Donna De Cesare: la fotografía como reflexión autobiográfica
Tras el lente de una cámara siempre estará la historia de una persona. La experiencia es el trípode sobre el que se sostiene el criterio para hacer fotografías. De esta primera reflexión personalista surgen las decisiones sobre quienes están y estarán frente al lente de la misma cámara. “La sinergia entre las imágenes y las palabras”, fue el nombre que la maestra estadounidense Donna De Cesare dio a su taller durante las jornadas académicas del Premio Gabriel García Márquez de Periodismo.
Cuando era niña, Donna vio a su hermano salir despedido por la puerta del auto en movimiento de su familia. Este momento dividió la historia de su familia. Varias décadas después, en los ochenta, Donna estaría tomando fotografías de niños en Irlanda del Norte, Colombia, El Salvador y otros países de Centroamérica en conflicto. En el episodio de su niñez, su hermano sobrevivió, pero el accidente le dejó daños cerebrales, por lo que Donna sería su defensora. Pensó en ser terapeuta de niños con discapacidad, pero se inclinó por su faceta de contadora de historias. Aunque estudió literatura, sus viajes la llevarían a dedicarse de lleno al reporterismo gráfico.
Aquí, algunos consejos dados por Donna de Cesare a los asistentes al taller “La sinergia entre las imágenes y las palabras”:
1. Saber cuándo dejar la cámara
El ejercicio fotográfico es también de investigación. Por eso, las fotografías de Donna De Cesare permiten contar parte de la historia de los conflictos centroamericanos desde la experiencia particular de quienes aparecen en las imágenes. “Algunas veces es tan importante saber cuándo dejar una cámara, como saber cuándo utilizarla”, lee en su libro Unsettled/Desasosiego, que recoge más de 30 años de trabajo fotográfico. Cuando la luz es propicia, en la mañana y la tarde, Donna aprovecha para hacer imágenes, pero las horas en que la luz es “fatal”, hacia el mediodía, las aprovecha para hablar con la gente, para hacer entrevistas. No siempre lo más importante es obtener la imagen, también es importante conocer las historias que se están registrando.
2. Combinar la imagen con la historia
Donna dice que el lenguaje fotográfico es emocional, y aunque considera importante que la gente pueda interpretar las fotografías, también lo es el contexto en que fueron tomadas: “La fotografía artística es maravillosa porque es ambigua, pero la documental debe responder las preguntas del periodismo”. Compara la fotografía artística con un poema, que comunica desde el sentimiento, y la fotografía documental con la prosa, que puede llegar a ser más explicativa. Para ella, la historia, en vez de limitar, nutre la interpretación de las fotos.
Hay fotógrafos que dejan que otras personas interpreten sus imágenes, pero Donna prefiere escribir la historia de sus propias imágenes. Recomienda leer en voz alta lo que se escribe para encontrar el ritmo ideal de la narración. También considera importante la manera como se titula una fotografía o un libro, pues el título es el espacio metafórico donde se permite cierta ambigüedad a la interpretación de las imágenes.
3. Ampliar la ‘zona de confort’
Tomar fotografías en situaciones de violencia y conflicto implica riesgos para el reportero. Donna De Cesare muestra a las personas sus fotografías anteriores para que entiendan qué tipo de fotografías hace y en qué consiste su trabajo. Esto le permite ganar confianza, ampliar la ‘zona de confort’, ese espacio donde se puede sentir segura haciendo fotografías.
En tiempos de internet, no se puede prometer a nadie que las fotografías no serán vistas en su país. Esto, en vez de facilitar el trabajo, puede poner en riesgo la propia vida. Por eso, hay que ser transparentes durante el trabajo con las personas que se están fotografiando. Pero antes de eso es importante establecer contactos con organizaciones y personas que, por un lado, faciliten la entrada a las comunidades, y por otro, sirvan como una garantía relativa de seguridad.
4. Pedir autorización para usar la imagen de las personas
Cada vez es más complicado el uso de la imagen de las personas, por sus implicaciones legales. Cuando se trabaja en medios de comunicación este es un asunto de vital importancia. Donna De Cesare pide a todas las personas que firmen una autorización, ese es el primer paso para hacer una fotografía. Si la persona no está de acuerdo, no insiste ni la toma. Estas autorizaciones también dejan claro si la imagen mostrará o no el rostro de las personas. Para ella no es difícil convencer de que firmen, pues les dice que esa es la herramienta para defenderse legalmente si no están de acuerdo en algo con la fotografía.
En este punto, recomienda las herramientas de ajuste manual de la cámara para proteger la identidad de las personas. Además, su relación con las personas es muy horizontal y respetuosa: les pregunta cómo quisieran salir, los hace partícipes de la fotografía y no solamente el objeto del enfoque. En esto radica también la confianza que se establece con las personas y la transparencia del ejercicio periodístico y fotográfico.
5. La fotografía como experiencia autobiográfica
Uno de los ejercicios básicos de sus clases, cuando enseña fotografía, es pedir a sus estudiantes que cuente una parte de la historia de su vida y que la complemente con fotografías. De esta manera pone en sinergia la imagen y la palabra, pero además, hurga en los intereses más profundos de las personas, allí donde están las motivaciones para encontrar una imagen, para contar una historia: “La autobiografía es un proceso reflexivo que sirve a la fotografía”, dice Donna.
Ser testigo es una experiencia autobiográfica, no solo porque haga parte de la narración del presente en que se capturan las imágenes, sino también porque hay una rememoración a la historia personal en cada ángulo y enfoque, pero sobre todo, en cada rostro y cada historia que se retrata a través de la fotografía. La experiencia autobiográfica de la fotografía la convierte en un fenómeno, además que estético, ético.