Ramos cubriendo el terremoto de México en 1985. Foto Cortesía de Univision.

Aquellos días del huracán Mitch en Nicaragua

Por: Octavio Enríquez*

El 25 de julio de 2017, la Fundación Gabriel García Márquez para el Periodismo Iberoamericano (FNPI) anunció en Cartagena de Indias, Colombia, que Jorge Ramos Ávalos, un mexicano de nuestra época, ganó el reconocimiento a la excelencia que distingue a periodistas o equipos periodísticos por su independencia y compromiso con los ideales del servicio público de esta profesión.

El acta del jurado fue publicada en el sitio electrónico de FNPI. Ramos, de 59 años, el rostro de los hispanos en Univisión, autodefinido como migrante y periodista, escribió en su cuenta de Twitter: “Este premio va en honor a todos los periodistas que han sido asesinados por cuestionar al poder”.

Esas palabras fueron una declaración de principios, un homenaje al periodismo que incomoda al poderoso. Un día enfrente al periodista puede estar Hugo Chávez en pleno apogeo de su poder autoritario, vistiendo de verde olivo, rodeado de sus simpatizantes, en actitud intimidante. Le pasó a Jorge. Otro día puede ser Donald Trump el candidato y en otro momento Arnoldo Alemán, el viejo caudillo liberal nicaragüense, quien en una entrevista –citando de memoria pasajes de un libro de Jorge: Lo que vi (“página 77”)– intentó inútilmente convencer a todos de su inocencia.

El día del anuncio del premio de Jorge, busqué entre cajas viejas– llenas de recuerdos– una fotografía en blanco y negro. Fue después del huracán Mitch que destruyó Nicaragua a finales de octubre de 1998. Ese fenómeno golpeó buena parte de Centroamérica, provocando dolor y muerte. Calles tragadas por inundaciones, casas destruidas, el infierno en la tierra que resumía un título publicado en aquellos años con desconcierto en El Nuevo Diario de la época: “¿Por qué Dios mío?”.

Los protagonistas de la foto éramos seis estudiantes de periodismo, acompañados por el decano Guillermo Rothschuh, el inolvidable “Memo”, el profe de generaciones de conversación alegre en los pasillos y de gran exigencia en el aula. Teníamos menos de veinte años, cien libras menos en mi caso– era “el flaco” Enríquez– y muchos años de cabello sin cortar en casos de Olmedo Morales. Eran nuestros años salvajes, y los primeros de la escuela del oficio.

En aquel momento difícil, tras el Mitch, el mexicano becó a estudiantes de periodismo en dificultades económicas. Escribí una carta que más o menos decía que el negocio de mi familia se fue a la ruina; que muchos de nuestros clientes en el Mercado Oriental de Managua, adonde teníamos nuestra tienda, acabaron sumidos en la desgracia. Las finanzas se volvieron un caos. El 2000 fue el año en que me convertí en un alumno que trabaja. Rothschuh me recomendó, con la advertencia cariñosa de que siempre los estudios deben ser primero. Empecé a colaborar en los medios de Nicaragua. Desde el primer día de periodista, tuve clara la convicción de que este trabajo solo tenía sentido si a la gente le era útil y que uno no podía callarse sobre todo cuando se trata de violaciones a los derechos humanos, destrucción del medioambiente, corrupción o autoritarismo.

18 años después, los 6 muchachos de la fotografía somos profesionales: Olmedo Morales, Yaffer Berríos y Giovanna Rodríguez trabajan en Relaciones Públicas. Morena Guadalupe Espinoza tiene un proyecto de promoción del arte con su familia. Me dicen que Róger Avilés es oficial de carrera en la Policía Nacional. Llevo 17 años en los diarios de Nicaragua.

Cuando tuve la oportunidad de conocer a María Elena Salinas y Lourdes Torres, en Madrid (España) durante mayo de 2014, en ocasión de la entrega del Premio Rey de España, fue la primera vez que pude agradecerle a Jorge. Le mandé un mensaje con ellas. Después le escribí un correo electrónico, recordando ese gesto que nunca olvidaremos. ¡Felicidades, Jorge, por tu merecido reconocimiento y muchas gracias!

 

*Esta columna fue enviada por el periodista nicaragüense Octavio Enríquez con motivo del reconocimiento a la excelencia otorgado por la FNPI- Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano a el periodista Jorge Ramos. Lee el reconocimiento a Ramos aquí.