Donde duele: vernos de cerca para cuidar la salud mental

La salud mental es una de las grandes deudas del Estado colombiano con las regiones históricamente marginadas. En departamentos como Chocó, Caquetá, La Guajira, Amazonas, Guainía y Vaupés, el acceso a servicios de salud mental es limitado, intermitente o simplemente inexistente. Las cifras y diagnósticos institucionales dan cuenta de una situación crítica: hay pocos profesionales, baja cobertura, y una débil presencia estatal. Pero lo que no dicen las estadísticas es que, en estas regiones, cuidar la salud mental sigue siendo un acto de resistencia.

A pesar de la distancia geográfica, las distintas voces recogidas por Consonante coinciden en un punto: la salud mental está profundamente atravesada por la historia de exclusión, violencia, pobreza y olvido institucional que han vivido estas comunidades. El conflicto armado, la discriminación, el racismo estructural, el abandono del sistema de salud y la imposición de lógicas externas a las formas propias de cuidado han marcado las emociones, los cuerpos y las relaciones comunitarias. “El contexto es tan adverso que enferma”, dice una lideresa del Guainía.

Este especial periodístico recoge historias, datos y reflexiones desde los territorios alejados de los “centros de poder”. Periodistas de Chocó, Guainía, Caquetá, La Guajira, Amazonas y Vaupés investigaron en sus comunidades para escuchar cómo se vive la salud mental en lo cotidiano, cuáles son las barreras de atención, cómo se resiste, se acompaña o se busca sanar desde prácticas propias y, sobre todo, qué tipo de atención necesita la gente más allá de una consulta de 20 minutos con un psiquiatra que no conoce su realidad.