3 razones por las cuales no llamar fake news a la desinformación

Juan Manuel Lucero conversó con Cristina Tardáguila, Laura Zommer y Dora Montero en el Orquideorama de Medellín. Foto: David Estrada – Fundación Gabo

Por Andrea Jiménez Jiménez@andrejimenezj

“La desinformación llegó para quedarse. Va a ser parte de nuestra práctica, por eso debemos tener soluciones de corto, pero sobre todo de mediano y largo plazo”. Quien sentencia lo anterior es Laura Zommer, directora de Chequeado, la primera organización de discurso en América Latina, ya acostumbrada a lidiar con lo uno y lo otro, con fake news y desinformación real. 

Ella, junto a Cristina Tardáguila, Directora adjunta del International Fact-Checking Network (IFCN), y Dora Montero, directora de Colombia Check, compartió sendas ideas sobre la verificación de la información y el discurso en tiempos de coyuntura electoral. Puede que tal vez la más importante sea aprender a llamar las cosas por su nombre, hacer diferenciaciones claras entre lo que es o no una fake new en el contexto político, y entregaron tres razones por las cuales los periodistas – y la comunidad en general- no debería calificar como noticias falsas a cantidades de datos que solo son desinformación. ¿Por qué no hacerlo?

  1. Decir noticias falsas, que sería la traducción de fake news, es pagar más precio del que vale. En la universidad nos enseñaron que las noticias son sucesos que merecen ser contados. Si es un invento, entonces no es noticia.
  2. Líderes de distintos lugares del mundo usan el término fake news para referirse a la prensa que les critica. Si nos sumamos a ese concepto, lo validaremos.
  3. Si nos quedamos con la idea de que la desinformación política y nos olvidamos de la desinformación que circula sin intención, nos vamos a quedar cortos.

Entre otros aspecto, recomendaron tampoco olvidar:

  • – En el contexto electoral, el único foco  no puede ser trabajar en desinformación. El trabajo del periodismo es sobre todo controlar, llevar contexto, explicar, reclamar a los líderes que sean más claro con respecto a sus propuestas, investigar sobre el financiamiento. La agenda tradicional no puede darse por superada. La agenda del cubrimiento electoral no se puede quedar en la desinformación, aunque esta sí se convirtió en pieza clave del contexto político. 
  • Hay que estar atentos a la tecnología. Esta no puede ir más rápido que nosotros e intentar alcanzarla en el camino. Debemos anticiparnos, entender las herramientas. 
  • – También hay que mirar la legislación. En varios países hay procesos para llevar a la cárcel a quienes hacen fake news, pero también debemos velar por cómo impedir que una ley en contra de la libertad de expresión pase.
  • – Hacer fact checking colaborativo. Aquí, un documento sugerido por las expertas: http://bit.ly/2nhkTwi

 

Sobre el Premio Gabo y el Festival Gabo

Es convocado por la Fundación Gabo con el objetivo de incentivar la búsqueda de la excelencia, la innovación y la coherencia ética en el periodismo, con inspiración en los ideales y la obra de Gabriel García Márquez, y en la dinámica de innovación, creatividad y liderazgo que caracterizan a Medellín, Colombia.

El Premio Gabo y el Festival Gabo son posibles gracias a la alianza público-privada conformada por la Alcaldía de Medellín y los grupos Bancolombia y SURA, con sus filiales en América Latina.

Al ritmo del algoritmo: por qué la solución al problema de las noticias falsas no es tan sencilla

Carlos Cortés durante su taller | Fotografía: Julián Roldán.

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Por Hernán Restrepo | @hrestrepo

Conducido por el abogado y periodista Carlos Cortés, creador del videoblog Mesa de Centro de La Silla Vacía, se llevó a cabo en el Festival Gabo el taller ‘Al ritmo del algoritmo’.

Durante las tres horas del evento, quien también fuera director ejecutivo de la Fundación para la Libertad de Prensa y director de políticas públicas de Twitter para América Latina, expuso elementos para entender cómo surgió el actual problema de las noticias falsas, y trazó algunas pistas sobre las formas de hacerle frente.

Estos son algunos de los principales argumentos expuestos en el taller, con los que Cortés explicó por qué el problema no es tan sencillo de resolver: 

1. Admitámoslo, en realidad, ninguno de nosotros sabe cómo funciona el algoritmo de Facebook.

Debería preocuparnos el poco control que tenemos como usuarios sobre la forma en que nos llega información en distintas plataformas digitales. La mayor parte de las soluciones posibles al problema de las noticias falsas en redes sociales enfrentan un problema de transparencia. Para las plataformas sociales, limitar la difusión de noticias falsas implicará un conflicto de intereses para su negocio, pues podría reducir los ingresos por publicidad.

2. En algunas plataformas es prácticamente imposible identificar al autor original de la información.

En especial Whatsapp es tan importante en el problema de las noticias falsas, porque la información que nos llega por ahí siempre se nos presenta como un ‘última hora’ que demanda nuestra atención. Pero la batalla contra las noticias falsas no puede violar el derecho a la privacidad. Por eso es especialmente delicado el tema de buscar una solución en plataformas como Whatsapp, pues implicaría entrar en el análisis de conversaciones privadas de sus usuarios.

3. ¿Podríamos acabar con las noticias falsas de una forma similar a la que acabamos con el problema del spam en los correos electrónicos?

El problema de las noticias falsas no es tan fácil de resolver, porque al limitarlas podríamos afectar la libertad de expresión.

4. La solución al problema de las noticias falsas no será única.

Será necesario combinar distintas iniciativas: permitirles a los usuarios denunciar contenido falso, destacar la información verificada que haya pasado por un proceso de ‘fact-checking’, realizar alianzas con organizaciones dedicadas al chequear datos,  detección de acciones concertadas y autenticación de identidades.

5. Fortalecer el trabajo de los medios dedicados el ‘fact-checking’, una de las alternativas más efectivas al problema de las noticias falsas.

Pero su principal problema es la escala, pues requiere un alto número de aliados para que tengan la capacidad de verificar una proporción importante de todas las historias falsas que circulan por la red, y lograr así tener un verdadero impacto.

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Sobre el Premio y Festival Gabo

Es convocado por la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano -FNPI-, con el objetivo de incentivar la búsqueda de la excelencia, la innovación y la coherencia ética, con inspiración en los ideales y obra de Gabriel García Márquez y en la dinámica de creatividad y liderazgo que caracterizan a Medellín, Colombia. El Premio y el Festival es posible gracias a la alianza público-privada conformada por la Alcaldía de Medellín y los Grupos Bancolombia y SURA con sus filiales en América Latina.

10 ideas para combatir la fábrica de la desinformación

Participantes en el conversatorio | Fotografía: Joaquín Sarmiento.

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Por Hernán Restrepo | @hrestrepo

Como parte de los eventos abiertos al público durante el tercer día del Festival Gabo, se llevó a cabo el conversatorio ‘La fábrica de la desinformación’. Allí, representantes de medios de comunicación, plataformas digitales y la academia discutieron las distintas iniciativas existentes para hacerle frente al problema de la posverdad.

La charla contó con la participación del abogado y periodista Carlos Cortés, del videoblog Mesa de Centro de La Silla Vacía; Margarita Barrero, editora multimedia general de El Colombiano; Claudia Gurfinkel, directora de alianzas estratégicas de Facebook para América Latina; y Molly de  Aguiar, directora de la Iniciativa por la Integridad en las Noticias. Fue conducida por Hernán Restrepo, gestor de contenidos de la Red Ética de la FNPI.  

Estas son las principales lecciones aprendidas durante el conversatorio:

1. ¿Qué tal si intentamos usar las mismas armas de los desinformadores y difundir verdades como si fueran mentiras?

Para Carlos Cortés, es necesario prestarle más atención a lo que se conoce como los canales de ‘dark social’ en la difusión de información falsa: aplicaciones de mensajería, cadenas de correo electrónico y foros cerrados de discusión. Allí, los generadores de desinformación han aprendido a llamar la atención de los usuarios y motivarlos a compartir los mensajes que reciben.

2. Los medios deben aprender a anticiparse a la difusión de noticias falsas.

De acuerdo a Molly de Aguiar, la próxima vez que ocurra un evento como un huracán, los medios de comunicación deberían preparar a su audiencia recordándole que cierto tipo de historias falsas recurrentes comenzarán a circular. Por ejemplo, alertar de elementos como la ya típica fotografía de tiburones nadando en una autopista que apareció tras los huracanes Katrina, Harvey e Irma.

3. No podemos ignorar a quienes nos mandan cadenas con noticias falsas, hay que responderles.

Aquellos ciudadanos que hemos desarrollado capacidades periodísticas para detectar información falsa tenemos la responsabilidad individual de responderles a quienes nos hacen llegar cadenas con mentiras, y así empezar a revertir el problema en la comunicación uno a uno.

4. Las noticias falsas no son un problema, sino una oportunidad para el periodismo.

Según Hernán Restrepo, aquellos medios de comunicación que se dediquen a verificar juiciosamente la información y a desmentir las noticias falsas que se han vuelto virales, podrán proyectarse como referentes de credibilidad frente a sus audiencias.

5. No funciona hablar de lo que queremos negar repitiéndolo porque solo reforzamos la mentira.

Margarita Barrero relató su experiencia como directora de estrategia digital para el Gobierno de Colombia durante la campaña por el Sí en el plebiscito para ratificar los acuerdos de paz con las FARC en 2016. Para ella, a veces puede ser un error desmentir en redes sociales la información falsa,  pues le terminamos dándole equivocadamente mayor difusión.

6. La gente confía en una información simplemente porque la vió en una plataforma digital.

“Es verdad porque lo vi en Facebook o porque me llegó en Whatsapp”. Hay muchas personas que piensan así. Tenemos que ayudarles a entender que, porque una información esté en redes sociales y haya sido compartida miles de veces, no significa que sea real.

7. A veces, el silencio es lo mejor para contrarrestar las noticias falsas.

Hay historias tan descabelladas, que ni siquiera es necesario responder para explicar su falsedad. Si lo hacemos, corremos el riesgo de terminar amplificando la historia falsa y validándola para algunos usuarios distraídos o que quieran creen en ese tipo de cuentos.

8. Lo que sucede y se dice en redes sociales no siempre corresponde a la realidad.

Fue otra de las lecciones que nos dejó el plebiscito por la paz en 2016. La prensa y los usuarios de redes sociales estaban convencidos de que iba a ganar el Sí, cuando la realidad social del país reflejó otra cosa en las urnas.

9. Estamos en un entorno digital que posibilita que las informaciones falsas existan por la economía del clic.

Por eso es necesario atacar la forma en que los creadores de noticias falsas se lucran por las visitas generadas a sus sitios web gracias a la viralización de sus contenidos. El problema de las noticias falsas solo va a acabar cuando dejen de ser rentables.

10. Cuidado con los mecanismos que permiten reportar información falsa.

Plataformas como Twitter y Facebook han habilitado la posibilidad de que los mismos usuarios reporten noticias que consideran falsas. Pero Carlos Cortés advirtió que estos mecanismos son muy susceptibles a que los usuarios abusen del recurso, reportando información que no es falsa, pero que no les gusta o no les conviene su difusión.

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Sobre el Premio y Festival Gabo

Es convocado por la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano -FNPI-, con el objetivo de incentivar la búsqueda de la excelencia, la innovación y la coherencia ética, con inspiración en los ideales y obra de Gabriel García Márquez y en la dinámica de creatividad y liderazgo que caracterizan a Medellín, Colombia. El Premio y el Festival es posible gracias a la alianza público-privada conformada por la Alcaldía de Medellín y los Grupos Bancolombia y SURA con sus filiales en América Latina.