Emiliano Valdés, curador jefe del Museo de Arte Moderno de Medellín, conversando con el crítico de arte Holland Cotter, en el Teatro Suramericana. Foto: Daniel Bustamante – Festival Gabo
Por Andrea Jiménez Jiménez – @andrejimenezj
Estudió poesía, porque poesías le leía su madre cuando tenía 5 o 6 años. Luego tomó un curso de antropología, porque la educación política y la agitación por los derechos civiles en la década de los 50, en Estados Unidos, lo marcaron profundamente. Y amó los museos porque allí lo dejaban, cada fin de semana, sus padres durante horas. Llegó al arte con una visión autoguiada, y lo describe como “maravilloso”.
Holland Cotter, crítico de arte de The New York Times, no se formó como periodista. Lo que quiso siempre fue escribir, y en un camino que recuerda como una “búsqueda accidental”, se convirtió en lo primero mientras hacía lo segundo: se hizo periodista escribiendo.
Siendo el crítico de arte de uno de los diarios más influyentes del mundo, primero como freelance y luego como periodista de planta, es voz autorizada para hablar del camino hacia esta especialidad del periodismo, así su andar no haya sido lineal, sino más bien un zigzagueo que lo llevó a decantarse por ella.
- Le digo a los jóvenes escritores que escriban, así les publiquen o no. Manténganse haciéndolo, porque así es que uno encuentra las palabras.
- Evito la jerga, evito vocabulario académico lo que más pueda. Quiero que la gente se divierta leyendo.
- Al comienzo de mi carrera, leía otros críticos que escribían sobre danza, pintura y escultura. Siempre estaba allí leyéndolos de una manera experimental, porque era lo que yo quería hacer: aprender lecciones.
- ¡Lean también literatura! Tiendo a escribir en una forma narrativa, porque me siento cómodo haciéndolo y leyéndolo, así que pienso que además de darle una experiencia de lectura, trato de darle al lector una experiencia de arte, y mi entusiasmo o mi poco placer a través de las palabras.
- Hay un conflicto de intereses cuando se escribe sobre arte contemporáneo. The New York tiene un manual sobre temas éticos y debo prestarle atención todo el tiempo. Debo tener cuidado, y es preferible no hacer amigos. Mi vida social nunca ha estado en el círculo de arte.
- Si voy a un museo y no estoy familiarizado con el material, le pido al curador que me dé un tour. Leo todos los catálogos que pueda leer, nunca voy a una exposición sin leer el catálogo. Es una recompensa, la recompensa del trabajo: aprender todo el tiempo.
- Uno puede ver artistas muy jóvenes que están emergiendo, que no han sido detectados por nadie, y darles un reconocimiento que los impulse; por lo tanto, hay que ir hay muchas galerías que están afuera de las rutas comunes, y me encanta eso.
- Ser crítico de arte es una oportunidad de ir más allá, de no ser un consumidor. Hay tantas cosas que están pasando en el mundo, y el arte tiene que ver con todo. Es una oportunidad para escribir de temas morales en un paquete hermoso. Creo que el aspecto ético de la crítica es importante. No es lo que diga sobre el tema, pero yo resalto algo, o a alguien.
- A los críticos jóvenes les digo: no te vas a volver rico. Al ingresar a este campo tuve que seguir trabajando durante el día, incluso cuando trabajaba en The New York Times como freelance. Escribía toda la noche y tenía un trabajo durante el día. No se van a enriquecer, pero van a tener cantidad de conocimiento.
- Y les repito: sigan escribiendo todos los días. No dejen de escribir.
Sobre el Premio Gabo y el Festival Gabo
Es convocado por la Fundación Gabo con el objetivo de incentivar la búsqueda de la excelencia, la innovación y la coherencia ética en el periodismo, con inspiración en los ideales y la obra de Gabriel García Márquez, y en la dinámica de innovación, creatividad y liderazgo que caracterizan a Medellín, Colombia.
El Premio Gabo y el Festival Gabo son posibles gracias a la alianza público-privada conformada por la Alcaldía de Medellín y los grupos Bancolombia y SURA, con sus filiales en América Latina.