Este taller se realizó el 4 de julio de 2023 en Bogotá, durante el 12° Festival Gabo bajo la dirección de Magnus Kossmann, Jorge Agurto, Laura Mejía y Sergio Silva, gracias a la alianza de DW Akademie, la Alcaldía Mayor de Bogotá, a través de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte – SCRD y la Red Distrital de Bibliotecas Públicas de Bogotá -BibloRed y la Fundación Gabo.
Por Daniela Trujillo | @SoyMiroslawa
Las problemáticas de los actuales medios de comunicación de gran envergadura son evidentes para los periodistas e incluso para las audiencias: los despidos masivos, la cantidad aburmadora de desinformación, la fugacidad de los cubrimientos y la creciente falta de credibilidad han sentado una crisis que con el paso del tiempo parece solo aumentar. Sin embargo, esta forma periodística no es única ni inmutable. Vale la pena observar más allá y adentrarse en el trabajo que los medios locales y comunitarios realizan desde las distintas regiones de Iberoamérica, aportando tanto al periodismo de investigación como a la transformación social.
Este taller de cocreación, realizado en la Biblioteca Pública El Tunal, ubicada en la localidad de Tunjuelito en Bogotá, y organizado por DW Akademie, la Alcaldía Mayor de Bogotá y la Fundación Gabo, acompañado por Jorge Agurto, Laura Mejía y Sergio Silva y mediado por Magnus Kossmann, permitió a treinta y cinco periodistas locales y comunitarios, conversar alrededor de tres grandes temáticas que posibilitaron el intercambio de conocimientos, inquietudes y tensiones que existen en el ejercicio de su labor, en aras de dar a luz las metodologías alternativas de ejecución. Estas aristas, que serán tratadas a continuación, fueron:
- Credibilidad y confianza: aplicaciones en el día a día.
- Agendas locales: ¿cómo definirlas y posicionarlas?
- Impacto: ¿cómo medirlo?
Credibilidad y confianza: aplicaciones en el día a día
Los medios de comunicación han pasado por etapas diferentes. Antes, era posible contar con los dedos de las manos los medios que existían, al menos en Colombia, pero ahora el panorama se ha transformado y hay más de 900 salas de redacción solo en este país y 1200 medios nativos digitales. Esto implica un crecimiento desbordado de la información que, tal parece, no es comprendido por completo en la ciudadanía.
Un punto inicial en la construcción de credibilidad —propone Laura Mejía — es preguntarse si la audiencia verdaderamente entiende para qué sirve el periodismo, por qué y para quién comunica, pues existe una herida en las personas, que ven con desconfianza cuando un medio se acerca a su comunidad buscando información y luego desaparece sin siquiera darles a conocer qué va a ser dicho sobre ellos. Esta herida no es gratuita y es una crítica válida para comprender su desconfianza y rechazo. Un ejemplo de esto lo propone Jorge Agurto, quien hace énfasis en la preocupación por los medios dedicados a la desinformación en Perú, que estigmatizan pueblos y comunidades constantemente, construyendo discursos de odio que se viralizan en la región.
Es necesario, pues, hacer batalla a dichos espacios que se alimentan de vender titulares mercenarios y tergiversas las problemáticas de las comunidades —dice Agurto— teniendo mínimamente ética y rigor periodístico, separando la opinión de la información, aprendiendo a reconocer cuándo se está interviniendo editorialmente y cuándo se está apropiando la voz que cuenta la historia.
También —añade Sergio Silva—, pese a la dificultad de luchar contra la inmediatez, es necesario reconocer las pausas que requiere una historia para poder entrar a profundidad en ella, no solo con dos o tres fuentes, sino realmente con un trabajo a muchas manos que pueda darle veracidad a la misma. Es imposible desconocer que la gente consume cada día menos formatos de largo aliento y que el frenetismo que manejan los medios tradicionales los hace tambalear con información sesgada y mecanismos mediocres; pero es en esas falencias donde se deben encontrar las oportunidades —dice Silva— pues permiten reflexionar y reconstruir esa credibilidad. Trabajar hombro a hombro con el periodismo local que verdaderamente conoce las comunidades y regiones que se desean narrar, permite construir un diálogo más cercano y también dar como resultado un periodismo provocador.
Como otro elemento a resaltar, Mejía añade la sostenibilidad, pues es importante reconocer que esta aporta también a que el periodismo de calidad perdure en el tiempo. Para ellos es necesario que la financiación venga a apoyar el contenido que ya se realiza en el medio y no al revés; es decir, financiando contenido nuevo que favorezca a quien da el dinero.
Asimismo, los participantes de la sesión compartieron otras herramientas que construyen credibilidad, tales como: el principio de autocrítica como parte del rigor periodístico; la separación entre la publicidad y la información y, principalmente, la participación de las audiencias en la construcción de las historias, favoreciendo a las fuentes comunitarias como valiosas y primordiales en la narración.
Agendas locales: ¿cómo definirlas y posicionarlas?
Para entrar en materia con la agenda local, el punto inicial son las fuentes, uno de los principales motores del periodismo de investigación. Sin embargo, se cree erróneamente —dice Jorge Agurto— que las de mayor valor y credibilidad son aquellas voces de gran renombre que presentan análisis y conclusiones, haciendo de lado la experiencia directa de las personas afectadas. Así pues, propone él, tomando elementos de las metodologías del periodismo local, la necesidad de considerar a las fuentes comunitarias también como fuentes primarias, sobre todo si la problemática o la historia recae directamente en ellos. En ese sentido, también vale la pena ampliar la voz de comunicadores que estén en verdadero contacto con las comunidades; por ejemplo, los comunicadores indígenas, quienes poseen su propia agenda, variable y diversa, que hablan el idioma de su propia comunidad y además comprenden a fondo las problemáticas o situaciones en las que se pueden ver envueltos sus pares, potenciando la transparencia y la comprensión de la investigación.
Esta diversidad en los comunicadores promueve la diversidad en la información y, asimismo, se transforma en correas de transmisión que conectan con la ciudadanía, permitiendo poner lo investigado en un contexto situado y no en un punto aislado. Volviendo al ejemplo de los comunicadores indígenas, es gracias a ellos que es posible comprender verdaderamente las problemáticas de degradación en la Amazonía —añade Agurto— porque pueden evidenciar cómo su sustento desaparece o cómo su entorno se transforma, llevando la particularidad de su vivencia a la universalidad de la problemática ambiental.
Otra herramienta para la construcción de la agenda local se sitúa en la generación de consejos editoriales diversos que ayudan a verificar si aquellos temas que se van a tratar son, realmente, los de mayor prioridad —dice Mejía—. Allí también hay un diálogo con la población, que prioriza la toma de decisiones sin parcialización y que los hace partícipes en la construcción de la investigación. A partir de ello se afinan conceptos, se realizan preguntas y se proponen caminos para avanzar, llevando lo que es preocupante para una comunidad tan concreta a contextos nacionales o regionales.
Para los asistentes, otros métodos exitosos para la vinculación de la agenda local son: la creación de medios que atiendan a las necesidades de grupos poblacionales específicos que permitieran una creación de redes de trabajo locales, nacionales y regionales; el empoderamiento en la comunidad para que consideren sus necesidades e historias como válidas de ser contadas, conocer a fondo las audiencias en un contacto consciente y constante, y realizar periodismo de acompañamiento.
Impacto: ¿cómo medirlo?
La medición del impacto dentro de un medio de comunicación puede variar debido a muchos factores, siendo uno de ellos su magnitud. En los medios masivos —dice Silva— es más difícil establecer el verdadero impacto de un producto investigativo debido a que muchas veces estos se dejan llevar principalmente por las métricas y si bien este es un elemento que permite una medición de audiencias que entran y navegan, también es limitado y no establece a quiénes pudo haber impactado. A veces una historia es valiosa no porque llegó a cien mil personas, sino porque resonó a profundidad con una. Un ejemplo de ello, cuenta Silva, fue la historia que realizó El Espectador a un hombre que cuidaba fósiles en Boyacá. Más allá de quién vio o no el cubrimiento, lo importante de ese hecho fue que el protagonista de esta historia más adelante llamó con los ojos aguados para decir que el periódico le había llegado y que por primera vez sintió que su historia le importó a alguien. Ahí está el valor de lo contado.
Es importante entonces —añade Mejía— entender qué es exitoso para el medio, en dónde radica la importancia de ese impacto. Para algunos pueden ser, en efecto, esas visualizaciones y clics, pero, si un medio se propone desde un inicio llegar más allá con el impacto, debe encontrar formas de poderlo medir, de acceder a esas historias y reacciones posteriores. Aunque no todos pueden tener la posibilidad económica de pagar un intermediario que mida ese impacto de forma minuciosa, existen alternativas más sencillas como, simplemente, consultar nuevamente las fuentes para saber si algo cambió posterior a la publicación.
En medios pequeños o comunitarios, como Baudó AP, se han adoptado métodos como el lanzamiento focalizado. Ahí, el proceso inicia en lanzar el producto periodístico siempre primero con la comunidad y posteriormente, realizar grupos focales para conocer la respuesta de esto, estableciendo así si la meta fue cumplida o no, si las personas y sus problemáticas fueron representadas o no. Esto implica encontrar formas eficientes de ejecutar las encuestas, puesto que no todos saben leer o escribir, lo que requiere un esfuerzo extra por vincularles en el proceso a cambio de obtener análisis cualitativos.
Para algunos asistentes del taller, esa cuantificación del impacto viene de otras maneras como la reproducción de sus resúmenes semanales en otros medios locales o el cómo la información se desplaza en la población hasta que la mayoría se entera de la misma. Un ejemplo de ello, es la noticia de un lote de sardinas dañadas que logró ser cambiado gracias a la difusión del medio a la comunidad.
También algunos miden el impacto de sus investigaciones cuando ven que sus primicias empiezan a ser reproducidas a través de medios nacionales, regionales o internacionales, haciéndoles entender que sí fueron leídos y difundidos y que, además, atrajeron más voces que repliquen sus problemáticas.
Todos los pequeños esfuerzos —concluye Agurto— se vuelven acumulativos hasta lograr transformaciones reales.
Sobre Jorge Agurto
Comunicador social y periodista autodidacta. Fundador y director de la agencia de noticias Servimedia, un medio virtual de Perú especializado en la cobertura de temas indígenas, ambientales y cambio climático. En los últimos 20 años se ha dedicado en al acompañamiento de organizaciones indígenas, promoviendo sus derechos colectivos y fortaleciendo su protagonismo mediante la comunicación intercultural. Ha desarrollado un consultoría sobre estrategias de comunicación social, construcción de agenda social y producción en diversos formatos de comunicación.
Sobre Laura Mejía
Comunicadora social y periodista de la Universidad Católica de Pereira, con maestría en dirección y gestión de proyectos de la Universidad de Barcelona. Co-fundadora y directora de Baudó Agencia Pública cuyo enfoque es mediar y gestionar recursos para proyectos de comunicación comunitaria y proyectos de cobertura periodística sobre medio ambiente, memoria, paz y conflicto, género e inclusión. Cuenta con 11 años de experiencia gestionando proyectos sociales y culturales y también se ha dedicado a ser fotógrafa y realizadora audiovisual independiente.
Sobre Sergio Silva
Periodista de la Universidad Externado de Colombia, especializado en ciencia, salud y ambiente. Editor del diario El espectador en la sección vivir y colaborador en el medio Mutante. Magíster en estudios latinoamericanos de la Universidad de Salamanca y actualmente cursa en maestría en salud pública en la Universidad de los de los Andes. Docente en la Universidad Javeriana y ganador del premio Amway 2014 de periodismo ambiental y del Premio Simón Bolívar 2017 en la categoría de reportaje.
Sobre el 12º Festival Gabo
El Festival Gabo es posible gracias a la alianza de la Fundación Gabo con la Alcaldía de Bogotá y el Grupo Bancolombia con sus filiales en América Latina. A partir de este año, cuenta también con el respaldo de la CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe, además del apoyo de más de 50 instituciones de todo el mundo.