 como miembro del semanario The Lima Times y se especializó desde entonces en temas políticos latinoamericanos y en varios conflictos modernos, incluyendo los de Siria, Afganistán, Libia e Iraq. Ha desarrollado una escuela sobre la forma de escribir perfiles, habiendo realizado los de importantes personalidades mundiales como Fidel Castro, Gabriel García Márquez, Augusto Pinochet, el rey Juan Carlos I de España y Hugo Chávez. Entre sus más recientes incluyen perfiles de Evo Morales, Jaír Bolsonaro y Gabriel Boric. 

Ha publicado los libros: Che Guevara: Una vida revolucionaria (1997), La tumba del león: Partes de guerra desde Afganistán (2002), La caída de Bagdad (2004), El dictador, los demonios y otras crónicas (2009), La herencia colonial y otras maldiciones: Crónicas de África (2012), Los años de la espiral: Crónicas de América Latina (2020) y He decidido declararme marxista (2024), entre otros. Forma parte de la plantilla permanente de la revista The New Yorker, y ha sido maestro de la Fundación Gabo desde el año 2000.

Ganó en 2013 el Premio María Moors Cabot que cada año entrega la Universidad de Columbia en Nueva York a periodistas que con su destacada trayectoria han contribuido a mejorar las relaciones en el continente americano.

Sobre el Festival Gabo

Con el lema ‘Vernos de cerca’, el Festival Gabo 2025 se celebró en múltiples escenarios de  Bogotá, entre ellos el Gimnasio Moderno y las sedes de BibloRed. Este año reunió a más de 150 invitados de Iberoamérica y del mundo en más de 100 eventos organizados por la Fundación Gabo.

El Festival Gabo es posible gracias a Bancolombia, CAF – banco de desarrollo de América Latina y la Alcaldía de Bogotá a través de la Secretaría de Cultura y BibloRed.

Relatoría del taller ‘Crónica y etnografía: narrar con el cuerpo, escuchar con el método’, con Juan Martínez d’Aubuisson

Por: Ivonne Arroyo M. 

Esta relatoría comienza con un hallazgo. A Juan Martínez d’Aubuisson le tomó años de reportería, estudio y trabajo etnográfico hasta que, por fin, lo entendió: entre las maras salvadoreñas no existe en realidad ningún conflicto, explica. Mejor dicho: no hay una diferencia profunda que las enfrente ni que las convierta en verdaderas enemigas.

“¿Entonces por qué se pelean?”, le pregunta uno de los asistentes al taller ‘Crónica y etnografía: narrar con el cuerpo, escuchar con el método’, que se llevó a cabo el 25 de julio en la Biblioteca Gabriel García Márquez de Bogotá. La respuesta corta de Martínez: es el juego serio de la violencia. La respuesta más completa y extensa está en las investigaciones que ha publicado a lo largo de su carrera como cronista y antropólogo sociocultural. En libros como Ver, oír y callar. Un año con la Mara Salvatrucha 13, El que tenga miedo a morir que no nazca y Crónicas Negras

Durante el taller del 13° Festival Gabo, Martínez compartió la carpintería de su campo metodológico: una combinación de convivencia prolongada, diarios de campo y entrevistas de largo aliento a miembros de las pandillas más violentas de países como El Salvador, Honduras y Guatemala. “Mientras más tiempo pasaba con ellos, más me daba cuenta de algo que me explotó la cabeza: las maras no tenían un conflicto; peleaban, y era muy fácil confundirse por la intensidad de la violencia que ejercían entre sí, pero no había una diferencia profunda en nada”, explica.

A diferencia de los grupos guerrilleros al margen de la ley en Colombia, que se disputan el control territorial y las economías ilegales —“una diferencia irreconciliable que no arreglan a través de la política, sino del plomo”—, las maras “no tienen un desacuerdo profundo ni sustancial”. Son estructuras compuestas por personas con trayectorias y perfiles socioeconómicos similares: familias desestructuradas, muchos de ellos abandonados desde la infancia, pobres e inmersos en un contexto violento.

“Pero cuando les preguntás —y créanme que lo he hecho más o menos 200 veces—: ‘¿Cuál es el conflicto que tienes tú, como pandillero de la MS13, con el Barrio 18? ¿Por qué pelean?’, ninguno ha logrado explicarlo. Justamente porque no tienen un conflicto, sino una cadena de venganzas”, cuenta Martínez. Si a un joven le asesinan a su hermano, él irá a asesinar al hermano del asesino. Una constante de “tú me haces daño, yo te hago daño” sin fin. 

El hallazgo que comparte Martínez nos ayuda a comprender mejor las dinámicas de violencia entre las pandillas salvadoreñas. Esa perspectiva resultó reveladora para los asistentes del taller, no solo porque amplía el panorama sobre las maras, sino porque muestra cómo la etnografía le permite al periodismo aportar nuevas comprensiones sobre fenómenos sociales. En un momento en que los estudios académicos y los medios de comunicación repetían la misma información sobre las pandillas, Martínez lograba decir algo nuevo gracias a un método distinto.

“Las metodologías de la academia, la psicología, el periodismo y el trabajo social no eran suficientes para explicar cómo las pandillas estaban desbordando a El Salvador. El método de esas publicaciones era la encuesta hecha por veteranos. Casi que les preguntaban: ‘¿Por qué eres pandillero? Marca una de estas cuatro opciones. ¿Qué esperas de la pandilla? ¿Cómo está conformada tu familia?’. Era como esa broma poco divertida que hacen los antropólogos: llega un antropólogo a una comunidad y le dice a la gente: ‘Explícame tu realidad sociocultural’”, dice.

En cambio, Martínez ha experimentado con una mezcla entre etnografía y periodismo, que le permite comprender a fondo y contar más y mejor la violencia social en El Salvador y en todo el Triángulo Norte de Centroamérica. Esa es una de las bondades del trabajo etnográfico: tiene el poder de transformar la forma de acercarse a los temas. Es una apuesta de largo aliento, un cuerpo metodológico que combina convivencia prolongada y observación participante para generar conocimiento antropológico.

Sin embargo, lo que realmente marca la diferencia es que los hallazgos del trabajo de campo no se presentan a modo de paper académico, sino como crónica, con calidad narrativa y originalidad. “El método para obtener la información es académico y el método para socializar el resultado es a través del periodismo narrativo. Entonces, es este híbrido el que a mí me interesa comenzar a desarrollar, aunque obviamente no es un cuerpo metodológico desarrollado hasta ahora”, aclara Martínez.

Un ejemplo de crónica etnográfica es Buscando a Mikelson: un apartheid en el Caribe, crónica ganadora del Premio Gabo 2025 en la categoría Texto. En esta serie, publicada en Redacción Regional y Dromómanos, el cronista salvadoreño investiga los entresijos del sistema de apartheid que sufren los migrantes haitianos y sus descendientes en República Dominicana. Todo comienza con un video anónimo en el que se ve a dos policías dominicanos arrojando desde un tejado a un hombre negro. Martínez emprende la búsqueda de ese hombre y, en el camino, se encuentra con un sistema de violencia escalofriante e impune: hombres baleados con escopeta o arrastrados por la carretera, mujeres abusadas, bebés separados de sus padres y víctimas a quienes se les niega atención médica.

Pero primero, los lentes de la etnografía

El primer paso antes de entrar al mundo de la etnografía es asegurarse de que el tema “sea susceptible de ser investigado a través de la crónica etnográfica”. Parece evidente, pero no lo es. “No podemos hacer una crónica etnográfica sobre la corrupción, porque implica convivencia con una población, y un trabajo periodístico sobre casos de corrupción o un reportaje sobre los dineros de un puente que fueron desviados no aplica para esto”, explica.

Luego de cerciorarnos de que la historia tiene cabida en la crónica etnográfica, Martínez nos invita a escoger los lentes a través de los cuales ver la realidad. Esos lentes no son otra cosa que el planteamiento de un marco teórico o conceptual. “En el periodismo muy rara vez las crónicas se trabajan desde un marco conceptual, e incluso en la academia hay una confusión importante”, lamenta Martínez, quien ha sido profesor universitario. Justo desde ese lugar académico, ha visto “con mucha tristeza” que se considere el marco teórico “como una especie de paso burocrático para luego meterse a investigar de verdad”.

A veces se cree que elaborar un marco conceptual es simplemente “leer algunos autores, hacer un poco de discusión o resumir las posturas de los autores más o menos referentes al tema que vamos a estudiar, y luego ya nos metemos a trabajar”. Pero es más que eso. Para huir de esa idea, Martínez propone asumir el planteamiento del marco teórico como “un compendio de ideas profundas trabajadas por otros, que nos permiten generar categorías de análisis para poder estudiar”. O, retomando la fórmula poética usada antes, como “los lentes con los que vemos la realidad”.

“Si usted escoge los lentes, por decirle algo, del materialismo dialéctico, va a encontrar un montón de contradicciones de clase y de luchas de clases, y con esos lentes va a interpretar y a explicarnos lo que sea que quiera explicar. Si sus lentes son los de una de las diversas corrientes de género, lo que usted va a encontrar es un montón de desigualdades de género, de injusticias de género. Ese es el marco teórico”, explica.

Para el cronista y antropólogo salvadoreño, escoger esos lentes es el paso más importante de cualquier trabajo académico y de cualquier crónica etnográfica. Es preguntarse: ¿qué ideas elaboradas por otros vamos a llevar al terreno? “Lo que nos diferencia de otras herramientas y de otros caminos periodísticos es justamente la existencia de un marco teórico”, dice.

Luego, el verdadero reto es definir cómo ese marco teórico se expresa en la crónica. “Eso sí puede ser una de las cosas más difíciles”, advierte Martínez. “Pero la idea es que esté presente no solo al principio como un paso burocrático, sino que atraviese todo el documento”. En sus textos sobre las maras salvadoreñas, el marco conceptual es lo que sostiene la idea de que entre las pandillas no hay un conflicto profundo. Es la base de sus postulados. Todo gira alrededor de un concepto: el juego serio de la violencia. 

“El antropólogo Clifford Geertz retoma un concepto que llama juego profundo, en el que explica que normalmente todas las estructuras sociales parten del juego. Eso es justo lo que tienen las pandillas: una especie de juego serio en donde se espera que el contrario te ataque y te agreda para entonces poder agredirlo”, explica Martínez.

En palabras de otro autor, Wim Savenije, el día que una pandilla realmente elimine a la otra atravesará una seria crisis de identidad. Es como el sentido de la pelea en un boxeador. “Un boxeador no es absolutamente nadie si se sube solo a un ring con unos guantes. Necesita al otro boxeador, y se van a hacer mucho daño, pero el boxeador no tiene problema con el otro. No lo conoce ni siquiera, no lo odia, pero lo necesita para boxear”, dice.

Así se ve el juego serio de la violencia que alimenta a las maras. Para Martínez, aunque sea arbitrario decirlo, “justo esto es lo que define a las pandillas en el mundo, y justo esto lo que las diferencia de otros grupos criminales o violentos”. Es la frontera que separa a las pandillas de las bandas dedicadas al secuestro o de los carteles. “Ahí radica el verdadero núcleo de la identidad. No en hacer plata, no en vender droga, no en controlar un territorio, sino en poder jugar a la violencia con un grupo similar”, añade. 

Un repaso a la historia 

De la mano del marco teórico está el marco histórico. Importa mucho, porque los procesos históricos son los que dan forma a la realidad de hoy. Pero “el presente etnográfico no sale por generación espontánea”. Cualquier fenómeno social, desde una pandilla hasta un mercado, está sostenido en capas de historia.

“Sería muy difícil explicarnos a nosotros mismos sin saber sobre nuestra infancia, de dónde vienen nuestros padres y abuelos. Sería muy difícil que sepamos quiénes somos y por qué hacemos lo que hacemos si no conocemos eso”, dice Martínez. Por eso necesitamos tanto del pasado para comprender el presente.

Así funciona también con la crónica etnográfica. El asunto es que el marco histórico no es solo un conjunto de datos del pasado, sino más bien “un proceso sistemático de comprender, valga la redundancia, procesos históricos que llevaron a la realidad que estamos estudiando ahora”.

No se trata, entonces, de una bolsa de datitos curiosos para adornar la crónica. Tampoco de contar que “aquí comió un dictador” o que “este barrio fue un asentamiento indígena en el siglo XVIII”. Eso puede entretener, pero no explica nada. En cambio, “necesitamos estudiar de manera sistemática los procesos que han construido lo que nosotros estamos estudiando a través de la etnografía”. Esa mirada histórica, lejos de limitarnos, nos da libertad: nos permite ver más allá de la anécdota inmediata y comprender las tensiones profundas que sostienen lo que narramos.

Claro, el reto está en incluir ese marco histórico en una crónica sin romper el pulso narrativo. Martínez insiste en que no es simplemente abrir un apartado de “historia” que el lector pueda saltarse, sino de incorporar esa explicación en la narración misma. La clave es que el contexto histórico aparezca entrelazado con las escenas y los personajes. Narrar e interpretar al mismo tiempo.

Finalmente, la etnografía: convivir un tiempo prolongado con las comunidades, estar presente en los lugares a tal punto que “por ejemplo, las personas y los emisores de violenta te respeten y te hablen”. “Lo más importante al llegar a un lugar es la permanencia”, destaca Martínez. Pero antes, recomienda, “hay que hacer un mapa de actores para saber quiénes son las fuerzas que llevan la palabra y cómo se relacionan entre sí”. 

No es cuestión de infiltrarse en las comunidades, advierte Martínez. “Es mucho más práctico si nos presentamos como lo que somos: soy un antropólogo, periodista, estoy haciendo un trabajo sobre esto y eso. En la medida de que engañés menos, la calidad de la información va a ser mejor”.

Sobre Juan Martínez d’Aubuisson

Antropólogo sociocultural salvadoreño, ha dedicado su carrera al estudio de la violencia, las pandillas, las migraciones y las dinámicas sociales en Centroamérica y el Caribe. Es autor de libros como Ver, oír y callar y Para morir nacimos, y coautor de El Niño de Hollywood y Crónicas negras. Su trabajo ha sido reconocido con el Premio Ortega y Gasset 2024, el True Story Award y el Kurt Schork Award al periodista freelance del año. Su enfoque combina la investigación etnográfica con una narrativa potente y comprometida.

Sobre el Festival Gabo

Con el lema ‘Vernos de cerca’, el Festival Gabo 2025 se celebró en múltiples escenarios de  Bogotá, entre ellos el Gimnasio Moderno y las sedes de BibloRed. Este año reunió a más de 150 invitados de Iberoamérica y del mundo en más de 100 eventos organizados por la Fundación Gabo.

El Festival Gabo es posible gracias a Bancolombia, CAF – banco de desarrollo de América Latina y la Alcaldía de Bogotá a través de la Secretaría de Cultura y BibloRed.

Relatoría del taller ‘Herramientas para la cobertura electoral’

Por Daniela Trujillo

Las épocas electorales son un momento clave para el oficio periodístico. No solo por el mero hecho de mantener a los espectadores informados, sino porque es una labor clave para la democracia. De su rigor depende abrir preguntas importantes sobre candidatos, procesos y decisiones que afectan la vida pública.

En la era digital esto exige combinar el criterio editorial con herramientas tecnológicas y, pese a que la inteligencia artifical genera aún desconfianza, a través de esta se han creado herramientas útiles para aplicar en este contexto. Este taller, dirigido por la periodista y editora Mariana Alvarado y realizado el 27 de julio de 2025, en la edición número 13 del Festival Gabo, abordó algunas que han sido estructuradas por Google. 

El taller arrancó con una breve bienvenida y un reto que, en la inmediatez del ahora, aparece en el panorama: pasar de la necesidad de estar primero a la certeza de estar de forma útil. A partir de ejemplos prácticos se hizo un recorrido de herramientas, mostradas a continuación, aplicables a este contexto que, para Colombia, aparece ya en su futuro cercano.

Google Trends: identificar búsquedas

Durante los periodos electorales las preguntas de las audiencias deben ser las respuestas de los medios. Identificar qué están buscando permite convertir la intuición en evidencia y ver en un panorama amplio qué temas realmente importan, en qué regiones y a qué horas. Además, añade Mariana Alvarado, esto permite anticipar crisis informativas u oportunidades editoriales, también a optimizar la promoción y a orientar recursos limitados donde tendrán mayor impacto. 

Así pues, Google Trends es una herramienta vital para identificar búsquedas en crecimiento (personas, temas y preguntas relacionadas). Esta no da verdades absolutas, pero sí señales accionables que reducen el riesgo de publicar contenido irrelevante o tardío y aumenta la probabilidad de conectar con audiencias concretas en momentos clave. 

Su utilidad se puede aplicar en las decisiones que se toman para decidir hablar de un tema, para diseñar titulares y para programar publicaciones o newsletters según horas pico.

Puntos importantes y recomendaciones:

  • Las búsquedas se enmarcan en escala 0 a 100. Esto muestra picos relativos, no volumen absoluto.
  • Para realizar comparaciones se requiere consistencia, es decir, se deben relacionar los mismos tipos de términos para no generar falsas equivalencias.

NotebookLM: asistir la investigación

Una de las necesidades emergentes dentro de las salas de redacción es la de optimizar el trabajo de archivo. En ese sentido, herramientas como NotebookLM son esenciales. 

Esta fue presentada por Alvarado como un asistente de investigación que permite resumir documentos extensos y transformarlos en materiales útiles para la audiencia. A partir de documentos recopilados por los periodistas, es posible realizar con esta herramienta guías de votación, rastrear preguntas frecuentes o elaborar mapas conceptuales para explicar temas relacionados, por ejemplo, con las reformas propuestas por distintos candidatos. 

Para aprovecharla se sugirieron algunos prompts prácticos: pedir que un dossier sea resumido en seis viñetas enfocadas en votantes o que a partir de la información dada sean generadas cinco preguntas frecuentes. 

Para el caso de las guías es posible solicitar, por ejemplo, fechas clave, una explicación paso a paso sobre cómo votar desde el exterior; o bien, pedir la creación de un mapa mental paso a paso del proceso de votación, ideal para convertir en una infografía.

Google Analytics, News Consumer Insights y Reader Revenue Manager: analizar las métricas y optimizar las conversiones

El análisis de métricas es esencial para comprender cómo interactúan las audiencias con los contenidos y, a partir de ello, tomar decisiones editoriales informadas. Para las coberturas electorales es importante, más allá de contabilizar clics o visitas, identificar patrones, tanto de los temas como de los formatos que generan participación, así como de los momentos en los cuales la información es consultada. 

Así pues, estas métricas permiten ajustar coberturas en tiempo real, detectar qué preguntas del electorado siguen sin resolverse y mejorar la distribución de piezas en diferentes plataformas. Además, el seguimiento constante ayuda a medir el impacto social de los reportajes y garantizan que estén alineados con las necesidades de la audiencia.

Google Analytics es una fuente de datos útil que permite medir eventos como los clics en la suscripción de un newsletter, las cantidades de descargas de una guía de votación o la apertura de un mapa. Esto, junto a la aplicación de herramientas como News Consumer Insights, permite obtener métricas sobre el contenido, su engagement y monetización. Hecho esto, herramientas como Reader Revenue Manager sirven para optimizar las conversiones, basadas en los datos, y diseñar flujos que conviertan a lectores interesados en suscriptores del boletín electoral.

Puntos importantes y recomendaciones:

  • Es necesario configurar eventos y conversiones para medir llamadas a la acción.
  • Para tener mayor precisión, se recomienda segmentar las métricas por dispositivo y región.
  • Se recomienda usar insights para decidir recirculación o reformulación de piezas que no rinden y revisar diariamente las pestañas de audiencia y contenido durante la campaña.

Fact Check Explorer y Google Lens: comprobar la información

La verificación es fundamental cuando se habla de periodos electorales, porque garantiza que la información que llega a la ciudadanía sea contextualizada y libre de manipulaciones. Verificar no solo evita la propagación de contenidos engañosos, sino que además fortalece la confianza en los medios de comunicación y en los periodistas, quienes cumplen así con su papel de mediadores responsables entre los hechos y la ciudadanía.

Teniendo en cuenta esto, Google presenta Fact Check Explorer, un índice de verificaciones elaboradas por organizaciones acreditadas, que facilita identificar si una imagen o un enlace que circula ya fue objeto de verificación. La herramienta permite consultar no solo la existencia de la verificación, sino también la calificación asignada; por ejemplo, si es falso o está fuera de contexto. Además, permite rastrear la fuente que la realizó y el contexto temporal en que se emitió.

Alvarado destacó su utilidad para frenar la viralización de contenidos falsos antes de publicarlos o reenviarlos, lo que lo convierte en un recurso clave en coberturas electorales. Su uso práctico implica que, ante una pieza de información viral recibida por mensajería u otras vías, lo primero sea buscarla allí para comprobar su proveniencia.

Si el contenido ya cuenta con verificación, es posible citar esta adecuadamente en caso de requerir su uso. Por otro lado, en caso de que no exista una verificación previa, la recomendación es activar los protocolos internos de verificación del medio o del equipo de trabajo, asegurando que la información pase por un proceso riguroso antes de difundirse.

A esto se suman herramientas como Google Lens, que permite realizar una búsqueda visual rápidamente desde el teléfono para identificar origen o detalles de una imagen recibida por mensajería. Un ejemplo común son las campañas de difusión masiva a través de WhatsApp. Si esta tiene una imagen, es posible a través de esta herramienta, activar la opción de reverse image para rastrear su origen.

Seguridad digital y programas de protección

Para cerrar, durante el taller se compartieron varias prácticas de seguridad digital recomendadas para periodistas. Entre ellas se destacó la importancia de activar la verificación en dos pasos (2FA) en todas las cuentas, cambiar contraseñas de manera periódica, evitar anotarlas en lugares inseguros y no usar redes públicas para realizar operaciones sensibles. También se sugirió borrar el historial en dispositivos compartidos, variar las rutinas cotidianas y ser cuidadosos con la exposición de información sensible en espacios públicos.

Además, Alvarado presentó herramientas útiles para proteger tanto a periodistas como a medios. Entre ellas se mencionó Google Advanced Protection Program, diseñado para cuentas de alto riesgo como las de periodistas y editores; Project Shield, que ofrece protección contra ataques de denegación de servicio (DDoS) a sitios de noticias; y Outline, una herramienta para crear servidores VPN y resguardar las comunicaciones de los equipos en terreno.

Sobre Mariana Alvarado 

Periodista y editora bilingüe con más de 29 años de experiencia en medios impresos y digitales. Capacitadora de Google News Initiative para México, Centroamérica y Colombia; colaboradora del Centro Knight; embajadora de Viabilidad de Medios para la DW Akademie; cofundadora de la Red para la Diversidad en el Periodismo Latinoamericano. Máster en periodismo e investigación por Florida International University. Experiencia en Grupo Reforma, Expansión, Arizona Daily Star, Orlando Sentinel y La Opinión.

Sobre el Festival Gabo

Con el lema ‘Vernos de cerca’, el Festival Gabo 2025 se celebró en múltiples escenarios de  Bogotá, entre ellos el Gimnasio Moderno y las sedes de BibloRed. Este año reunió a más de 150 invitados de Iberoamérica y del mundo en más de 100 eventos organizados por la Fundación Gabo.

El Festival Gabo es posible gracias a Bancolombia, CAF – banco de desarrollo de América Latina y la Alcaldía de Bogotá a través de la Secretaría de Cultura y BibloRed.

Relatoría del taller ‘Explorar, narrar, innovar: inteligencia artificial aplicada al periodismo’

Por Daniela Trujillo

La inteligencia artificial se ha convertido en uno de los temas más relevantes de los últimos años. Con el paso del tiempo, su avance ha provocado tanto nuevos hitos como nuevas preguntas. Pese a que aún se ignoran muchos de sus usos, límites y alcances, su crecimiento ha sido exponencial y lo más responsable a ejecutar como consumidores de tecnología es, en suma, aprender a usarla y vincularla a diferentes necesidades específicas como lo que es: un apoyo complementario a la experiencia.  

Para el caso del periodismo —sin ignorar que debe ser una bandera para todos los usos, independientemente del oficio—, el uso de IA trae una gran cantidad de beneficios en pro de la optimización, pero asimismo requiere un compromiso ético importante que debe estar mediado por el ojo humano siempre. 

Por ello, enfocado en inteligencia artificial generativa y con el fin de abordar algunas herramientas útiles para quienes ejercen el oficio de ser periodista se realizó el taller ‘Explorar, narrar, innovar: inteligencia artificial aplicada al periodismo’. El taller tuvo lugar el día 26 de julio, en el marco del 13° Festival Gabo, y se llevó a cabo en alianza con Google News, bajo la dirección de la periodista y editora Mariana Alvarado.

Conceptos preliminares

La IA, aunque parezca un tema reciente, se ha venido implementando en diferentes áreas desde hace ya bastantes años. Por ejemplo, si en algún momento hemos tenido la oportunidad de usar Google Maps, el texto predictivo de Gmail o las búsquedas visuales de Google Images, nos hemos visto involucrados con herramientas potenciadas con IA.

Para poder comprender a profundidad cómo se implementa, es necesario establecer una base conceptual que nos permita reconocer qué es:

Inteligencia artificial

Alvarado define este concepto como “cualquier sistema informático entrenado para emular la inteligencia humana”. Así pues, este primer momento de la IA se relaciona especialmente con el lado izquierdo del cerebro, apoyando áreas que van en concordancia con la organización, la ejecución de cálculos o el análisis.

Inteligencia artificial generativa

Por otro lado, esta IA emula el lado derecho del cerebro. Alvarado la define como “cualquier sistema informático al que le enseñamos a crear contenido nuevo basado en texto, imágenes, código, etc.”. Todo esto con intervención de los Large Lenguge Models (LLM), modelos a los cuales se les entrena para comprender y generar texto.

Dentro de esta categoría aparecen herramientas como los chatbots, que, pese a que son uno de los instrumentos más usados y conocidos, en realidad son uno de los más nuevos. 

Es importante tener presente que este contenido nuevo no nace de una potencia imaginativa, sino de la disponibilidad de material al que pueda acceder la IA; por ello siempre requiere verificación.

Alucinaciones

Son aquellos errores que se encuentran en la IA generativa cuando no posee la información suficiente para dar una respuesta correcta. Estos se desarrollan tal como lo hace la mente humana: trabaja con los contenidos disponibles y si no los encuentra, vincula el contenido que le parece relacionado, así no sea cierto. 

Prompt

Instrucción o pregunta para interactuar con un chatbot.

IA generativa para el periodismo contemporáneo

La transformación del periodismo ha sido evidente. Ha pasado por la máquina de escribir, por el fax, el teléfono y ahora la IA. Sin embargo, pese al avance tecnológico, es el periodista quien brinda veeduría y verosimilitud a la información útil que se transporta. Teniendo en cuenta esto y los conceptos anteriormente nombrados, Alvarado aborda tres herramientas útiles para el oficio que emplean IA generativa como sistema, pero que reconocen la necesidad de la mano humana en su uso y verificación. 

El taller abordó principalmente tres herramientas: Notebook LM, PinPoint  y Gemini que se desarrollarán a continuación. 

NotebookLM

Lanzada oficialmente en el año 2023, esta herramienta fue diseñada por Google para facilitar el aprendizaje de literatura en estudiantes y, aunque su segmento de público inicial no son los periodistas, estos han encontrado facilidades para ejercer el oficio a través de ella, pues es una herramienta gratuita que tiene tres funciones primarias: encontrar, resumir y obtener información útil de manera muy rápida. 

Su confiabilidad es alta debido a que, por un lado, el usuario es quien se encarga de seleccionar la información con la cual la herramienta va a trabajar. Es decir, la extracción de datos sucede solo y únicamente del insumo que se le brinda. Por ende, el primer filtro sigue siendo el humano. Por otro lado, la IA no extrae o se alimenta de la información dada y basta con eliminar el cuaderno para desalojar los datos que se subieron, pues su modelo se optimiza a través de protocolos públicos concertados, haciendo que sea más seguro su uso.

En cuanto a sus virtudes, además de la seguridad, se encuentra la posibilidad de manejar gran cantidad de archivos en un solo cuaderno de audio, diapositivas, URL de contenido ya subido a la web y textos que, apenas subidos, son resumidos por la IA a través de conceptos clave que pueden ser transformados en otros contenidos según la necesidad. Así pues, es posible obtener en diagramas, guías de estudio, encuestas, líneas de tiempo y pódcast. Este último cuenta con dos interlocutores hechos con IA y más de 100 idiomas de traducción. 

La herramienta posee un chatbot al cual se le pueden realizar preguntas de profundización que va a responder citando las fuentes. 

NotebookLM permite comprender rápidamente temas que no se cubren o de los cuales no se tiene tanto conocimiento y, asimismo, profundizar en temas coyunturales, como las elecciones. A través de la herramienta, dice Alvarado, podríamos hacer cuadernos por candidatos para comprender su trayectoria o una guía de estudio para que la ciudadanía sepa cómo votar. Todos los contenidos que brinda se pueden utilizar para la redacción y su transparencia se evidencia en que el resultado obtenido no es modificable una vez procesado.

Algunos puntos para tener en cuenta:

  • Requiere ingreso con cuenta de Gmail.
  • No accederá a contenidos suscripción, aunque el usuario esté suscrito.
  • El límite de cuadernos es cincuenta.
  • Al igual que todas las IA, requieren revisión previa a la publicación de sus contenidos. 

PinPoint

Es una herramienta pensada para periodistas y académicos, enfocada en investigación. Su objetivo es ayudar a analizar grandes cantidades de documentos a través de colecciones, las cuales pueden tener hasta 200.000 archivos. 

Esta característica la hace indispensable para el periodismo de investigación, pues permite organizar documentos en indagaciones gigantes. Un ejemplo de ello es la colección de memorandos hechos por Elon Musk en el proyecto Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), realizada por el New York Times, donde el compendio—que además se puede consultar poque es público— posee más de 30.000 archivos.

Si bien Pinpoint no permite poner enlaces, sí permite subir cualquier archivo. Es decir, se pueden cargar tanto fotos como audios, documentos escaneados y videos que hayan sido tomados con un teléfono o grabadora y, a partir de lo cargado, se pueden hacer tablas para analizar la información insertando los valores de interés.

Otra de las funciones más importantes de esta herramienta es su segmentación de búsqueda avanzada, pues se pueden relacionar términos y discriminar la información de acuerdo con ello. Para comprender esto, Alvarado utiliza el siguiente ejemplo: “si estoy realizando una investigación sobre un Juan Pérez, que es corrupto, y tengo 100.000 archivos, en la búsqueda puedo poner ‘Juan Perez + corrupción’ y solo me saldrá lo que tenga esos términos, incluso si es de documentos escaneados”.

También, debido a la integración de chatbot, es posible realizar preguntas sobre los documentos cargados. Todo esto, claro está, de forma privada. 

Algunos puntos para tener en cuenta:

  • Requiere ingreso con cuenta de Gmail.
  • No accederá a contenidos suscripción, aunque el usuario esté suscrito
  • Al igual que todas las IA, requieren revisión previa a la publicación de sus contenidos. 

Gemini

Esta herramienta es, en suma, una asistente virtual que, si bien no es 100% precisa, permite consultar de forma rápida información de contexto, por ejemplo, sobre lugares a los cuales se desea ir a investigar o sobre las poblaciones a las cuales nos vamos a dirigir.

También, gracias a su conexión con el Google Workspace, es posible usarla como traductor simultáneo en Google Meet o pedirle acomodar una cita en Google Calendar. También es posible usar su generador de imagen en Google Slides.

Esto último es su función más popular en el público. Sin embargo, Alvarado aclara que, pese a su utilidad, nada debe reemplazar la tarea del periodista. Si el deseo parte de cubrir de forma gráfica un evento o suceso concreto, lo mejor y más ético es contar con registro real de ello o solicitar a la IA imágenes abstractas que no involucren recrear personas. Lo ideal para su uso se concentra en la construcción del prompt.

La forma que Alvarado ofrece para solicitar a la IA con mayor exactitud es:

  1. Explicarle al chatbot cuál será su rol dentro de la solicitud.
  2. Desarrollar la tarea que debe realizar.
  3. Especificar la audiencia que va a recibir esta información.
  4. Puntualizar las restricciones y ampliar el contexto de la solicitud.
  5. Especificar en qué formato se desea el resultado. 

Por último, Alvarado añade que, independientemente de la seguridad que brindan las herramientas, se debe mantener un protocolo propio que impida la fuga de datos sensibles de fuentes. Su recomendación final es cambiar las contraseñas de las cuentas cada dos meses, borrar los historiales de navegación y actualizar constantemente las aplicaciones para renovar los ajustes de seguridad. 

Sobre Mariana Alvarado

Periodista con más de veinte años de trayectoria. Es capacitadora de Google News Initiative para México, Centroamérica y Colombia. Embajadora de Viabilidad de Medios para la DW Akademie y colabora en el Centro Knight para el Periodismo en las Américas. Cofundadora de la Red para la Diversidad en el Periodismo Latinoamericano. Ex Teaching Fellow de Google News Lab para México, Centroamérica, Puerto Rico, Colombia y el Caribe. Cubrió migración y comunidad hispana en EE.UU. Tiene una maestría en periodismo e investigación por Florida International University. Fue colaboradora de Grupo Reforma y Expansión en México; y del Arizona Daily Star, Orlando Sentinel, La Opinión y otros medios en Estados Unidos.

Sobre el Festival Gabo

Con el lema ‘Vernos de cerca’, el Festival Gabo 2025 se celebró en múltiples escenarios de  Bogotá, entre ellos el Gimnasio Moderno y las sedes de BibloRed. Este año reunió a más de 150 invitados de Iberoamérica y del mundo en más de 100 eventos organizados por la Fundación Gabo.

El Festival Gabo es posible gracias a Bancolombia, CAF – banco de desarrollo de América Latina y la Alcaldía de Bogotá a través de la Secretaría de Cultura y BibloRed.

Relatoría del taller ‘Conectar para permanecer: construir audiencias en la era de la fragmentación digital’, con Enrique Anarte

Por Alejandra Garboza

En un ecosistema mediático marcado por la irrupción de nuevos lenguajes audiovisuales, la nueva manera de consumir información y el reto de tratar de entender los algoritmos, la pregunta que surge ya no es si el periodismo puede sobrevivir en plataformas como TikTok, sino cómo adaptarse para seguir siendo relevante. Con esta idea inició Enrique Anarte, corresponsal multimedia LGBTIQ+ de Context, el medio digital de la Fundación Thomson Reuters, el taller ‘Conectar para permanecer: construir audiencias en la era de la fragmentación digital’, realizado el viernes 25 de julio de 2025 en Bogotá, en el marco del 13° Festival Gabo.

“Al principio nos decían: no se puede hacer periodismo en TikTok. Pero todo ha cambiado”, recordó Anarte. Esta premisa se convirtió en una invitación a reconocer que el periodismo está ante un cambio narrativo irreversible, donde la atención de las audiencias es cada vez más breve, las plataformas marcan el ritmo del consumo y el gran desafío es construir confianza en medio del ruido digital.

Durante la primera parte del taller, se intentó llegar a un diagnóstico: los medios tradicionales ya no solo compiten entre sí, sino con creadores independientes, instituciones y organizaciones que han sabido conectar de forma más directa con los usuarios. En muchos casos, estas nuevas voces se han posicionado como fuentes confiables, mientras los medios enfrentan una crisis de credibilidad y el reto de dialogar con algoritmos de propiedad privada que determinan qué historias llegan y cuáles quedan sepultadas.

Pero Anarte insistió en ver esta crisis como una oportunidad: los formatos de video corto han demostrado no solo la capacidad de llegar masivamente a nuevas audiencias, sino también de recuperar la confianza en el periodismo, subrayando su rol como pilar democrático.

La audiencia en el centro

Otro de los ejes de la conversación fue la necesidad de reorientar el proceso periodístico hacia la audiencia. Antes de producir cualquier pieza, Anarte propuso hacerse preguntas clave:

  • ¿A quién quiero llegar?
  • ¿Qué saben y qué les importa?
  • ¿Cómo y cuándo van a ver este video?
  • ¿Qué quiero que hagan después de verlo?
  • ¿Yo mismo lo compartiría con un amigo?

Este cambio de enfoque supone reconocer que la misión del periodismo –informar con rigurosidad– permanece intacta, pero la manera de cumplirla cambia constantemente. Para Anarte, parte del terreno perdido responde a una falta de respeto hacia las audiencias más jóvenes y a la inercia conservadora de una industria que se siente más cómoda en los formatos tradicionales.

El guion como clave de todo

El taller se adentró a reconocer el guion periodístico como el centro de toda narración digital. Un buen guion debe atrapar desde los primeros segundos, sostener la atención y motivar a emprender una acción.

“Un buen comienzo vale más que mil palabras: tienes entre tres y cinco segundos para convencer a la gente en medio de un océano de contenidos”, explicó Anarte.

Entre los errores más frecuentes, señaló:

  • Usar un lenguaje poco conversacional.
  • Saturar de información.
  • Elaborar inicios demasiado largos o dependientes de la coyuntura.
  • Limitarse a narrativas lineales que pierden impacto en plataformas audiovisuales.

Escuchar y experimentar

Los materiales elaborados durante el taller, compuestos por ejemplos de guiones, ejercicios prácticos y reflexiones colectivas, reforzaron la idea de que el periodismo no puede seguir hablándoles a sus audiencias desde arriba, sino conversando con ellas al mismo nivel.

En ese sentido, los participantes exploraron cómo adaptar contenidos noticiosos a formatos como TikTok, Instagram Reels y YouTube Shorts, sin perder rigor ni credibilidad. Se discutió, por ejemplo, cómo la simplificación del lenguaje no significa banalización, sino una búsqueda de claridad que permita que los mensajes sobrevivan en entornos de saturación informativa.

Los ejercicios prácticos también pusieron en evidencia la importancia de escuchar activamente a la audiencia: analizar patrones de consumo, hábitos de interacción y retroalimentación directa. Como señaló Enrique: “Siempre la primera pregunta debe ser: ¿cuál es mi audiencia?”.

Periodismo en tiempos de algoritmos

Uno de los puntos más discutidos fue cómo los algoritmos han desplazado a los editores en la distribución de la información. Ya no consumimos lo que seguimos, sino lo que las plataformas nos sugieren. En ese contexto, el papel del periodista debe ser el de ‘hackear’ esos lenguajes para reconectar con el público y, al mismo tiempo, mantener un compromiso ético con la veracidad.

Aquí se discutió un dilema central: si los creadores ya aportan información, ¿qué valor añadido debe entregar un medio? Para Anarte, la respuesta está en el rigor, la verificación y la capacidad de contextualizar.

Lo que el taller dejó claro

  • El periodismo no puede seguir siendo una industria conservadora: debe experimentar con nuevas narrativas y plataformas.
  • Escuchar a la audiencia, simplificar el lenguaje y trabajar con guiones sólidos es clave para recuperar la confianza.
  • Los formatos de video corto son aliados para acercar el periodismo a nuevas generaciones sin perder profundidad.
  • La innovación no se mide por la tecnología usada, sino por la capacidad de poner al público en el centro.

El taller cerró con un recordatorio: el periodismo sigue teniendo una misión insustituible, pero el reto de esta era es cómo hacerlo sin perder la conexión con quienes nos leen, nos ven y nos escuchan.

“Nos adaptamos o dejamos de ser relevantes”, resumió Anarte, invitando a repensar el oficio desde la escucha, la creatividad y la experimentación, porque en un mundo de narrativas fragmentadas, conectar es la única manera de permanecer.

Sobre Enrique Anarte

Enrique Anarte es un periodista y creador de contenido español radicado en Berlín. Actualmente trabaja como corresponsal multimedia LGBTIQ+ de Context, el medio de comunicación digital de la Fundación Thomson Reuters. Anarte colanzó y dirige Openly, un canal de TikTok de la Fundación dedicado a noticias e historias LGTBIQ+ de todo el mundo. Anarte ha cubierto temas LGBTIQ+ y de derechos humanos de más de 20 países y ha escrito para Reuters, NBC News y DW, entre otros.

Sobre el taller ‘Conectar o desaparecer: cómo construir audiencias en la era de la transformación digital’

Con Enrique Anarte, de la Fundación Thomson Reuters, los participantes aprendieron, a través de ejercicios prácticos centrados en entender a las audiencias digitales y escribir guiones originales para estos ecosistemas, cómo utilizar y desarrollar formatos en video vertical para plataformas como TikTok, Instagram Reels y YouTube Shorts y adaptar los contenidos noticiosos sin perder rigor ni credibilidad.

Sobre el Festival Gabo

Con el lema ‘Vernos de cerca’, el Festival Gabo 2025 se celebró en múltiples escenarios de  Bogotá, entre ellos el Gimnasio Moderno y las sedes de BibloRed. Este año reunió a más de 150 invitados de Iberoamérica y del mundo en más de 100 eventos organizados por la Fundación Gabo.

El Festival Gabo es posible gracias a Bancolombia, CAF – banco de desarrollo de América Latina y la Alcaldía de Bogotá a través de la Secretaría de Cultura y BibloRed.

Relatoría del taller ‘Mentiras con poder: el periodismo frente a la desinformación’, con Laura Zommer

Por Juliana Murcia Flechas

Las narrativas de desinformación alimentan discursos de odio, vulneran los derechos de las personas y ponen en duda la legitimidad de los procesos y las instituciones. ¿Cómo contrarrestarlas con herramientas como el chequeo o el periodismo de datos? ¿Cuál es la manera efectiva de aplicar los métodos de verificación? ¿Puede la IA estar al servicio de la identificación de la mentira en diversos formatos?

Estas fueron algunas de las preguntas sobre las cuales giró el taller ‘Mentiras con poder: el periodismo frente a la desinformación’, liderado por la periodista y abogada argentina Laura Zommer, durante el Festival Gabo 2025. 

En este taller presencial con duración de cuatro horas, se encontraron 30 periodistas, documentalistas y docentes de 9 países de Iberoamérica para reflexionar, cuestionar y adquirir herramientas que les permitieran comprender a la desinformación como herramienta de influencia en la geopolítica y conocer de primera mano cómo se construyen y difunden los contenidos manipulados en contextos de crisis, elecciones y conflictos.

A partir de la experticia de Zommer como cofundadora y CEO de Factchequeado, se reiteraron pilares fundamentales para el medio de la comunicación en la actualidad como la creación de comunidad, la colaboración entre pares para aumentar el impacto y la experimentación con formatos y el desarrollo tecnológico para la innovación.

En el marco de la celebración de los 30 años de la Fundación Gabo, este taller dio apertura a la programación y se caracterizó por la activa participación de las personas, quienes expusieron sus inquietudes y desafíos encontrados frente al tema y también se llevaron una ‘caja de herramientas’ y recursos para fortalecer su capacidad de luchar contra la mentira. 

La primera organización de verificación de datos en América Latina

Laura Zommer comenzó su labor en verificación del discurso público  en el año 2012, en un medio independiente llamado Chequeado, el primero en América Latina y el sur global en dedicarse a esta labor. 

Todo partió de la insatisfecha necesidad que identificaron un físico, un químico y un economista, todos mayores de 60 años, quienes “no encontraban en los medios de Argentina lo que buscaban. Había mucha opinión y pocos datos y evidencias”. Entonces, fundaron Chequeado, un medio dedicado a cotejar los discursos de políticos, economistas, empresarios, líderes sindicales y sociales, periodistas, medios y otras instituciones formadoras de opinión, para así generar una clasificación que iba desde verdadero a falso y pasaba por un espectro intermedio que incluía engañoso, exagerado o insostenible. 

Laura se sumó en mayo de 2012, cuando el equipo lo conformaban un estudiante y una recién egresada, quienes son los actuales directores de Chequeado. 

En 2013 fueron finalistas del Premio Gabo en Innovación y finalmente en 2015 ganadores de dicho galardón. El impulso de ese reconocimiento les permitió crear LatamChequea, la primera red regional de verificación de datos, que conecta a más de 45 medios de comunicación en 19 países de América Latina. En 2025, su papel como referente de la verificación en la región le valió a Zommer el Reconocimiento a la Excelencia del Premio Gabo.

Contrarrestar la desinformación en la comunidad hispana de EE. UU.

Tras 10 años de trabajo en Chequeado, que ya tenía un equipo de 50 personas y sólidos programas de medios, innovación, desarrollo de tecnología y educación, surgió una pregunta: ¿qué hacer con el problema de la falta de financiación a los medios en español en EE. UU. y la creciente ola de mentiras que emerge cada dos años cuando hay elecciones?

Chequeado entonces hizo una alianza con la fundación española Maldita, “quienes técnicamente son nuestros competidores; pero en el medio no nos vemos como tal porque, en el mundo de contrarrestar la desinformación, nadie puede pensar que tiene un competidor”, mencionó Zommer. 

Así, en abril de 2022 fue lanzada Factchequeado como piloto. Ahora es una organización sin fines de lucro en EE. UU. que cuenta con un equipo de 10 personas. 

Factchequeado determinó tres pilares fundamentales que pueden inspirar a cualquier medio u organización: 

  • Comunidad: Enfocarse en las necesidades de la audiencia y en darle herramientas para aumentar su resiliencia.
  • Colaboración: Alianzas con otros para incrementar el impacto. (Factchequeado: 129 medios y organizaciones aliadas en 24 estados) 
  • Innovación: Estar donde la gente está informándose. Experimentar con formatos y desarrollar tecnología cívica.

“En Estados Unidos, siete de cada 10 latinos se informan en redes sociales. Hacer periodismo de calidad implica estar donde la gente se está informando”, mencionó Zommer, haciendo referencia a información publicada en el informe de consumo de noticias 2025 del Instituto Reuters de la Universidad de Oxford. 

Zommer instó  no ignorar los datos que nos dicen cómo se está informando la gente. Por ejemplo, en la actualidad más del 10% de la población se informa con ChatGPT, lo cual casi alcanza la cifra histórica del porcentaje de consumo de la radio en EE. UU: la cual es del 12%.

¿Qué información se puede chequear?

Hay dos aspectos para tener en cuenta cuando se tratan las mentiras con poder. Se debe tener claridad respecto a lo que se quiere verificar: 

  • Verdad o falsedad: Se parte de que hay claridad total sobre quien es el autor de la información. 
  • Autenticidad: Se procede a verificar si realmente la persona a la que está atribuida la información fue quien lo dijo.

Todo aquello que sea:

  • Factual
  • Posible de contrastar

Asuntos del idioma

En inglés, existe una clara identificación de los términos misinformation y disinformation: el primero alude a compartir información sin intención de daño (el usuario desconoce que no es cierto), mientras que el segundo implica la intención deliberada de causar daño. En español ambas categorías se expresan como ‘desinformación’. 

En esa medida, para el primer caso se maneja la estrategia de ayudarle al usuario a tener mayor resiliencia, capacidad de alfabetización mediática y más pensamiento crítico, puesto que lo que motivó su desinformación fue la ignorancia. El segundo caso se debe exponer, ante los repetidos intentos por mentir, pues sus posibles motivaciones pueden ser monetarias, de convicción o políticas. 

Por otro lado, en Factchequeado ya no se usa el término fake news o noticias falsas. Teóricamente, si son inventos, nunca llegaron a ser noticia. La noticia es “algo real, extraordinario e inusual, que afecta a un número determinado de personas y que merece ser contado”, dice Zommer.

Periodismo de datos

El primer intento de realizar periodismo de datos lo hizo el diario británico The Guardian en 1821 al mostrar una tabla que contenía información sobre la cantidad de colegios públicos que había en Manchester y la participación en ellos. Con esto, se terminó revelando que la cantidad de alumnos que estudiaban de manera gratuita era mucho mayor que la que decían las cifras oficiales. Esto fue 60 años antes de que la educación primaria fuera obligatoria.

Vale la pena destacar que los datos no son solo números. La gran variedad de estos se expresa a continuación:

  • Históricos
  • Legales
  • Estadísticos
  • Comparaciones regionales o internacionales

Algunas características del periodismo de datos son: 

  • Extrae historias a partir de bases de datos.
  • Es una disciplina sin límites claros.
  • Contribuye a interpretar la realidad desde otro punto de vista, complementario a otras formas de periodismo.

Y aunque los datos resultan sumamente útiles, es claro que funcionan mejor cuando van de la mano de los contadores de historias. “La gente quiere historias. Una de las razones por las que necesitamos a los contadores de cuentos y a los influenciadores o creadores de contenido es porque la gente conecta desde la historia y no desde los datos”.

Algunos de los puntos básicos del periodismo de datos son: 

  • Trabaja con bases de datos y extrae historias a partir de ellos.
  • Trabaja con datos abiertos o los abre.
  • Cualquier persona tiene que estar de acuerdo si sigue los pasos del periodista.
  • Explica algo.
  • Tiende a ser colaborativo.
  • Puede mostrar la información de otra manera.

“Cuando hacemos verificación de datos (en inglés fact-checking), a veces usamos periodismo de datos; no siempre. No en toda verificación y chequeo de una afirmación usamos herramientas de periodismo de datos, no siempre usamos bases de datos y no todo el periodismo de datos es verificación de datos”. Por esto se puede establecer la siguiente diferencia: 

  • Verificación de datos: Es un formato específico: toma una frase de un referente público y la contrasta con la mejor información disponible para ver si corresponde o no con los hechos y los datos. Los métodos que se utilizan pueden variar un poco entre sí, pero son bastante similares. 
  • Periodismo de datos: Es un tipo de periodismo (como el narrativo o el de investigación) que busca extraer historias a partir de los datos.

Métodos de chequeo

Para tener un proceso óptimo y ordenado en la verificación del discurso público, esta es la ruta sugerida: 

  1. Seleccionar una frase del ámbito público: nunca del privado.
  2. Ponderar su relevancia: ¿cuál es el alcance que tiene la persona que lo compartió?
  3. Consultar a la fuente original: ¿Quién dijo la frase? Esta fuente permite acceder a más evidencia y aporta eficiencia.
  4. Consultar a la fuente oficial: Toda dependencia estatal que produce información. Si los datos no existen o están controvertidos por expertos, eso también es un dato y es importante que la audiencia lo sepa. Una pregunta clave para hacerse: sobre este fenómeno, ¿quién es el responsable en mi país?
  5. Consultar fuentes alternativas: preguntar a expertos (universidades, centros de estudio, ONG y consultoras, entre otros) para tener perspectiva y contexto.
  6. Ubicar en contexto: siempre permitir a la audiencia ver las distintas caras del asunto, gracias a las fuentes alternativas.
  7. Confirmar, relativizar o desmentir la afirmación
  8. Calificar: las reglas siempre varían según la organización. En Chequeado existen las siguientes categorías para la verificación del discurso público: verdadero, “verdadero, pero…”, apresurado, exagerado, engañoso, discutible, insostenible o falso.  Es útil que el matiz tenga de 3 a 6 categorías para empezar. 

El método para la verificación contra la desinformación viral es el siguiente:

  • Seleccionar un contenido sospechoso de las redes sociales que se monitorean: puede ser texto, fotografía, video o cadena de chats.
  • Ponderar su relevancia: se contrasta su grado de viralidad con el posible daño causado (si se confirmara que es falso, ¿cuál es su ámbito de daño? ¿Está en riesgo la vida?) 
  • Consultar, cuando es identificable, a la fuente original: se contacta a las fuentes, siempre desde las cuentas y dispositivos de la organización y nunca desde los personales. 
  • Consultar, si son identificables, a los involucrados/afectados en la desinformación 
  • Consultar a la fuente oficial
  • Consultar a fuentes alternativas
  • Dar contexto
  • Confirmar o desmentir el contenido: en Factchequeado existen las siguientes categorías clasificatorias: verdadero, necesita contexto, no hay pruebas o falso. 

Fuentes y bases de datos

Siempre será clave hacerse las siguientes preguntas respecto a las fuentes: 

  • ¿De dónde viene? 
  • ¿Qué intereses puede tener?
  •  ¿Qué nivel de confiabilidad tiene?

Las siguientes funcionan previo a usar una base de datos:

  • ¿Quién recopiló la información? 
  • ¿Cómo lo hizo? 
  • ¿Cuándo lo hizo? 
  • ¿Por qué lo hizo? 
  • ¿Dónde se recopiló la información?

Una vez se haya trabajado con la base es necesario ubicar el dato en contexto: 

  • ¿Es mucho o poco? ¿Comparado con qué o quién? Hacer comparaciones históricas con otros países o regiones.
  • ¿Es algo nuevo o inusual? ¿Desde cuándo sucede y por qué? 
  • ¿Hay una relación causal o es una correlación?

Transversalmente, por parte del periodista, es esencial tratar por igual a todos los actores chequeados y no reforzar sesgos como podrían ser: 

  • Sesgo de confirmación: creemos más cosas que van en línea con lo que pensamos.
  • Sesgo de familiaridad: si vemos algo muchas veces hay más posibilidades de que creamos que es cierto.
  • Ceguera a la elección: tendemos a tomar una decisión y después buscar una justificación.

Esquematizaciones de daño

Dentro del periodismo de verificación es esencial que cada medio establezca sus prioridades para iniciar el proceso de combatir la mentira. Esto se logra gracias a un esquema que sepa priorizar los impactos causados por la desinformación que circula. En el caso de Factchequeado funciona así: 

  1. Riesgo de vida. Salud pública. Radicalización.
  2. Interferencia en la democracia. Interferir en elecciones. Efecto en creencias y actitudes. 
  3. Daño económico. Individuos, empresas, sistemas.
  4. Alejamiento de la democracia. Abuso de poder. Desconfianza y alejamiento. 
  5. No dañino. Gente que entiende mal las cosas. 

Como parte del conocimiento del universo mediático, se exponen a continuación las técnicas desinformantes con las cuales se encuentran en su mayoría las audiencias y los verificadores: 

  • Manipulación de Imágenes
  • Audios en aplicaciones de mensajería
  • Suplantación de la identidad de algún medio: como ejemplo están las falsas portadas.
  • Generadores de bromas: incluyen logos de medios oficiales y tipografías para armar el falso.
  • Artículos y titulares falsos: son anzuelos para generar clic.
  • Generadores de falsos trinos (posteos de X)

Recursos y detectores de contenidos generados por IA

De manera paralela a los ejemplos, experiencias y conocimiento compartido por Laura Zommer, los participantes fueron invitados a realizar ejercicios de identificación de mentira y a contrastar percepciones y criterios respecto a los deepfakes y diversas formas de desinformación mediática que circularon en los últimos años. 

Respecto a los contenidos generados por IA, hay cinco pasos claves: 

  1. Buscar si estas imágenes están en otros medios de comunicación.
  2. Mirar las manos.
  3. Atención a los pequeños detalles.
  4. Comprobar si la escenografía de fondo y/o los textos son correctos.
  5. En caso de seguir con dudas, utilizar una herramienta de detección como: 
    • Hive Moderation
    • Hugging Face
    • Deepware
    • Sensity
    • Illuminarty
    • Deep Mind (de Google, que solo detecta contenido creado por Gemini)
    • AI Voice Detector

Algo que nunca debe perderse de vista es que ninguno de los métodos listados resulta 100% infalible. Otras preguntas claves que puede hacerse todo usuario respecto a los medios son las siguientes: 

  • Imágenes: ¿Quién la tomó? ¿Cuál es la fuente? ¿Tiene la firma de un fotógrafo o una agencia?
  • Audio: Prestar atención a los cambios en el tono, volumen y claridad de la voz. Las pausas o cambios bruscos pueden ser la señal para identificar la manipulación. 
  • Video: Mirar si los movimientos de los labios están sincronizados con la voz, ver el rostro y la calidad de la piel, así como si hay vello facial, el cabello, los ojos, si las sombras están en el lugar correcto e incluso la frecuencia del parpadeo. 
  • Texto: Si genera emociones muy fuertes al leerlo, como alegría extrema, ira o angustia, desconfíe. Lo recomendable siempre será ir a la fuente original y si no la encuentra, no lo comparta.

Contrarrestar la desinformación con eficiencia

Factchequeado puede inspirar a diversos medios y personas que no necesariamente estén en el universo del periodismo y la comunicación, pues tiene un método de trabajo que le ha permitido reafirmarse en las búsquedas, así como en las inmersiones que debe hacer cada usuario en los plataformas que Factchequeado usa para distribución. Mientras no existan plataformas que prescindan de algoritmos, hay que saber sacarles provecho y entender su diseño. Como mencionó Zommer, “el problema de la desinformación no es exclusivo de periodistas” por lo que comparte seis factores clave para la eficiencia en la verificación: 

  1. No enfocarse prioritariamente en contenidos falsos puntuales sino en las narrativas desinformantes y los actores que están detrás y financian o se benefician con la mentira.
  2. Pasar de una estrategia de reacción a una de acción y prevención. Detectar vacíos para anticiparse. Pre-bunking (del inglés debunk: desmentir) para explicar a las audiencias las técnicas de manipulación, alfabetización mediática en cada oportunidad.
  3. Para aumentar la circulación de la información verificada, aliarse con una gran cantidad de medios con diversos públicos y tamaños, con organizaciones, creadores de contenido y la comunidad
  4. Pluralidad y diversidad entre los aliados para asegurar que la información verificada alcance a diferentes comunidades, en este mundo hiperpolarizado.
  5. Capacitación a periodistas de medios de todo tipo y lugar en el método de verificación para asegurar la lucha contra la desinformación a largo plazo. 
  6. Innovación, automatización (aprovechando IA) y experimentación con nuevos formatos y formas de narrar para alcanzar a distintas audiencias donde ellas están.

Recursos de alfabetización mediática:

Sobre Laura Zommer

Comunicadora y Abogada egresada de la Universidad de Buenos Aires y Magíster en Comunicación Política de la Universidad Austral de Argentina. Es cofundadora y actual CEO de Factchequeado, iniciativa colaborativa sin fines de lucro, que combate la desinformación que afecta a comunidades latinas e hispanas en Estados Unidos y reduce el vacío de información confiable en español. 

Ha recibido premios como el reconocimiento a la excelencia del Premio Gabo 2025 o la mención especial del Premio Maria Moors Cabot de la Universidad de Columbia en 2024 y fue becaria de programas como Knight del Centro Internacional de Periodistas (ICFJ por sus siglas en inglés) y la Beca Ashoka en 2022. En 2012 se convirtió en la directora ejecutiva y periodística de Chequeado, la primera organización de verificación de datos del Sur Global. En 2014 creó LatamChequea, la primera red regional de verificación de datos en la cual están vinculados medios de 19 países de América Latina. También, se desempeña como docente universitaria (UBA, UdeSA, entre otras) y es presidenta del directorio de SembraMedia y miembro del consejo asesor de La Silla Vacía, de la Facultad de Derecho de la Universidad Torcuato Di Tella (Argentina) y del Center for Democracy and Technology. 

Sobre el taller ‘Mentiras con poder: el periodismo frente a la desinformación’.

Esta actividad se realizó en el marco del Festival Gabo 2025 en Bogotá, Colombia. 

Fue posible gracias a la alianza de la Fundación Gabo con Bancolombia, El Banco de desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF) y La Alcaldía Mayor de Bogotá D.C. 

El taller se llevó a cabo el jueves 24 de julio de manera presencial. Participaron 30 periodistas, documentalistas y docentes de Colombia y otros 8 países: México, Ecuador, Venezuela, Perú, Guatemala, República Dominicana, Puerto Rico y España.

Sobre el Festival Gabo

Con el lema ‘Vernos de cerca’, el Festival Gabo 2025 se celebró en múltiples escenarios de  Bogotá, entre ellos el Gimnasio Moderno y las sedes de BibloRed. Este año reunió a más de 150 invitados de Iberoamérica y del mundo en más de 100 eventos organizados por la Fundación Gabo.

El Festival Gabo es posible gracias a Bancolombia, CAF – banco de desarrollo de América Latina y la Alcaldía de Bogotá a través de la Secretaría de Cultura y BibloRed.