Por Ivonne Arroyo M.
El fotoperiodista colombiano Jesús Abad Colorado ha mirado de cara el dolor. Ha estado delante, a un lado, detrás de él, siempre buscando su mirada más genuina, para retratar el rostro de un conflicto armado con tantos actores, lugares y momentos como frentes desde donde disparar la cámara.
Para Abad Colorado, merecedor del Reconocimiento a la Excelencia del Premio Gabo 2019, el periodismo y la fotografía no son una mercancía, sino “un servicio a la sociedad”. De ahí —de su sensibilidad y sentido de ética— resultan instantáneas que permiten entender que “el otro que está ahí (en las fotos), de alguna manera soy yo”.
“Para mí la muerte se retrata con ética porque no puedo banalizar la vida de un ser humano, tengo que trabajar con mucho respeto porque lo que estoy buscando generar es reflexión”. Es una de las consignas de Abad Colorado, quien durante su conversatorio ‘Retratos de una guerra entre hermanos’, celebrado durante la segunda jornada del Festival Gabo 2019 en Medellín, compartió lecciones (y visiones) sobre cómo fotografiar la historia reciente y dolorosa de Colombia bajo una perspectiva abierta y pluralista, sin juzgar, y como una forma para “vencer la impunidad”. Aquí, un repaso por algunas de ellas:
Buscar nuevas historias
“La clave está en volver y en contar otras historias. Muchas veces he visto de frente el dolor, pero de frente también están niños y niñas que en esos mismos espacios a veces sonríen con un fotógrafo y sonríen con un periodista. Vuelvo a esos lugares no una sino muchas veces por los que sobrevivieron y le apostaron a la vida”.
Tomar postura
“Cuando uno sabe que un incendio acaba con un bosque, pues uno trabaja para prevenir que no haya otro incendio. Cuando uno sabe quiénes son los perdedores de una guerra, como la que hemos vivido y caminado, es muy fácil alentar la guerra y elegir opciones de guerra. Para mí un acuerdo de paz no es apoyar a los guerrilleros de las Farc que llegan al Congreso; para mí un acuerdo de paz es defender la vida de la gente sencilla, humilde, del oriente, del Chocó, de los indígenas, de los líderes, hombres y mujeres, que se juegan la vida en el campo”.
Valorar los testimonios
“Una imagen no vale más que mil palabras. Mis imágenes sin esos testimonios míos o de las comunidades no tendrían sentido. Los dos se tienen que juntar para que se produzca eso que con los años hacemos los periodistas. Por eso el periodismo tiene que tener mucho contexto y mucha memoria”.
Nombrar y darles rostros
“¿Por qué los nombro (a los campesinos y a los líderes sociales)? Para que no se nos olviden. ¿Por qué hago un retrato de ellos en vida? Para darles rostro y nombre porque estoy diciéndole a este país: nuestros muertos, nuestras víctimas, los resistentes y sobrevivientes no pueden ser estadísticas. Estamos para contar historias y decir por favor, no más (…) La muerte de cada hombre y mujer debería dolernos, pero si los volvemos cifras los vamos perdiendo”.
Humanizar a los protagonistas
“Si vuelvo a esos lugares para caminar entre poblaciones afros e indígenas, es para decir que entre nosotros tiene que habitar la humanidad, eso que nos han enseñado los maestros y maestras en un país que tiene el mayor número de desaparecidos, en donde ha pasado mucha violencia (…) A veces dejamos que crezca esa semilla del odio”.
Acompañar a las comunidades
“El periodismo se hace a pie y mirando a nuestra gente, caminando con ellos para escribir sus historias, para que la palabra nos habite cuando queremos resumirla a unos caracteres. Hay que contar a los campesinos con sus animales y cultivos”.
Sobre el Premio Gabo y el Festival Gabo
Es convocado por la Fundación Gabo con el objetivo de incentivar la búsqueda de la excelencia, la innovación y la coherencia ética en el periodismo, con inspiración en los ideales y la obra de Gabriel García Márquez, y en la dinámica de innovación, creatividad y liderazgo que caracterizan a Medellín, Colombia.