Desde la Odisea, el viaje ha sido inseparable del oficio de narrar. En ese ejercicio de ir, preguntar y regresar para contar hay una apuesta por acercar al lector a realidades ignotas. Federico Bianchini pasó un mes en la Antártida para narrar la vida de trabajadores en un continente helado y virgen. Ernesto Picco llegó a un archipiélago perdido del Atlántico para contar los efectos de una guerra. Ambos recibieron la Beca de Michael Jacobs de Crónica Viajera de la Fundación Gabo por los trabajos Antártida: 25 días encerrado en el hielo y Soñar con las Islas: una crónica de Malvinas más allá de la guerra.
Conversan con Laura Arévalo, periodista cultural de El Espectador.