Relatoría del taller ‘Periodismo y videojuegos: donde dos mundos se encuentran’, con Olivier Mauco

El CEO de Game in Society y director de más de 20 juegos, Olivier Mauco, compartió su experiencia haciendo juegos que transforman la comunicación, inspiró a pensar diferente y enseñó las claves para diseñar un videojuego que conecte con la audiencia.

Por Jaime Rodríguez Gómez

Cuando todos estaban esperando a que Olivier Mauco rompiera el silencio, sorprendió hablando en español. En su presentación dijo: “hago videojuegos para vivir”, así que la primera noticia es que es posible. 

Habló de su experiencia conectando los mundos de la comunicación y los videojuegos a través de un recorrido por los proyectos que ha realizado como CEO de Game in Society, una agencia de creación de videojuegos especializada en la producción de significado a través del juego. Con un contexto sobre la evolución del papel de los videojuegos en la comunicación y de lo que significa ‘jugar’, explicó la importancia del gaming a nivel cultural y político, siempre remitiéndose a ejemplos y casos concretos. Y, por supuesto, sin dejar a un lado el cómo –¿cuáles son las claves para conceptualizar un videojuego?–, Inspiró en los asistentes la generación de ideas y respondió preguntas, que no fueron pocas durante el taller ‘Periodismo y videojuegos: donde dos mundos se encuentran”, el cual, se realizó en dos días, el 4 y 5 de julio de 2024, en el marco del 12º Festival Gabo.

El papel de los videojuegos en la sociedad 

Los videojuegos, la gamificación y las experiencias inmersivas se presentan como una alternativa que cada vez adquiere mayor relevancia para la comunicación y el periodismo. Mauco, autor del libro GTAIV, el otro lado del sueño americano (2013), dejó claro por qué los videojuegos son mucho más que un medio para el entretenimiento. Pueden modelar mundos, reflejar y recrear imaginarios, hacer que sea posible vivir otras vidas, permitir socializar de otras maneras, promover causas, conectar instituciones con audiencias a las que de otro modo sería más difícil llegar, aprender algo nuevo, entre otras cosas. 

“Los videojuegos son una continuación de la socialización”

  1. Cuando el jugador habla de lo que ha jugado y un juego específico se vuelve un tema de conversación
  2. Cuando los jugadores se reúnen a jugar juntos en un mismo lugar, sea una casa, un salón de juegos, un estadio para ver la final de League of Legends, o en línea a través de un videojuego multijugador como Minecraft o Fornite.
  3. Cuando varios espectadores se conectan en Twitch a ver a alguien jugar. 

Los juegos modernos generan comunidad. “En Minecraft la mitad del tiempo la gente no juega; socializa”, señaló Olivier. La gente incluso se mueve en grupo de un juego a otro. Así mismo ha habido una “espectacularización de los videojuegos”, que puede verse en el fenómeno de los e-sports, que reúne a millones de espectadores y ha hecho que se profesionalice un pasatiempo. 

Esto recuerda al papel del juego en Roma Antigua, en donde los juegos eran una cuestión colectiva social. La gente se reunía a ver teatro y deportes en un mismo lugar, y lo que se presentaba era una mezcla de información y juegos. Mauco trae a colación que de hecho el verbo comunicar tiene su origen en el ‘compartir’ y en ‘ser parte de algo’.

Los videojuegos permiten comprender una situación compleja

Los videojuegos pueden ser una forma de comunicación adecuada para los retos actuales. “Las redes sociales apelan a las emociones y promueven la polarización. Frente a esto, en un juego puedes modelar la complejidad de una situación y facilitar su comprensión a través de la experiencia, mediante una pequeña simulación. Por ejemplo, puedes entender cómo funciona la piratería a través de una modelización de la economía”. 

También es posible comprender, por ejemplo, cómo funciona la desinformación. Fake (News) Inc., un videojuego realizado por Game in Society, pone al jugador en diversas situaciones en las que, inmerso en situaciones ficticias, debe fabricar noticias falsas con ayuda de herramientas de inteligencia artificial.

Uno de los pioneros en los newsgames o juegos periodísticos, Gonzalo Frasca, creó en 2003 un videojuego llamado September 12th, en el cual el jugador, desde una vista aérea, cuenta con una mira lanzamisiles para apuntar a los terroristas que caminan de lado a lado y se mezclan entre la multitud. Lo particular del juego es que no hay forma de ganar. Videojuegos como Septiembre 12th, pueden contribuir al debate público y ayudar a entender fenómenos complejos como la violencia. “En el gameplay está el mensaje”, destacó Mauco; es decir, en la experiencia que el jugador tenga según la acción que realice y sus consecuencias. La violencia, en este caso, solo reproduce más violencia. 

Los videojuegos pueden producir una nueva visión del mundo

Cuando se implementa la gamificación como sistema para cambiar un comportamiento, se genera otro orden. Es similar a lo que pasa cuando alguien usa un tarro vacío como una cesta para jugar a encestar bolas de papel. Al implementar la gamificación, se generan nuevas reglas que llevan a acercarnos de una manera distinta a lo que ya conocemos, como explica Jane McGonigal.

“Un videojuego construye un discurso”, apuntó Mauco. Por ejemplo, Grand Theft Auto IV habla, entre otras cosas, del sueño americano, y de cómo el éxito no siempre se logra de manera honesta o legal. De acuerdo con Mauco, es importante preguntarse: ¿Qué tipo de discurso van a poner ustedes en las reglas; es decir, en las condiciones de victoria y derrota de cualquier juego que hagan? ¿Qué quieren que la gente piense luego de jugar? ¿Qué es lo que el juego propone como modo de avanzar? 

Incluso, el juego, entendido como realidad fantaseada, está presente en el desarrollo infantil desde los dos años. Tiene una función psicológica. Por ejemplo, “sirve para procesar situaciones traumáticas”, explicó. 

“Los videojuegos permiten vivir otras vidas”

Un libro permite vivir otras vidas y los videojuegos comparten eso. La diferencia en el videojuego es que actúas en un mundo seguro, experimentas otras vidas a nivel de la ficción, del juego de roles; y a nivel del juego, lo importante está en la maestría que pueda alcanzar el jugador en el gameplay, en superar los obstáculos y aprender a resolver los retos que el juego le plantee para poder ‘pasarlo’, como se dice comúnmente.  

La posibilidad de hacer cosas de manera segura puede permitir aprender habilidades que podrían ser útiles en la vida real. Por ejemplo, un adolescente aprendió a manejar en Grand Theft Auto y gracias a eso pudo llevar a su abuelo al hospital.

También permiten explorar otros mundos, sean reales o ficticios. De hecho, los videojuegos son mundos en los que la gente pasa tiempo. Por ejemplo, San Andreas, la ciudad ficticia de una de las entregas de GTA, es una ciudad visitada por millones de personas. “Algunos lo hacen como turistas”, agregó Mauco. 

Los videojuegos pueden recrear formatos existentes o plantear formas nuevas de comunicar

Existen videojuegos que de alguna forma son versiones digitales de prácticas existentes en la comunicación. En estos casos se trata de infografías, crucigramas, caricaturas y cosas por el estilo. Por ejemplo, los llamados cartoon games, que muestran personajes como el expresidente Bush esquivando balas, son versiones interactivas de las ya conocidas caricaturas de prensa. 

Por otro lado, existen videojuegos documentales como Bury Me, My Love, de The Pixel Hunt, que plantean nuevas formas de comunicar, mezclando elementos de novela gráfica y animación, con formas de interactuar con el entorno, que en conjunto permiten adentrarse en un contexto específico a través de la perspectiva de una pareja que intenta huir de la guerra en Siria. Proyectos como este tratan de la realidad y al mismo tiempo ponem en juego las posibilidades expresivas de este medio interactivo. 

Otros casos exploran la capacidad de interactuar con la audiencia para conocer su opinión respecto a un tema, como el documental interactivo Fort McMurray, en cuyo diseño participó Olivier Mauco. En él, se presentaban en formato de video diversas entrevistas a políticos, representantes de la industria e integrantes de la sociedad civil para conocer opiniones en contra y a favor de las prácticas relacionadas con la explotación de crudo en la provincia de Alberta, Canadá. Semanalmente, los jugadores podían debatir entre sí y votar. Los videojuegos pueden ser un medio participativo y de comunicación en doble vía.

Los videojuegos ya no se valoran únicamente por su calidad técnica

Desde comienzos de los ‘90 surgió la prensa especializada en videojuegos. En las revistas de entonces se solían hacer reseñas y análisis de los videojuegos como productos informáticos, centrándose en sus cualidades técnicas. Si se tiene una prensa que se enfoca en lo técnico, por ejemplo, como la cantidad de polígonos o el nivel de realismo de la imagen, esto es lo que el público va a empezar a valorar. Esto ayudó a definir el gusto. Actualmente, con la revolución online y el surgimiento de creadores de contenido, empieza a hablarse de los videojuegos de una manera más amplia, incluyendo, por ejemplo, la historia, las reglas y la experiencia de juego.

Los retos de siempre desde un medio distinto

Los retos de la comunicación no han cambiado. Sigue siendo clave llegar a la audiencia objetivo y lograr que esta se conecte lo suficiente con el contenido como para que quiera dar el siguiente paso, que puede ser: querer saber más sobre el tema tratado, compartirlo con otros, apoyar una iniciativa, cambiar su comportamiento, visitar un lugar, aprender una nueva habilidad o participar cívicamente en la sociedad. 

Ir a donde está la audiencia 

Se debe conocer la audiencia, entendiendo en dónde se encuentra y cuál es su lenguaje. Por ejemplo, si a quien queremos hablarle no va al museo, pero queremos motivar a que vaya, y se trata de una persona que prefiere usar su tiempo libre jugando videojuegos, tal vez una forma efectiva de hacerlo es mediante un videojuego que pueda jugar en su casa y despierte su interés por visitar el museo. Este es el caso del juego Prisme 7, un videojuego que se puede jugar en PC, Mac y dispositivos móviles, desarrollado por Game in Society para el Centro Pompidou, que, con el objetivo de alcanzar nuevas audiencias, se dirige principalmente a personas entre los 14 y 25 años. En este juego los jugadores pueden recorrer espacialmente siete niveles inspirados en siete formas de concebir el arte en relación con el color y la luz, basándose en los artistas más importantes que hacen parte de la colección del museo.  

“La tendencia de los museos es hacer experiencias localizadas directamente en los museos; que la gente vaya al museo”, afirmó Mauco. Con Prisme 7, queríamos que el museo fuera a la gente, que es una manera distinta de pensarlo”, explicó. 

Tener un propósito claro

El propósito puede ser diverso. Como en cualquier campaña de comunicación, el propósito puede consistir, por ejemplo, en dar a conocer una iniciativa, promover un lugar o incentivar la asistencia a un evento. El tipo de proyecto a realizar dependerá del resultado esperado y de la audiencia objetivo.

Por ejemplo, con el fin de combatir el abstencionismo en Francia, Games in Society, en colaboración con el Parlamento Europeo, realizó la campaña Europe – Race To Democracy. Su principal componente consistió en una pista de carreras virtual realizada en Rocket Racing, que es un juego multijugador al que se puede acceder a través de Fornite. En esta pista, los jugadores tienen la oportunidad de competir en un circuito conformado por edificios icónicos de diversos lugares de Europa, incluyendo la sede del Parlamento Europeo, donde se encuentran las banderas de los países que hacen parte de la Unión Europea. Asimismo, al recorrer el circuito, los autos de los competidores pasan obligadamente debajo de algunas vallas en las que puede leerse: “European Election”, “6 – 9 June 2024” y, “Use your vote”, siendo este último el mensaje central de la campaña, o lo que se denomina en este ámbito, “llamado a la acción” (call to action). El mensaje es claro y directo: “Ve a votar”.

Los videojuegos también pueden ser un medio potente para sensibilizar y movilizar alrededor de diversas causas, como, por ejemplo, la protección del Amazonas y las culturas de los pueblos indígenas que habitan la selva. Xingu es un videojuego realizado para Fornite, a la espera de ser lanzado, que ha sido diseñado para invitar a sus jugadores a descubrir la vida cotidiana, la cultura y el patrimonio de las tribus Xingú de Brasil, a través de una aventura en medio de la selva. Con este juego se espera contribuir a la recaudación de fondos para la preservación ecológica y cultural.

Hablar en el lenguaje del público

Los videojuegos pueden servir de puente para establecer un diálogo cuando existen brechas entre las instituciones y la gente, o entre universos distintos, como, por ejemplo, entre los gamers y las tribus Xingú. “Si la audiencia objetivo juega, haz un juego o algo que tenga elementos de juego”, señaló Mauco. Esto es importante no solo porque el mensaje va a llegar a la audiencia con mayores probabilidades, sino porque, como en el caso de Europe – Race to Democracy, hay un mensaje político de fondo para el jugador: “el político piensa en mí, estoy en su mundo”, destacó Olivier.

En el caso de Prisme 7, por un lado, invierte la forma de conectar instituciones y audiencias haciendo que el museo vaya al público. Por otro, esta “mezcla de juego educativo y pieza de comunicación”, como la llamó Olivier, no es un tour virtual convencional como podría pensarse a primera vista. No es una réplica digital de los espacios del Centro Pompideu, sino que, consiste en una traducción de principios artísticos a unas mecánicas y una estética visual determinada que tiene como objetivo brindar una experiencia de juego interesante, divertida y potencialmente educativa para el público al cual se dirige. 

Cómo explicó Mauco, primero a la gente debe gustarle, luego puede aprender, e incluso animarse a replicar la información. Dicho de otra forma, para que guste no basta con que se trate de un juego, sino que su diseño debe responder a lo que le gustaría jugar al público.

Conocer al jugador

No todos los públicos son gamers. Si bien hay quienes dedican gran parte de su tiempo libre a jugar, hay personas que juegan de manera casual y otras que nunca juegan. Sin embargo, ya sea que jueguen o no, la mayoría de las personas suelen usar aplicaciones, por lo cual, incluso para este público, una aplicación para dispositivos móviles con elementos de juego puede funcionar. 

Por ejemplo, para incentivar el turismo en el Louvre Lens y sus alrededores, la agencia territorial quería entrenar a su población para que estuviera preparada para cualquier situación de recepción con un turista. Como resultado, surgió el proyecto Tourist Mania, que consiste en una aplicación que promueve el aprendizaje y memorización de 110 sitios turísticos en la zona y ayuda a tener una comprensión de las demandas y tipologías de turistas. Este tipo de aplicaciones se conoce como’ juego serio’, ya que su principal propósito no es la pura diversión, sino el aprendizaje. Tourist Mania ha sido implementada por personal de recursos humanos y estudiantes de hotelería de la región, gracias en parte a que las reglas de juego, las mecánicas y la forma de avanzar es entendible para personas que no son jugadores dedicados.

Pensar si el videojuego puede ser un pilar de una estrategia de comunicación más amplia

“Un problema de comunicación no siempre requiere el desarrollo de un juego”, aclaró Mauco. A veces la solución puede ser un evento o una experiencia inmersiva inspirada en un videojuego. También en ocasiones un videojuego puede ser tan solo un pilar que haga parte de una estrategia de comunicación. Conviene preguntarse ¿qué es lo que el videojuego va a reemplazar en un problema de comunicación específico? 

“El problema no es producir un videojuego”, sino importar elementos del juego en la comunicación. A veces, solo se trata de ofrecer “otra manera de estar presente”, como señaló Mauco al hablar de Meuse Rider. Este es un juego de realidad virtual en el que el jugador puede pasear en bicicleta por diferentes lugares emblemáticos del departamento de Mosa en Francia. Ha sido creado para invitar a la gente a descubrir su territorio y se usa en ferias comerciales para animar a la gente, así como en sitios turísticos para fomentar las visitas. “Los tours virtuales son una manera de comunicar”, dijo Olivier. 

Pensar en la mediación de la experiencia de juego

A veces, para alcanzar el propósito, no basta con que la audiencia tenga acceso al juego y lo juegue por su cuenta, sino que la experiencia de juego requiere del acompañamiento de alguien. 

Por ejemplo, con Meuse Rider no se busca que la audiencia lo juegue en su casa, sino que lo juegue en las ferias y sitios específicos donde la estrategia de comunicación se despliega. Esto hace necesaria una mediación, que puede ser alguien que guíe y contextualice la experiencia en los stands donde se instale este juego.

Esta mediación también es necesaria por razones logísticas y técnicas: el uso de gafas de realidad virtual. Para poderlo jugar se requiere un equipo de hardware específico (unas gafas Meta Quest), que no todo el mundo tiene en su casa. Por lo cual la estrategia de comunicación incluye brindar el acceso al jugador a este equipamiento, además de la ayuda de una persona que indique las instrucciones básicas de uso. Por otro lado, si al final se eligió hacer un juego de realidad virtual, fue porque, entre otras cosas, el componente in situ de la campaña lo hacía viable.

La mediación puede ser clave especialmente cuando se trata de usar videojuegos para entrenamiento o educación. Por ejemplo, la popular saga de videojuegos Assassin’s Creed ha sido usada por muchos profesores de historia como una herramienta educativa, aprovechando un modo de juego llamado ‘Discovery Tour’, que le permite al jugador explorar ciudades antiguas sin la obligación de realizar misiones o matar gente.

Una persona puede jugar en este modo de exploración en Assassin’s Creed y, sin ningún tipo de guía, tener un proceso de aprendizaje tangencial. Es decir, que, luego de jugar, quiera saber más sobre Egipto. Sin embargo, la mediación de un profesor puede garantizar que se desarrollen aprendizajes específicos de manera intencional, haciendo preguntas específicas, por ejemplo.  

Hacerlo desde cero solo cuando sea necesario

Hay plataformas que agilizan el desarrollo y publicación de videojuegos. Como lo importante es comunicar y no hacer videojuegos porque sí, a veces no es necesario desarrollarlos desde cero, sino hacer un uso estratégico de lo que ya exista.

Si la audiencia está en Fornite, por ejemplo, tiene sentido crear una isla allí, como lo muestran los casos de Europe – Race to Democracy y Xingu. Estos proyectos fueron desarrollados mediante la plataforma Unreal Editor para Fornite (UEFN), utilizada para hacer mundos para este juego.  

Otras plataformas de videojuegos multijugador como Roblox y Minecraft también permiten a los usuarios crear mundos y juegos para que otros jugadores los exploren. Algo similar ocurre con plataformas de creación de experiencias VR (realidad virtual) como Chat VR, que cualquier persona podría empezar a usar.

Hacer que lo jueguen y hablen de él

Al hacer un juego, no basta con publicarlo y hacer que esté disponible. Esto no va a asegurar que el público objetivo lo conozca y luego decida jugarlo. Según Mauco, “por cada dólar invertido en desarrollo debe ir un dólar en marketing”.

Actualmente “la mitad del contenido en Youtube y Twitch es de gente que juega”, por lo cual la experiencia de ver gente jugando y hablando de un juego es clave en la estrategia de comunicación. Los publicistas suelen contratar creadores de contenido (streamers) para que jueguen los videojuegos lanzados, ya que “cuando un streamer habla de un juego, no lo describe: lo muestra”, y así amplifica el contenido, llegando a más personas y haciendo que se cree una comunidad alrededor.

Es importante pensar en cómo se va a hablar del juego, tanto para el momento de su publicación (para que los streamers se refieran a él de una manera conveniente y los jugadores sepan más o menos qué esperar), como para las fases iniciales de desarrollo, ya que es indispensable que la experiencia que promete sea comprensible para las organizaciones aliadas y patrocinadores. Para esto puede ser útil usar expresiones en las que se lo compare con videojuegos con características similares, aunque se trate de una idea completamente diferente a algo hecho antes. Una recomendación es, por ejemplo, referirse a la idea del juego diciendo cosas como “este videojuego es como un Call of Duty pero con algunas diferencias…”, o “es parecido a un FIFA, pero en lugar de un balón…”. 

Por otro lado, es estratégico mostrarlo en eventos dónde se encuentre la audiencia. Por ejemplo, como parte de la estrategia de comunicación de Prisme 7, el juego fue presentado en el Paris Games Week, haciendo que muchos gamers lo conocieran.

Hacer alianzas para poder producirlo 

Desarrollar un videojuego no es posible sin financiamiento. Cuando se trata del desarrollo de juegos para la comunicación, dado que el probablemente el modelo de financiación no va a depender de la cantidad de usuarios que compren el juego, ni de las compras que haga el público dentro de éste, por lo general, la alternativa más frecuente es buscar apoyo y financiación de entidades gubernamentales, o de organizaciones y empresas que tengan interés en apoyar causas de responsabilidad social o que compartan los objetivos del proyecto.

Otra vía en el campo del periodismo es hacer alianzas entre medios tradicionales y medios digitales.

Diseñar un videojuego

“Lo principal es tener una visión clara. Después hay que conformar un equipo, tener el tiempo para hacerlo y afrontar el flujo de trabajo (workflow o pipeline)”, que incluye las decisiones de diseño, entre ellas, por ejemplo, definir cómo se va a ver a nivel estético o cómo va a ser la experiencia de juego en cada momento. 

Para darle forma a un videojuego en la industria algunos suelen utilizar el método conocido como ‘las 3Cs’, por las palabras en inglés camera (cámara), controller (controles) y character (personaje), para lo cual previamente debe definirse el tipo de jugador al que se dirigirá el videojuego. El objetivo del juego, las reglas y las historias y el espacio son otros elementos igual de importantes.

El tipo de jugador: ¿quién lo debería jugar?

Es útil hacer un perfil del jugador para conocer sus gustos, afinidades y expectativas. Algunas de las preguntas que pueden ayudar a identificar esto son:

  • ¿Cuál es su nombre completo? 
  • ¿Cuántos años tiene?
  • ¿A qué se dedica? (trabajo, estudio, etc.)
  • ¿Qué le gusta hacer? (pasatiempos, aficiones)
  • ¿Qué intereses tiene que puedan estar relacionados con el proyecto? (ej. museos, turismo, naturaleza, etc.)
  • ¿Cómo es su práctica de juego? (ej. en cualquier momento del día, solo, en su casa, etc.)
  • ¿Qué tipo de jugador es? (puede usarse la clasificación de Richard Bartle, quién plantea en un diagrama cuatro tipos de jugadores: triunfadores, exploradores, socializadores y asesinos, de acuerdo a la preferencia que tengan entre actuar e interactuar, y entre relacionarse con el mundo presentado o relacionarse con otros jugadores).
  • ¿Cómo jugará a tu juego? (ubicación, duración media de una partida, etc.)

Los controles: ¿cómo se va a manipular?

Para poder jugar, el jugador debe tener determinadas habilidades que le permitan manipular los controles. No es lo mismo jugar en un dispositivo móvil, que, en una consola de videojuegos o unas gafas de realidad virtual, “así que piensa primero en la accesibilidad y en tu público”. También es importante pensar “cómo el juego va a movilizar la capacidad de coordinación motriz y mental, y si la dificultad está en los reflejos o en la reflexión”.

La elección de la pantalla dependerá del tipo de público.” ¿Tu público está en el móvil, en el PlayStation o en las gafas de realidad virtual? De eso dependen muchas decisiones, entre ellas, la dirección artística”.

La cámara: ¿cuál va a ser el punto de vista?

La perspectiva sobre el espacio influye en el discurso y en la interpretación que el jugador haga. La cámara puede ser subjetiva como en los juegos de FPS (first-person shooter o disparos en primera persona) como Call of Duty, y hacer que el jugador sea el personaje. La cámara puede estar en tercera persona y mostrar un protagonista con una identidad clara, como en Super Mario Bros o Grand Theft Auto. La cámara indica qué es lo que se está simulando. Por ejemplo, en FIFA, la cámara simula el punto de vista de una transmisión televisiva de un partido de fútbol. No es la simulación de un partido en el cual el jugador actúa como un futbolista, sino que controla a los jugadores que están en el campo desde un rol de coach, que a su vez, tiene una influencia directa sobre lo que sucede.

El personaje: ¿quién juega y qué rol ficticio desempeña?

“Hay tres niveles de personaje: el jugador, el ficticio y el práctico”, explicó Mauco. Por ejemplo, en Super Mario Bros el jugador desempeña el papel de héroe. Al mismo tiempo hay una identificación con el personaje ficticio de Mario. Y, a nivel práctico, Mario funciona a su vez como un cursor que le permite al jugador moverse en el espacio e interactuar con los elementos del entorno. En este ejemplo, “héroe”, “Mario” y “cursor”, corresponden a los tres niveles de personaje.

Así mismo, los jugadores pueden encarnar al personaje a través de un avatar, que puede: 

  1. Ser ficticio, como en el ejemplo de Super Mario Bros, como Kratos (God of War), o Lara Croft (Tomb Raider).
  2. Ser un segundo yo, cuando el jugador crea un personaje propio como ocurre en los juegos en línea.
  3. Estar ausente o ser omnisciente, como en los juegos de fútbol o de gestión como Age of Empires.

El objetivo: ¿qué debe hacer el jugador para completar el juego?

El objetivo “debe ser claro y la manera de lograrlo también”. No debe ser ni demasiado complejo ni demasiado fácil. “Si el objetivo es ir del punto A al punto B, hacer que eso sea interesante”. 

Las reglas: ¿qué acciones pueden realizarse y qué consecuencias tienen las acciones?  

Una regla puede basarse en una ley de la física o una variación de ella, como, por ejemplo, poder hacer un doble salto en el aire. Puede referirse a la manera de avanzar o interactuar dentro del juego, como “pasar de A a B al pulsar un botón”. Una regla también puede ser parte de la ficción, como, por ejemplo, si en el mundo del juego se puede o no usar armas, o como en Super Mario Bros, “si chocas con un champiñón y además tocas una estrella, eres superpoderoso”.

Las reglas influyen en el tipo de discurso que se quiere comunicar. Lo ilustró Mauco con un ejemplo: “Si quieres hacer un juego sobre el pacifismo y la manera de avanzar es matando, puede que no haya coherencia entre las mecánicas, la historia y la ficción”.

La historia

La arquitectura de las historias puede ser lineal, de caminos que se bifurcan y pueden tener distintos finales, de caminos paralelos con un mismo final, de caminos bifurcados que se reencuentran en ciertos puntos, o con estructura de red de historias interconectadas. Algunas de estas arquitecturas ofrecen mayor libertad y el jugador puede tener una experiencia diferente al volver a jugar el juego. Por ejemplo, en GTA o Assassin’s Creed, que tienen una arquitectura de historias interconectadas, la narrativa está vinculada a las zonas y personajes con las que el jugador puede hablar, y al mismo tiempo el jugador puede elegir las misiones que quiere hacer, sin un orden estricto. Esto es común en los juegos de mundo abierto.

El espacio

El diseño del espacio del juego tiene un significado en sí mismo. “Puedes transmitir un mensaje solo con la arquitectura y a través de la forma de explorar el mundo”, explicó Mauco. Por ejemplo, si luego de la aventura el jugador vuelve al mismo punto, hay un sentido cíclico de transformación.

Sobre Olivier Mauco

Se ha enfocado en estudiar el vínculo entre los videojuegos y la sociedad. Es director de videojuegos, docente de videojuegos en Sciences Po Paris y doctor en Ciencias Políticas. Ha escrito tesis doctorales sobre políticas y libros sobre videojuegos, entre ellos GTAIV el otro lado del sueño americano (2013) y Videojuegos: ¿fuera de control? (2014). Creó y dirige Game in Society, una agencia de creación de videojuegos especializada en la producción de significado a través del juego, los mundos del arte, la cultura, las políticas públicas y la psicología del comportamiento. Fue productor de Prisme 7, el primer videojuego para el Centro Pompidou, y de juegos, metaversos y colecciones de NFT para instituciones públicas. Participó en la creación de newsgames y videojuegos sobre noticias falsas.

Sobre el 12º Festival Gabo

El Festival Gabo es posible gracias a la alianza de la Fundación Gabo con la Alcaldía de Bogotá y el Grupo Bancolombia con sus filiales en América Latina. A partir de este año, cuenta también con el respaldo de la CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe, además del apoyo de más de 50 instituciones de todo el mundo. Este taller fue posible gracias a la alianza con la Alcaldía Mayor de Bogotá, a través de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte -SCRD y la Red Distrital de Bibliotecas Públicas de Bogotá -BibloRed y al apoyo de la Embajada de Francia en Colombia.

Anna Surinyach: “Si encontramos un lenguaje para fotografiar el poder, la ciudadanía se movilizaría más”

Foto: Cortesía Silvena Pashova

En un momento de cambio de estilo fotográfico, Anna Surinyach busca retratar el poder, trazar un relato en torno a los procesos de toma de decisiones sobre las políticas migratorias que hacen que, cada año, miles de personas pierdan
la vida –y la dignidad– en el mar.

Por Silvena Pashova

La imagen de una mujer amamantando a dos niños en el contexto de la crisis del Sahel es la primera que interpela y genera preguntas a Anna Surinyach. Desde entonces, esta fotógrafa documental ha ubicado en el mapa movimientos migratorios y ha puesto rostro a personas afectadas por crisis humanitarias y vulneraciones de derechos humanos. Es cofundadora y editora de la Revista 5W, un medio alternativo e independiente que pone el foco y explica lo que pasa en el mundo; profundiza en temas y problemáticas que, a menudo, no aparecen en los medios tradicionales. Su trayectoria ha sido reconocida por el Premio Desalambre 2020 y, más recientemente, su último trabajo fotográfico “Mar de luto” se ha abierto camino entre los proyectos finalistas del Festival Gabo en la categoría Fotografía.

Nuestro encuentro iba a producirse inicialmente en una de las bulliciosas carpas desplegadas con motivo del Festival Gabo en el Gimnasio Moderno de Bogotá (Colombia). No obstante, a petición de Anna, nos desplazamos a una carpa considerablemente más pequeña, íntima y silenciosa, destinada exclusivamente a la prensa, ubicada en el mismo recinto habilitado para esta cita anual de referencia para el periodismo. El cambio de set cobra sentido con la serenidad y sosiego que, desde el primer momento, irradia Anna. Al principio se muestra distante. No obstante, su naturalidad, que se realza con su mirada honesta y su predisposición a ser preguntada, pronto lo envuelve todo en un clima de familiaridad. Casi de complicidad.

Un diván de piel color marrón. Dos sillones blancos. Una mesita de centro de madera maciza y patas de mimbre. Una lámpara de salón, una planta de estatura humana y un foco superior.

Pregunta: ¿Cómo es la fotografía de Anna Surinyach?

Se divisa una media sonrisa en su rostro. No responde al instante, reflexiona, busca las palabras adecuadas. 

Respuesta: Es difícil responder porque está en un momento de cambio absoluto. Absoluto no porque mantiene la base documental. Lo que sí te puedo responder más fácil es que la fotografía es la herramienta que he escogido para contar historias. Sigue siendo la herramienta principal de mis proyectos, aunque cada vez siento que hay proyectos donde la fotografía está, pero utiliza también otras herramientas. 

Ahora estoy en un proceso de cambio de una fotografía absolutamente periodística, que es la que me enseñaron en la universidad, el fotoperiodismo clásico: reporteas lo que ves en la escena, no interfieres en la escena, llegas, cubres y te vas, lo que te hacen creer que es objetivo, documentar la realidad; pero con los años, me he dado cuenta de que para hablar de comunidades vulneradas este tipo de fotografía estigmatiza, más que ayuda. En los momentos en los que estamos viviendo pierdes el control de las imágenes; imágenes que yo he hecho para denunciar hechos muy vinculados a la inmigración se han utilizado para fines absolutamente contrarios. 

He ido mutando mi estilo fotográfico. He pasado de creer en este fotoperiodismo clásico, que me gusta, sigo consumiendo y como editora gráfica de la revista  [5W], lo publico; pero para determinados proyectos, creo que hay que ir más allá y saltarse las normas que nos enseñaron a los periodistas fotógrafos que teníamos que cumplir. De hecho, mi último proyecto, “Mar de luto”, cuando lo empecé a enseñar a editores que me conocen, me dijeron: “Te has pasado al otro bando”. Y ese otro bando es el de la fotografía más documental, fotografía más montadamás creación de imágenes que fotoperiodismo. Sin embargo, en algunos proyectos, sigo haciendo fotoperiodismo clásico, que es necesario, pero no es suficiente ahora mismo para determinadas historias.

“Imágenes que he hecho para denunciar hechos muy vinculados a la inmigración se han utilizado para fines absolutamente contrarios”.

P: Si tuvieras que definir tu fotografía con pocas palabras, ¿cómo sería?

R: Lo que intento es que mis fotografías generen preguntas, más que estas sean muy explícitas. Ir más allá de esta idea que nos han hecho creer que una imagen vale más que mil palabras. Últimamente intento que las fotografías insinúen y, para ello, que generen preguntas. A lo mejor así es como brevemente defino o intento hacer fotografía.

P: ¿De qué manera buscas establecer una conexión con la persona que estás fotografiando?

R: Depende de qué tipo de historia estás haciendo. Si estás haciendo una historia de reporterismo clásico, como, por ejemplo, Bucha (Ucrania) en el momento en que la gente ucraniana logra liberar la ciudad rusa, llegas a un sitio donde están pasando cosas, las calles están llenas de cadáveres, la gente está todavía que no sabe muy bien qué está pasando… allí, el acercamiento tiene que ser más de “sensación”, ver si estás molestando. Es verdad que era un contexto donde la gente quería que se documentara, por eso, era fácil trabajar. En estos contextos, documento lo que pasa y luego intento hablar con las personas. 

“Intento que las fotografías insinúen y, para ello, que generen preguntas”.

Pero en proyectos más de largo recorrido, como “Mar de luto”, el acercamiento es muy largo, hablo con las personas previamente. Son procesos diferentes. Una cosa es una operación de rescate, donde tú estás allí, primero haces fotos del momento y luego buscas historias. Ahora busco proyectos donde empiezo a buscar historias y luego a hacer fotografía. Son dos maneras diferentes de acercarte a la gente. Con el tiempo también aprendes si molestas, porque en determinados contextos hacer fotografías molesta. Y cometes errores: tienes que pedir perdón muchas veces y es ahí donde vas conociendo también cuáles son tus fortalezas como persona –ya no como fotógrafa– y cómo debes acercarte. 

Anna habla con un ritmo paulatino. Realiza pausas que anticipan que algo relevante se viene. Muestra una sensibilidad humana especial y empatía por las personas protagonistas de sus historias. Gesticula con movimientos de manos. Junta las manos cuando quiere enfatizar algo.

Pero sí que les digo mucho a los alumnos que las fotografías sin información no sirven. Si tienes un reportaje fotográfico donde para las diez fotos tienes el mismo pie de foto “Rescate en el Mediterráneo, julio de 2023”, eso tiene una validez periodística limitada. En cambio, si tú me puedes contar de dónde salieron [las personas migrantes], cómo y cuánto pagaron –simplificando mucho–, para ello tienes que hablar con la gente. Yo suelo hablar mucho con la gente. En cambio, yo he estado en contextos donde he visto a algunos fotógrafos trabajar durante mucho tiempo sin hablar con nadie. Entonces, vale: tienes fotografías muy estéticas denunciando lo que está pasando, pero si no hablas y sientes un vínculo con las personas, no sirve de nada.

“Las fotografías sin información no sirven. Si tienes un reportaje fotográfico donde para las diez fotos tienes el mismo pie de foto, eso tiene una validez periodística limitada”.

P: Recuperando lo que decías: en crisis migratorias, la fotografía tiene una gran capacidad de denuncia social, pero también está el peligro de banalizar esta realidad y deshumanizar a la persona migrante. Como fotógrafa de movimientos de población y crisis humanitarias, ¿cómo garantizas que tus fotografías retraten a las personas de forma digna, sin caer en la victimización?

R: En esto también he mutado. Es verdad que hay una parte del fotoperiodismo que sirve para denunciar. Está bien seguir fotografiando las pateras en el mar, seguir fotografiando muertos en las pateras, pero no es suficiente para contar las migraciones. Por eso, creo que muchas veces el relato gráfico de las migraciones se queda en las fronteras o en las rutas, y eso genera un tipo de imagen que, como decía al principio, tiende a reforzar estereotipos. Llevo pensando nuevas maneras de narrar, ya que creo que no es suficiente con hacer un retrato dignificando a la persona, porque eso lo decimos mucho y no sabemos ni qué significa. Por mucho que yo intente en un rescate fotografiar a las mujeres de una manera donde no estén llorando [aludiendo a las imágenes que suelen salir en la prensa diaria] e intente hacer que las mujeres estén en otra actitud, estamos hablando de uno de los peores momentos de su vida, que es el momento del cruce

En 5W estamos intentando contar la historia de otra manera, meter contexto, contar las irregularidades que estaban pasando, lograr accesos a centros de primera acogida. Pero yo vi que las imágenes no eran suficientemente dignas, yo no dejaba de fotografiarles como personas migrantes, recién llegadas, sufriendo, aunque yo intentase otras maneras. A raíz de eso, empecé un proyecto, que se llama #Boza, que es un proyecto en el que yo no hago ninguna foto [ríe por lo insólito que puede eso parecer], sino que junto a otra fotoperiodista francesa, Séverine Sajous, hicimos un cortometraje donde contamos los procesos migratorios con las imágenes que las personas hacen durante estos procesos. No les dábamos cámaras y les decíamos que se fotografiaran, sino que llegaban, hacíamos talleres, veíamos lo que llevaban en sus teléfonos móviles y con todo lo que llevaban hicimos un cortometraje. Ahí es donde logramos realmente enseñar los procesos migratorios de otra manera. Estas personas fotografiaban los procesos como ellos querían hacerlo, se fotografiaban a sí mismas como ellas querían fotografiarse y mostrábamos lo que ellas estaban enseñando en sus redes sociales.

A esta altura de nuestra conversación, Anna se explaya con desenvoltura, acompañando su explicación con algunos ejemplos, historias reales de las personas protagonistas de sus trabajos fotográficos y reflexiones sobre qué significa retratar las migraciones de esa “otra forma”. Combina su relato con suaves movimientos de manos. En ocasiones, utiliza sus manos para dibujar su relato con movimientos circulares en la mesita de centro.

Explica que el cortometraje, que se enmarca en un proyecto más amplio, “Selfie de las migraciones”, también les ha servido como herramienta pedagógica en los institutos para visibilizar una realidad a menudo silenciada por los medios de comunicación tradicionales. 

A través del ejemplo de Aminata, una chica que llegó a las Islas Canarias en patera, y cuya vida no dista de las jóvenes de su entorno –ya que hace vida social, cuida su imagen y se hace selfies–, mostraron que hay otras imágenes que explican las migraciones más allá de la foto mainstream de la chica desamparada que llega en patera. Son imágenes que no retratan a las personas migrantes como víctimas o sujetos pasivos, sino que las dignifican y empoderan mostrando sus procesos vitales. 

P: Claro, estamos hablando de la complejidad del fenómeno migratorio, que va más allá del momento de emergencia que se suele retratar. Entiendo que debemos ampliar la mirada.

R: Sí, y no solo eso. En las migraciones y, en general, en temas de vulneración de derechos humanos, hemos tendido a fotografiar a la gente que sufre estas vulneraciones, pero no quiénes deciden cómo se van a vulnerar los derechos humanos. Fotografiar el poder es muy difícil, fotografiar la toma de decisiones es muy difícil. Deberíamos fotografiar quiénes son los que están decidiendo la política de fronteras en el mar y cómo son esos procesos. En vez de fotografiar procesos migratorios, fotografiar procesos de ley [la política de migración y asilo de la Unión Europea en el mar]. Si encontramos un lenguaje para fotografiar el poder, la ciudadanía se movilizaría más. Hemos normalizado la muerte en las fronteras, una patera con cadáveres; yo también. Como sociedad europea, hemos normalizado muchas cosas que abren diarios. Debemos dejar de poner el foco en la persona vulnerable y ponerlo en quién vulnera. 

El último proyecto, #Boza, que de momento se centra en las desapariciones y el desamparo de las familias, visibiliza eso. En el mar, en los últimos 5 meses, han desaparecido 5.000 personas contabilizadas, pero solo el fondo del mar sabe realmente cuántos han desaparecido. Estas cifras son atroces y hay que denunciarlas. Este era mi reto a nivel visual: cómo visibilizar estas muertes que Europa quiere invisibilizar. Eso yo creo que más o menos lo he logrado, pero hay una segunda parte de este proyecto en la que estoy trabajando: ¿cómo representar de manera visual y cómo generar imágenes que hablen de esa toma de decisiones? Que hablen de quién está decidiendo que estas personas mueran en el mar. No tengo la respuesta de cómo lo haré, pero creo que es importante poner el foco ahí.

“Hemos tendido a fotografiar a la gente que sufre las vulneraciones, pero no quiénes deciden cómo se van a vulnerar los derechos humanos. Fotografiar el poder es muy difícil”.

A las víctimas les ponemos demasiado foco. Y aunque somos muchos los que intentamos poner el foco de forma honesta, sincera e intentando establecer diálogo -hemos avanzado mucho desde los años 70 de cómo se fotografiaba en ese momento-; seguimos demasiado enfocados en las víctimas, creo que hay que girar el foco hacia arriba.

P: Entiendo. ¿Y cuál ha sido la historia más memorable que has contado a través de tus fotografías? ¿Y por qué lo es?

R: Para mí, fue muy importante la historia de Sara Traoré  o de Ulet, que tienen mucho que ver con el proyecto “Mar de luto”. Son dos de las historias que hicieron que me pusiera el reto de seguir contando las muertes en el mar. 

Ulet es un chico que rescató Médicos sin Fronteras (MSF) cuando estaba a punto de llegar a Europa, después de haber sido esclavizado en Libia. Estaba solo, era menor de edad, era somalí. Cuando lo rescataron, estaba mal, le pusieron suero y cuando se encontró mejor, pidió salir a cubierta, se desplomó y murió. Cuando llegó el barco al puerto –yo estaba ahí–, bajaron a Ulet en un ataúd. Hice fotos que fueron portada en muchos periódicos en Italia. En ese momento, hicimos mucha presión porque el gobierno del pueblo donde habían desembarcado, Vibo Valentia, dijo que no había sitio en el cementerio para enterrar a Ulet. Esto pasa mucho: hay mucha presión en los puntos de llegada. Estas fotos sirvieron para movilizar al gobierno para que encontrasen un espacio en el cementerio. Más allá de eso, en 2015 una muerte en un barco de rescate era portada. 

A Sara Traoré, una niña de dos años y medio, que había salido de Libia con su madre y su hermano, la conocimos cuando era huérfana. Su madre estaba muerta en la patera y su hermano había caído en el agua durante la travesía. Ahí estaba con Agus Morales [periodista, director de Revista 5W y pareja de Anna] y los dos estábamos muy pendientes de si el hermano estaba contabilizado en estas muertes y desapariciones en el mar. No logramos verlo nunca en ninguna lista, y ahí dijimos: hay muchas muertes y desapariciones que pasan desapercibidas. Esta niña se ha quedado huérfana por culpa de una política europea que mata. 

Estos dos casos son los que dije…[no termina la frase]. Esto pasó en 2015 y 2017, y el proyecto lo estoy sacando ahora en 2024, pero son de esas historias que te quedan, y necesitas seguir trabajando en estos temas para seguir hablando de lo que pasa.

“Hay muchas muertes y desapariciones que pasan desapercibidas. Esta niña se ha quedado huérfana por culpa de una política europea que mata”.

P: Llegados a este punto, quiero que hagas el ejercicio de dar un salto atrás en el tiempo, en tu niñez. ¿Cómo era Anna Surinyach de pequeña? ¿Te gustaba ya la fotografía?

R: [Se ríe] No, no me gustaba la fotografía. Aunque hacía fotos porque a mi padre le gustaba aún menos y siempre me daba esas cámaras desechables para que hiciera fotos de los viajes y luego álbumes. Pero no tenía especial interés en eso. De hecho, mis padres son médicos y yo tenía muy asumido que yo iba a ser médico.

De pequeña era muy deportista. Así que, si algo me define de pequeña, es el deporte; estaba siempre con mil movidas de deporte. El interés por la fotografía… Recuerdo una de las primeras imágenes que me generó preguntas, que me interpeló –que es otra de las funciones del periodismo– fue una imagen de Sebastião Salgado. Yo no sabía entonces quién era. Yo estaba con mis padres en casa de unos amigos [entonces Anna tenía 9 o 10 años], abrí un libro, sobre el Sahel, de repente veo una imagen de una mujer amamantando a dos niños. No era nada explícita. Muchas de las fotografías de Salgado, ahora mirándolo con perspectiva, aunque sea referente, no sería un fotógrafo en el que me fijaría.

Reconoce que hay que tener en cuenta que eran tiempos pasados y que los lenguajes fotográficos han evolucionado mucho.

Recuerdo preguntar a mis padres: ¿qué está pasando aquí?, ¿por qué estos niños están así? Esa fue la primera vez que vi que la fotografía tenía el poder de interpelar. Luego cuando hice la solicitud en la universidad, me inscribí a medicina, pero el día antes cambié y dije: “Yo no quiero ser médico, quiero ser periodista”. Pero era más bien un tema de aventura, poner el cuerpo al límite, yo quería ver lo que pasaba en otros sitios, ir a la guerra. Siempre digo, y me avergüenza un poco, pero creo que hay que ser sincera, yo empecé en periodismo como una cosa de aventura, tenía curiosidad por explorar. [Admite que ahora eso lo critica mucho y considera que el periodismo no debe ser así].

Lo que pasa es que sí que estaba muy vinculada a derechos humanos, a movilizaciones en Barcelona. Fui mezclando la aventura con el compromiso. Lo que tenía claro, después de meterme en periodismo, es que mi lenguaje era la fotografía, y fue, en parte, por fotografías como la de Salgado. Las imágenes siempre me han interesado mucho. Cuando empecé en MSF me di cuenta de que hay mucha injusticia. Me fui especializando en migraciones. Incluso, como parte de mis errores, tengo que decir que yo iba, fotografiaba, pero sin pensar mucho. Nuestras generaciones, cuando salíamos de la universidad tendíamos a fotografiar mucho, y pensar poco en lo que fotografiamos. Fui sintiendo que las fotos sirven, pero no si no hay algo más detrás para contar. Así, fui comprometiéndome en temas cada vez más específicos y en otra forma de hacer fotografía. 

He hecho cosas que ahora nunca haría, no digo fotografiar a un muerto en primer plano, porque eso yo nunca lo he hecho, sino en aproximaciones que han sido absolutamente colonialistas sin yo ser consciente de que lo eran. Esto sirve para aprender y desaprender.

P: Hablando de equivocarse y pedir perdón, ¿puedes compartir algún error durante tus primeros años de ejercicio del fotoperiodismo?

R: Uno de los que cuento y enseño bastante es cuando yo había estado en Sudán del Sur, un par de veces. Primero cuando se independizó Sudán de Sudán del Sur y luego con la guerra civil en Sudán del Sur. Cada vez que iba ahí, estaba peor la situación humanitaria. Ahí trabajaba con MSF, veíamos y sentíamos que daba igual todo. Era muy difícil meter temas de Sudán del Sur en medios más allá de una nota de color alguna vez.

Empezamos a pensar en hacer algo a través de los colegios. Yo empecé a fotografiar bodegones de los juguetes que se hacen los niños en los colegios con el barro o con lo que tienen. La idea era enseñar cómo estos niños hacen juguetes en los campos de refugiados e ir a los colegios en Barcelona y que los intentasen hacer también. En realidad, era una excusa para entrar a los colegios y hablar de Sudán del Sur.

Con precisión, exactitud y dando todos los detalles, Anna empieza un relato explicando cómo deambulaba por los campos de refugiados en busca de niños jugando con estos juguetes con la intención de capturar una imagen natural, donde no hubiera injerencia por parte de la fotoperiodista, es decir, donde ella no interfiriera. Su principal error fue hacer fotos de niños y niñas, cuyos nombres no conocía, y sin pedir permiso a los padres.

Hubo un momento en que lo publicamos, y yo pensé: son menores y no tengo el permiso de sus padres. La situación no les victimizaba, estaban jugando, así que el proyecto era bueno. El fallo es –y es colonialista absoluto– pensar que los niños de Sudán del Sur tienen menos derechos que los niños de Barcelona. Si yo me voy a Barcelona a fotografiar niños en un parque, el segundo día me han venido a detener… Detener, no, pero denunciar seguro.

Eso que me pareció buena idea, al final era un ejemplo de la mirada colonialista que yo tenía, aunque llevaba años intentando descolonizar y buscando otras formas de narrar. No se puede ir a Sudán del Sur y fotografiar solo cadáveres en las calles; hay que hacerlo para denunciar, pero no es suficiente. Este proyecto se me ha quedado clavado… Fue buena idea para entrar a los colegios, pero sin el permiso de los padres… Solo he conservado dos fotografías que sí que tengo autorización grabada, hice entrevista a los padres y sé el nombre de los niños. El resto las he guardado en el cajón.

“Es un ejemplo de la mirada colonialista que yo tenía, aunque llevaba años intentando descolonizar y buscando otras formas de narrar”.

P: ¿Recuerdas cuál fue la primera fotografía, cuadro o póster que colgaste y que sentías que te representaba en aquel entonces?

Comienza con la explicación de algo realmente curioso. Uno de esos misterios o coincidencias propias del azar, más que del destino.

R: Cuando empecé a trabajar con MSF, esa foto de Salgado que estaba en el libro, él la había hecho en MSF y ellos tenían copias de la misma foto, que, además, no es la típica foto de Salgado. Cuando vi eso, dije “eso es una señal”. Fue como “esa primera foto” que me ha acompañado bastante. Es la primera que colgué.

Aunque nunca ha sido una persona de colgar fotografías, me explica que últimamente sí que ha empezado a tener fotos de colegas de la profesión a los que admira. Se ríe tiernamente mientras me explica que su madre tiene colgadas en casa fotografías de su primera exposición de MSF e, incluso, que ha contratado a un pintor para que las estampara en la puerta del garaje de su casa.

P: Volviendo al nuevo estilo fotográfico que estás ensayando últimamente, ¿cómo es tu proceso artístico y creativo? ¿Cómo es el antes, durante y después de capturar la imagen en cámara?

R: Es la primera vez que trabajo así. Más allá de los retratos, ya que en fotoperiodismo está aceptado que montes un retrato. Es el primer proyecto.

Hace una pausa, mientras gira en círculos su preponderante anillo, rectifica cuando piensa en #Boza, explica que en este proyecto, pese a no montar fotos, sí que emplean otra forma de contar en la que hace un proceso creativo real. 

Es el primero donde pienso cómo contar visualmente algo, hago la investigación y hago todo lo necesario para que esas imágenes funcionen. En “Mar de luto” son imágenes de desaparecidos en el mar, en las que yo he tenido que aprender a bucear. Lo que hago es coger las imágenes con las que los familiares buscan a estas personas desaparecidas. Quería una imagen donde esta fotografía estuviese sumergida en las aguas donde esta persona desapareció. Tenía muy claro eso. El proceso era cómo hacer eso. Había una parte muy importante de investigación periodística: llegar a las familias, tener los permisos, entender qué estaba pasando. Por otra parte, estaba el proceso creativo, cómo imprimir esas imágenes para que se vayan hundiendo en el mar de una manera que quedase bien. Es la primera vez que hago esto, pero lo he disfrutado mucho. Creo que, al final, el resultado ha hecho que mucha gente me diga que es una “forma muy diferente de contar esta realidad”, “me ha hecho pensar mucho”, “son imágenes fuertes”. Y al final son imágenes donde las personas están sonriendo, pero tú sabes que están en el fondo del mar.

A lo mejor en 5 años, veo el proyecto y no estoy tan segura como ahora, pero viendo la reacción que está teniendo la gente

Con humildad, Anna no lo expresa con palabras, pero se puede percibir que está contenta con el resultado y la acogida del público. 

Yo no quiero que la gente llore, sino que se movilice, pero si eso causa una cierta emoción, y esa emoción se la lleva alguien a casa, está bien. Tampoco pretenderemos cambiar la ley de fronteras en Europa con cuatro fotos. Estoy viendo, y eso no me lo esperaba, más allá de que la gente no es consciente del número de personas que mueren en los mares, mucha gente que ha sufrido procesos de desaparición –por ejemplo, Colombia o México, países que están atravesados por las desapariciones por la falta de identificación de víctimas, la falta de asumir responsabilidades en el mar; algo que ha pasado en muchos países–, se siente muy vinculada a eso. Eso es muy bueno, no me lo esperaba, pero es una capa que quiero trabajar.

Anna se abre nuevamente y comparte generosamente un encuentro reciente con una periodista mexicana, Marcela Turati, experta en contar las migraciones en su país. Explica que las dinámicas que se viven en las desapariciones son siempre las mismas –desamparo de la familia, falta de cierre de los duelos, certificados de desaparición, limbo legal, parafraseando a la propia Anna– tanto si se dan en el mar o en otro contexto, como el de México. La problemática trasciende el mar.

“No quiero que la gente llore, sino que se movilice. Si eso causa una cierta emoción, y esa emoción se la lleva alguien a casa, está bien.”

P: ¿De qué referentes bebías cuando empezaste a fotografiar? ¿Han cambiado desde que estás en este nuevo proceso creativo?

Bebí mucho del fotoperiodismo clásico del que hablaba: James Nachtwey, para mí era referente [antes de proseguir, hace una aclaración: me dice que, el hecho de que ya no los consuma, no les resta importancia como grandes fotoperiodistas], Lynsey Addario, hay cosas que me siguen gustando, pero son periodistas muy clásicos. 

Empieza una enumeración elocuente. Se nota que lo hace con conocimiento de causa

Stephanie Sinclair, John Moore –hace migraciones y él sí está intentando nuevos lenguajes también–, me gustaba mucho Sebastião Salgado, en su momento, pero ahora me parecen imágenes absolutamente estéticas; no es lo que me interesa ahora, aunque entiendo el valor de lo que ha hecho Salgado. En España, Cristina García Rodero, sigue siendo referente: los temas que cubre, cómo los cubre, su compromiso por los temas. Todos fotógrafos de conflicto. Aunque lo sigo, ya no es el tipo de fotografía que me acaba de atraer ahora mismo. 

Además, en la revista [5W] veo mucho, se me hace muy repetitivo todo. Hay una manera muy unificada de contar el conflicto, las migraciones, temas de género, lucha por la tierra en Latinoamérica, es todo muy homogeneizado. Mis referentes solían ser los que lideraban estas maneras de narrar y ahora intento buscar otros referentes. Primero, tengo mucho interés en lo que están haciendo las personas a nivel local, ahora en la revista intentamos publicar –es un esfuerzo consciente– trabajos como los de Esther Mbabazi, que es una fotógrafa ugandesa; Ana Reyes Morales, es filipina; Carole Alfarah, siria, que ofrecen otras formas de narrar situaciones en sus países. Por ejemplo, estamos acostumbrados a narrar Filipina con fotografías de Natchwey, contar la guerra siria con fotografías de Ricardo García Vilanova. Ves las imágenes de Alfarah y García Vilanova… y los relatos son muy diferentes. Mis referentes están cambiando. Estas chicas están contando sus países y no lo hacen de forma consciente; es otra forma de ver, evidentemente, y lo cuentan de otra forma. Para mí, mucho más espontánea y natural.

Luego también yo digo que he pasado de ir a Visa Pour L’Image, que es el festival clásico de fotoperiodismo de conflicto en Perpiñán, a ir al Arlés [Francia], que son maneras creativas de contar temas documentales. 

Reprende una enumeración de nombres y apellidos, que representan fotoperiodistas referentes para ella: Felipe Romero, Cristina de Middel, Laia Abril…

Estoy buscando gente que haya abordado temas sociales, eso sí, para mí es importante, desde una forma más artística, más pensada, utilizando nuevos lenguajes.

Finaliza diciendo que, pese a estar inmersa en esta forma más artística de contar historias, sigue siendo muy analítica, por lo que busca trabajos que se entiendan y tengan una base documental sólida.

P: En tus coberturas fotográficas, más allá de los equipos fotográficos, ¿qué no te puede faltar en tu mochila de viaje?

R: [Suelta una carcajada] Suero. Es lo único que intento no dejarme nunca. Soy muy fácil, soy de cargar pocas cosas. Ahora, últimamente, como tengo una niña, siempre llevo algo de ella. Llevo una goma de ella en la cámara o ella me da un peluche y lo llevo. Pero puedo reportear sin eso. Incluso para venir aquí, me dio un muñequito [se enternece]. Yo le mando fotos de sus peluches por el mundo. Intento crema solar, pero eso se me olvida. Suero, nunca.

P: Hablando de cubrir la actualidad internacional, ¿cómo lidias con el aluvión de imágenes en circulación por medios digitales? ¿Cómo marcar la diferencia ante esta realidad?

R: Pensando, haciendo proyectos que tengan sentido. Hay dos maneras: o eres el primero en llegar a un sitio para denunciar algo, entonces sí, fotoperiodismo clásico. Por ejemplo, en la matanza en Bucha, Santi Palacios, un fotógrafo español, llegó primero, y Bucha es muy simbólico en la guerra en Ucrania porque fue el primer territorio que liberaron; y él entró el primero. Esas imágenes son fotoperiodismo clásico; en ese momento, no tienes tiempo de pensar. Son fotos de denuncia, todo lo bien compuestas que podía. Es la primera vez que se veían cadáveres de civiles en las calles en Bucha. Esta forma sigue teniendo validez. Pero esto no suele pasar porque antes de periodistas, van a llegar civiles y van a correr imágenes. La única manera que tenemos, yo creo, es pensar en cómo contar las historias. 

La editora gráfica del Washington Post dijo una vez, y yo siempre la cito, pero me lo hago casi como mío: “Los fotógrafos documentales tenemos que conseguir hacer que la gente vea lo que no se ha dado cuenta de que hay o que la gente vea las cosas de una manera que no sabía que se podían mirar”. No contarás en exclusiva nada en tu vida –puede pasarte una vez en la vida–, sino lo que tienes que intentar es contar lo que ha pasado desapercibido por el público, que la gente no lo ha visto de la manera en que tú les puedes enseñar. Esta es, para mí, la única manera que tenemos.

Lo que estoy viendo también es que la gente joven que quiere hacer temas así tiene una creatividad, una manera de narrar, una frescura en contar, algo que a nosotros nos cuesta más por lo que hemos bebido. Creo que vamos a ver –y estamos viendo ya– formas de narrar y contar que para nosotros han pasado desapercibido y ellos nos enseñan. Para mí esta es la clave.

“Intentar contar lo que ha pasado desapercibido por el público, que la gente no lo ha visto de la manera en que tú les puedes enseñar”.

P: En “Mar de luto”, has hecho una cobertura fotográfica desde una mirada diferente, centrándote en una realidad poco retratada: el impacto emocional que el desplazamiento, las desapariciones y las muertes de las personas migrantes tienen en sus familiares y comunidades de origen. En este sentido, ¿cuál es la cobertura que te pesa más?

Todos los familiares de personas desapercibidas están anímicamente mal. Yo cuento que lo estoy pasando peor en este proyecto que fotografiando muertos en Ucrania o la exhumación de una fosa en Ucrania, que es como muy impactante de ver. 

Por ejemplo, la historia de Maimouna, que es parte de [“Mar de Luto”]. Cuando ella salió mandó un mensaje a su hermano, le dijo “cuando recibas una llamada perdida de un número español da gracias a Dios porque querrá decir que he llegado. No lo sabe nadie más que tú; reza por mí. Me voy a la patera.” Estaba embarcando en la patera, se escucha de fondo en el mensaje. Maimouna no llegó nunca. Cuando conocimos a la madre, Maimouna llevaba dos meses desaparecida. Ni la madre ni el hermano habían podido hablar con nadie, no sabían qué hacer, nadie les había informado de nada, no habían podido poner una denuncia… Por suerte, viajamos con el líder de la comunidad africana negra en Canarias, que sabe muy bien cómo contar de manera culturalmente cercana, porque él es senegalés, lo que estaba pasando.

Anna hace una pausa repentina. Desbloquea un recuerdo.

El otro día [se ríe], viniendo en el avión, estaba trabajando mucho, necesitaba parar y vi un trozo de Los juegos del hambre. Ahí hay una frase y me dije “la voy a utilizar porque es tal cual mi proyecto”. Y es “solo hay algo más poderoso que el miedo, y es la fe”. En este proyecto he visto esto muchísimo; en todos los procesos migratorios es así. La madre de Maimouna necesita creer que su hija está viva. 

Reprende el relato desalentador de Maimouna, una historia que ilustra la realidad de tantas personas migrantes. Me explica durante dos minutos que, por mucho que Mame, el líder comunitario antes mencionado, intentase insinuar a la madre de Maimouna que su hija estaba desaparecida o muerta, la mujer no reaccionaba. 

Esta mujer se pasó diez minutos sin llorar, sin inmutarse físicamente. Le repetía constantemente: “No lo entiendo, me lo puedes volver a contar”. Al final dijo, “Ah vale, lo entiendo: mi hija está en el fondo del mar. Gracias.” Sin ni siquiera inmutarse. Me hubiera impactado menos que se hubiera puesto a llorar a esa manera de asumir eso. Eso que no pueden ni llorar, lo veo en muchas familias. 

Esta es la historia con la que arranca su último trabajo “Mar de luto”. Esta historia es la que permitió también que, durante tres años, este proyecto se fuera cociendo a fuego lento. La ejecución duró tan solo 5-6 sesiones, aparte de las previas clases de submarinismo. Repentinamente, agita las manos con más ímpetu. Son imágenes “fuertes” las del proyecto, como ella misma las califica. Se abre y explica que, una vez hecho su proceso creativo y publicado el proyecto, esto le generó dudas y miedos a la hora de enviarlas a las familias por lo que representaban, por el dolor que podrían generar. Al fin y al cabo, son fotos muy claras que muestran a sus hijos e hijas en el fondo del mar. Tienen un simbolismo descomunal. Le sienta mal pensar cómo el proyecto puede afectar a las familias, aunque estas generalmente piden que se dé visibilidad, se denuncie y se haga justicia, algo que este proyecto logra.

Son dudas que siempre estarán y el problema sería no tenerlas. Si no las tuviéramos, es lo que nos haría realmente cínicos.

P: Es inevitable preguntarte: ¿cubrir estas realidades desgarradoras afecta a tu salud mental? ¿Tienes estrategias que te ayuden a hacer más llevadero este oficio?

Yo me cuido muy poco en eso. Lo sé. Soy consciente. Creo en la importancia de cuidar la salud mental porque he visto a alguna gente colapsar. Puede ser que yo colapse. Tener una hija ayuda porque ella te hace desconectar rápido. Ella es también la parte que nos desvincula [refiriéndose a Agus Morales, periodista, director de Revista 5W y pareja de Anna] del trabajo. Sí que es verdad que ha habido momentos que he necesitado parar. Por ejemplo, en MSF, cuando iba a Sudán del Sur, no podía procesar lo que estaba viendo; luego me iba a República Dominicana, después a Bolivia a reportear. Veía una cantidad de injusticias que no podía procesar y tampoco estaba muy tranquila con lo que estaba haciendo: no podía ni pensar si tenía sentido y ahí yo lo llevaba mal, necesitaba parar mucho más y necesitaba estar un mes sin viajar porque no podía asumir más. Pero ahora, como los procesos y proyectos que hago son tan largos… 

Confiesa que, pese a que algunas de las actividades que hace como parte de su trabajo –como, por ejemplo, charlas– le agotan emocionalmente, si no las hiciera tampoco estaría tranquila consigo misma.

“Creo en la importancia de cuidar la salud mental porque he visto a alguna gente colapsar. Puede ser que yo colapse”.

Ahora mi intranquilidad es encontrar la manera de fotografiar hacia arriba, el poder y la toma de decisiones. No estaré tranquila hasta que no encuentre esta manera. A lo mejor, debería tener estrategias [de gestión emocional], a lo mejor, de aquí a 5 años, ya no puedo hacer estos temas, pero ahora siento que tengo ganas de mirar hacia arriba.

Vuelve a ilustrar su explicación con un ejemplo. Esta vez de algo que le pasó durante su estancia en Bogotá con motivo del Festival Gabo. En un bar, una mujer le cuenta el periplo de violencia, maltrato y estrecheces económicas que ha vivido. Ahí sí, ella pensó: “No puedo asumir más. A lo mejor es un síntoma de no saber gestionar bien”.

Ahora solo hago desaparecidos en el mar, que es lo que controlo, gestiono y en lo que realmente creo que debo meter mi esfuerzo intelectual. Ahora no me metería a hacer un tema de violencia en Colombia porque profesionalmente no podría asumirlo y seguramente emocionalmente tampoco. Lo gestiono como puedo.

“Ahora mi intranquilidad es encontrar la manera de fotografiar hacia arriba, el poder y la toma de decisiones”

P: Pese a ser de esas clásicas preguntas que siempre te hacen, no puedo acabar sin preguntarte: ¿Puedes darnos un adelanto sobre qué tipo de trabajos nos esperan de Anna Surinyach?

La parte de “Mar de luto” expuesta está muy centrada en desapariciones, pero hay otra parte sobre lo que pasa en el mar, qué pasa con los cadáveres de las personas que se encuentran en las pateras y que el mar expulsa. Quiero ver cómo son los procesos de identificación de los cadáveres de las personas desaparecidas en el mar, aparte de lo que te he estado contando sobre cómo los procesos de decisión están haciendo que todo esto esté pasando. Esto me puede llevar diez años.

También estoy con un proyecto pequeño, que estoy disfrutando mucho, y el proceso creativo se sale del fotoperiodismo clásico. Es un proyecto de acogida familiar en Barcelona.

Una breve interrupción. De repente, se asoma una joven, miembro del equipo organizativo del Festival Gabo, con dos bolsitas de palomitas en las manos. Llega en el momento adecuado. Son pasadas las 2:30 pm y el hambre hace sus primeros estragos. Con nuestras palomitas en mano, terminamos nuestra conversación, en una atmósfera cada vez de mayor familiaridad y complicidad, con unos últimos cuatro minutos y medio de entrevista sobre el desamparo que viven los jóvenes migrantes cuando cumplen la mayoría de edad en Barcelona, ciudad donde residimos las dos habitualmente. 

Compartimos perspectiva. Vemos la necesidad de que estas personas puedan reintegrarse, conectarse nuevamente con la sociedad, establecer nuevos y más sólidos lazos con un entorno saludable. Vemos en estos procesos de acogida una oportunidad, sin duda. Debemos aprovecharlos. Darlos a conocer entre la gente. Promocionar la acogida del “otro”. Es una cuestión de humanidad, enriquecimiento cultural y mejora de sus oportunidades. Pero, sobre todo, y creo que es algo compartido entre las dos, es una cuestión de justicia y dignificación de unas personas que han sido vulneradas, manoseadas por el poder, arrancadas muchas veces de sus territorios, forzadas a desplazarse, condenadas a la pobreza.

***

Esta entrevista se realizó como parte del taller ‘El arte de la pregunta: la entrevista como dialéctica, narración y dramaturgia’, que dirigió Albert Lladó el 4, 5 y 7 de julio del 2024 en Bogotá, Colombia, como parte de las actividades del 12º Festival Gabo. El taller se realizó en alianza con la Alcaldía Mayor de Bogotá, a través de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, y la Red Distrital de Bibliotecas Públicas – BibloRed, con el apoyo de Acción Cultural Española gracias a su Programa para la Internacionalización de la Cultura Española (PICE).

Una conversación más allá del arte de la poesía con Ahmad Mohsen

Por Angie Daniela Martínez Aldana

Con un sentir genuino Ahmad Mohsen, periodista, poeta y traductor literario, nos cuenta la experiencia profunda del artista, desde las fragmentaciones sociales que nos acontecen como seres en busca del sentido. Un sentido que propone en su obra Vine a cantar una herida al mundo (poemas para Palestina), en la cual nos adentramos. Hemos de imaginar un futuro mejor para nosotros y nosotras, pero esto no será posible si no entendemos el dolor en todos sus matices. 

La sensibilidad, el ser del artista y la valentía que encarnan las “metáforas naturales” –como él llama a gran parte de sus poemas– nos invitan a cuestionar el mundo que nos han contado, sus raíces egipcias denotan una espiritualidad que no es de estas tierras, y tampoco ajenas a ellas. Este encuentro se llevó a cabo en el jardín del Gimnasio Moderno de Bogotá, sede principal del 12º Festival Gabo 2024. En esta ocasión no nos acompañaba la magia del fuego ni el canto de nuestros ancestros, algo inherente a nuestra esencia humana, pero sí los tenues rayos de sol, la ligera lluvia y los sonidos diversos de un colectivo que se une alrededor del conocimiento y el libre pensamiento

Retomo la frase que mencionaste en tus historias en redes sociales: “Viva el arte valiente”, y me gustaría conocer cómo llevas tu vida desde el arte que creas, cómo piensas tu poesía para que llegue a otras personas.

Ahora en unas circunstancias excepcionales de la vida, de la historia, de la humanidad, yo siento que es, no sé si llamarlo responsabilidad, pero tal vez hace parte del arte mismo que se toque por lo que sucede.

Vine a ofrecer mi corazón
Y ¿qué haría el corazón
al niño degollado
al lado de su peluche
manchado de sangre?

El arte no puede ser indolente, el arte no puede ser ciego. El otro día escuché el discurso de una actriz que estaba recibiendo un premio y ella dijo algo como: “Ellos quieren amenazarnos, quieren meternos miedo para que no hablemos”. Pero nosotros somos artistas y si nos dan premios por ser artistas, no pueden pedirnos dejar de ser. Ser artista es ser alguien que sensibiliza y se sensibiliza; si no hace esto, dejaría de ser artista.

En tu obra Vine a cantar una herida al mundo, en el poema “Semillas de agua” relatas “Cuando el pan se vuelve sangre”. En este caso quiero preguntarte ¿qué alimento nos queda en la vida?

Pienso mucho en el poder de la metáfora –y en las metáforas naturales que tienen el carácter de la pluralidad de sentidos– que en sí misma se puede materializar, se puede imaginar como concreta y visible. Yo pienso que las metáforas que están en este poema hacen referencia a imágenes que se han visto. “Cuando el pan se vuelve sangre”: este verso es la imagen de la llamada “Masacre de la harina”. Es cuando están brindando ayuda humanitaria en Gaza y distribuyen bolsas de harina para que la gente haga pan. Cuando llegan las bolsas de harina, van cantidades de personas a buscar esta ayuda, y llegan tanques de guerra israelíes a disparar: matan a más de cien personas. Las imágenes que quedaron después de ese día fueron muy impactantes, porque son las bolsas de harina manchadas de sangre. Siento que la mayoría de las imágenes que están en estos poemas las hice a propósito, en una cosa que se podría llamar “poesía documentalista”. A mí me parecía que no había que inventar imágenes más allá de lo que se ve, de lo que se vive: eso es suficientemente fuerte, solamente que hay que procesarlo en la escritura.

Hablando de las historias diversas que nos invita el Festival en este 2024, me gustaría que me contaras cómo podemos atravesar el dolor desde la realidad que vivimos para poder integrarlo en nuestra vida. 

Ahora hay dos fases: la primera fase es vivir con el dolor y la segunda fase es qué hacer con el dolor. El poema, por ejemplo, siento que tiene dos partes: 90% es el poema y el otro 10% es la última frase, es ¿qué hacer? ¿qué hacer? ¿qué hacer? Y al final termino diciendo ”sembramos agua”, una metáfora abierta a la posibilidad de hacer lo que se pueda frente a la oscuridad, frente a los incendios, frente al horror. Hay otro poema que se llama “Muero porque no muero”, un verso de Santa Teresa de Ávila, y está dedicado a una periodista palestina asesinada. Tal vez es uno de los poemas en dónde hay más dolor, más cuestionamiento a qué hacer, llevar ese dolor e ir al mar, con ese dolor que es como piedras y ver que el agua, como si despedazara esas piedras del dolor y las volviera como unas piedrecitas muy chiquitas y luego se disuelven en el agua. Esa agua es eso misterioso en lo que siempre se busca una fuente de supervivencia. 

Recordé también, en esos momentos en los que sentìa mucho dolor, los versos de un poeta egipcio con su poema “Queda mucho”. Empieza diciendo “Yo no voy a vender la esperanza a la gente / pero tampoco le voy a vender la desesperanza. / No voy a vender una idea a la gente que mañana pueda cambiar y ser totalmente lo contrario, / y no voy a poder callar una voz en mi cabeza y decirle ‘basta ya, no vale la pena’. / La vida es dificil, juega a lo dificil / tú eres el que agranda las cosas”. Hablándole a su mente, dice: “Deja de llorar, deja de escribir, deja de llamar, de ser bobo o ser bueno”. Llega un momento en el que cierra diciendo: “Pero una parte en mí siempre me dice ‘no, decir no es igual que no decir“‘. Esa parte que uno no sabe de dónde le viene, cuando uno ve que un gesto mínimo puede generar algo que hace que las cosas no sigan siendo iguales, a veces es muy dificil porque las circunstancias son tan atroces que puede parecer que nada está al alcance. No tengo respuestas para qué hacer en estos grados. Pero es una pregunta en la que pienso mucho últimamente; he pensado, por ejemplo, en cuando se pierde toda gana de vivir durante circunstancias tan duras, ¿qué se puede buscar? La belleza. Pero a veces el horror puede impedirte sentir y ver la belleza, pero igual te pones frente a ella y ves qué sucede. 

Me miré a los ojos
y vi en mi cara
el horror del mundo,
el horror al mundo.

¿Qué hacemos con la indiferencia que nos carcome la sangre y nos impulsa al olvido de otros?

Es una pregunta muy difícil, porque ahora, entre nosotros, hablando con palabras, pensando en ideas abstractas, podemos decir “sensibilizar”. Pero, en realidad, cuando uno lleva esta palabra a la vida, y cuando uno piensa en conversaciones que tiene con personas que parece que no tienen activados ciertos chips de la simpatía con el otro, yo creo que no es que no los tengan activados, sino que hay una deformación del otro muy grande en el pensamiento de muchas personas. Y en esto estamos, en una lucha contra algunos aparatos muy grandes de medios de comunicación que siempre demonizan al otro, lo deshumanizan incluso. Hay mucha gente que le da igual el cambio climático o el maltrato animal; para ellos todo lo que no es humano no tiene valor. Si todo lo que no es humano no tiene valor, entonces vamos a quitarle el carácter humano a ciertos humanos: los llamamos terroristas, los llamamos guerrilleros, los llamamos vándalos.

Quise matar en mí
al asesino,
al genocida,
al verdugo.

El miedo es el gran enemigo, la desfiguración del otro, volverlo demonio. Creo que esta idea muestra que el otro es una cosa. No hay otros que hacen crímenes, hay criminales; no hay personas que cometen errores, hay bestias. Así es muy fácil eliminar a ese otro y eso me parece muy grave. 

¿Cómo podemos imaginar nuestro lugar como periodistas para integrar buenas acciones y lograr ver la transformación social?

Cuando empecé a escribir un medio árabe, me pidieron escribir con ellos un artìculo mensual sobre Latinoamérica. Yo tenía una idea previamente pensada sobre el tema de los carnavales y la violencia, y luego eso coincide con el Paro Nacional en Colombia. Pero yo tenía muy claro que no iba a escribir una descripción del paro como si fuera una noticia. Eso es lo menos relevante y lo menos influyente que puede ser. Hay manifestaciones en Colombia para reivindicar ciertos derechos, pero ¿qué efecto tiene esto en los lectores? Realmente nada: todos los días estamos expuestos a estas noticias. Yo elegí hablar un poco sobre la historia de Colombia desde la independencia y luego pasar por la historia del conflicto armado: cómo inició, cuánto duró y qué consecuencias tuvo en el país, para llegar a lo que está sucediendo en un paro, saber qué significa. Por otro lado, considero que las herramientas y el conocimiento que se aprende en el Festival Gabo se pueden mostrar para contrarrestar esos poderes mediáticos y llevar ciertas realidades a las personas de una manera que nos haga sentir verdaderamente cercanos. 

¿Cómo crees que podemos homenajear a los periodistas asesinados, que han sido símbolo de valentía en las guerras de nuestros tiempos? 

El número de los periodistas asesinados en la franja de Gaza está acercándose a 200. En un solo día asesinaron a 12. Hay un poema que se llama “Elegía”, dedicado a Hamza Wael AI-Dahdouh, periodista asesinado por un dron israelí el 7 de enero de 2024, hijo del corresponsal de Al Jazeera en la franja de Gaza. En los primeros meses del genocidio él estaba trabajando y bombardearon su casa, mataron a su esposa, su hija, dos nietos y el hermano menor. Unos meses después estaba Hamza cubriendo las masacres que se estaban cometiendo y él estaba en el centro de la franja, yendo al sur. Con un dron bombardearon el carro en el que estaba con otro periodista y los mataron a los dos. Esa noticia, para mí, no era una simple noticia: ellos habían asesinado a una persona que yo conozco. Luego, en mayo del mismo año, vi la noticia de que habían asesinado a una periodista que se llamaba Ola Al Dahdouh.

Como quien camina a su muerte
camino la vida
Piso la tierra que giro
como quien corta caminos,
rompo el camino de la muerte.

Este hecho también fue muy impactante. Esa misma periodista antes de morir había presentado tres denuncias diferentes frente a la Corte Internacional de Justicia por las masacres a los periodistas. Creo que el mayor enemigo de Israel actualmente en la franja de Gaza son los periodistas: ellos no quieren que esto se cubra, no quieren que esto se narre, y para ellos los periodistas son objetivos directos.

Cantar embellece la herida
del mundo,
pero el niño herido
quiere un vaso de agua,
y yo le dibujo
bellos oasis de luz.

***

La esencia humana busca encontrarse en la oscuridad compartida, asó parezca que somos lejanos a ella. Ahmad contempla la realidad desde otras perspectivas para recordarnos que estamos en el mismo lugar. 

Esta entrevista se realizó como parte del taller ‘El arte de la pregunta: la entrevista como dialéctica, narración y dramaturgia’, que dirigió Albert Lladó el 4, 5 y 7 de julio del 2024 en Bogotá, Colombia, como parte de las actividades del 12º Festival Gabo. El taller se realizó en alianza con la Alcaldía Mayor de Bogotá, a través de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, y la Red Distrital de Bibliotecas Públicas – BibloRed, con el apoyo de Acción Cultural Española gracias a su Programa para la Internacionalización de la Cultura Española (PICE).

Carmen Aristegui: “Bukele es un fuera de serie para mal”

Foto: Faber Franco / Fundación Gabo.

Por Cristian Meléndez

Bogotá, Colombia— Carmen Aristegui es una periodista de reconocida trayectoria en México. Su cuestionamiento al poder y su defensa de la libertad de prensa en Latinoamérica la convirtieron en el objetivo de persecuciones y espionaje, pero también la hicieron destacar y ganar premios como el de la Sociedad Interamericana de Prensa, el Premio Gabo, entre otros de los más importantes de la región. 

La tarde del pasado 5 de julio, bajo la carpa del Café Libro, en el Gimnasio Moderno de Bogotá, Colombia, sede del Festival Gabo 2024, la lluvia hizo una pausa y permitió un encuentro entre periodistas de GatoEncerrado y Carmen Aristegui, para platicar sobre la situación de El Salvador y escuchar su análisis y perspectiva sobre lo que ocurre en este país centroamericano, donde Nayib Bukele mantiene el poder a pesar de que la Constitución de la República lo prohíbe. 

De acuerdo con Aristegui, Bukele es un líder “fuera de serie para mal” al que no se le puede llamar demócrata, porque rompe las reglas democráticas e intenta “aniquilar moralmente” a los periodistas y críticos. 

Esta es una parte de la plática de periodistas de GatoEncerrado con Aristegui. 

¿Qué piensa del “modelo Bukele” y su forma de mantenerse en el poder?

Bukele es un personaje, yo diría, fuera de serie.  En términos no positivos, pero fuera de serie. Es un político que ha logrado establecer un tipo de gobierno que cuenta con un amplio apoyo popular. No se puede negar que Bukele es un personaje con una aceptación social enorme, que uno lo puede imaginar y entender como producto de un tipo de eficacia gubernamental en la seguridad, a costa de otras cuestiones. Es decir, el modelo Bukele involucra un estado de excepción muy largo, inusualmente extendido, en medio del cual se realizó una elección en la cual resultó presidente, según lo que me han dicho los especialistas de carácter constitucional.

Es un político joven que ha logrado comunicarse de una manera muy potente con la mayor parte de la población, que le ha respondido con esta votación gigantesca [2.7 millones de votos]. No sé si se está discutiendo algún tipo de impugnación electoral, pero hasta donde nos quedamos los que observamos de lejos, el asunto fue un resultado rotundo.

No significa, desde mi humilde punto de vista, que esa votación monumental sea necesariamente legal. Está la discusión de si es legítima, porque la gente fue a votar por él. Entonces es una cosa muy compleja en términos de institucionalidad y de legalidad y de lo que de facto ocurre en El Salvador, con un liderazgo como el de Bukele, que ha logrado esta eficacia de desmantelar –porque lo hizo– a las pandillas.

Sí logró dotar de un grado de seguridad a quien no la tenía, al eliminar de la forma en que se eliminó la presencia organizada de las pandillas. Entiendo que fue sin los procesos judiciales correspondientes. Pues ese es el terreno donde la gente dice: a mí los procesos judiciales correspondientes me resultan menos importantes que mi seguridad.

¿Cree que existe riesgo en que los países de la región se contagien de este “modelo Bukele”?

Pues tiene varios admiradores y varios personajes que están buscando imitarlo. [Javier] Milei, por ejemplo, que envió a su ministra [Patricia] Bullrich recientemente a ver cómo El Salvador había hecho las cosas, por hablar de alguien.

Estamos hablando también de una idea que existe de que exhibir a los presuntos criminales como criminales verdaderos, rompe los debidos procesos y se entra en un choque muy fuerte entre la legalidad y la utilización política de una eficiencia, entre comillas, del tema más sensible de una comunidad que es la tranquilidad. 

¿Qué cree que es lo que logra seducir a otros países o a la misma gente de El Salvador que incluso perdió sus derechos al darle todo el poder?

Estar dispuesto a cambiar seguridad por derechos, cambiar seguridad por legalidad. Y muchas personas dicen: para qué quiero legalidad si es ineficiente. Es una sacudida brutal a la ineficiencia gigantesca de las democracias y al colapso del Estado de derecho, a la ineficacia de los gobiernos y las policías y las fiscalías. Entonces, tomar decisiones de esta naturaleza, que en la lógica legal resultan arbitrarias, pero que al final de cuentas la mayor parte de la población dice: necesitamos sacudirnos de la criminalidad. 

Yo no sé si quedó El Salvador resuelto en todos sus términos de criminalidad, no lo sé. Pero quedó una expresión política como la de Bukele, de “si todos sabemos que son ellos [los delincuentes], vamos a meterlos a la cárcel porque tienen tatuajes”. O sea, el tatuaje como un sustituto de un juicio y un cumplimiento de lo que digan los códigos.

¿Considera que hay diferencias entre los regímenes de Nicaragua, Venezuela y El Salvador?

Pues mire que hay diferencia, porque estamos hablando de dictaduras. En el caso de Bukele, hay personas, yo he escuchado a colegas suyos como los colegas de El Faro, a Carlos Dada, por ejemplo, que el día que fue la elección de Bukele esta se considera inconstitucional, a pesar del resultado abultado a su favor. Él dijo: “Empieza una dictadura”. 

Bueno, dictadura es la de [Nicolás] Maduro, dictadura es la de [Daniel] Ortega y la de Bukele es una circunstancia inconstitucional y, por lo tanto, si nos vamos al purismo de la ley, sería una dictadura, porque se impuso alguien que técnicamente no tendría derecho a estar en la elección.

De hecho violó las leyes electorales…

Pues ese es el tema, porque al final eso pudo ser posible porque hubo un paso previo. Ustedes me lo contarán mejor que yo, pero si no me equivoco un paso previo fue haberse apropiado del Poder Judicial, y al apropiarse del Poder Judicial y de todos los poderes, pudo reinterpretarse lo que entiendo que es muy claro en la Constitución, que es la no reelección. 

Allí empieza a discutirse: ¿Qué cosa es Bukele? Porque si concentra todo el poder y los demás poderes de la República están sometidos a la presidencia, pues eso ya no es democracia.

En una situación como la de El Salvador, ¿cuál es el reto que tienen los periodistas para ejercer la profesión en un país donde los derechos humanos están suspendidos?

No seré yo la que te lo cuente a ti, pero por supuesto que conocemos casos muy delicados. Por ejemplo, mencioné a Carlos Dada de El Salvador, que son personas que conozco. Sé que no puede estar ahí. O sea, si un equipo de comunicación digital o no digital tiene que irse de su país para seguir haciendo periodismo, pues ese es el principal indicador de que las cosas son muy graves para quienes se dedican a informar.

¿Cómo pueden los periodistas y medios independientes recuperar la confianza de las audiencias cuando los gobiernos desprestigian al periodismo?

Mira: no hay fórmula secreta para ese tema ni mucho menos. Este fenómeno se da en varios países, México incluido, y hay ya un patrón de conducta de varios líderes de todo el mundo que han encontrado rédito en dañar estos dos ejes principales del periodismo, que es la confianza y la credibilidad que las audiencias deben tener en sus periodistas. 

Es clarísimo que les ha traído réditos porque han ido minando la confianza en las noticias, han ido minando la confianza en los periodistas y eso habla de cualquier cosa, menos de los demócratas. 

Son actuaciones contrarias a la democracia, dañinas a la democracia, hechas por presidentes, algunos emanados de procesos democráticos, que luego se distorsionan con procesos, como el de Nayib Bukele que se reelige de esta otra manera, pero en su momento fue electo democráticamente, como fue electo democráticamente [Gustavo] Petro o como fue electo democráticamente AMLO [Andrés Manuel López Obrador]. O como han sido electos democráticamente algunos otros que, una vez ya instalados en el poder, empiezan a desmontar factores fundamentales, como la libertad de expresión o el daño directo y calculado políticamente contra críticos, opositores y periodistas.

Finalizo con esto: usted, como periodista, ¿cómo define a Nayib Bukele?

Un fuera de serie para mal.

¿Un mal necesario para la población que ha comenzado a experimentar una vida sin pandillas? 

No lo vería así, porque yo respeto, por supuesto, a una población que mayoritariamente decide lo que decida, pero aquí sí se debe mantener el filo de la crítica. Se le tiene que decir a la población, por más que haya votado por Bukele, que aquí se dinamitaron cosas esenciales de una democracia como que debe respetarse la Constitución, o procesar, meter a la cárcel masivamente a personas sin los debidos procesos judiciales… es algo que se tiene que decir… o utilizar la popularidad y la fuerza que te da la aceptación de tu pueblo para apropiarse de los demás poderes y ejercer un tipo de gobierno que se aleja de la democracia. Se debe decir. 

Por eso los periodistas y los analistas y los críticos son necesarios para las democracias y los presidentes que tratan de aniquilar moralmente a los periodistas no son demócratas. Los presidentes o líderes políticos que no aceptan que la crítica es indispensable, por más disgusto que les cause, no se les puede llamar demócratas.

Esta entrevista se realizó como parte del taller ‘El arte de la pregunta: la entrevista como dialéctica, narración y dramaturgia’, que dirigió Albert Lladó el 4, 5 y 7 de julio del 2024 en Bogotá, Colombia, como parte de las actividades del 12º Festival Gabo. El taller se realizó en alianza con la Alcaldía Mayor de Bogotá, a través de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, y la Red Distrital de Bibliotecas Públicas – BibloRed, con el apoyo de Acción Cultural Española gracias a su Programa para la Internacionalización de la Cultura Española (PICE).

Relatoría del taller ‘Desmitificar la IA e investigar sus impactos’, con Karen Hao y Tatiana Dias

La irrupción de la Inteligencia Artificial representa retos y posibilidades para el periodismo. Karen Hao, periodista estadounidense, y Tatiana Dias, editora general en The Intercept Brasil, estuvieron en el Festival Gabo 2024 y compartieron varias experiencias y consejos sobre ese tema. 

Por Nicolás Sánchez Arévalo

La Inteligencia Artificial es un tema recurrente en las redacciones y su irrupción genera tanto retos como posibilidades. Cada vez es más frecuente no solo su uso, sino también el contenido periodístico que aborda lo relacionado con estas tecnologías. Por ello es importante pensar en la relación entre el periodismo y la IA: por un lado, para hacer un cubrimiento ético y, por el otro, para generar contenidos de alta calidad que den cuenta de las implicaciones del fenómeno. 

Sobre esos temas hablaron en el Festival Gabo 2024 dos mujeres que han hecho cubrimientos profundos sobre los retos de investigar los engranajes que rodean la Inteligencia Artificial. En el taller ‘Desmitificar la IA e investigar sus impactos’ Tatiana Dias, editora general en The Intercept Brasil, y Karen Hao, periodista estadounidense, compartieron sus experiencias y aprendizajes sobre el tema. 

En el taller, que se realizó en Bogotá (Colombia), participaron periodistas de diferentes países de América Latina. Esta relatoría recoge apartados destacados de la clase en la cual las expositoras compartieron ideas de posibles enfoques para el cubrimiento de la Inteligencia Artificial, señalaron errores frecuentes que se están cometiendo en las redacciones y dieron consejos para hacer más transparente de cara a las audiencias el uso de estas tecnologías en los medios de comunicación.

Para una mejor comprensión de los apartados siguientes de esta relatoría, partiremos de la definición de Inteligencia Artificial que las maestras dieron en el taller: “Nombre para un conjunto de tecnologías que se supone imitan las capacidades humanas”. Para su funcionamiento son necesarios dos procesos: uno de extracción de datos de internet y otro de ‘compute’, lo que se refiere a la potencia computacional y tecnológica para procesarlos.

Errores frecuentes en los cubrimientos sobre la Inteligencia Artificial

Un aspecto importante sobre el que llamaron la atención las maestras es que los periodistas deben tener en cuenta que en la Inteligencia Artificial y sus procesos se conjugan el poder, el dinero y la tecnología. Ese es un punto de partida para hacer un mejor cubrimiento sobre esas tecnologías. “En la era moderna grandes empresas han estado invirtiendo porque piensan que pueden tener ganancias”, explicó Hao.

En medio del taller se señalaron errores frecuentes cuando se hace cubrimiento sobre la Inteligencia Artificial: 

  1. No preguntarse por qué la Inteligencia Artificial es como es. Los periodistas no pueden naturalizar esas tecnologías, sino que se deben preguntar, por ejemplo, de dónde se extraen los datos que la nutren y si estos reproducen sesgos y violencias de nuestras sociedades.
  2. Referirse a la Inteligencia Artificial como una tecnología y no como muchas tecnologías. Para que la Inteligencia Artificial sea posible se necesitan varias tecnologías y procesos. Entender a la misma como una tecnología es una comprensión limitada. 
  3. Citar como “expertos” a directivos de empresas de IA u otras personas con vínculos financieros con la industria sin reconocer dichos vínculos. Esto genera confusión en las audiencias y puede ayudar a camuflar como conceptos técnicos los intereses económicos. 
  4. Darle atributos humanos a la Inteligencia Artificial. A veces, los medios hablan de la inteligencia artificial como si se tratara de un humano.
  5. Olvidar que la Inteligencia Artificial es una historia sobre las personas. Es decir, los procesos necesarios para el funcionamiento de la Inteligencia Artificial involucran a millones de personas y pueden afectar a comunidades enteras. 

Posibles enfoques para cubrir la Inteligencia Artificial

Superando esos errores comunes se abren grandes posibilidades para investigar desde el periodismo todo lo que rodea la Inteligencia Artificial. Sobre todo, teniendo en cuenta el quinto numeral del anterior intertítulo, la Inteligencia Artificial es una historia sobre personas.

Un primer campo de investigación que se abre se centra en los procesos de la consecución de los datos que son la base de la Inteligencia Artificial. En este punto hay varios enfoques posibles como la explotación laboral de las personas que están cumpliendo las labores de extracción de datos de internet. Acá se pueden tener en cuenta dos aspectos: remuneraciones muy bajas y falta de preparación del personal que entra en contacto con contenido explícito y violento. 

Tatiana Dias contó que habló con migrantes venezolanos que le dijeron que habían sido contratados por compañías norteamericanas que los obligaban a trabajar 16 horas al día. Dias mostró los resultados de un estudio según el cual esas labores de extracción de datos se hacen en el sur global, mientras que las compañías beneficiarias de ese trabajo tienen sus sedes en el norte global. 

En ese primer campo de investigación también se pueden explorar las posibles pérdidas de la privacidad y el capitalismo de vigilancia.

Otro campo de investigación tiene que ver con la cantidad de recursos naturales que requiere el funcionamiento de la Inteligencia Artificial. Para esto se instalan plantas físicas como los centros de datos que necesitan una refrigeración potente. Esto, como contó Dias en el taller, ha generado choques entre las empresas tecnológicas y comunidades en Uruguay por el acaparamiento de agua.

En este segundo campo de investigación también hay otros posibles enfoques: las afectaciones ambientales por las emisiones de los centros de datos, la geopolítica que hay detrás de la instalación de esa infraestructura y la extracción de minerales necesarios para la operación de la Inteligencia Artificial.

Otras posibilidades de investigación se abren al revisar los sesgos de la Inteligencia Artificial. Muchos de estos sistemas se pueden alimentar de datos que replican prejuicios, racismo y discursos de odio. 

También hay grandes desafíos en la utilización de Inteligencia Artificial por parte de entidades gubernamentales. Por ejemplo, cuando se trata de vigilancia con Inteligencia Artificial ¿cómo se están alimentando los datos? ¿Cuáles sesgos posibles hay en esos sistemas? ¿Podrían estar incurriendo los sistemas de vigilancia en el reforzamiento de estigmas contra poblaciones históricamente discriminadas?

Usos en las redacciones y dilemas éticos

La relación de la Inteligencia Artificial con el periodismo no se limita al cubrimiento; también puede ser una herramienta útil en las redacciones. En el taller, ambas maestras abordaron los posibles usos que los periodistas les podrían dar a esas tecnologías y los riesgos que encarnan. 

Un buen uso de la Inteligencia Artificial en las redacciones se da cuando se utiliza en la clasificación de documentos. Cuando un periodista tiene un gran volumen de archivos y necesita organizarlos podría recurrir a estas tecnologías. Sin embargo, es importante que el periodista haga pruebas con pequeñas cantidades de información para cerciorarse de que está organizando los archivos en el modo en que lo necesita.

Es importante que los periodistas disciernan frente a los usos de cara al público y de cara al interior. Es decir, se debe preguntar por los riesgos que tiene presentarle al público algo hecho por la inteligencia artificial. Es diferente apoyarse en esas tecnologías para los procesos de organización de información, después de lo cual la persona debe tratar los datos y exponerlos. 

Para ilustrar eso es posible tratar dos ejemplos. El de un periodista que usa la Inteligencia Artificial para resumir el audio de una entrevista y el de un medio que produce artículos con estas tecnologías. El primero deberá cerciorarse de que la información esté bien resumida para hacer su proceso de escritura. El segundo caso, cuyo resultado se mostrará al público, tiene muchos más riesgos si el medio no tiene en cuenta que la información del artículo puede reproducir sesgos e imprecisiones. 

Uno de los temas que abordaron Hao y Dias fue precisamente esos retos éticos de la utilización de la inteligencia artificial en medios. En medio del taller ambas dieron una pauta clave para ese manejo: quienes utilicen Inteligencia Artificial para producir contenido deberían aclararle a la audiencia que lo están haciendo. Pero eso es insuficiente: también es importante contarle a los lectores cómo lo están haciendo y cuáles son los procesos. 

Sobre Karen Hao 

Licenciada en ingeniería mecánica y especialista en estudios energéticos del MIT. Trabaja como periodista cubriendo el impacto de la inteligencia artificial y colabora con la revista The Atlantic. Es co-creadora de la iniciativa AI Spotlight Series, coordinada por el Pulitzer Center. Hao fue corresponsal en el extranjero del Wall Street Journal, en el que cubrió la industria tecnológica china. También fue redactora jefe de Inteligencia Artificial en el MIT Technology Review. Su trabajo se enseña habitualmente en universidades y es citado por algunos gobiernos. Ha recibido numerosos premios por su cobertura, incluido un premio ASME Next para periodistas menores de 30 años. En 2019, su boletín semanal, The Algorithm, fue nominado para The Webby Awards. En 2020, ganó un premio Front Page por coproducir el pódcast In Machines We Trust.

Sobre Tatiana Dias 

Con más de 16 años en el periodismo, su trabajo ha cubierto principalmente temas de tecnología, derechos humanos, lobby y política, así como la intersección entre estas áreas. Ha trabajado en Istoé, Estadão, Galileu, HuffPost y Nexo. En Intercept ha participado en algunas de las historias más impactantes de los últimos años. Fue finalista del Premio Gabo en 2023 por la cobertura del caso de una sobreviviente de violación de 11 años a quien un juez en Brasil le negó el aborto. En 2020, ganó el 36º Premio de Periodismo de Derechos Humanos y fue nominada para el One Media Award por su historia sobre el plan del expresidente de Brasil Jair Bolsonaro para ocupar la Amazonia. También en Intercept lideró numerosos proyectos periodísticos con otras organizaciones y salas de redacción que abordaron el auge del tecnoautoritarismo, el surgimiento de tecnologías de vigilancia durante el gobierno de Bolsonaro, y los negocios de las empresas de reconocimiento facial en Brasil.

Sobre el 12º Festival Gabo

El Festival Gabo es posible gracias a la alianza de la Fundación Gabo con la Alcaldía de Bogotá y el Grupo Bancolombia con sus filiales en América Latina. A partir de este año, cuenta también con el respaldo de la CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe, además del apoyo de más de 50 instituciones de todo el mundo.

Relatoría del taller ‘Desfragmentando periodismos: encuentros entre lo tradicional, hiperlocal y digital’

Este taller se realizó el 4 de julio de 2023 en Bogotá, durante el 12° Festival Gabo bajo la dirección de Magnus Kossmann, Jorge Agurto, Laura Mejía y Sergio Silva, gracias a la alianza de DW Akademie, la Alcaldía Mayor de Bogotá, a través de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte –  SCRD y la Red Distrital de Bibliotecas Públicas de Bogotá -BibloRed y la Fundación Gabo.

Por Daniela Trujillo | @SoyMiroslawa

Las problemáticas de los actuales medios de comunicación de gran envergadura son evidentes para los periodistas e incluso para las audiencias: los despidos masivos, la cantidad aburmadora de desinformación, la fugacidad de los cubrimientos y la creciente falta de credibilidad han sentado una crisis que con el paso del tiempo parece solo aumentar. Sin embargo, esta forma periodística no es única ni inmutable. Vale la pena observar más allá y adentrarse en el trabajo que los medios locales y comunitarios realizan desde las distintas regiones de Iberoamérica, aportando tanto al periodismo de investigación como a la transformación social. 

Este taller de cocreación, realizado en la Biblioteca Pública El Tunal, ubicada en la localidad de Tunjuelito en Bogotá, y organizado por DW Akademie, la Alcaldía Mayor de Bogotá y la Fundación Gabo, acompañado por Jorge Agurto, Laura Mejía y Sergio Silva y mediado por Magnus Kossmann, permitió a treinta y cinco periodistas locales y comunitarios, conversar alrededor de tres grandes temáticas que posibilitaron el intercambio de conocimientos, inquietudes y tensiones que existen en el ejercicio de su labor, en aras de dar a luz las metodologías alternativas de ejecución. Estas aristas, que serán tratadas a continuación, fueron:     

  • Credibilidad y confianza: aplicaciones en el día a día.
  • Agendas locales: ¿cómo definirlas y posicionarlas?
  • Impacto: ¿cómo medirlo?

Credibilidad y confianza: aplicaciones en el día a día 

Los medios de comunicación han pasado por etapas diferentes. Antes, era posible contar con los dedos de las manos los medios que existían, al menos en Colombia, pero ahora el panorama se ha transformado y hay más de 900 salas de redacción solo en este país y 1200 medios nativos digitales. Esto implica un crecimiento desbordado de la información que, tal parece, no es comprendido por completo en la ciudadanía. 

Un punto inicial en la construcción de credibilidad —propone Laura Mejía — es preguntarse si la audiencia verdaderamente entiende para qué sirve el periodismo, por qué y para quién comunica, pues existe una herida en las personas, que ven con desconfianza cuando un medio se acerca a su comunidad buscando información y luego desaparece sin siquiera darles a conocer qué va a ser dicho sobre ellos. Esta herida no es gratuita y es una crítica válida para comprender su desconfianza y rechazo. Un ejemplo de esto lo propone Jorge Agurto, quien hace énfasis en la preocupación por los medios dedicados a la desinformación en Perú, que estigmatizan pueblos y comunidades constantemente, construyendo discursos de odio que se viralizan en la región. 

Es necesario, pues, hacer batalla a dichos espacios que se alimentan de vender titulares mercenarios y tergiversas las problemáticas de las comunidades —dice Agurto— teniendo mínimamente ética y rigor periodístico, separando la opinión de la información, aprendiendo a reconocer cuándo se está interviniendo editorialmente y cuándo se está apropiando la voz que cuenta la historia. 

También —añade Sergio Silva—, pese a la dificultad de luchar contra la inmediatez, es necesario reconocer las pausas que requiere una historia para poder entrar a profundidad en ella, no solo con dos o tres fuentes, sino realmente con un trabajo a muchas manos que pueda darle veracidad a la misma. Es imposible desconocer que la gente consume cada día menos formatos de largo aliento y que el frenetismo que manejan los medios tradicionales los hace tambalear con información sesgada y mecanismos mediocres; pero es en esas falencias donde se deben encontrar las oportunidades —dice Silva— pues permiten reflexionar y reconstruir esa credibilidad. Trabajar hombro a hombro con el periodismo local que verdaderamente conoce las comunidades y regiones que se desean narrar, permite construir un diálogo más cercano y también dar como resultado un periodismo provocador. 

Como otro elemento a resaltar, Mejía añade la sostenibilidad, pues es importante reconocer que esta aporta también a que el periodismo de calidad perdure en el tiempo. Para ellos es necesario que la financiación venga a apoyar el contenido que ya se realiza en el medio y no al revés; es decir, financiando contenido nuevo que favorezca a quien da el dinero.

Asimismo, los participantes de la sesión compartieron otras herramientas que construyen credibilidad, tales como: el principio de autocrítica como parte del rigor periodístico; la separación entre la publicidad y la información y, principalmente, la participación de las audiencias en la construcción de las historias, favoreciendo a las fuentes comunitarias como valiosas y primordiales en la narración.

Agendas locales: ¿cómo definirlas y posicionarlas?

Para entrar en materia con la agenda local, el punto inicial son las fuentes, uno de los principales motores del periodismo de investigación. Sin embargo, se cree erróneamente —dice Jorge Agurto— que las de mayor valor y credibilidad son aquellas voces de gran renombre que presentan análisis y conclusiones, haciendo de lado la experiencia directa de las personas afectadas. Así pues, propone él, tomando elementos de las metodologías del periodismo local, la necesidad de considerar a las fuentes comunitarias también como fuentes primarias, sobre todo si la problemática o la historia recae directamente en ellos. En ese sentido, también vale la pena ampliar la voz de comunicadores que estén en verdadero contacto con las comunidades; por ejemplo, los comunicadores indígenas, quienes poseen su propia agenda, variable y diversa, que hablan el idioma de su propia comunidad y además comprenden a fondo las problemáticas o situaciones en las que se pueden ver envueltos sus pares, potenciando la transparencia y la comprensión de la investigación. 

Esta diversidad en los comunicadores promueve la diversidad en la información y, asimismo, se transforma en correas de transmisión que conectan con la ciudadanía, permitiendo poner lo investigado en un contexto situado y no en un punto aislado. Volviendo al ejemplo de los comunicadores indígenas, es gracias a ellos que es posible comprender verdaderamente las problemáticas de degradación en la Amazonía —añade Agurto— porque pueden evidenciar cómo su sustento desaparece o cómo su entorno se transforma, llevando la particularidad de su vivencia a la universalidad de la problemática ambiental. 

Otra herramienta para la construcción de la agenda local se sitúa en la generación de consejos editoriales diversos que ayudan a verificar si aquellos temas que se van a tratar son, realmente, los de mayor prioridad —dice Mejía—. Allí también hay un diálogo con la población, que prioriza la toma de decisiones sin parcialización y que los hace partícipes en la construcción de la investigación. A partir de ello se afinan conceptos, se realizan preguntas y se proponen caminos para avanzar, llevando lo que es preocupante para una comunidad tan concreta a contextos nacionales o regionales. 

Para los asistentes, otros métodos exitosos para la vinculación de la agenda local son: la creación de medios que atiendan a las necesidades de grupos poblacionales específicos que permitieran una creación de redes de trabajo locales, nacionales y regionales; el empoderamiento en la comunidad para que consideren sus necesidades e historias como válidas de ser contadas, conocer a fondo las audiencias en un contacto consciente y constante, y realizar periodismo de acompañamiento. 

Impacto: ¿cómo medirlo?

La medición del impacto dentro de un medio de comunicación puede variar debido a muchos factores, siendo uno de ellos su magnitud. En los medios masivos —dice Silva— es más difícil establecer el verdadero impacto de un producto investigativo debido a que muchas veces estos se dejan llevar principalmente por las métricas y si bien este es un elemento que permite una medición de audiencias que entran y navegan, también es limitado y no establece a quiénes pudo haber impactado. A veces una historia es valiosa no porque llegó a cien mil personas, sino porque resonó a profundidad con una. Un ejemplo de ello, cuenta Silva, fue la historia que realizó El Espectador a un hombre que cuidaba fósiles en Boyacá. Más allá de quién vio o no el cubrimiento, lo importante de ese hecho fue que el protagonista de esta historia más adelante llamó con los ojos aguados para decir que el periódico le había llegado y que por primera vez sintió que su historia le importó a alguien. Ahí está el valor de lo contado. 

Es importante entonces —añade Mejía— entender qué es exitoso para el medio, en dónde radica la importancia de ese impacto. Para algunos pueden ser, en efecto, esas visualizaciones y clics, pero, si un medio se propone desde un inicio llegar más allá con el impacto, debe encontrar formas de poderlo medir, de acceder a esas historias y reacciones posteriores. Aunque no todos pueden tener la posibilidad económica de pagar un intermediario que mida ese impacto de forma minuciosa, existen alternativas más sencillas como, simplemente, consultar nuevamente las fuentes para saber si algo cambió posterior a la publicación.

En medios pequeños o comunitarios, como Baudó AP, se han adoptado métodos como el lanzamiento focalizado. Ahí, el proceso inicia en lanzar el producto periodístico siempre primero con la comunidad y posteriormente, realizar grupos focales para conocer la respuesta de esto, estableciendo así si la meta fue cumplida o no, si las personas y sus problemáticas fueron representadas o no. Esto implica encontrar formas eficientes de ejecutar las encuestas, puesto que no todos saben leer o escribir, lo que requiere un esfuerzo extra por vincularles en el proceso a cambio de obtener análisis cualitativos.

Para algunos asistentes del taller, esa cuantificación del impacto viene de otras maneras como la reproducción de sus resúmenes semanales en otros medios locales o el cómo la información se desplaza en la población hasta que la mayoría se entera de la misma. Un ejemplo de ello, es la noticia de un lote de sardinas dañadas que logró ser cambiado gracias a la difusión del medio a la comunidad. 

También algunos miden el impacto de sus investigaciones cuando ven que sus primicias empiezan a ser reproducidas a través de medios nacionales, regionales o internacionales, haciéndoles entender que sí fueron leídos y difundidos y que, además, atrajeron más voces que repliquen sus problemáticas. 

Todos los pequeños esfuerzos —concluye Agurto— se vuelven acumulativos hasta lograr transformaciones reales. 

Sobre Jorge Agurto

Comunicador social y periodista autodidacta. Fundador y director de la agencia de noticias Servimedia, un medio virtual de Perú especializado en la cobertura de temas indígenas, ambientales y cambio climático. En los últimos 20 años se ha dedicado en al acompañamiento de organizaciones indígenas, promoviendo sus derechos colectivos y fortaleciendo su protagonismo mediante la comunicación intercultural. Ha desarrollado un consultoría sobre estrategias de comunicación social, construcción de agenda social y producción en diversos formatos de comunicación. 

Sobre Laura Mejía 

Comunicadora social y periodista de la Universidad Católica de Pereira, con maestría en dirección y gestión de proyectos de la Universidad de Barcelona. Co-fundadora y directora de Baudó Agencia Pública cuyo enfoque es mediar y gestionar recursos para proyectos de comunicación comunitaria y proyectos de cobertura periodística sobre medio ambiente, memoria, paz y conflicto, género e inclusión. Cuenta con 11 años de experiencia gestionando proyectos sociales y culturales y también se ha dedicado a ser fotógrafa y realizadora audiovisual independiente. 

Sobre Sergio Silva

Periodista de la Universidad Externado de Colombia, especializado en ciencia, salud y ambiente. Editor del diario El espectador en la sección vivir y colaborador en el medio Mutante. Magíster en estudios latinoamericanos de la Universidad de Salamanca y actualmente cursa en maestría en salud pública en la Universidad de los de los Andes. Docente en la Universidad Javeriana y ganador del premio Amway 2014 de periodismo ambiental y del Premio Simón Bolívar 2017 en la categoría de reportaje.

Sobre el 12º Festival Gabo

El Festival Gabo es posible gracias a la alianza de la Fundación Gabo con la Alcaldía de Bogotá y el Grupo Bancolombia con sus filiales en América Latina. A partir de este año, cuenta también con el respaldo de la CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe, además del apoyo de más de 50 instituciones de todo el mundo.

 

Relatoría del taller ‘Pódcast para el cambio social’, con Florencia Flores

Durante el Festival Gabo 2024, la productora de audio y fundadora de Tristana compartió sus claves para producir historias con impacto social.

Por Luisa Fernanda Gómez Cruz / @ilusa_Gomez

Producir historias que tengan en su centro los derechos humanos requiere de una sensibilidad y una capacidad de narrar particulares. “Es mucho más que contar una historia difícil”, dice Florencia Flores Iborra: “es indagar los hechos, dialogar con ellos, analizar todas sus aristas, sus capas, sus complejidades. Es, sobre todo, hacer justicia”.

Florencia Flores es uruguaya, vive en Buenos Aires y como mujer migrante cansada de no sentirse representada en los espacios tradicionales de la radio argentina, fundó una productora para poner la mirada sobre esas historias que históricamente no contaban con un espacio, pero que podían representar a otros que como ella se sentían invisibles ante la mirada de los medios masivos de comunicación. Tristana es el nombre de su proyecto. Surgió como una productora de pódcast con perspectiva de género para contar historias feministas, pero más adelante se abrió a otros temas, como la emergencia climática, la crisis alimentaria y las luchas por el agua.

Durante cuatro horas, en el marco del Festival Gabo 2024, comunicadores de ONGs y fundaciones, gestores comunitarios, periodistas especialistas en temas de derechos humanos y activistas interesados en utilizar el pódcast como herramienta para el cambio social y la defensa de los derechos humanos, atendieron los consejos y reflexiones de Florencia. Al final del taller, además, tuvieron la oportunidad de proponer y trabajar en el teaser de un producto sonoro con miras a convertirse en un programa que alcance audiencias. 

¿Por dónde empezar?: El para qué

El taller comenzó con un ejercicio: Florencia entregó a los asistentes un fósforo para que durante los segundos que la llama permaneciera encendida contaran quiénes eran y qué hacían. El objetivo, además de conocer a los asistentes, fue poner en práctica su capacidad de síntesis. “La economía del recurso es algo importante para practicar en pódcast”, sentenció Flores. 

El pódcast es un proyecto de comunicación, una herramienta. Definir el objetivo de este es importante para diseñar estéticas, poner metas y esperar resultados. En los 10 años de experiencia que ha tenido Florencia con Tristana aprendió que todo proyecto debe siempre empezar con una pregunta: “¿Para qué contar esta historia?”. Tiene que estar clara desde el inicio y aunque parezca una obviedad, no siempre se empieza por ahí. “A veces nos entusiasmamos y entrevistamos a un montón de gente, pero luego ¿qué hacemos con eso?”, apuntó la tallerista.

Y compartió algunos de los paraqués de un proyecto en audio:

  • Informar
  • Educar
  • Sensibilizar
  • Visibilizar
  • Problematizar

Para profundizar en este aprendizaje e introducir otras enseñanzas, Florencia compartió tres casos de historias producidas por Tristana.

Caso 1: Cuando el objetivo marca el camino

Hoy nace es un pódcast que habla sobre los nacimientos por cesárea. La autora del programa tuvo una cesárea a pesar de que su deseo era tener un parto vaginal. Tras esa experiencia habló con amigas sobre lo que le pasó y ahí encontró una historia por contar. “Sobre eso que no se escuchaba por ningún lado, ella empieza a investigar y a entrevistar a otras mujeres. Al comienzo no tenía claro el paraqué, pero en función de esas entrevistas lo encontró, se acercó a Tristana e hizo la propuesta”, cuenta Florencia. 

En el proceso de investigación, descubrieron que abril era el mes de la concientización sobre las cesáreas y que el 13 de mayo era el día del parto respetado. Como parte de la estrategia de difusión, lanzaron el teaser en abril y el primer episodio en mayo. Asociar la idea de la cesárea (que muchas veces es innecesaria pues la tasa de estas intervenciones está muy por encima de lo que la Organización Mundial de la Salud considera aceptable) con la idea del parto respetado posibilitó conectar con un público más amplio.

“Eso nos permitió monetizar el proyecto y generar una comunidad, porque entre que lanzamos el teaser y publicamos el primer episodio pasó un mes durante el cual hicimos algunas campañas y alianzas con medios, cosa de que cuando se publicó el primer episodio, ya teníamos un público atento”, reveló Florencia.

De esta manera, el paraqué permitió conectar todo el proyecto con la audiencia a la que se quería alcanzar. Teniendo claro el paraqué, “lo demás viene solo, fluye en el proceso, porque son ustedes quienes conocen las temáticas que van a trabajar, la gente a la que le quieren llegar”, concluyó la tallerista.

Caso 2: Hay que proponer

El segundo ejemplo compartido por Florencia Flores durante el taller fue Intersecciones, el podcast tecnopolítico de GenderIT.org, un espacio sonoro donde se cruzan los efectos de la pandemia en los derechos digitales, desde una perspectiva feminista.

En plena pandemia del COVID, Florencia leía horrorizada las estadísticas de femicidios en Latinoamérica. Las mujeres estaban encerradas en sus casas y sus muertes aumentaban día a día. Pero para su asombro, nadie hablaba de ellas en los medios tradicionales. Así fue como se le ocurrió proponerle la historia a GenderIt.org, un proyecto del Programa derechos de las mujeres de la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones. 

La estrategia fue cruzar los derechos digitales con el género y construir un espacio de análisis y reflexión en torno a la defensa y promoción de políticas y culturas de internet que respondan a las necesidades de las mujeres, las disidencias sexuales y queer.

Este proyecto surgió de la curiosidad y observación de Florencia y de atreverse a hacer una propuesta. “A veces las organizaciones también están pendientes de propuestas. Un word, dos páginas, no más”, señaló la productora de pódcast.

Caso 3: No hacen falta grandes presupuestos

El tercer y último ejemplo compartido por Florencia fue Resistencia, una serie sonora de lo que puede pasar si no frenamos el modus operandi de las empresas transnacionales en tiempos de crisis climática.

Amigos de la Tierra América Latina y el Caribe (ATALC) se acercó a Tristana buscando difundir un informe que daba cuenta de la situación medioambiental de la región. “Cada episodio debía representar ‘la foto’, la situación de cada país. Entonces sabíamos que teníamos ocho informes, por ende ocho episodios. ¿Pero cómo contarlo de una manera atractiva y con ‘no muchos’ recursos? Ahí nos imaginamos ‘y si prendiéramos la televisión en 30 años, ¿cómo serían las noticias que escucharíamos si no actuamos para cambiar las cosas?’ Así surgió la idea del podcast”, contó Florencia.

Eso tenía más sentido que hacer un audiolibro con el informe porque podría llegar a públicos no especializados. Además, el recurso de la ficción les permitía jugar con el lenguaje sonoro. Al final, el producto consiste en ocho episodios cortos de noticias ficcionadas basadas en el informe de ATALC.

“Traigo estos ejemplos porque son concretos, que no son grandes producciones con grandes presupuestos. Con los recursos que tenemos, que son finitos, podemos jugar a nuestro favor para publicar mejor y que ese mensaje llegue a más gente. A veces tenemos que aprovechar el conocimiento de nuestras comunidades, de nuestros territorios para llevar nuestro mensaje de manera efectiva”, concluyó la tallerista. 

El siguiente paso: ¿cómo grabar?

Un buen contenido grabado con una calidad mínima va a hacer que la historia se luzca mucho más. La recomendación de Florencia en este caso es que siempre que se pueda, hay que grabar con la mejor calidad posible porque lo contrario puede perjudicar el proyecto. 

Afortunadamente la pandemia nos enseñó que no se necesita contar con un gran estudio de sonido para obtener una buena calidad de audio y que esto también es posible lograr desde casa. A continuación algunas claves.

Ambiente de grabación 

No es solamente el lugar físico donde vamos a grabar, sino las condiciones de acústica que tiene, el entorno y los objetos que nos rodean. Al hacer una entrevista lo mejor es siempre poner el celular en modo avión y pedir a las fuentes que aparten los suyos para evitar que se distraigan o que se filtren ruidos. Asimismo, cuidar objetos o elementos que generen ruido, como neveras, aires acondicionados o mascotas. 

Es importante siempre antes de empezar una entrevista, grabar un minuto de sonido ambiente (lo que en el mundo podcaster se llama room tone). Esto es clave para el momento de la edición pues ese sonido ambiente puede ser utilizado para que no se noten los cortes de edición en las entrevistas. 

Reverberación 

Luego de encontrar el lugar más insonorizado, nos enfrentamos al problema de la reverberación, que no es lo mismo que el eco. Cuando hablamos, el sonido sale en todas las direcciones y empieza a rebotar. Eso es inevitable, incluso grabando dentro del armario. El punto es reducir al máximo esta reverberación.

Para ello, se deberá descartar la cocina o el baño aunque sean los lugares menos ruidosos porque generalmente tienen superficies donde el sonido rebota muchísimo. “Como lo menciona Martín Cruz, ingeniero de sonido del pódcast chileno ‘Las Raras’, los azulejos funcionan como una ‘pared plana’ y es como un ‘espejo acústico’. Mientras que los objetos y superficies irregulares aportan mayor difusión acústica, que es lo deseable”, explicó Florencia. Por lo tanto, lo mejor es buscar habitaciones con paredes cubiertas con bibliotecas, estantes, cortinas y ambientes donde haya alfombras, sillones y sillas. Eso hace que la mayor parte del sonido residual sea absorbido y que el resto se disperse para otros lados para que no vuelva al micrófono.

Equipos

Los celulares pueden funcionar como un gran micrófono. Cada vez la tecnología de celular tiene mejor performance en el micrófono, por lo que a veces es mejor usar el celular que una grabadora de mediana calidad. 

El micrófono siempre debe ir puesto de costado (porque de frente es muy probable que la respiración se meta en el audio) a una mano de distancia. No se recomienda sostenerlo con la mano porque el movimiento del cuerpo puede generar ruido. Unos libros apilados pueden funcionar si de ser recursivos se trata.

Es recomendable, igualmente, utilizar un filtro antipop para evitar el “popeo” o el “seseo”. Aquí también podemos usar lo que tengamos a la mano, como un gancho de ropa y una media velada. 

Grabación remota

Cuando no se puede realizar una entrevista en persona, es posible contratar a un productor que vaya a grabar al entrevistado mientras el productor realiza la entrevista por teléfono. Luego, con el audio del entrevistado es posible sincronizar las preguntas con las respuestas.

Pero en caso de no contar con esta opción, existen plataformas en línea como Riverside o Zencastr. 

Otros consejos generales

Durante el taller, los asistentes tuvieron la oportunidad de hacer preguntas específicas a Florencia. Estos son algunos de los consejos surgidos en el intercambio.

Cada palabra cuenta

Cuando elegimos una palabra tomamos una postura política. Sepamos que nuestro contenido representa lo que somos y lo que pensamos. Y eso no es fácil. Encontrar nuestras voces lleva tiempo.

Pensar en la difusión desde el comienzo

La producción de un podcast no termina cuando está publicado. Ahí termina una parte, pero sigue la difusión y a eso hay que prestarle atención. Si no, es como multiplicar por cero. Es importante pensar todo el proceso de producción con la difusión incluida: en las grabaciones sacamos fotos, hacemos videos, vamos generando contenido que puede que no publiquemos en ese momento pero que nos va a servir para después.

Estar atentos a las historias cotidianas

A veces las historias están a la vuelta de la esquina. A veces no son grandes hechos, grandes coberturas periodísticas. A veces, solo es la historia de tu mamá, de tu tía, de la vecina la que hace que tantas otras personas en el mundo se vean reflejadas. 

Investigar a quién le propones una historia

La autora de Hoy nace acertó al acercarse a Tristana para producir su historia porque sabía que esta era una productora que cubría temas sobre los derechos de las mujeres. Muchas veces por querer trabajar con una marca, ofrecemos un producto que no tiene que ver con su perfil. 

Sin extensión estándar

No hay nada que nos ate en el pódcast. Si la historia dura 18 minutos, eso dura. No hay que alargar ni cortar para llegar a una duración ideal. Mientras se sostenga narrativamente y no sobre nada ni falte nada, hay que apostar a las historias. 

El impacto

En términos de números, las estadísticas del podcast pueden dar un parámetro del impacto que está teniendo tu contenido. Pero además, en tiempos de redes sociales es más fácil interactuar con las audiencias.

¿Qué hace el éxito de un podcast? ¿Que lo escuchen mil o un millón de personas? ¿O que te lleguen mensajes de tu audiencia que te dicen que algo le cambió la vida o que algo les ayudó a atravesar una situación? Para Florencia, es lo segundo.

¿Cuál es tu historia?

El final del taller consistió en un ejercicio práctico. De acuerdo a los intereses de los participantes y el trabajo que realizan en las organizaciones sociales o medios de los que hacen parte, Florencia les invitó a pensar en una problemática de la que nadie habla para hacerla pódcast. Los organizó en grupos y les dio una tarea: redactar la sinopsis de esa historia respondiendo para qué y por qué quieren contar esa idea. Luego de eso, debían grabarla en audio con el celular de acuerdo con las pautas vistas en el taller. Para ello los participantes tuvieron una hora. Pasado ese tiempo, los productos fueron presentados para ser socializados. 

Estos son los teasers resultantes del ejercicio: 

https://www.dropbox.com/scl/fo/6h1c1r5mib0t3xlbbyyjj/AOf5_3u2Y-kRIsBENGfUupI?rlkey=k8k7k380jv3jgx69xnctjp9m9&dl=0 

Sobre Florencia Flores Iborra

Productora de radio y pódcast uruguaya, con un posgrado en Comunicación por la Facultad de Ciencias Sociales (UBA). Desde 2014 dirige el proyecto sonoro Tristana producciones. Como integrante del programa Graves y Agudas obtuvo el Premio Lola Mora 2015. Produjo Fuera de Libreto, un pódcast de actuación, ganador del premio Argentores 2019. En 2015 fue seleccionada por la Fundación Gabo para participar en un taller de radio. Asimismo, en 2017 fue elegida por WNYC Studios para participar en la edición 2017 del Festival Werk It en California.

Sobre el 12º Festival Gabo

El Festival Gabo es posible gracias a la alianza de la Fundación Gabo con la Alcaldía de Bogotá y el Grupo Bancolombia con sus filiales en América Latina. A partir de este año, cuenta también con el respaldo de la CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe, además del apoyo de más de 50 instituciones de todo el mundo.

Relatoría del taller ‘El arte de la pregunta: la entrevista como dialéctica, narración y dramaturgia’, con Albert Lladó

Por Isaac Vargas G

Introducción

De los dos a los cinco años un niño hace, aproximadamente, 40 mil preguntas. ¿Qué es lo que pasa después con los humanos que dejamos de hacernos preguntas? A partir de ese cuestionamiento, el español Albert Lladó impartió un taller que giró en torno a la entrevista, que, según Lladó, es un punto de encuentro entre el periodismo, la filosofía y la dramaturgia.

El taller se llevó a cabo en  tres sesiones en la ciudad de Bogotá, Colombia, y formó parte de la programación del Festival Gabo, en su edición número 12. El taller contó con participantes que viajaron al festival desde distintos lugares de Latinoamérica, como Venezuela, El Salvador, México y, por supuesto, Colombia.

La dinámica del taller fue sencilla y clara para sus participantes. Se llevaron a cabo sesiones teóricas, pero a la par, cada participante tuvo que entrevistar a alguna figura invitada al Festival Gabo: así, personajes como María Jimena Duzán, Carmen Aristegui y Eliezer Budasoff también formaron parte del taller, pues fueron objeto de entrevistas.

La primera sesión se dedicó a tratar el tema de la entrevista como algo independiente al periodismo, y después como género que pertenece a la prensa. Se observaron distintas interpretaciones del concepto, como la del periodista español, Jesús Quintero, quien dice que: “La entrevista es un espectáculo para pensar, una teatralización de la realidad”. Al final Lladó hizo un recuento histórico de la entrevista periodística y después dividió el concepto en dos categorías: por tema y por forma.

En la segunda sesión, Albert Lladó invitó a cada participante a sumergirse en el mundo de la filosofía. “Sócrates fue el primer entrevistador”, dice Juan Mayorga en El arte de la entrevista, uno de los libros más recomendados por el tallerista. En esta sesión se planteó la pregunta: ¿podemos analizar la entrevista como una suerte de “obra total” del periodismo? Y para sustentar la pregunta, se observó a la entrevista periodística desde la filosofía, la retórica, el periodismo, el teatro y el juego.

Finalmente, en la tercera sesión, Albert Lladó habló sobre el proceso de transcripción de la entrevista y el paso del audio al texto. Para hacerlo, tomó conceptos de la narratología, que vienen desde los griegos y tienen que ver con el argumento, la disposición y el estilo del texto.

La entrevista desde distintos ángulos

“¿De qué hablamos cuando hablamos de entrevista?” se pregunta Lladó. Para él la entrevista es un concepto con muchas definiciones, y que provienen de distintos lugares. Se enlista a continuación una lista de algunas de ellas:

  • “La entrevista es el arte de la escucha, no el de la complacencia. Ni somos amigos del entrevistado ni nos dedicamos a su promoción”:​ Alfonso Armada.
  • “Una entrevista es siempre un cuerpo a cuerpo con el interlocutor, una manera de acosarlo con preguntas, a veces insidiosas e impertinentes, para invitarlo a decir lo indecible”:​ ​ Nuccio Ordine​.
  • “La intimidad es una vía de la entrevista. Pero también está la confrontación, que puede tener muy buen resultado. Tiene mucho de psicoanalista, porque te escucha alguien desde fuera que tiene interés en saber lo que cuentas”:​ ​ Rosa Montero​.

La entrevista en prensa

Y, aunque sea un concepto que trata de ser examinado desde distintos ángulos, el taller se enfocó en analizarlo desde el punto de vista periodístico. ¿Cuándo fue el nacimiento de la entrevista periodística? Para Albert Lladó, ésta tiene sus antecedentes marcados en la tradición literaria y el uso que hacen del diálogo los personajes para manifestar la polifonía; también en los interrogatorios judiciales y policiales en estilo directo que eran reproducidos por periodistas en las páginas de sus medios impresos; y, finalmente, en la filosofía, en específico en los diálogos de Platón.

Como dato curioso, la primera entrevista publicada en prensa fue escrita por James Gordon Bennet, reportero del New York Herald. En ella entrevistó a Rosita Townsend, una ama de llaves que fue testigo de un asesinato.

Albert Lladó, aunque dice que siempre hay hibridación,  divide a la entrevista periodística en dos principales categorías: tema y forma.

Por el tema

  • Entrevista informativa: tiene que ver muchas veces con declaraciones, pone más atención al ámbito de interés público y pocas veces se sale del tema.
  • Entrevista de personaje: se tiene mayor atención al ámbito de interés privado y son las que se conocen como de profundidad o literarias. Al respecto Albert Lladó mencionó que “cuando entrevistamos a un personaje debemos de poner mayor atención al ámbito de interés privado; esa es la arquitectura de una intimidad. Un desafío del entrevistador es contrarrestar la imagen prefabricada por el personaje”.

Por la forma

  • Entrevista de estilo directo: tienen que ver más con la fórmula clásica de pregunta-respuesta. Suele haber una breve introducción narrativa, pero solamente es para situar al lector en la escena (lugar, tiempo y acción).
  • Entrevista de perfil: se suele combinar la narración con fragmentos de diálogo intercalados. En este caso, la persona retratada no siempre tiene que ser entrevistada, se puede hacer un perfil poliédrico entrevistando a su entorno. Ejemplo: “Frank Sinatra Has a Cold, de Gay Talese.

La entrevista es algo más que un género periodístico

“Sócrates fue el primer entrevistador”, escribió Juan Mayorga en El arte de la entrevista. ¿Cómo es que la filosofía, el periodismo, la retórica, el teatro y el juego convergen en un mismo tiempo y espacio? Lladó dijo que esta unión se debe principalmente a cinco factores: la dialéctica, la retórica, la narratología, la dramaturgia y el acto humano de jugar. 

Dialéctica

La entrevista tiene relación con la dialéctica en medida que tiene que ver con la ironía, pues muchas veces quien entrevista finge que no sabe algo para que la otra persona tenga que construir de cero su argumento y así se descubran las “grietas” del relato. También la entrevista tiene que ver con la mayéutica, pues ayuda a dar a luz la alétheia; es decir, “la verdad sin velos”: se trata de rescatar del olvido, de estirar hilos que la propia persona ha olvidado. Finalmente, se conecta también con la escucha atenta, pues no se trata de seguir simplemente un manual previo; en una entrevista todo se puede desbordar y hay que poner atención para poder observar las “grietas”.

Texto recomendado sobre la dialéctica en la entrevista: La entrevista, una invención dialógica. Leonor Arfuch. 

Narratología

El filósofo francés Gilles Deleuze decía que un acontecimiento no es lo mismo que un hecho y, según Lladó, una buena entrevista debe buscar los acontecimientos. Y para poder hacerlo es necesario tener una mirada semiótica; esto quiere decir poner atención al detalle. Por ejemplo, un detalle caracterizador (sinécdoque, según los griegos) es una pequeña parte que explica un todo, como un nudo de corbata hecho a la perfección. Eso se muestra al lector para que él pueda completar, o no, a través de la deducción. También hay detalles reveladores (anagnórisis) que dan a conocer la personalidad oculta del personaje entrevistado: esa es “la grieta”, a donde una buena entrevista tiene que ir.

Texto recomendado sobre la narratología en la entrevista: El orden de los acontecimientos. Miguel Morey.

Retórica

Dentro de una entrevista, tanto quien entrevista como quien es entrevistade, está inmerso en una transposición del lenguaje que va más allá de la literalidad. Tienen que ver ahí lo que Lladó define como la persuasión, el simulacro del streaming y la asimetría. En cada entrevista suele haber una suerte de “seducción” mutua, ya que al principio se crea un clima de confianza en donde hay lugar para comentarios que busquen romper el hielo, pero después el diálogo suele transformarse. Albert Lladó dijo que una entrevista es una simulación de una acción que parece suceder al momento, sin mediaciones. También mencionó que tiene que ver con una relación asimétrica, pues la persona que entrevista siempre tiene la última palabra.

Texto recomendado sobre la retórica en la entrevista: Escritos sobre la retórica. Friedrich Nietzsche.

Dramaturgia

Una entrevista a profundidad no puede llevarse a cabo si no existe una mínima puesta en escena: una acción, un tiempo y un lugar. La acción tiene que ver con que la obra (entrevista) debe seguir el curso de una única acción principal, debe contar una sola historia. Tiene que ver con el tiempo porque sitúa al lector en un momento determinado de la existencia. Y, tiene que ver con el lugar, porque la obra debe representarse en un espacio físico único.

Texto recomendado sobre la dramaturgia en la entrevista: La dramaturgia. Yves Lavandier.

Juego

Albert Lladó dice que “lo que nos hace humanos es el juego. Sin juego no hay humanidad”. En ese sentido, invitó a quien desee hacer una entrevista periodística a jugar a hacer el papel de detective, no de policía. Insistió en que se debe tener una mirada de detective que busque huellas, fragmentos, detalles o pistas que puedan develar quién es realmente el personaje, que puedan develar “la grieta” de la entrevista. “La grieta que buscamos muchas veces está justo delante nuestro. No se trata tanto de mirar qué hay escondido, sino qué existe enfrente que no hemos sabido mirar”, dijo Lladó.

Texto recomendado sobre el juego en la entrevista: Homo ludens. Johan Huizinga.

De la transcripción a la partitura

Una entrevista periodística no termina cuando la conversación con el entrevistado lo hace. Una de sus características principales es que está hecha para ser pública, para que sea leída o conocida por la gente. Para ello, cuando es momento de pasar de la conversación a la escritura, Lladó toma elementos de la narratología que pueden ser incluidos en la redacción. Según los griegos, una narración debe estar compuesta, esencialmente, por tres elementos de la retórica: inventio, dispositio y elocutio.

Inventio

Tiene que ver con el argumento, con la historia que se quiere contar: el eje de la entrevista. El término inventio procede del latín invenire que significa “hallazgo”, pues de lo que se trata es que el periodista seleccione, halle, en un repertorio de temas, aquellos que son los más adecuados para la narración.

Dispositio

Esto tiene que ver con el tiempo del relato. Es decir, de la historia a la trama, ¿cómo se ordena el material que se ha obtenido? Acá hay una relación directa con la creatividad del o la periodista: en este momento deja de ser entrevistador/a y se convierte en narrador/a y se hace la distribución temporal, según los criterios literarios.

Elocutio

Cada persona que narra tiene una forma específica de hacerlo; es decir, un estilo, un tono. Eso tiene que ver con el elocutio. “Estilo” viene del latín stilus que significa “punzón para escribir” o “modo de escribir”. Lladó explicó que, aunque es algo que se desarrolla con el tiempo, cada quien posee un estilo único de escritura. Por otro lado está el tono, que tiene que ver con la inflexión de la voz de quien narra. Es decir, puede ser un tono burlesco, alegre, colérico, emotivo…

Texto recomendado sobre la narración en la entrevista: La vía de la narración. Alessandro Baricco.

El taller en algunas frases de Albert Lladó

  • “Buscar el asombro en un entrevistado es un acto que genera la filosofía”. 
  • “Una entrevista es un intercambio de roles, es un juego de poderes”. 
  • “Una buena entrevista es dar a luz un relato que ni siquiera el entrevistado conocía”. 
  • “Una entrevista es la búsqueda de la grieta, que es cuando el entrevistado cuenta algo que no tenía previsto contar”. 
  • “La mirada policial hace que el entrevistado se sienta amenazado. Debemos tener una mirada de detective”. 
  • “A veces nuestra mirada no se fija en lo que no está a la vista. Hay que mirar más allá de lo obvio”. 
  • “Cuando entrevistamos a un personaje debemos poner mayor atención al ámbito de interés privado; esa es la arquitectura de una intimidad. Un desafío del entrevistador es contrarrestar la imagen prefabricada por el personaje”.
  • “La entrevista es algo más que un género periodístico. Es un encuentro en el que convergen la dialéctica, la narratología, la retórica, la dramaturgia y el juego”.
  • “Un entrevistador tiene que rescatar hechos del olvido, estirar hilos que la propia persona ha olvidado; eso lo hizo Sócrates y eso lo hacemos nosotros”.
  • “El entrevistado devela sus mundos en las metáforas que utiliza. Ahí entra la retórica en la entrevista”. 
  • “Una entrevista no puede llevarse a cabo sin una puesta en escena”.
  • “El trabajo del entrevistador es buscar nuevos sentidos en donde otros ven significados cerrados”.
  • “Un titular de entrevista no debe responder al marketing, sino al objetivo de atraer narrativamente al lector”. 
  • “Una buena entrevista es un encuentro dialéctico entre dos personas que están pensando juntas”.
  • “La entradilla de una entrevista se tiene que escribir el mismo día, o cómo máximo, al siguiente. Las sensaciones que darán guía a la narración se olvidan muy rápido”.

Sobre Albert Lladó

Barcelona, 1980. Es Licenciado en Filosofía (UB), posgrado en Periodismo de Proximidad (UAB) y máster en estudios comparados de Literatura, Arte y Pensamiento (UPF). Ha impartido cursos, seminarios y conferencias en instituciones como la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO, Argentina), el Festival Gabo (Colombia), el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), el CaixaForum, el Programa de Estudios Independientes (MACBA), el Institut d’Humanitats de Barcelona y, entre otros, el Obrador Internacional de Dramaturgia de la Sala Beckett.

Actualmente escribe en La Vanguardia y dirige el programa de radio Interior Maconda. Es autor, entre otros títulos, de los ensayos Contra la actualidad (Galaxia Gutenberg, 2024) y La mirada lúcida (Anagrama, 2019), de las novelas Malpaís y La travesía de las anguilas (Galaxia Gutenberg, 2022 y 2020), y de las obras de teatro Ícaro(Tantarantana, 2018) y La mancha (Teatre Nacional de Catalunya, 2015).

Sobre el taller

El taller se llevó a cabo el 4, 5 y 7 de julio del 2024 en Bogotá, Colombia. Formó parte de las actividades del Festival Gabo, en su edición número 12. El taller se realizó en alianza con la Alcaldía Mayor de Bogotá, a través de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, y la Red Distrital de Bibliotecas Públicas – BibloRed, con el apoyo de Acción Cultural Española gracias a su Programa para la Internacionalización de la Cultura Española (PICE).

Sobre el 12º Festival Gabo

El Festival Gabo es posible gracias a la alianza de la Fundación Gabo con la Alcaldía de Bogotá y el Grupo Bancolombia con sus filiales en América Latina. A partir de este año, cuenta también con el respaldo de la CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe, además del apoyo de más de 50 instituciones de todo el mundo.

Cómo rescatar el valor de tu trabajo: la propuesta de Sembramedia para medir el impacto de tu medio

En el marco del 12° Festival Gabo, Naimid Cirelli y Florencia Aza dictaron un taller para conocer cómo medir el impacto que tiene un medio. Respondieron tres preguntas clave: para qué medir, qué se puede medir y qué se necesita para medir.

Por Alejandra Garboza

Es necesario seguir haciendo periodismo, pero cada vez es más costoso y difícil de hacer. A esto se le suma una audiencia que no tiene el mismo interés: alrededor de cuatro de cada diez personas (39%) dicen que con frecuencia evitan las noticias; así lo señala el Digital News Report 2024. Entonces, en un contexto con menos atención informativa, crisis en la credibilidad del periodismo y crisis en el modelo de negocio, identificar el valor de lo que se está trabajando dentro de un medio es fundamental para seguir y para conocer verdaderamente el impacto que logra en sus campos de acción.

Es por ello que SembraMedia, a través de Naimid Cirelli, director de comunicación, y Florencia Aza, directora de aceleración y mentoría, presentó el taller ‘Periodismo e impactos: cómo rescatar el valor de nuestro trabajo’, en el 12° Festival Gabo realizado entre el 5 y 7 de julio, en Bogotá.

Hablar de “valor”, dicen, es hablar de impactos y un impacto no es más que un cambio causado por el trabajo de una organización y que se vincula con su misión. Y precisamente “el proceso de medición de dichos impactos pasa más por un cambio cultural en los equipos que por una disponibilidad de recursos o tecnología de datos”. Pero a pesar de todo, reconocen que no se enseña a medir y que no es de interés para los medios. El principal objetivo del periodismo es contar la historia; sin embargo, es bueno entender qué pasa cuando esta historia se cuenta. Medir impacto puede ser una tarea clave para la sostenibilidad del medio.

En ese sentido, durante dos horas dieron respuesta a tres preguntas clave: para qué sirve medir, qué se puede medir y qué se necesita para medir.

¿Para qué sirve medir?

Medir es útil para encontrar nuevas oportunidades de negocio, además va a dar pie para entender más sobre las finanzas del medio, lo que llevará a tomar decisiones estratégicas. Por otro lado, se entiende que medir el valor va a permitir conectar con la audiencia porque se conoce y reconoce el valor que le están dando ellos al medio. Y finalmente, un punto que no debería dejarse de lado: medir el impacto revela también el valor del equipo, lo que hace que la autoestima grupal crezca al identificar que se están logrando los objetivos. Es preciso mencionar que medir va a respaldar con evidencia lo que dice el medio y lo que está haciendo.

¿Qué se puede medir?

Existen dos grandes grupos de datos para medir: los que están dentro del control de los medios como los insumos, productos y actividades –aquellos que pueden representarse en números–, y los que no están bajo el control, como los que están relacionados con los resultados (intermedios o finales) y que están estrechamente vinculados con la audiencia. Esto tiene un grado de dificultad mayor para medir porque no se interpreta en números, sino más bien en percepciones.

¿Qué se necesita para medir?

Lo más importante es tener una misión clara del medio que responda a dos preguntas clave: ¿por qué hacemos lo que hacemos?, y ¿qué entendemos por impacto? A partir de estas respuestas con las que toda la organización estará en sinergia para empezar a medir, el siguiente paso es armar una metodología de medición al alcance del medio. Este plan deberá tener un responsable de cargar los impactos, una persona que valide y algo que no se puede escapar del radar: la herramienta a utilizar, que no necesariamente tiene que ser tan sofisticada, sino, por el contrario, tiene que ser útil. Sembramedia recomienda algunas como: Excel, Google Forms, Airtable o Notion.

Recomendaciones finales

Hay que cambiar un hábito, tal como se menciona al principio: la falta de medición tiene más que ver con la decisión del medio que con los recursos. 

Asimismo, señalan que se puede empezar por algo pequeño: no se necesita una gran estructura ni pensar en un proceso difícil; a veces solo basta un registro en Excel para percibir de otra forma el trabajo del medio. No se puede abarcar todo, pero hay que intentarlo, porque medir impactos es una construcción constante. 

Sacarse la presión de medir todo en números definidos por otros, porque puede que “nunca nada sea suficiente si siempre miras a otros medios”. 

Finalmente, siempre ofrecer una mirada constructiva sobre el valor de lo que se viene haciendo. Pero, a todas estas recomendaciones se suma una y es la de usar lo implementado para seguir motivando al equipo a partir de los resultados que se obtengan.

Sobre el taller

El taller se realizó en el marco del 12° Festival Gabo y contó con el apoyo de Sembramedia. Fue dirigido por Naimid Cirelli, director de Comunicación, y Florencia Aza, directora de aceleración y mentoría y se realizó el sábado 6 de julio en Bogotá.

Sobre Florencia Aza

Periodista argentina con más de 10 años de experiencia en el ámbito digital. Actualmente es la Directora de Aceleración y mentoría en SembraMedia una organización sin fines de lucro que busca acompañar a medios independientes digitales a encontrar y desarrollar modelos de negocio sustentables. A su cargo se encuentra la implementación de los programas de aceleración y mentoría que realiza la organización con el apoyo de diferentes aliados.

Sobre Naimid Cirelli

Es periodista y director de Comunicación de SembraMedia. Desde hace doce años trabaja en medios de comunicación. Los últimos, enfocado en medios nativos digitales independientes. Fue parte de la redacción de Cosecha Roja y la Beca Cosecha Roja.

Sobre el 12º Festival Gabo

El Festival Gabo es posible gracias a la alianza de la Fundación Gabo con la Alcaldía de Bogotá y el Grupo Bancolombia con sus filiales en América Latina. A partir de este año, cuenta también con el respaldo de la CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe, además del apoyo de más de 50 instituciones de todo el mundo.

Relatoría del taller ‘Nivelar la cancha: diversidad en la cobertura deportiva’

Natalia Torrente, redactora de Relevo, y Karen Ariza, directora de Tribuna Krizol, estuvieron en el Festival Gabo 2024 dictando un taller en el que compartieron varias lecciones y experiencias para hacer un cubrimiento novedoso de los deportes.

Por Nicolas Sánchez Arévalo

Introducción

Natalia Torrente, redactora en el medio español Relevo, y Karen Ariza, directora de Tribuna Krizol, tenían las mismas inquietudes, aunque una vive en España y la otra en Colombia: empezaron a percatarse de que había posibilidades inexploradas por el periodismo deportivo. “Un día me pregunté qué hago en el deporte si parece que solo hay una manera de contarlo y es un ambiente muy masculino”, contó Torrente. “La gente no está satisfecha con la agenda deportiva porque estamos hablando de lo mismo en los mismos formatos”, resaltó Ariza.

Las dos dirigieron el taller ‘Nivelar la cancha: diversidad en la cobertura deportiva’ que se desarrolló el pasado 6 de julio en Bogotá, durante el 12º Festival Gabo. Ambas contaron sus experiencias trabajando en redacciones que tienen como objetivo en común contar el deporte de otra manera: Relevo, un medio español de información deportiva con una marcada narrativa con perspectiva de género; y Tribuna Krizol, plataforma para documentar y conectar el deporte para el cambio y la paz en Colombia

Torrente y Ariza aportaron una serie de consejos y lecciones para darle un giro a la cobertura deportiva tradicional. Esta relatoría destaca algunos de esos puntos para que los periodistas que tengan inquietudes similares a las de ellas puedan empezar a aplicar en sus labores de reportería y redacción.

Tener en cuenta el contexto que rodea la práctica deportiva

El deporte se desarrolla en el seno de las sociedades y hay poderes que lo rodean. Aunque parecen obviedades, esto es algo a tener en cuenta a la hora de hacer una cobertura diferente del deporte. 

“Se tiende a superficializar la información deportiva. Parece que nos conformamos con lo que hay y yo lo veo de otra manera. Creo que es la oportunidad de hacer periodismo: el deporte se puede contar de otra manera y hay otras cosas que mirar más allá de la propia práctica deportiva”, aseguró Torrente.

La periodista española contó una experiencia en ese sentido. En 2022 su editor le pidió que empezara a investigar los rumores de que había asuntos que no andaban bien en la Federación Española de Fútbol (FEF). En ese momento tuvo temor porque, aunque había cubierto ese deporte, nunca lo había hecho con un énfasis investigativo. Sin embargo, aceptó el reto.

La frustración llegó unos meses después porque, aunque había invertido muchas horas en reportería, no había podido armar una historia sólida sobre las irregularidades en la FEF. Al poco tiempo su situación cambió: el entonces presidente de la FEF, Luis Rubiales, besó de manera forzada (ante decenas de cámaras) a la capitana de la selección femenina de fútbol de España, Jenni Hermoso. Fue en ese momento cuando Torrente logró cosechar todo el trabajo que había hecho. Sus fuentes le permitieron establecer que Rubiales le pidió a Hermoso firmar un comunicado para exculparlo, y así lo reportó en Relevo. 

El cubrimiento de Torrente y sus colegas en el medio fue reconocido en varias cadenas españolas e internacionales. Un medio deportivo había puesto contra las cuerdas a Rubiales por la agresión sexual en contra de la jugadora. “El periodismo es importante porque sienta precedentes”, dijo Torrente en el taller. 

Por su parte, Ariza contó que se interesó en la participación de Ucrania en los Juegos Paralímpicos de Pekín 2022. Ese país europeo fue invadido por Rusia el 24 de febrero de ese mismo año. El desempeño de los atletas ucranianos fue magistral y la delegación paralímpica terminó en el segundo lugar de la tabla de medallería. Ariza empezó a indagar sobre el tema y se dio cuenta de que la situación de guerra llevó a que la inversión en paralímpicos se tuviera que ejecutar en un lapso muy corto. 

Ariza dio un ejemplo para Colombia, país donde ella nació y que vive en guerra desde hace más de cinco décadas. Hizo un llamado a que el deporte se aborde desde una perspectiva de construcción de paz. Ella ha hecho cubrimiento del barrismo social en Cartagena de Indias y ha constatado cómo procesos sociales han logrado reducir la violencia futbolera en su ciudad.  “Los contextos sociales y políticos del deporte colombiano son muy evidentes. Es imposible desconectarlos”, insistió.

“El compromiso es lo que nos lleva a no desfallecer. No vale caer en el enfoque superficial”, concluyó Torrente.

Espíritu crítico y enfoque de género

“El miedo al poder no lo tengo desarrollado en la cabeza”, enfatizó Torrente. La periodista española relató varios episodios en los cuales tuvo desencuentros con dirigentes deportivos para resaltar la importancia de mirar de manera crítica a los poderes que se mueven alrededor del deporte. “Por supuesto vas a ser señalada”, agregó. El medio en el que ella trabaja tiene como mandato el espíritu crítico. Fue así que logró llegar a historias de trascendencia internacional como la de Luis Rubiales o, una más reciente: el caso de una atleta con una prueba antidoping positiva que irá a los Olímpicos de París 2024 a representar a España.

Para reportear y publicar esas historias había otro elemento clave para Torrente: la independencia. El deporte es un ámbito en el que están en juego muchos poderes (dirigentes, empresarios, agentes, marcas) y el periodista debe ser independiente a todos ellos para poder señalar los desmanes de cada uno.  “Dejemos de buscar el discurso hecho”, invitó Torrente.

“Yo no escribo para que la gente esté contenta con las instituciones: escribo para que la gente sepa qué está pasando”, enfatizó la periodista española quien también señaló que en Relevo tienen varios mandamientos a la hora de hacer periodismo: visibilidad del deporte femenino, utilizar un lenguaje responsable y con perspectiva de género, tener espíritu crítico e independencia para investigar a las instituciones deportivas y contar historias para humanizar el deporte.

Dos decisiones editoriales en la redacción de Relevo podrían constituir lecciones para cubrir el deporte con enfoque de género. La primera es que el medio decidió agrupar su contenido bajo el término ‘Caso Rubiales’ y no ‘Caso Jenni Hermoso’, a pesar de que en un primer momento hubo colegas que empezaron a titular con la segunda opción. Torrente explicó que tomaron esa decisión para no sobreexponer el nombre de la víctima. Otra decisión clave del cubrimiento de esos hechos se dio cuando en Relevo dejaron de publicar la foto del beso no consentido. Así lo hicieron luego de concluir que era una imagen de público conocimiento y que su reproducción constante podría revictimizar a la futbolista. 

Ariza también habló sobre los enfoques que implementa Krizol: “Mis temáticas son las cuestiones de género y el deporte”. La periodista cartagenera contó la experiencia que tuvo en medio de un cubrimiento de un partido de un partido femenino en Cartagena al que no estaban dejando ingresar público. Ella reportó el hecho por las redes sociales de su medio y, aunque algunos dirigentes se molestaron, la revelación los obligó a abrir las puertas del estadio. “Para mí el punto es estar en el lugar: observar”, dijo. 

Es así que el enfoque de género y una mirada crítica con los poderes que rodean al deporte se vuelven puntos de partida y oportunidades de enfoques para el ejercicio del periodismo deportivo con nuevas narrativas.

El rigor

Pero todo lo anterior es insuficiente sin rigor. “La verdad detrás de las cosas es lo que nos mueve a los periodistas”, explicó Ariza. “Mi consejo es: rigurosidad. No puedes patinar ahí”, complementó Torrente.

La periodista española contó que tiene una regla para confirmar sus datos cuando estos provienen de testimonios: mínimo tres fuentes. Cuando develó las presiones contra Hermoso por parte de Rubiales habló con más de 10 personas que estaban en el avión donde ocurrió la discusión. Cada una le brindaba detalles adicionales y, al mismo tiempo, le confirmaban lo que otras le habían dicho.

“La credibilidad es lo más importante que tiene un periodista”, concluyó Torrente. Y esa credibilidad se puede esfumar ante la falta de rigor en una sola nota. 

Sobre las talleristas

Natalia Torrente

Trabaja hace 15 años en comunicación, prensa, radio y televisión. Actualmente cubre temas de investigación para Relevo, un medio de información deportiva con una marcada narrativa con perspectiva de género. Testigo de  innumerables partidos de Champions y Europa League , destaca por su perfil como entrevistadora y su pasión es el deporte femenino. Ha cubierto dos mundiales y en el último consiguió destapar las presiones de la RFEF a Jenni Hermoso para maquillar la crisis de imagen que se produjo en la celebración posterior a la final. También ha sacado a la luz noticias en el ámbito polideportivo, como el entramado internacional que rodea una de las grandes crisis del dopaje en España.

Karen Ariza

Politóloga y periodista deportiva. IOC Young Leader: Joven Líder del Comité Olímpico Internacional 2023 – 2026. Fundadora y directora de Tribuna Krizol, plataforma para documentar y conectar el deporte para el cambio y la paz en Colombia. Jugadora aficionada de fútbol sala y de salón. Campeona distrital y ganadora del Premio ‘Excelencia y Talento Caribe’ de la Universidad Tecnológica de Bolívar para una carrera de pregrado (2011) para estudiantes y líderes académicos sobresalientes de la región Caribe colombiana (2010). Ganadora de la ‘Beca Iberoamérica – Santander Universidades’ del Banco Santander para un intercambio internacional (Universidad Católica de La Plata, Buenos Aires, Argentina, 2014) para estudiantes sobresalientes del cono sur. Miembro de IFFHS Federación Colombia (Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol, desde 2019 hasta la actualidad). Joven embajadora de la Academia Olímpica Colombiana.

Sobre el 12º Festival Gabo

El Festival Gabo es posible gracias a la alianza de la Fundación Gabo con la Alcaldía de Bogotá y el Grupo Bancolombia con sus filiales en América Latina. A partir de este año, cuenta también con el respaldo de la CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe, además del apoyo de más de 50 instituciones de todo el mundo.