Relatoría del taller ‘Nuevas narrativas sobre drogas: coberturas libres de estereotipos’

Por: Natalia Duque y Elizabeth Otálvaro

Los medios de comunicación han sido uno de los escenarios clave para reproducir los estigmas y la desinformación en los temas relacionados con drogas. Así, la formación de periodistas críticos y con un enfoque de Derechos Humanos es fundamental para generar una transformación real. Estamos ante una “emergencia narrativa”.

Por eso, durante tres días, el 15, 16 y 17 de noviembre, se llevó a cabo el taller virtual ‘Nuevas narrativas sobre drogas: coberturas libres de estereotipos’, en el marco del Festival Gabo N°9. En este espacio participaron 21 periodistas de Colombia, Bolivia, El Salvador, Honduras y México, interesados en perspectivas no hegemónicas para comunicar sobre este tema.

En esta jornada los periodistas pudieron escuchar y conversar con Guillermo Garat, periodista y editor; Adriana Muro, fundadora Elementa DD.HH., y Pablo Zuleta, médico especialista en psiquiatría, quienes compartieron sus reflexiones y conocimientos sobre las narrativas relacionadas con drogas. Finalmente, los participantes terminaron las sesiones con una caja de herramientas que fue producto de estas conversaciones y de la construcción de conocimiento colectivo entre colegas.

La historia de las “drogas”

Conocer los antecedentes históricos de la relación entre las drogas y la humanidad aporta insumos para entender e informar acerca de lo que ocurre actualmente. “Si hoy las drogas son perseguidas y si tienen unas connotaciones negativas, en muchos casos, y si no conocemos muchas de sus propiedades, es por la inquisición española”, dijo Guillermo Garat en la primera sesión.

En este punto es importante tener presente lo que significaron las plantas ancestrales para las comunidades indígenas y para los colonizadores españoles que llegaron a América. Luego la transición hacia el escenario médico europeo y la posterior prohibición que alimenta a la “guerra contra las drogas” iniciada en la década de los setenta.

Esta visión de la prohibición ha marcado las políticas que los países del sur han abanderado para hacerle frente al narcotráfico. Una visión que es el resultado de varias décadas en las que se les ha dado diversos usos, significados, sesgos, suposiciones, prevenciones, pero muy poco estudio científico.

Drogas y ciencia: dos caminos que poco se han encontrado

Durante todo el taller los facilitadores insistieron en el poco conocimiento científico que se ha generado sobre las drogas y el uso de las mismas. Así, las políticas que se han implementado para hacerle frente al narcotráfico y al consumo problemático no han tenido bases científicas sólidas sino que más bien se han levantado a partir de la moral.

“Mucho de este estigma empieza a permear nuestras leyes, tratamientos que no se enmarcan en parámetros científicos. Clasificamos y penalizamos las sustancias sin conocerlas”, dijo Pablo Zuleta en el último día del taller. Zuleta insistió en la falta de estudios que existen sobre las sustancias, generando un vacío de información frente a las reales consecuencias, pero también a los posibles usos medicinales que puedan tener.

La moral que estigmatiza a los eslabones más débiles de la cadena del narcotráfico, así como el temor y la idea de que las drogas son un problema de seguridad, han constituido los discursos hegemónicos que siguen desconociendo la evidencia y que buscan generar constante aceptación al tratamiento de guerra y prohibición que se les da.

De hecho, la falta de evidencia no ocurre solamente con las drogas en sí mismas, sino también con la efectividad de las políticas implementadas. Existen pocos datos y tampoco se le hace seguimiento a los supuestos logros de los gobiernos, por lo que, muchas veces, la única información disponible es la que publica el mismo Estado.

Aquí un consejo muy claro del periodista: dudar de estos datos, buscar en otras fuentes, y propiciar procesos de seguimiento que no estén mediados por el gobierno.

Narrar desde un enfoque de Derechos Humanos

En muchos casos los medios de comunicación adoptan los mismos discursos institucionales de que hay una guerra contra las drogas, que en realidad es un conflicto en el que las consecuencias más devastadoras son para las personas y comunidades.

Aquí Adriana Muro planteó como eje narrar desde los efectos de la prohibición, pues esto poco se hace y es allí donde ocurren las violaciones de los Derechos Humanos por parte de las fuerzas estatales.

La prohibición “genera violaciones a DDHH, fabrica culpables para mostrar resultados, se utiliza el presupuesto público. Pero mientras todas estas políticas se desarrollan, no hay políticas de atención en salud a personas usuarias de drogas”, aseguró Muro.

Asimismo las narrativas basadas en la prohibición también vulneran los derechos de las personas, sobretodo las que se replican en la televisión y la radio, pues se basan en que:

  • Hay buenos/malos.
  • Dañan a los jóvenes.
  • El enemigo público es el narcotráfico.
  • Hay una relación con las bandas delincuenciales.
  • Lucha frontal contra el crimen organizado, pero niega la vía de la regulación.
  • Narcotráfico como problema de seguridad nacional (justifica militarización, estados de excepción, suspensión de garantías).

La construcción del otro y la otra

Desde la colonia se ha forjado una construcción del “otro” a través de un discurso hegemónico que le otorga características no deseables a los consumidores y los nombra como “toxicómanos”. Esto se repite, en general, en todos los países de América Latina.

La visión del otro como un enemigo que es indispensable eliminar, ha sido fundamental para legitimar acciones represivas y de guerra contra campesinos, indígenas, habitantes de calle y población consumidora en general. “El sistema de prohibición de drogas es un sistema de opresión, que interactúa con la clase, el género, la raza”, dijo Adriana Muro en la segunda sesión del taller.

Aquí el periodismo tiene el papel fundamental para preguntarse por las comunidades vulnerables y la responsabilidad de adoptar la interseccionalidad para el cubrimiento.

Frente a esto, Garat planteó la pregunta: ¿las drogas marginan u ocultan la marginación? pues, en muchos casos, el discurso hegemónico que se ha forjado sobre las drogas termina por encubrir o restar importancia a problemáticas sociales de carácter estructural y que afectan principalmente a las comunidades más vulnerables.

Por ejemplo, las penas privativas de la libertad se han enfocado en los eslabones más empobrecidos de toda la cadena (cultivadores, “mulas”), generando duras consecuencias sociales pero sin disminuir el consumo o el tráfico de sustancias. Por otro lado, los campesinos que cultivan las plantas son uno de los actores más perseguidos de la cadena, a pesar de que, en la mayoría de los casos, su historia corresponde a la de familias empobrecidas que sobreviven de estos cultivos.

La droga no existe “sola”

¿Qué muestra y qué esconde la palabra droga? Para Guillermo Garat debemos hacernos permanentemente esa pregunta. La droga sola no existe, hay una serie de actores y tejidos sociales, políticos, morales, etc alrededor, los cuales le dan sentido.

Lo mismo ocurre con la interpretación de los distintos eslabones que hay en la cadena o de la violencia en la misma. No se mata a alguien porque sí, sino que pasan muchas cosas atrás, hay muchos recursos alrededor que se mueven y que determinan una serie de elementos que nos permiten contar una historia.

La verdad sobre el consumo problemático

Una de las ideas más populares acerca de las drogas y que además legitima su prohibición es la supuesta certeza de que el consumo problemático de sustancias es la regla y no la excepción. Para Pablo Zuleta el consumo problemático no está solamente en la cantidad de consumo, sino que hay otros elementos del contexto que influyen.

De hecho, el consumo en general no es problemático, pero quienes lo desarrollan tienen ciertas características que se deben considerar para cada sustancia. En lo real la probabilidad de desarrollar un consumo problemático no es mayor al 20%. Por eso en lo que se tendría que avanzar es en políticas que disminuyan los riesgos asociados al consumo, así este no sea problemático.

“El origen de la prohibición está centrado en un riesgo de salud pública. Cuando se plantea que ese riesgo puede disminuir (con segregación en estudios de cada sustancia), el mercado deja de ser un mercado ilegal”, dijo Zuleta.

Para entender lo problemático o no que puede ser un consumo también es importante tener presentes los determinantes sociales. Los estigmas con los que carga un usuario, el espacio en el que lo puede hacer influyen en esto. Sin embargo, en muchos casos es la posición social la que problematiza el consumo; es decir, se trata también de una discusión atravesada por la clase.

Por último, un elemento importante que tiene que ver con la escasa evidencia científica que hay sobre las sustancias, es que no existe una correlación entre el daño que puede generar ciertas de ellas y los niveles de control al que son sometidas. Entonces ¿quién determina esto?

El lugar de las fuentes y los datos

“El gran asunto es quién está definiendo cuál es el problema y cuáles las soluciones: la policía o los militares. Por eso resulta problemático cuando las fuentes se limitan a estas instituciones y a los datos que dan”, dijo Guillermo Garat.

Como periodistas es fundamental chequear lo que ellos dicen, buscar dónde están los indicadores que dicen que lo que está pasando es real. Hay que ser finos con los datos, pero la verdad es que no hay datos, pues no hay auditorías. En este punto es importante darle lugar a la duda y entender que no está mal privilegiar ciertos asuntos sociales frente a lo que dicen las instituciones.

Tener precisión con los términos

Además de que en muchas ocasiones este debate se minimiza y se generaliza bastante, también se utilizan términos de manera indistinta que generan imprecisiones. Zuleta aclaró algunos de estos como punto de partida para los periodistas en la transformación de las narrativas:

  • Sustancias psicoactivas: cualquier agente químico que afecte la actividad neurofisiológica y derive en cambios mentales correspondientes a algún tipo de embriaguez.
  • Droga: sustancias psicoactivas que generan embriaguez y estaban bajo el paraguas de la ilegalidad. Con este término quedan por fuera productos de uso industrial que son inhalados.
  • Narcóticos: sustancias que generan sueño, estupor o disminución del dolor.
  • Psicotrópico: afecta funciones psíquicas por acción en el sistema nervioso central.
  • Estupefacientes: psicotrópico, con alta probabilidad de producir dependencia o abuso.

La importancia de cualificar el discurso

“Uno de los grandes problemas que tenemos con este debate es que está minimizado, llevado a su mínima expresión, discutimos con memes”, aseguró Guillermo Garat. Esto ocurre porque no se tiene en cuenta el contexto, ni las causas estructurales del narcotráfico y del consumo de sustancias. En muchos casos, incluso sin ser muy conscientes, se reproducen discursos del poder que ya han sido interiorizados, pero que alimentan la estigmatización y el miedo.

Para combatirlo desde el periodismo independiente y las salas de redacción Garat dio algunos consejos:

  • Desconfiar del discurso que patologiza a las personas y que simplifica las dinámicas económicas y sociales.
  • Evitar hablar de la “guerra contra las drogas”, pues al adoptar este discurso bélico estamos permitiendo que se use la violencia para solucionarlo.
  • Humanizar a las personas que han sido deshumanizadas a través de los discursos y la violencia.
  • Preguntarse por qué las comunidades llegan a este negocio.
  • Buscar experiencias alternativas en donde la problemática se ha tramitado desde otros enfoques distintos a la prohibición: encontrar espejos dónde mirarse.
  • Cualificar y complejizar el debate. Dar información, análisis y opiniones para mejorar la comprensión.
  • Exigir resultados de las leyes a los gobernantes.

El objetivo es recrear un mundo desde la honestidad y la empatía.

Otros consejos de Adriana Muro para transformar las narrativas

  • Reconocer que el tema de política de drogas abarca muchas disciplinas, así que es fundamental tomar una gran variedad de fuentes y términos.
  • No se trata solo de un asunto nacional, por eso es importante ligar lo que ocurre a nivel local con el contexto internacional.
  • Informar desde un tono realista y con matices para resolver dudas y preocupaciones insertadas en distintas generaciones.
  • En Colombia la memoria debe ser un elemento central en la construcción de la información.
  • Es necesario mostrar toda la cadena (cultivo, producción, comercialización, tráfico, lavado de activos, consumo) integrando los puntos medios a la conversación pública.

Bibliografía recomendada

Sobre Guillermo Garat

Periodista uruguayo y editor freelance. Colaborador de The Associated Press en Uruguay. Sus artículos han sido publicados en Le Monde Diplomatique, Gatopardo, revista Anfibia, Vice, New York Times y Washington Post en Español, El País, el Malpensante, EFE (Berlín) y otros. La mayoría de ellos sobre drogas y sociedad. Ha producido para Al Jazeera (EEUU), SBS de Australia o Deutsche Welle en Español. Autor del ensayo periodístico Marihuana y otras yerbas: regulación y uso de drogas en Uruguay (Random House, 2012). Ha editado artículos en la revista de periodismo narrativo Lento. También editó el libro Al otro lado: crónicas y reportajes sobre drogas y personas en Ecuador y Fármakon, el blog de drogas en América Latina de La Diaria.

Editor de Nuevas Narrativas latinoamericanas sobre drogas (Fundación Gabo, 2021). Alumno del Internationale Journalisten-Programme de Alemania.

Sobre Adriana Muro Polo

Abogada mexicana por la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México con Maestría en Derechos Humanos y Democratización de la Universidad Externado de Colombia. Tiene más de 10 años de experiencia en organizaciones de la sociedad civil en México y Colombia. En 2014 fundó Elementa DDHH, una organización con sede en Bogotá y Ciudad de México que busca, a través del uso creativo del derecho, aportar a la garantía de los derechos humanos en la región. Específicamente en el área de política de drogas, coordina proyectos de la mano de colectivos, organizaciones e instituciones del Estado para la creación de escenarios jurídicos viables y el desarrollo de investigaciones y estrategias de incidencia nacional e internacional para visibilizar los efectos de la guerra contra las drogas y transitar hacia una política respetuosa de los derechos de las personas. Desde el año 2017, es la directora ejecutiva de dicha organización.

Sobre Pablo Zuleta

​​Médico especialista en psiquiatría de la Universidad Javeriana de Bogotá y candidato a maestría en Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia. Desde hace 18 años está dedicado al trabajo en adicciones y farmacodependencia. Es director del área de consumo de drogas, salud pública y educación del CESED y profesor de la facultad de medicina de la Universidad de los Andes. Es Asesor de la Fundación La Luz. Es miembro del subcomité de adicciones de la Asociación Colombiana de Psiquiatría y del subcomité de Filosofía de la Psiquiatría. Fue coordinador de la estrategia CAMAD en Bogotá durante el último período antes de su cierre en junio de 2016 y coordinador del Proyecto Khoka Alternativa, desarrollado por Elementa, Consultoría en Derechos.

Sobre el taller‘ Nuevas narrativas sobre drogas: coberturas libres de estereotipos’

Esta actividad hace parte parte de la tercera edición del Fondo para Investigaciones y Nuevas Narrativas sobre Drogas (FINND), que convoca la Fundación Gabo con apoyo de Open Society Foundations (OSF) y es posible gracias a la alianza de la Fundación Gabo con los grupos SURA y Bancolombia, con sus filiales en América Latina.

Sobre el Festival Gabo y el Premio Gabo

Son convocados por la Fundación Gabo, que inspirada en los ideales y la obra de Gabriel García Márquez, busca promover espacios de reflexión y debate y exaltar el periodismo ético, riguroso, innovador y de servicio público.

El Festival Gabo y el Premio Gabo son posibles gracias a la alianza de la Fundación Gabo con los grupos SURA y Bancolombia, con sus filiales en América Latina.

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