Por Angie Daniela Martínez Aldana
Con un sentir genuino Ahmad Mohsen, periodista, poeta y traductor literario, nos cuenta la experiencia profunda del artista, desde las fragmentaciones sociales que nos acontecen como seres en busca del sentido. Un sentido que propone en su obra Vine a cantar una herida al mundo (poemas para Palestina), en la cual nos adentramos. Hemos de imaginar un futuro mejor para nosotros y nosotras, pero esto no será posible si no entendemos el dolor en todos sus matices.
La sensibilidad, el ser del artista y la valentía que encarnan las “metáforas naturales” –como él llama a gran parte de sus poemas– nos invitan a cuestionar el mundo que nos han contado, sus raíces egipcias denotan una espiritualidad que no es de estas tierras, y tampoco ajenas a ellas. Este encuentro se llevó a cabo en el jardín del Gimnasio Moderno de Bogotá, sede principal del 12º Festival Gabo 2024. En esta ocasión no nos acompañaba la magia del fuego ni el canto de nuestros ancestros, algo inherente a nuestra esencia humana, pero sí los tenues rayos de sol, la ligera lluvia y los sonidos diversos de un colectivo que se une alrededor del conocimiento y el libre pensamiento
Retomo la frase que mencionaste en tus historias en redes sociales: “Viva el arte valiente”, y me gustaría conocer cómo llevas tu vida desde el arte que creas, cómo piensas tu poesía para que llegue a otras personas.
Ahora en unas circunstancias excepcionales de la vida, de la historia, de la humanidad, yo siento que es, no sé si llamarlo responsabilidad, pero tal vez hace parte del arte mismo que se toque por lo que sucede.
Vine a ofrecer mi corazón
Y ¿qué haría el corazón
al niño degollado
al lado de su peluche
manchado de sangre?
El arte no puede ser indolente, el arte no puede ser ciego. El otro día escuché el discurso de una actriz que estaba recibiendo un premio y ella dijo algo como: “Ellos quieren amenazarnos, quieren meternos miedo para que no hablemos”. Pero nosotros somos artistas y si nos dan premios por ser artistas, no pueden pedirnos dejar de ser. Ser artista es ser alguien que sensibiliza y se sensibiliza; si no hace esto, dejaría de ser artista.
En tu obra Vine a cantar una herida al mundo, en el poema “Semillas de agua” relatas “Cuando el pan se vuelve sangre”. En este caso quiero preguntarte ¿qué alimento nos queda en la vida?
Pienso mucho en el poder de la metáfora –y en las metáforas naturales que tienen el carácter de la pluralidad de sentidos– que en sí misma se puede materializar, se puede imaginar como concreta y visible. Yo pienso que las metáforas que están en este poema hacen referencia a imágenes que se han visto. “Cuando el pan se vuelve sangre”: este verso es la imagen de la llamada “Masacre de la harina”. Es cuando están brindando ayuda humanitaria en Gaza y distribuyen bolsas de harina para que la gente haga pan. Cuando llegan las bolsas de harina, van cantidades de personas a buscar esta ayuda, y llegan tanques de guerra israelíes a disparar: matan a más de cien personas. Las imágenes que quedaron después de ese día fueron muy impactantes, porque son las bolsas de harina manchadas de sangre. Siento que la mayoría de las imágenes que están en estos poemas las hice a propósito, en una cosa que se podría llamar “poesía documentalista”. A mí me parecía que no había que inventar imágenes más allá de lo que se ve, de lo que se vive: eso es suficientemente fuerte, solamente que hay que procesarlo en la escritura.
Hablando de las historias diversas que nos invita el Festival en este 2024, me gustaría que me contaras cómo podemos atravesar el dolor desde la realidad que vivimos para poder integrarlo en nuestra vida.
Ahora hay dos fases: la primera fase es vivir con el dolor y la segunda fase es qué hacer con el dolor. El poema, por ejemplo, siento que tiene dos partes: 90% es el poema y el otro 10% es la última frase, es ¿qué hacer? ¿qué hacer? ¿qué hacer? Y al final termino diciendo ”sembramos agua”, una metáfora abierta a la posibilidad de hacer lo que se pueda frente a la oscuridad, frente a los incendios, frente al horror. Hay otro poema que se llama “Muero porque no muero”, un verso de Santa Teresa de Ávila, y está dedicado a una periodista palestina asesinada. Tal vez es uno de los poemas en dónde hay más dolor, más cuestionamiento a qué hacer, llevar ese dolor e ir al mar, con ese dolor que es como piedras y ver que el agua, como si despedazara esas piedras del dolor y las volviera como unas piedrecitas muy chiquitas y luego se disuelven en el agua. Esa agua es eso misterioso en lo que siempre se busca una fuente de supervivencia.
Recordé también, en esos momentos en los que sentìa mucho dolor, los versos de un poeta egipcio con su poema “Queda mucho”. Empieza diciendo “Yo no voy a vender la esperanza a la gente / pero tampoco le voy a vender la desesperanza. / No voy a vender una idea a la gente que mañana pueda cambiar y ser totalmente lo contrario, / y no voy a poder callar una voz en mi cabeza y decirle ‘basta ya, no vale la pena’. / La vida es dificil, juega a lo dificil / tú eres el que agranda las cosas”. Hablándole a su mente, dice: “Deja de llorar, deja de escribir, deja de llamar, de ser bobo o ser bueno”. Llega un momento en el que cierra diciendo: “Pero una parte en mí siempre me dice ‘no, decir no es igual que no decir“‘. Esa parte que uno no sabe de dónde le viene, cuando uno ve que un gesto mínimo puede generar algo que hace que las cosas no sigan siendo iguales, a veces es muy dificil porque las circunstancias son tan atroces que puede parecer que nada está al alcance. No tengo respuestas para qué hacer en estos grados. Pero es una pregunta en la que pienso mucho últimamente; he pensado, por ejemplo, en cuando se pierde toda gana de vivir durante circunstancias tan duras, ¿qué se puede buscar? La belleza. Pero a veces el horror puede impedirte sentir y ver la belleza, pero igual te pones frente a ella y ves qué sucede.
Me miré a los ojos
y vi en mi cara
el horror del mundo,
el horror al mundo.
¿Qué hacemos con la indiferencia que nos carcome la sangre y nos impulsa al olvido de otros?
Es una pregunta muy difícil, porque ahora, entre nosotros, hablando con palabras, pensando en ideas abstractas, podemos decir “sensibilizar”. Pero, en realidad, cuando uno lleva esta palabra a la vida, y cuando uno piensa en conversaciones que tiene con personas que parece que no tienen activados ciertos chips de la simpatía con el otro, yo creo que no es que no los tengan activados, sino que hay una deformación del otro muy grande en el pensamiento de muchas personas. Y en esto estamos, en una lucha contra algunos aparatos muy grandes de medios de comunicación que siempre demonizan al otro, lo deshumanizan incluso. Hay mucha gente que le da igual el cambio climático o el maltrato animal; para ellos todo lo que no es humano no tiene valor. Si todo lo que no es humano no tiene valor, entonces vamos a quitarle el carácter humano a ciertos humanos: los llamamos terroristas, los llamamos guerrilleros, los llamamos vándalos.
Quise matar en mí
al asesino,
al genocida,
al verdugo.
El miedo es el gran enemigo, la desfiguración del otro, volverlo demonio. Creo que esta idea muestra que el otro es una cosa. No hay otros que hacen crímenes, hay criminales; no hay personas que cometen errores, hay bestias. Así es muy fácil eliminar a ese otro y eso me parece muy grave.
¿Cómo podemos imaginar nuestro lugar como periodistas para integrar buenas acciones y lograr ver la transformación social?
Cuando empecé a escribir un medio árabe, me pidieron escribir con ellos un artìculo mensual sobre Latinoamérica. Yo tenía una idea previamente pensada sobre el tema de los carnavales y la violencia, y luego eso coincide con el Paro Nacional en Colombia. Pero yo tenía muy claro que no iba a escribir una descripción del paro como si fuera una noticia. Eso es lo menos relevante y lo menos influyente que puede ser. Hay manifestaciones en Colombia para reivindicar ciertos derechos, pero ¿qué efecto tiene esto en los lectores? Realmente nada: todos los días estamos expuestos a estas noticias. Yo elegí hablar un poco sobre la historia de Colombia desde la independencia y luego pasar por la historia del conflicto armado: cómo inició, cuánto duró y qué consecuencias tuvo en el país, para llegar a lo que está sucediendo en un paro, saber qué significa. Por otro lado, considero que las herramientas y el conocimiento que se aprende en el Festival Gabo se pueden mostrar para contrarrestar esos poderes mediáticos y llevar ciertas realidades a las personas de una manera que nos haga sentir verdaderamente cercanos.
¿Cómo crees que podemos homenajear a los periodistas asesinados, que han sido símbolo de valentía en las guerras de nuestros tiempos?
El número de los periodistas asesinados en la franja de Gaza está acercándose a 200. En un solo día asesinaron a 12. Hay un poema que se llama “Elegía”, dedicado a Hamza Wael AI-Dahdouh, periodista asesinado por un dron israelí el 7 de enero de 2024, hijo del corresponsal de Al Jazeera en la franja de Gaza. En los primeros meses del genocidio él estaba trabajando y bombardearon su casa, mataron a su esposa, su hija, dos nietos y el hermano menor. Unos meses después estaba Hamza cubriendo las masacres que se estaban cometiendo y él estaba en el centro de la franja, yendo al sur. Con un dron bombardearon el carro en el que estaba con otro periodista y los mataron a los dos. Esa noticia, para mí, no era una simple noticia: ellos habían asesinado a una persona que yo conozco. Luego, en mayo del mismo año, vi la noticia de que habían asesinado a una periodista que se llamaba Ola Al Dahdouh.
Como quien camina a su muerte
camino la vida
Piso la tierra que giro
como quien corta caminos,
rompo el camino de la muerte.
Este hecho también fue muy impactante. Esa misma periodista antes de morir había presentado tres denuncias diferentes frente a la Corte Internacional de Justicia por las masacres a los periodistas. Creo que el mayor enemigo de Israel actualmente en la franja de Gaza son los periodistas: ellos no quieren que esto se cubra, no quieren que esto se narre, y para ellos los periodistas son objetivos directos.
Cantar embellece la herida
del mundo,
pero el niño herido
quiere un vaso de agua,
y yo le dibujo
bellos oasis de luz.
***
La esencia humana busca encontrarse en la oscuridad compartida, asó parezca que somos lejanos a ella. Ahmad contempla la realidad desde otras perspectivas para recordarnos que estamos en el mismo lugar.
Esta entrevista se realizó como parte del taller ‘El arte de la pregunta: la entrevista como dialéctica, narración y dramaturgia’, que dirigió Albert Lladó el 4, 5 y 7 de julio del 2024 en Bogotá, Colombia, como parte de las actividades del 12º Festival Gabo. El taller se realizó en alianza con la Alcaldía Mayor de Bogotá, a través de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, y la Red Distrital de Bibliotecas Públicas – BibloRed, con el apoyo de Acción Cultural Española gracias a su Programa para la Internacionalización de la Cultura Española (PICE).